Partida Rol por web

Die Glocke

Ragnarok (Escena Final)

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01/04/2018, 02:12
Director

Seis días pasaron, que se le antojaron largos como eras. Gobernar sobre una masa semejante era una tarea agotadora, y más si como Hagall, uno deseaba estar pendiente del más nimio de los detalles. Durante generaciones, los nuaki habían gobernado desde sus altos palacios, habitando sus fortalezas voladoras, viajando a través del tiempo y del espacio, desentendiéndose del pueblo que clamaba misericordia. Aquello estaba cambiando. Rajpur se posó junto a la puerta, y no iba a abandonarla en ésta hora de necesidad. El trabajo se coordinó para que, contando con los inmensos recursos del Imperio, los damnificados fueran rescatados y el desescombro diera paso a los primeros trabajos de reconstrucción.

El gran ejército bajo su mando estaba, en el caso de los soldados humanos, mal equipado, aunque su número fuera considerable. Las fábricas de armamento de Sigfrido se pusieron manos a la obra, concentrándose en la producción de armas baratas y fáciles de utilizar, como los fusiles de cerrojo mauser o las ametralladoras MP40. Viejos pero funcionales diseños con los que equipar a una porción de la élite del ejército de Rajpur y la guardia de Halaf.

Pero el tiempo corría en su contra. Desde el norte, un torrente de muerte y destrucción se definía. Uno de los reinos en los que cifraban esperanzas de alianza, Hassuna, fue bombardeada brutalmente después de un ultimátum de Kammler. Los refugiados contaban historias horrendas, mientras que los restos del reino, así como las fuerzas de algunos nuaki del norte, se aliaron circunstancialmente con los nazis... que los usaban como carne de cañón. Pronto, todo Venus ardía en las llamas de la guerra, y la batalla final se aproximaba.

En Sigfrido, las defensas estaban en alerta máxima, y las tropas de Rommel se movían hacia Halaf, que sería su caballo de batalla hacia el frente. La ciudad venusiana, hasta hacía poco enemiga, era en éste momento su único y mayor aliado. Escenas de camaradería y confraternización entre ambos ejércitos eran comunes, incluso cuando los de Halaf recibieron su primera instrucción en el uso de las armas de fuego.

Mientras, Hagall reunía a las fuerzas del imperio y preparaba su defensa. El enemigo estaba cada vez más cerca, y su armamento era, en algunos casos, superior. Fegelein la aconsejaba lo mejor que podía, pero en éstas lides el más útil era Daman, al que nombró "jefe de su estado mayor" (cosa que no gustó demasiado a los generales nativos). Rápidamente, organizaron una defensa en profundidad en los pasos fronterizos más estratégicos, evacuando las zonas limítrofes que, por su orografía y características, eran menos defendibles.

Se reunieron por última vez donde todo había comenzado, en el Volkshalle de Sigfrido, para trazar los últimos planes de batalla. Las fuerzas estaban preparadas para el combate, pero los frentes eran numerosos. ¿Debían abandonar a su suerte al resto de reinos nuaki indecisos o concentrarse en la defensa del imperio y de Sigfrido? Algún nuaki menor, aprovechando el desconcierto, había huido a Marte con su ciudad flotante, abandonando al pueblo a su suerte. Aquello era lo acostumbrado, lo que las grandes sagas de la India narraban. Un día, los dioses perdieron la guerra contra Shiva y, simplemente, se escondieron en sus madrigueras.

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01/04/2018, 02:33
Erwin Rommel

El mariscal acarició las orejas de Nidhogg antes de concentrarse en el mapa que había sobre la mesa del despacho. Los presentes estaban algo tensos, sin que se supiera muy bien como se iba a desarrollar la contienda. Para un hombre como él, aquella clase de incertidumbre en su reuniones con "los políticos" era algo habitual.

-Se nos plantea una guerra en varios frentes, aunque ésto puede resultar engañoso. Es decir, estoy convencido de que si centramos nuestro ataque en uno de sus cuerpos de ejército, el resto abandonará inmediatamente sus conquistas para centrarse en atacarnos.

Señaló un punto en el mapa, unas cordilleras en el límite entre el imperio y el reino vecino de Hassuna, el que había sido atacado hacía escasas doce horas.

-La fuerza de ataque principal del enemigo está aquí. Opino que deberíamos destinar a éste sector la mayor parte de nuestras fuerzas. Un avance rápido, seguido de una retirada ordenada cuando el enemigo presione. Plantearemos una defensa en el paso, donde su superioridad numérica no pueda ser una ventaja. Dejaremos que pongan toda la carne en el asador y, entonces, jugaremos la baza de Jörmungand.

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01/04/2018, 02:39
Margot Krieg

La "señora de la guerra" hizo un par de precisiones. Una de ellas hizo rascarse la cabeza a más de uno de los presentes. Hablaba con decisión, vistiendo su "armadura" y señalando el mapa con ojo experto. Hacía tiempo que había dejado de ser una científica aburrida.

-Mis espías han detectado movimiento en la antigua base nuaki de la luna Neith. Creo que Kammler la ha tomado por la fuerza, dios sabe con qué motivos. Pero resulta una plataforma excelente para que se repliegue en caso de problemas, o para bombardearnos. Creo que el agente Ryan tiene algo que explicarnos a ese respecto. Es él quien pasó más tiempo con los enemigos.

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01/04/2018, 02:44
Jack Ryan

El americano habló. Se había mantenido en segundo plano por que, donde manda patrón no manda marinero. Se adelantó para ello un par de pasos.

-No les puedo dar muchos detalles, pero se que existía un "plan B", en caso de que sus resistencia fuera... mayor de la esperada. Unos científicos prófugos de la esfera de Klaus Fuchs... -se dio cuenta de que no sabían de qué hablaba- Los que desarrollaron la bomba nuclear para Estados Unidos... los vimos por la base. Trabajaban en un proyecto tan secreto que pocos en Nueva Suabia sabían de lo que se trataba. Pero si que vimos pruebas con cohetes, y se rumoreaba que unos trabajadores estaban muy enfermos a causa de la radiación.

Parpadeó, mesándose la barba.

-Merecería la pena destinar algunos recursos para atacar esa luna, y prevenir males mayores. Quizá Kammler pretenda usarla como plataforma para lanzar una o varias armas nucleares sobre nosotros, en mitad del combate, y aniquilarnos. Además, si pudiéramos hacernos con alguna de ellas, o dirigir sus misiles hacia un nuevo blanco, podríamos destruir su base polar sin tener que exponernos a un ataque a gran escala. Sus defensas son un hueso duro de roer.

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01/04/2018, 14:05
Damien Krieg

Damien estaba de pie con los brazos cruzados, mirando con atención el mapa y escuchando atentamente.

Si han conseguido crear armas nucleares, estaremos en verdaderos problemas, tal vez decidan usarlos sin contemplaciones si se ven arrinconados o perdiendo, o simplemente para eliminar toda vida del planeta, pero si ese es el objetivo, deben de tener una forma de evitar los daños de la radiación, o simplemente una forma de protegerse de la explosión nuclear. Sea como sea, si deciden usar algo parecido, no se exactamente el daño catastrófico que podían ocasionar..- dice serio, aún ojeando el mapa con detenimiento.

