Partida Rol por web

El camarero se acercó a atender la llamada de Peter.

Ese fue el momento que Arnold escogió para montar su pantomima de la ficha¹. La partida en su mesa se detuvo mientras los californianos se miraban entre ellos sorprendidos como aparentaba estarlo el propio Frog. Pronto empezaron a bromear y darse golpes de coña unos a otros, llamándose tramposos, con la seguridad de que todo aquello sería un malentendido que se convertiría en una anécdota genial para contarle a sus colegas al regresar. Arnold se disculpó y se dirigió hacia la puerta de la sala de cambio. El matón de la entrada se giró hacia él asintiendo y le abrió la misma.

Antonio apuró su bebida dispuesto a entrar. Normalmente sólo podía haber un cliente de cada vez en la sala de cambio pero Arnold no contaba para eso, así que confiaba en que no hubiera problema.

El camarero servía la cerveza a Peter.

John atendía a todo desde la puerta. Un coche patrullaba acababa de pasar hacía un minuto escaso, lo cual quería decir que tardaría un rato largo en pasar de nuevo por allí... pero por otro lado si alguien daba la alarma estarían relativamente cerca².

Antonio se sentó en la silla asiendo la bolsa y la abrió connparsimonia. Luego sacó varios fajos de billetes de 5 y de 10. 

- 400 dólares a fichas, por favor. 

Mientras el jefe contaba la pasta miro lo qie hacia Arnold y los guardias. Esperaba que no fuera nada raro. El El est ahí para dar apoyo al fin y alncabo, no para.liarse a tiros de verdad...

Una vez la puerta de la habitación estuvo cerrada, con Antonio y Arnold dentro, éste último se acercó hacia la mesa del tipo que cambiaba las fichas.

—¿Reconoces esta ficha? No parece de las normales... me temo que nos la están intentando colar —dijo ofreciendo la ficha que, a simple vista, parecía normal.

Cuando el hombre se afanó en comprobar la ficha, Arnold sacó una pistola¹ de su cinturón y le apuntó a la cabeza dirigiendo la mirada hacia los matones de la puerta.

—Tirad las armas o le vuelo la tapa de los sesos —ordenó.

Rambo se acercó al umbral de la puerta cuando empezó todo. No dejaría entrar a nadie más dentro y empezó a observar lo que sucedía en el interior. Al más mínimo movimiento sospechoso placaría al objetivo extraño o sacaría la pistola, ya vería. John estaba preparado para reducir y derribar a cualquiera.

Viendo el movimiento de frog, Antonio hizo aspavientos como si le pillara pe sorpresa a saco y se dirigió hacia donde los seguratas agarrado a su bolsa. Cuando se colocó detrás de un mueble también sacó su .38 y apuntó a los hombres

- ¡Quietos! Armas al suelo! 

No parecía tan hábil.como Frog. Y por ello podía ser mucho más peligroso para los matones si se le iba la olla...

No pasó desapercibido para Peter, cómo la puerta se había cerrado y dos del equipo estaban dentro, el tercero custodiaba la puerta de acuerdo al plan. Amagó con que se llevaba la botella a los labios mientras echó un vistazo rápido¹ al local tanteando a los seguratas, si nadie se había enterado del asunto pronto los números estarían a su favor.

El tipo de detrás de la mesa se sobresaltó al ver la pistola a escasa distancia de su cabeza. Nadie fallaba un tiro como ese y la mirada de Arnold parecía convincente¹. Speedy reaccionó rápidamente sacando su propio arma de la bolsa cuando uno de los matones hizo el amago de llevar su mano a la sobaquera. El tipo, de momento, levanto las manos.

—¿Sabéis a quién pertenece este local hijos? Creo que no es muy buena idea²...

Intentaba aparentar calmado pero la ficha le temblaba ligeramente en las manos. En estas situaciones es complicado mantener la calma y aquellos dos asaltantes los habían pillado con los pantalones bajados.

Los dos matones del interior estaban todavía más tensos, quizás valorando las posibilidades que tenían de sacar sus armas antes de que Frog disparase. Por suerte eran profesionales y no iban a actuar de forma impulsiva mientras su jefe estuviera en riesgo evidente.

En el local el mundo iba a otro ritmo. Las dos meses que seguían en juego se reían estruendosamente y pedían otra ronda al camarero. John se acababa de dar cuenta de que el tipo que estaba en la puerta de la sala, fuera, había escuchado algo porque volvió rápidamente la cabeza y parecía dispuesto a abrir la puerta mientras se llevaba la mano a la sobaquera³.

Peter, en la barra, permanecía atento al resto de la gente⁴. Nadie se había dado cuenta de nada salvo el tipo de la puerta. Los demás estaban a su rollo, apostando. Incluso los tipos que Frog había dejado en la barra esperando se divertían ahora haciendo chistes obscenos mientras bebían sus consumiciones. Y el camarero estaba preparando las bebidas para llevarlas a las otras mesas.

No pasó desapercibido para Sneaky cómo uno de los gorilas del sitio parecía ir hacia la puerta, parecía pronto la noticia del atraco sería pública y los que músculos estuvieran desperdigados por la sala acabarían por sacar sus armas.

–Joder – masculló una maldición. No le gustaban las armas y prefería no tener que utilizarlas.

Identificó rápidamente el cerrajero al que tenía más cerca, entonces empezó a moverse con la suficiente sutileza como para que nadie advirtiera que estaba tomando posiciones, balanceando la cerveza como el asunto no fuese con él y en su lugar, estuviese estudiando las mesas de juego. Su objetivo: quedar en el punto ciego del más cercano, así podría reducirle antes de que pudiera decir: “este es mi arma”.    

​​

Acercó un poco más la pistola a la cabeza, afinando aún más el tiro.

—He dicho que tiréis las putas armas.

La mirada de Arnold era segura y parecía que no dudaría en hacer lo que decía.

- ¡Eh! ¡Tú! - le dijo y se acercó con rapidez llamando su atención.- Estate quieto o pintaremos la pared con tus sesos - le dijo apuntándole disimuladamente con la pistola.

Si no se estaba quieto lo reduciría ahí mismo para que no abriera la puerta ni llamara la atención.

- Empujad las armas hacia mi con el pie. Sin hacer tonterías. 

Sneaky sacó del macuto una bolsa de bridas y se las lanzó a los guardias ahora desarmados. 

-  Ataros las manos  y pies con esto. Venimos a por la pasta, no queremos violencia si no hace falta. 

No dejó de encañonarlos en todo el rato. Recogió las armas y las metió en su bolso. Si conseguian reducir a los guardias la  cosas pondría mucho más fácil...

El tipo de la puerta miró a John sorprendido y luego rumió un 'maldita rata traidora'. Pero se quedó quieto. Peter se había movido por la barra para estar en situación, sin dejar de observar al personal. El camarero salía con las bebidas sin prestar atención a los dos matones que parecían estar hablando entre ellos. ¿Y el resto? El resto estaba pasándolo de puta