Estaba pensando en si se podía entrar en una base enemiga sin que nos detectaran, se me había ocurrido la descabellada idea de por el subsuelo, pero el excavar hasta una zona en concreto, requeriría de mucho tiempo y hombres, eso sin contar el ruido que podría causar, además de tener con certeza que se esta excavando en la dirección y profundidad correcta, ummm, es una mala idea... - dice meciéndose la barba, una pequeña barba que se le veía, el estar tanto tiempo con el tema de los armamentos, reconstruir y demás, lo habían hecho descuidarse un poco el tema de la barba.

No obstante, es crucial evitar ese plan b a toda costa, pueden usarlo incluso como amenaza o ventaja, así que la opción de un pequeño grupo para ir hacia allí y desbaratarle los planes, es completamente necesario. No le demos mas ventajas. aunque también podía ser una trampa.. - dice mirando a los presentes.

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02/04/2018, 12:57
Hans Topf

Todos daban sus opiniones, mientra Hans tomaba notas, en una libretita, que ya empezaba a solicitar una jubilación. Además, el lapicero que usaba, estaba también en las 10 de últimas. Todo se terminaba. Empezaba a pensar que había elegido mal el bando, y que tendría que haber pasado al lado de los fanáticos.

Sacudió la cabeza desechando ese pensamiento. - Ya he elegido.

Enseguida se empezanron a escuchar datos de una infiltración en la base enemiga. Estaba claro, que ya tenía trabajo para ello. - Espero que tengan los planos de ese lugar.

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03/04/2018, 16:39
Helmut Bernstein

Helmut escuchaba lo que se decía en aquella sala. Armas nucleares. Aquello era fabuloso. Poder tener al alcance de la mano el poder del átomo.

Una base lunar... Debe de estar bajo tierra. Fue lo primero que pensó. Al menos eso es lo que haría él, aunque el proyecto le parecía algo excesivo hasta para las megaconstrucciones nazis. Había muchas dudas que se le planteaban. Muchas. Todo aquello era como un sueño.

Me parece un poco arriesgado un asalto lunar. ¿Alguien de nosotros tiene experiencia en el combate a gravedad reducida? ¿Tenemos trajes adecuados para esas condiciones? Le parecía todo muy nuevo. Quizás existían esas tropas. A él ese tipo de detalles marciales le dejaban muy frío. Quizás lo fácil sería preparar una bomba de Xerum. Todos vimos lo potente que puede ser. Una bomba de xerum bien hecha podría competir con esas bombas del átomo. De hecho los principios... Bueno, tampoco quiero aburrirles con los detalles. Lo mejor sería introducir esa bomba en la estructura lunar y volarla. Preferiría no tener que ver como se usan bombas atómicas sobre Venus.

Aunque una parte íntima de Bernstein quería ver como se comportaban esas bombas capaces de quemar el propio aire, no le parecía una buena manera de instaurar una nueva era.

Por otra parte... Señor Ryan, ¿Si se desbarata la luna, cree factible usar unas comunicaciones falsas para hacer creer que tenemos el control de la luna y amenazar con volar las posiciones de Kammler?

Desconocía los detalles, y cuanto sabía la gente de Ryan del enemigo, pero si se tenían las frecuencias pinchadas y no era posible contactar conuna base que ya no existía... No era otra cosa que hacerles creer que les podían barrer de un plumazo e intentar una rendición.

 

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04/06/2018, 21:34
Hagall Wirth

 Olvidó las ganas que tenía de pasar por el baño. Desde que llamó a los señores de los diferentes reinos y provincias Hagall actuó presa del automatismo, como hacía en los viejos tiempos en “la corte” del Reich.
Una vez concluyeron los votos y las pleitesías aun hubo que recurrir a un poco más de pompa para concluir el acto de coronación.
-No me dejes sola- rogó en tono quedo a Adeline nada más levantarse para salir del gran salón, necesitaba su ayuda como experta en cuestiones cortesanas venusianas. Temió que su amiga le reprochara el no haber castigado a Margot pero de momento no dijo nada, había demasiado trabajo. Poco a poco se fueron arremolinando en torno a Hagall sirvientes que esperaban que hiciera cosas en las que ni siquiera había pensado y cargos , carguitos y carguetes que esperaban mantener su estatus con la nueva reina. La muy diligente Adeline hizo las veces de nomenclator e intermediaria con el servicio pero inevitablemente se dieron tiranteces. Muy pronto la sacerdotisa aprendió que rechazar los servicios que se le ofrecían era una grave ofensa y se entendía como rechazo. O sea, que no solo tenía que convencer a los venusianos, lidiar con los nuakis, organizarse con los suyos y calcular los movimientos de Kamler, también tenía que poner orden en una casa que estaba manga por hombro.
Con los ojos puestos en la historia (una vez fijada una nueva reunión con los señores locales a causa de problemas de comunicación con Sigfrido) el siguiente movimiento de Hagall fue visitar el templo y sus sacerdotes (el verdadero objetivo). No los quería ociosos ni descontentos como para que se les pasara por la cabeza iniciar un complot de modo que tras mostrar sus respetos los puso a trabajar en las exequias de los príncipes. No se le olvidaba que eran de credos distintos y sabía que eso daría problemas en el futuro, pero cada guerra a su tiempo, ya pensaría como salvar el escollo más adelante.
Mediante la triquiñuela del luto salvó la inconveniencia de un banquete con los nobles y pudo recogerse relativamente pronto (para lo que eran los largos días venusianos). Fue en ese instante cuando comenzó a entender cómo iba a cambiar su vida, en lugar de acabar en el que había sido su dormitorio durante la embajada la condujeron a las “habitaciones reales”. Grandes cómo el escenario de una ópera, -¡Aquí caben siete!- exclamó espontánea al ver la cama, para su desconcierto se apresuraron a preguntarle si deseaba seis “acompañantes” y si tenía alguna preferencia. La servidumbre estaba ansiosa por complacerla, quizás era su modo de sondearla, o puede que solo fuera a lo que estaban acostumbrados con los nuaki. Reunió a sus nuevos asistentes (que a pesar de las bajas y deserciones seguía siendo un pequeño ejército) con intención de darles el mismo discurso de cuando la acomodaron como embajadora, pero antes les preguntó sus nombres, su función y si tenían familia, muchos ni recordaban de dónde venían porque fueron tributados siendo niños, otros eran esclavos de las guerras floridas y únicos supervivientes de sus aldeas, y otros llevaban tanto tiempo en palacio que no sabían vivir de otra manera y volver a su tierra natal supondría una humillación para ellos y una carga para sus parientes. Por ésta razón procuró ser lo más amable posible. La incomprensión fue evidente en las caras de muchos y hubo de explicar cosas tan sencillas como que podían mirarle a los ojos o que no quería que nadie durmiera a los pies de su cama. Aquello la desesperaba y de no ser por Adeline bien podía haber perdido los nervios.
Pidió informe sobre el personal de cocinas que respondieron mandando a la pequeña Chandi* con una deliciosa cena a su gusto y el mensaje de que todos en el piso bajo estaban bien. Les debía una visita, de hecho debía visitar cada rincón de palacio, comprobar su estado y el de sus habitantes. Hacer las cosas diferentes como había prometido iba a acarrear un considerable trabajo.
Hacía horas que Rudolf había parecido esfumarse en la vorágine de gente y tareas por hacer, suponía que estaría poniendo orden en las cuestiones militares. Estaba silenciosa, petrificada sin duda por lo que había pasado, lo que estaba pasando, lo que tenía que pasar… así que su amiga se aventuró a romper el hielo comentando cuestiones culturales y protocolarias que le serían útiles y que además la alentaran a seguir adelante. Por ejemplo le explicó que las chicas que dejaban palacio solían acabar prostituyéndose o incluso muriendo de hambre por culpa del rechazo social. Hagall la tomó de la mano buscando entereza, el peso del mundo cayó de repente sobre sus hombros. Viniendo de ella eso era un gesto impresionante –Gracias…- musitó –por estar ahí- en sus ojos se leía una disculpa. Adeline le devolvió el apretón con una sonrisa -Creo que por primera vez me importa lo que estén pensando los demás y los echo de menos- Nidhogg dejó de zampar para posar la cabeza en su regazo -¿Debería devolvérselo?- continuó refiriéndose al anillo -¿Debería reunirme con los Krieg? ¿Creeran mis feligreses que los he abandonado?... ¿Que será de mis plantas...-
-Ara prometió cuidar de tus plantas-
La voz de Fegelein completó la frase interrumpida en la garganta de la sacerdotisa haciendo que su rostro se iluminara. Cuando se abrazaron Adeline supo que había llegado el momento de ceder el testigo al teniente.
Por fin solos, parecía haber pasado un siglo desde que salieron de Sigfrido, de su casa… a cada paso que dieron esa noche añoraron el hogar que habían construido juntos (literalmente) y es que cómo en casa no se está en ninguna parte, aunque ese sitio esté hecho de oro y puedas bañarte en caviar. A Nidhogg por ejemplo, que había demostrado ser una gran fan de las camas-columpio de Rajpur, no le gustaba el que le tocaba ocupar como kimlar de la reina. Era precioso, enorme y parecía bien cómodo, pero como su ama prefería las cosas sencillas, por eso acabó durmiendo con ellos en el suelo. Sí, después de hundirse de forma cómica entre tanto cojín y edredón de plumas, terminaron sacando las sábanas para fabricarse un pseudo-futón y ahí, en el suelo, la recién proclamada emperatriz y su novio, hicieron el amor y durmieron a pierna suelta. Pero eso fue bastante tarde, cuando el cansancio de tanto darle vueltas a la cabeza pudo con ella.
A la mañana siguiente las doncellas se escandalizaron al verles de esa guisa (en porretas con Nidhogg despatarrada encima), la cosa es que no fue por pudor si no porque creían que habían hecho mal la cama o lo que fuera que no le había gustado a “su majestad” ¡Hasta se clavaron de rodillas y se pusieron a llorar implorando clemencia! Un dramón impresionante. Pero esa no fue la única situación absurda, el baño se volvió toda una experiencia cuando les rodearon un montón de preciosas y desnudísimas sirvientas dispuestas a enjabonarles o lo que hiciera falta… Adeline casi se cae de la risa mientras se lo contaban. Hasta la actividad más trivial se convertía en una anécdota, peinarse, vestirse, hacer yoga… andar… ¡Que bien entendía la decisión de Shiva de romper con todo aquello e irse a las montañas! Visto del lado positivo aquellas situaciones le daban color a días muy oscuros y eran el tema de conversación que evitaba mentar la espada de Damocles que pendía sobre todos ellos mientras descansaban por la noche. Esas horas del día las reservó nombrándolas “private zeit”* (privasai dicho por los nativos). Una vez puesta la cena los sirvientes debían dejarles a su aire hasta el día siguiente. Los tres mosqueteros cenaban juntos, luego los novios se quedaban solos y a veces Hagall se tomaba un rato con Nidhogg y Urd como únicas compañeras. Exploraba el palacio amparada por la oscuridad, descubriendo rincones idílicos y también las ruinas… “El archivo” fue quizás el mayor hallazgo. Una biblioteca como salida de sus sueños, pasillos y pasillos de estanterías en filas interminables repletas de rollos, discos, placas y todo tipo de formatos curiosos ¡Ni en 100 vidas podría leer todo lo que allí había!
100 vidas… ¿Tendría tiempo siquiera de disfrutar una? Cada informe que llegaba era más alarmante que el anterior. Poblaciones enteras arrasadas con crueldad inhumana, una estrategia que llevaba la inconfundible firma de Kamler, quien disfrutaba asfixiando a sus víctimas no solo en la “intimidad” si no también de forma figurada, acosándoles, avanzando minuto a minuto, mientras ellos intentaban organizarse agónicamente en un tablero en constante cambio.
Los nuakis supusieron una molestia constante intentando forzar la situación en la ilusión de mantener el estatus quo anterior. Reventaban una reunión tras otra a base de negativas y sugerencias estúpidas ¡¿Cómo demonios habían alcanzado el poder?! Por fortuna cuando empezaron a huir, libres del yugo de sus amos, afloraron las personalidades verdaderamente carismáticas, inteligentes y valientes. Generalmente alcaldes y jefes de guardia (también hubo casos singulares como el de una devadasi*, una yogini* y un hijra*), personas pragmáticas que sabían cómo funcionaba el mundo real, en los que daba gusto depositar la responsabilidad de dirigir sus respetivos territorios, pues las negociaciones por fin pudieron avanzar ¡Las maravillas del efecto del enemigo común! De repente las tensiones entre regiones, instituciones, familias, castas, etc… ¡Pluf! Desaparecieron, incluso con Halaf, “Ein Volk, ein Reich, ein Führer!”* . Los logros políticos contrapesaban la incomodidad de no poder llevar su vida espartana y silvestre y poco a poco la hacían sentirse “cómoda” en su papel de emperatriz, que renegara de los nuakis no significaba que renunciara a su naturaleza, era una “übermensch”*, bueno überfrau, y creía firmemente en los fundamentos del fascismo y en ella cómo la líder que necesitaban. Por ello, como buena fascista, la imaginería fue uno de los primeros puntos que abordó, en un mundo sin radio, cine ni imprentas había de recurrir a la más básica forma de propaganda: Un icono, el emblema y los colores que simbolizarían a su pueblo, a su imperio y a ella. Azul y azafrán con una estrella de ocho puntas, usar su runa como escudo le pareció arrogante así que escogió la estrella de Ishtar*, y como enseña real azul claro y oro. Conforme se limpiaban escombros, se repartía comida o se dispensaba ayuda médica, se desplegaban las nuevas enseñas imperiales como hicieron Hitler y Mussolini antes que ella.

De todos éstos asombrosos hechos Hagall se encargó de que quedara constancia mediante la presencia de una taquígrafa y un escriba en reuniones y eventos. Si tenían éxito de ahí saldría su propia Saga, su Ilíada, su Poema de los Tres Reinos… y si no… sus Troyanas…
La obra de Eurípides (y la de Homero) siempre le rondaban el pensamiento. En los clásicos griegos residen todos los secretos y recovecos del alma humana, por más que los ingleses hablen de Shakespeare, y con ellos cómo advertencia decidió dar algunos pasos para cambiar el futuro. “Bombas de relojería” las nombró, actos que aunque ella y Sigfrido cayeran pavimentaran el camino hacia la emancipación del pueblo venusiano. El principal de esos gestos fue la abolición de la esclavitud. Una vez has probado la libertad nunca querrás volver a ser un siervo, bien lo sabía ella.

Increíble pero cierto a los días de Hagall empezaron a faltarle horas, reuniones con el gabinete de crisis, informes actualizados cada hora, encuentros con colectivos de todo tipo, comunicaciones por radio y videoconferencia… Rajpur descubrió la potencia de la maquinaria burocrática alemana. De no ser porque Fegelein le recordaba que comer y dormir eran necesarios para la vida habría trabajado sin descanso hasta caer redonda. Se tomaba en serio sus deberes y responsabilidades, le obsesionaba cumplir con la promesa de obrar de diferente manera, de hacer las cosas mejor en la medida de lo posible, pero también era su manera de esconder la inquietud por la contienda. Si el satélite mortal de Kammler daba una vuelta diaria al planeta a su cabeza le daba mil millones cada hora y por las noches era peor… Rudolph tuvo que echarle muuuucha paciencia y psicología.
A pesar de la obsesiva entrega de Hagall al trabajo era consciente de que el tiempo pasaba y su tiempo con su novio era precioso. Exprimía y atesoraba cada segundo que arañaban para ellos. Supo por Adeline que las doncellas les llamaban “tiri-tiri”, que venía a ser algo parecido a “tortolitos”, y que aunque Rudolf no les parecía demasiado guapo sí que decían morirse de envidia por como quería a su señora.
A veces cuando él se dormía Hagall se angustiaba pensando que pudieran apresarle y torturarle, herirle, mutilarle, incluso matarle… la posibilidad de perder a Rudolf la aterrorizaba tanto cómo la posibilidad de morir ella y no poder disfrutar una larga vida a su lado. Estar enamorada seguía siendo un misterio y un descubrimiento constante, la atracción, el placer, el cariño, su poder embriagador, tan intenso y vertiginoso.

Inmersa en esos pensamientos abandonaba la cama para vagabundear escondida entre las sombras en busca de silencio, de soledad, de paz mental, de respuestas...
En una de esas Margot acudió a su encuentro.
La historia hablaría de aquel hito iluminado por la luz de Urd reflejada en el estanque.
Se miraron como dos áspides largo rato antes de que alguna se decidiera a hablar, Hagall no lo haría, era la reina. La ex anu sonrió.
-La famosa Hagall Wirth…- hubo otro largo silencio -Mejor así, sin tanto boato ni público... ¿No?-
La sacerdotisa calculó a conciencia sus palabras, podía atacar defendiendo la causa de Adeline y Daman, reprenderla por sus métodos y la delicada posición en la que la ponía. Pero si se parecían tanto cómo creía... espolearla solo conseguiría que se enrocara en su postura y no era plan de crear otro problema con origen alemán antes de llegar a solucionar el que les ocupaba. De ser así solo estarían cambiando a unos tiranos por otros.
Volvió sobre sus pasos (mentales) reevaluando la figura frente a sí, buscando nuevos puntos de vista. Era la mujer de Krieg, su “amigo”, la mujer por cuyo amor había cruzado la galaxia, a la que parecía haber perdonado todo por público y horrible que fuera... El Perdón y el Amor, esas virtudes tan cristianas otra vez a vueltas... lo mismo que Rudolf había hecho por ella ¡Hasta en eso se parecían! Casi parecía una broma y le preocupaba¿Sería Venus lo suficientemente grande para las dos? Que agotador se le hacía que cualquier cosa que hiciera, por nimia que ésta fuera, pudiera afectar a tantas cosas.
Asintió relajando la postura -Entre las dos tenemos fama suficiente como para eclipsar el sol ¿Que tal si...aparcamos un rato nuestros egregios personajes y somos solo Hagall y Margot?- Omitió los apellidos deliberadamente, solo ellas, no las hijas de, las esposas de o las reinas de, ellas per se. Le ofreció su pitillera-mechero, presionó un resorte y se abrió un segundo compartimento con pitillos liados a mano “adobados”*. Así “solo Hagall” y “solo Margot” fumaron su particular pipa de la paz y se conocieron por fin.

                                                                                                ----------oOo----------

Y así transcurrieron seis días largos como seis años o como seis siglos...
La espectativa de volver a Sigfrido le hacía ilusión, a pesar de que fuera para una cumbre previa a la batalla. Añoraba su casa, su intimidad, su forma de vivir... y necesitaba volver aunque fuera una última vez, sobreviviera o no a la guerra sentía que debía despedirse de ello. El periodo más feliz de su vida hasta el momento... Rudolf trataba de animarla prometiendole que mientras estuvieran juntos podrían ser felices, ya fuera en un palacio o durmiendo al raso, ardua tarea teniendo en cuenta el natural escepticismo de Hagall. También estaba nerviosa, no solo por el reencuentro con “los suyos” (que extraña y difusa empezaba a parecerle esa expresión), especialmente sus feligreses a quienes sentía que había desatendido, si no por los nuevos líderes locales que se habían adherido a la causa. Una cosa es hablar vía teleconferencia y otra tener a esas personas cara a cara.
La recepción estuvo llena de espontaneidad y encuentros emotivos. De regreso al Volkshalle se tomó un momento, apoyó la mano en la pared tocando el revestimiento de madera, rememorando, meditando “Vuelta al útero”.
Su presencia en aquella reunión era puramente simbólica, Rommel la necesitaba para movilizar a los venusianos (tal era su sino desde el principio, no se llevaba a engaño), lo cual limitaba considerablemente su manera de actuar en la contienda. Escuchó a unos y a otros atentamente, a la vez que tomaba nota de los apuntes de sus adláteres (Fegelein y Daman).
La cosa pintaba fea, ellos eran la inmensa mayoría del planeta pero Kammler tenía armas con un potencial destructor muy superior. Los dossieres dejaron claro en su momento que millones de personas armadas no tenían nada que hacer contra una bomba nuclear. Incluso aunque no tuviera semejante bomba su armamento les superaba cualitativamente no en vano Speer les dio cuanto necesitaron para desarrollar el mejor y más mortífero arsenal de la historia.
Mantuvo la cara de poker, como dicen los americanos, (no estaba la moral de sus aliados tan fuerte como para permitirse un gesto que la tambaleara) mientras meditaba sobre las propuestas de los ingenieros, ideas que sonaban bien pero que profundizando en ellas necesitan un fuerte pulido y albergaban una peligrosa tendencia hacia las consecuencias desastrosas. Tocar Urd* bien podía acabar explotandoles en la cara literalmente.
-En base a lo que sabemos del trabajo desarrollado por Kammler en sus laboratorios de la Tierra creo que podemos afirmar sin lugar a dudas que, pese a contar (supuestamente) con prototipos de armas de destrucción masiva... o no están del todo perfeccionados o se encuentran en fase de desarrollo. Así que, igual que en la Tierra, éstas son más un arma psicológica de presión que algo que realmente quieran o puedan usar. Kammler está mal de la cabeza pero no es un demente. Ni siquiera descartaría que la toma de la base lunar forme parte de una mascarada para desviar nuestra atención- se frotó la barbilla -Nosotros también podemos jugar a ese juego. Fingir que otro señor nuaki abandona el planeta y que por sorpresa asedie la base, se haga con ella y ver que estaban haciendo realmente. En caso de que hubieran construido una super arma amenazarles con usarla, y si no la hay... decir que la hemos colocado nosotros o amenazar con estrellar la luna contra el planeta en plan “O mio o de nadie”. Claro que cabe la posibilidad de que Kammler sospeche que se trata de un órdago y no sirva de nada- cruzó los brazos e hizo una pausa con gesto grave -Nuestro principal problema, más que sus armas, es Kammler. Él es el único cerebro útil de su facción, si le sacamos de la ecuación su castillo de naipes se desplomará por si solo- Nidhogg la miró sorprendida -Si le reto a un combate singular estoy segura de que no podrá resistirse- por un segundo se le cortó la voz pero supo disimularlo -Puede ser una buena distracción para impedir que comande a sus efectivos, o, si los dioses y mis fuerzas lo permiten, la manera de acabar con él para siempre- levantó los ojos hacia Rommel -Por otro lado no olvidemos que Rajpur no deja de ser una descomunal nave que, aun después del bombardeo, funciona perfectamente. Puede desplazarse tanto dentro como fuera de la atmósfera a una velocidad considerable y que además de defensas pasivas también cuenta con un buen número de cazas y sus propias baterías de ataque. Es nuestro buque insignia, aprovechémoslo, ya sea como señuelo, como una máquina de asedio o como cierre de retaguardia-. El ofrecimiento hizo abrir los ojos como platos a más de un venusiano, ni siquiera en las guerras floridas los nuakis habían presentado batalla con sus palacios, ya se había visto que pese a las formidables máquinas que eran, el hecho de que requiriera de un acto de valentía por parte de sus dueños (permaneciendo dentro para manejarlas) hacía que salieran huyendo con el rabo entre las piernas. Los escépticos terminaron de convencerse y los demás se quedaron blancos. La reina, en cualquiera de los casos que proponía, planteaba su inmolación y, sucediera o no, el hecho de que hablara publicamente de sacrificarse por su pueblo enardecería el espíritu de los venusianos. Ese era el poder de los símbolos, también era la razón de que tuvieran fecha de caducidad y ella hubiera escrito varias copias de su testamento.

Notas de juego

*Tiempo privado
*https://en.wikipedia.org/wiki/Devadasi
*https://en.wikipedia.org/wiki/Yogini
* https://en.wikipedia.org/wiki/Hijra_(South_Asia)
* “¡Un Pueblo, un Imperio, un Líder!” Uno de los eslóganes políticos más repetidos por los nazis
* Superhombre de Nietzche, me he referido a ello con anterioridad, respecto a Hagall, como “superser”
* Venus en la cultura védica: http://www.sanatansociety.org/vedic_astrology_and_numerology/vedic_astrology_horoscopes_venus.htm#.WufRMy5ubIU
Estrella de Ishtar: https://en.wikipedia.org/wiki/Star_of_Ishtar
*Hagall acostumbra a consumir estupefacientes y aunque han aparecido las primeras drogas sintéticas ella es fiel a las tradicionales (las cuales estudia y experimenta a fondo) como las setas o la marihuana
*Urd: la luna de Venus

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04/06/2018, 22:36
Damien Krieg

Veo demasiado exagerado lo del tema de un cuerpo a cuerpo, Kamler se las ingeniaría para tener cualquier cosa que le ofreciera una ventaja, aunque el tema, que aunque le derrotaras, tendría puesta en su gente, la orden de atacar con todo lo que tengan..- dice Krieg en un tono preocupado.

El tema de lo que pueda tener de tecnología, en cuanto a armas y vehículos, si usó los planos de Bernstein o míos, se llevará una buena sorpresa, en todos les puse una pequeña firma, apenas identificable, que podía ponerles sus propias armas en su contra, el problema, que parte de nuestro armamento, se tendría que cambiar, para usar los nuevos que se han hecho.. - dice explicándose.

El tema de los vehículos interplanetarios, hemos hecho unas modificaciones, que podrían hacernos ganar una ventaja, al menos durante un tiempo precioso..- explica Krieg.

Tarde o temprano, tendremos que pasar a la acción, cuando mas tardemos, mas estarán preparados ellos.. - ultima Krieg.

Durante esos días , Krieg se había dejado barba, se le notaba algo cansado, pero aún así con energías.

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29/06/2018, 10:18
Helmut Bernstein

Helmut estaba obsesionado con aquella luna. Una luna destructora. El simbolismo femenino presente en la luna terrestre, reflejado en Neith, la luna venusiana, usado para destruir a Venus. Neith, la diosa de la guerra y la caza, además de diosa de la sabiduría. De la creación de inventos. Era perturbador. Debía de poder evitarse. ¿Cómo había podido Kammler ir a la luna? Tenían aeronaves como las suyas? Era más que posible.

Por otra parte Margot había citado que se trataba de una vieja base nuaki, así que ella podría dar detalles del complejo. Necesitaba saber puntos débiles, estudiar mapas de ese complejo. Buscar una puerta trasera, pensar en un caballo de Troya.

Además de eso, debía pensar en una forma de acercamiento que pasara desapercibido a los posibles radares de esa base. Necesitaba saber más de los sistemas de detección nuaki, como burlarlos.

Quizás una ruta de acercamiento por la cara contraria de la base nuaki... Que el propio satélite oculte nuestra llegada...

Llevaba días que no paraba de hacer cálculos matemáticos. Desde que le habían llegado los rumores de la base lunar, a la espera de la confirmación de Ryan y Margot. Formulaba posibilidades de acercamiento silenciosos, amparados por Neith. Fórmulas físicas de acercamiento aprovechando los flujos gravitacionales. Calculando la masa de Neith. Los índices de refracción lumínica y sonora de Venus y Neith... Sus propios mantras particulares. Hagall se valía de viejas runas muertas. Helmut usaba los números, tan vivos, abstractos y daimónicos como las pinturas rupestres. El científico loco buscaba su propio Grial, su forma de llegar a la base lunar sin ser detectados.

A veces se le podía ver deambular por las dependencias cercanas. Por los jardines. Absorto. Alienado de todos y de todo. Posiblemente drogado. Drogado pero extrañamente lúcido. La lucidez de los locos. Murmuraba cosas inteligibles, dibujaba extraños símbolos en el suelo. Símbolos de protección. Proteger a la Madre. Se ponía guirnaldas de flores. La corona de Venus. Efímera como la vida. Un canto a la vida. Canturreaba Erika con sus curiosas coronas, en busca de inspiración, a modo de invocación de su Venus/Erika particular. En busca de una comunión, de... Ni él mismo lo sabía. La vida, cuando se cree que va a durar poco, se vive con una intensidad mayor. Los colores son más vivos, los olores más intensos... Agradeció en silencio a Kammler aquel regalo.

Pero ahora seguía en aquella reunión trascendental. Escuchaba algo ido lo que se iba diciendo. Las palabras de Hagall le arrancaron una sonrisa luminosa y traviesa.

A mí me parece deliciosa la idea de enfrentar a Kammler a sus fantasmas... En realidad pensaba en Hagall, pero se lo calló. Le parecía necesario que ella se enfrentara a él para purificarse. Tener que medirse con una mujer y perder... ¿Qué pasaría realmente? Rehusar el combate... ¿Qué efectos puede tener eso sobre los orgullosos hombres de Kammler?

Entonces miró al ingeniero. ¿Que nos van a atacar con todo? ¿No es lo que piensan hacer de todas maneras? Y me parece una maniobra de distracción excelente para tomar la base lunar.

Imaginad que tomamos Neith y usamos un método de aspersión para teñirla con los colores de nuestra nueva bandera... ¿Qué efecto tendría sobre los nuaki indecisos? ¡La diosa de la Guerra toma partido por nosotros! Y no deja de ser una manifestación de un hecho real, al tener el control de Neith.

Se podría usar un tinte natural para que se degradara en unas pocas semanas... No sería complicado teniendo en cuenta la radiación solar sobre la superficie lunar.

Llevaba días pensando en eso, como arma de propaganda, y con todo el tema de la base de la superarma le pareció una señal de confirmación de su idea. De refuerzo.

Nadie puede retener a una diosa a su lado para siempre. Mejor dejarla ir no sea que se revuelva en nuestra contra por nuestro egoismo.

Añadió, ante la posibilidad de que alguien quisiera teñir la luna de forma permanente.

 

 

Notas de juego

me ha quedado un post un poco loco e incongruente... Como el propio doctor.

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29/06/2018, 12:34
Damien Krieg

Krieg se quedó pensativo, reflexionando..

Hay una posibilidad que no hemos pensado, pero que no me gusta nada.. - dice a sus compañeros.

Si realmente sus mejores armas y bases están en la Luna de Venus, aunque suene muy radical, se debería de destruir la Luna, pero si se hace eso, habría consecuencias apocalípticas.. - dice mirando muy serio a todos.

Al parecer, no soy astrónomo ni nada de eso, pero si físico, ingeniero, la destrucción de la Luna, solo con lo que quedara de masa, podría precipitarse los restos sobre Venus, formando una reacción en cadena que posiblemente, dejara el planeta completamente sin vida y sin posibilidad de albergar algún tipo de vida... - prosigue Damien, hablando en un tono lúgubre y muy serio.

De tomar tan radical decisión, se debería de empezar a evacuar a todo Venus y llevarlo a un planeta habitable, pero desconozco a donde se podrían llevar, viviría toda la gente de Venus, pero destruiríamos completamente la Luna de Venus y dejaríamos el planeta inerte, sería fácil, solo debería de retocar algunos parámetros, para que el campo electromagnético de Sigfrido, afectara al campo gravitacional del planeta, pero para que fuera efectivo, debería de tener algún dispositivo en la Luna, para que hiciese lo mismo, de esta manera, al combinar los campos electromagnéticos de ambos, haría que el objeto mas pequeño, se acercara al planeta, tal vez el planeta sobreviviera, pero lo dicho, quedaría inerte, pero tanto  los hombres como las fuerzas de Kammler, quedarían completamente eliminadas, los peros, los fuertes campos de gravedad y energía electromagnética que generaran, anularían completamente, los saltos como el que nos hizo venir al planeta, los anularía, nadie podría usar ningún sistema para volver y las naves en cuando empezaran a salir, serían también engullidas.. - el tono era alarmante y el plan mas parecía un fin de todo.

Así que de una u otra manera, tenemos que empezar a transportar la gente de Venus, fuera del planeta, ya sea para evitar que mueran por la inminente guerra que empezara, ya sea por lo que sea tenga en mente Kammler con sus armas y base en la Luna, o el plan que acabo de mencionar. Una batalla directa como distracción, mientras va saliendo la gente del planeta a un lugar seguro seria una idea practica y como plan b, lo que acabo de mencionar, no salvaríamos al planeta , pero si a toda su gente. - explica Damien.

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17/07/2018, 20:57
Erwin Rommel

El mariscal no había dejado de mirar los mapas mientras ellos hablaban. Parecía que no había estado prestando atención, pero en realidad si lo hacía. Era una vieja costumbre de cuando estaba en el Estado Mayor, escuchando los desvaríos e ideas grandilocuentes del führer y tratando de convertirlas en un plan de combate medianamente serio y realista. Estaba claro que los presentes eran gente idealista, pero no estaban ni mucho menos locos como el cabo bávaro. Bueno, al menos no tanto...

-Ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo -dijo- Y la batalla ya ha comenzado. No es tiempo de pensar en planes elaborados que requieran semanas de trabajo. Debemos ser realistas, trabajar con los medios de los que ya disponemos y usarlos de la mejor manera posible para obtener una victoria rápida y contundente. Cuanto más tardemos en alcanzarla, más sufrirá el pueblo de Venus y más difícil será ganarnos su confianza en el mundo que heredaremos.

Tamborileó los dedos sobre la mesa, mirándoles con cara de circunstancias.

-Mal que nos pese, la opción del asalto lunar por medios convencionales es lo más rápido. Si no me equivoco, hay unos cuantos prototipos de traje espacial que podrían servirnos, pero según me ha comentado antes el señor Ryan, la base nuaki en el satélite posee atmósfera artificial mediante cúpula, como la tienen éstas ciudades cuando viajan al espacio. Ergo, no será necesario material adicional, más que las armas y los explosivos para destruir esa supuesta superarma, si la hubiere.

Señaló un punto en el mapa, entre ellos y el avance del enemigo.

-Creo que los pasos en torno a Jat son una excelente opción para plantear una defensa en profundidad frente al enemigo. Habrá que atraerle hasta allí para librar la batalla final en condiciones de superioridad, y para ello sería considerado si Margot utilizara Halaf como punta de lanza para provocar al enemigo. Una vez que estén en posición, podremos usar esa superarma del señor Krieg para desactivar sus aparatos... Y eso quiere decir que le necesitamos aquí de modo desesperado para hacer un bypass a nuestras propias armas y que no se vean afectadas por esas hondas. Una vez que el enemigo se haya quedado sin su componente aéreo y superarmas, venceremos la batalla decisiva mientras se desactiva su plan lunar... y finalmente con la superioridad que nos dará una eventual alianza con el resto de señores Nuaki del planeta, asaltar la base antártica y derrotarles completamente.

Parpadeó, recapitulando.

-Es decir, el señor Bernstein puede acompañar a los militares en el asalto en la luna, mientras Krieg permanece aquí y nos ayuda para que el plan salga bien. Usted... quiero decir, vuestra majestad... -lo dijo con un apunte de ironía- Puede sumarse al plan de Halaf o al de la luna, a su criterio. ¿Estamos de acuerdo?

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17/07/2018, 21:43
Damien Krieg

Las ultimas armas creadas , pasado el atentado en Sigfrido, no pueden ser afectadas nuestras armas, ya cambie el algoritmo y frecuencia, para evitar ese problema, pero antes del atentado en la base, todas las armas lo disponen, era una manera de asegurarme de no verse nuestras propias armas en contra nuestra, mas sabiendo como funciona Kammler y demás.. - se explica Krieg.

En cuando a esa punta de lanza, Margot y yo, tenemos preparada una buena y enorme sorpresa.. - dice sonriendo a su mujer.

De todas maneras, me pondré de lleno en modificar nuestras armas, para no verse afectados por el superarma que tenemos, no me llevara mucho trabajo, pero debo de empezar ya mismo, para estar al 100 % todas antes del ataque, además la idea de su alteza con ciertas flores, me dieron la idea de crear  unas granadas auto combustibles, con ciertas plantas, que al quemar las flores, pueden provocar alucinaciones en nuestro enemigo , pero debo de empezar ya,para que este todo preparado, si me disculpan - se disculpa Krieg, mientras mira a los presentes, para que aprueben el que se ponga manos a la obra.

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18/07/2018, 10:33
Helmut Bernstein

Cuando el mariscal lo citó para ir a la luna se estremeció de miedo... Y de placer. De miedo por ir a un lugar lleno de enemigos que lo podían refír a tiros, y de emoción por pisar tierra selenita y poder descubrir no ya una ciudad nuaki lunar, sino la posibilidad de ver una arma del átomo.

Bueno, irán muchos militares... Ellos delante y yo detrás. Que se lleven ellos las balas.

Necesitaremos unos planos de esa ciudad... Seguro que tenemos algunos.

Confiaba en su memoria fotográfica para no necesitarlos una vez allí si podía estudiarlos antes... Además de poder ubicar el lugar ideal donde debía de estar esa superarma, y la ruta de acceso más óptima.

 

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10/08/2018, 02:00
Hagall Wirth

-A mi me parece deliciosa la idea de enfrentar a Kamler con sus fantasmas- ¿Sería posible que por una vez en la vida Bernstein y ella estuvieran de acuerdo? A fuerza de moverse hasta los astros coinciden de vez en cuando -Tener que medirse con una mujer y perder- y como los eclipses fue un hito fugaz -¿Que efectos puede tener eso sobre los orgullosos hombres de Kammler?- las miradas de todas las mujeres alemanas a la mesa se clavaron en él como dardos venenosos. Tras la batalla les quedaba un largo trabajo para extirpar pensamientos como ese, que ser derrotado por una mujer fuera una doble humillación. Aun así Hagall sabía que tenía razón o más bien fantaseaba con que así fuera, con ver su vida ahogandose en vergüenza, con sacarle el corazón y chupar la sangre estrujandolo entre los dedos cual Pentesilea de Von Kleist.

Escuchar a otros llamar a la luna Neith y no Urd como hacía ella no dejaba de extrañarle, pero... tal era la naturaleza de las mujeres, la constante mudanza de la diosa triple y ambos nombres no eran si no el reflejo de diferentes aspectos de la mísma.

Reflexiones iconograficofilosóficas aparte, los planes de ambos científicos le parecieron una salvajada, a cada cual más complicado, loco e incontrolable. Krieg sencillamente había perdido la noción de lo razonable. Solo un hombre podía sugerir una estrategia que significaba “O mío o de nadie”. Le recorrió un escalofrío al venirle a la cabeza las palabras del Bhagavad-Gita “Ahora me he convertido en la muerte, destructora de mundos”* ¿Destruir Venus? ¡Jamás! Por encima de su cadáver. Su rechazo/sorpresa se reflejó en su cara ¿Empezar a trasladar a la gente fuera de Venus? ¿Cómo? ¿A donde? ¿Y la fauna? ¿Y la flora? ¿Se creía Noé? ¡Valiente disparate! Tenían a Aníbal a las puertas no había tiempo para planes rocambolescos.
Rommel se le adelantó respondiendo como la voz de la razón, a él esos dos no le replicarían, cosa que la molestaba sobremanera, pero no era el momento de suspicacias. Claro que cuando vio que el general desarrollaba la estrategia otorgando papeles a todos menos a ella el orgullo empezó a escocerle de más. La guinda fue ese “majestad” con retintín acompañado del “me da lo mismo con quien una fuerzas” ¿Donde quedaba la coba del primer encuentro? Esos “Usted será mi sucesora”, “es mas sabia de lo que cree”, “necesitan una líder mejor que yo”... pretendían convertirla en otro Alejandro repudiado por los suyos al coronarse rey de Persia? Todos desde su nacimiento habían querido que llegara donde estaba, que se convirtiera en lo que era y ahora que se habían salido con la suya, en contra de sus propios deseos, la trataban así? Que falsas se le antojaron las disculpas del “profeta” en su día. “No te creas tan especial, eres como todos” la vieja Hagall llena de odio y desprecio latió con fuerza en sus sienes, fue sin embargo Nidhogg la que clavó una mirada oscura en Rommel, Hagall mantuvo su pose señorial y semblante beatífico. -Concuerdo- dijo con voz clara, era necesario mantener la imagen de unidad y de su estatus frente a los aliados nativos -Ninguna valquiria cabalga sola en el campo de batalla- sonrió a Margot afirmando así que unirían fuerzas en el paso de Jat, ambas tenían una cuenta pendiente con Kammler. Además Halaf no había sufrido un bombardeo como Rajpur por lo que lo más sabio emplear la nave umadí como bastión en la batalla.
-Alea Jacta Est-

Notas de juego

*Guiño a Oppenheimer

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22/01/2019, 20:02
Director

La emperatriz salió a la vera del lago y disfrutó durante unos largos momentos del melancólico atardecer venusiano. La silueta de Sigfrido estaba tras de ella, creciente como una promesa, mientras el viento mecía sus cabellos rubios. Iban a arriesgar la vida, en una última y decisiva batalla por aquel planeta. Una batalla que bien podía destruir todo lo que habían creado. La ola de libertad que surcaba el planeta amarillo podía tornarse en una nueva era de opresión, genocidio y esclavitud a un nivel nunca visto en su Tierra natal.

Aunque eran unos recién llegados, la fama de los hombres y mujeres de Doichslan, los depositarios de antiguas y nuevas profecías, por tantos años susurradas con la esperanza del esclavo que desea liberar sus cadenas, era una fama que iba a transformar para siempre aquel mundo. Venus, el patio de recreo de los todopoderosos Nuaki, ahora enfrentados a la extinción frente a la máquina de guerra imparable de los sucesores del Reich, al mando del despiadado y astuto Hans Kammler. Hombres que querían no solo someter aquella joya de planeta, si no cimentar el regreso a la Tierra para que la guerra de la que venían terminara con una victoria del eje. Para que Hitler y sus secuaces gobernaran desde las heladas montañas de Alaska hasta las planicies australianas, en un mundo donde solo los arios tendrían cabida, donde la disidencia se pagaría con la muerte.

Nidhogg se mantenía a su lado, mirando como el agua mecía la superficie del lago. Sintiendo como la dura mujer, durante mucho tiempo provista de un corazón de hielo, endurecido por la peor de las experiencias vitales, sentía en aquel momento la duda, el desamparo y la fragilidad.

El ingeniero Krieg miraba otro horizonte, y éste era el de los ojos de su esposa. Estaban desnudos, tapados por una suave sábana de una tela venusiana, más fina que la propia seda, gozando el uno del otro con la pasión del que sabía que quizá no hubiera un mañana. Cuando terminaron, se quedaron dormidos en un abrazo, mientras los soldados, guerreros y científicos preparaban aquella ciudad voladora en su trayecto hacia las montañas de Jat.

Bernstein revisaba las naves que iban a atacar la luna, mientras los hombres de Topf preparaban sus armas y discutían la táctica a seguir. El joven Lhohit le ayudaba, inseparable de su mentor, consciente de aquella batalla iba a decidir el futuro de Venus. Un mensajero silencioso dejó sobre la mesa una tarta de manzana al estilo bávaro, con una pequeña nota. Era una disculpa, a su modo, de una mujer con la que tanto había discutido y que ahora no sabía si iban a poderse reencontrar. Un pasaje talmúdico, bien conocido por el criptojudío, aunque escrito en viejas runas nórdicas: "Aquel que salva una vida, salva el mundo entero".

El trayecto en moto sirvió para despejar sus ideas. Solo ella, el polvo del camino y la compañía ocasional de aquellos venados de tres ojos, que siempre acudían atraídos por el sonido de los motores. Los extraños pájaros y los animales de aquel mundo se mezclaban con los rebaños de ovejas pastoreados por los habitantes del lugar. Sin duda, aquel era un bello mundo, un mundo por el que merecía la pena luchar.

Cuando la silueta de "La Puerta" se definió en el horizonte, pudo ver el gran campamento de refugiados, que desde Rajpur habían llegado. Su reina no deseaba arriesgar sus vidas en aquella batalla, y ahora se hacinaban en tiendas u ocupando el espacio de los templos y edificios públicos. Algunos vecinos, buenos samaritanos, habían cedido habitaciones en sus hogares a personas que en ocasiones no eran nada parecido a un familiar.

Y entonces, escuchó el clamor. Los niños fueron los primeros en reconocerla, siguiendo al trote y entre risas el paso de su BMW. Luego fue el pueblo, que se agolpó para verla llegar. El pueblo, que la vitoreaba como a una salvadora. Con el casco puesto, nadie pudo ver que lloraba, pues así era. No se sentía merecedora de aquel amor, no por sus actos pasados, pero si esperaba serlo por los futuros. Daman tuvo que abrir un pasillo con la guardia, para que pudiera cruzar el largo puente que llevaba a Rajpur.

La noche caía y la gran mole de la ciudad se separaba poco a poco de su anclaje, dejando atrás a los ciudadanos, protegidos por una fuerza de guerreros del país. Y sin embargo, allí estaban, en la explanada de palacio, los soldados de la guardia imperial, formando junto a un regimiento de venusianos libres, con el uniforme de Sigfrido, al mando del teniente-coronel Fegelein, que la saludaron cuando se bajó del vehículo. Levantó la mirada, viendo como Halaf pasaba por encima de ellos, camino del mismo lugar. Camino de una larga noche y una tensa madrugada. Rumbo a la batalla que iba a decidir el futuro de aquel mundo.

En Sigfrido, la alarma sonó y los hombres de Topf se desplegaron dentro de los Hanebu, preparados para el despegue. Mientras, la larga columna de blindados, camiones de transporte e infantería a pie mandada por Erwin Rommel atravesaba los pasos de Jat, tomando posiciones para la batalla final.

El destino de Venus estaba en juego.

Notas de juego

Podéis rolear un poco a vuestro gusto.

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22/01/2019, 21:22
Damien Krieg

Aquella noche fue inolvidable, con su mujer de la que echaba tantísimo de menos, juntos se fundieron en un cuerpo, dando todo el amor que se les negó, por unas cosas y otras.

Amaneció, la noche anterior, parecían que habían rejuvenecido, cuando se declararon la primera vez.

Los dos ya vestidos, él con su indumentaria al mas puro estilo de aventurero busca tesoros, Margot con su flamante armadura, ahora los dos se dirigían a una de las ciudades voladoras que se usaría para el ataque, codo con codo, aliento con aliento, no quería separarse de su mujer otra vez, si la cosa no funcionara bien, al menos tendrían el descanso de morir juntos.

Ha llegado el día Mi Amor..., vas a vengarte de lo que te hizo y yo estaré a tu lado, esta vez no dejaré que nos separe nada.. - refiriéndose a Kammler, y la venganza que tenia contra él su mujer,dice mirando a los ojos de Margot.

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23/01/2019, 08:12
Hans Topf

Se vio sorprendido. Era una sorpresa esperada. Es como cuando que sabes que algo va a pasar y en la espera te despistas. Te relajas, y cuando llega, te sobresaltas, pero sabía que eso estaba allí; por llegar, por suceder. Y sucedió.

Ya le había hecho a las tropas ensayar aquella coreografía una y otra vez. Sabían cuales eran sus puestos, sus cometidos, y como hacerlos. Los habían practicado unas cuantas veces. En eso constaba el adiestramiento, en que repitieras tanto algo que no hubiera que pensar, en el fragor de la batalla no siempre se pensaba con claridad, y las acciones automatizadas salían solas. Alguna ventaja había de dar aquel sufrimiento de repetir, repetir y repetir. En cuanto todos estaban preparados dio la novedad al propio mariscal: - HERR Mariscal, todos listos. Había usado el tratamiento originario prusiano. El de cuando la milicia era una élite y no una panda de aventureros y fanáticos. La clase seguía existiendo, y el estilo era algo que se portaba dentro. Y los orígenes de uno no se pierden. No había de porque ser noble o de casta. No había que ser un fanático para hacer las cosas lo mejor posible, pero por su mente corría una pena:

- Y yo que quería una esposa y formar una familia.

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24/01/2019, 13:21
Helmut Bernstein

 

Helmut se sentía arropado por su vivaz aprendiz. Era listo y atento. Observador. Le servía como un indispensable contrapunto. Él se sentía muy disperso. Tenía tantos planes en su mente que luchaban y se mezclaban entre si que al final temía sentirse paralizado por esa lucha interior.

Cargaremos los trajes espaciales. Los prototipos. Asegúrese que cada hombre entrenado en su uso tengo uno de ellos a mano.

Él mismo sabía como ponerse uno de esos trajes. Lo había hecho más como curiosidad de niño que otra cosa, pero ahora se le antojaba necesario.

Ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo... Murmuró, recordando las palabras del mariscal, que no eran otra cosa que una repetición de las de Napoleón. Entonces la vió. La madre de todas las tartas. Comió con ganas. Le ofreció una porción (pequeña) a Lhohit y siguió comiendo, llenándose la pechera de migas. No paró hasta acabarla. Ni las migas se salvaron, que las fue rescatando, una a una, con efectividad prusiana, para acabar en el mismo sitio que el resto de la tarta.

Oh! ¿Una nota? La leyó con sonrisa pilla. Pensó un rato en como corresponder a esa flaqueza de ego de la pequeña Hagall, así que fue a sus aposentos y depositó sobre la fuente su ejemplar del Götterdämmerung de Richard Wagner.

Tomó su estilográfica y no se lo pensó a la hora de poner una dedicatoria rápida.

Para crear, es necesario destruir.

Gracias por la tarta divina.

 

Helmut

Con la barriga llena volvió a dar vueltas a otras ideas que ya llevaba tiempo meditando. Había estado pensando en la posibilidad de una arma nuclear (o varias) en la luna. Recordaba las reflexiones de Lise Meitner sobre la teoría de la creación de un pulso electromagnético con una detonación nuclear. Así como las necias carcajadas de Otto Rahn por aquella posibilidad. Helmut lo creía más que posible. Eso podía ser un uso fabuloso para acabar con la guerra. O no. Ahora se abrían muchas posibilidades, pero no se podían aplicar hasta encontrarse en situación.

Lo primero era encontrar una ruta de acceso sutil hasta la luna. O una rápida que no diera tiempo a la reacción hasta que fuera tarde. Blitzkrieg.

Operación Blitzmond. Dijo como con una ensoñación, al lado de Topf, pero sin hablarle a él en concreto. ¿Sabe ponerse uno de esos trajes, señor? Observaba a los hombres ensayando y se movían como lo que eran. Perfectos soldados germanos. ¿Pero qué pasaría cuando se acercaran a la luna? ¿Con qué se toparían? ¿Qué sorpresas les esperaban allí? ¿Qué pasaría cuando lo que les saliera al paso no estuviera en su coreografía? ¿Alguna idea para el asalto, señor? Ya sabía como era Topf. Marcial y seco. Las florituras desconcertaban al guerrero y lo irritaban. Un perfecto Ares.

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25/01/2019, 07:58
Hans Topf

- Ilúestreme. Le susurró como reto.

Puede ser que lo supiera, pero las peculiaridades especiales de estos nuevos "aparatitos" solo las conocían los científicos. Tenían trabajo, y un error en el camino, por una minucia era fatal. O podía serlo. Así, de paso, tras aprender él, podría revisarlo sobre las tropas. - Por seguridad.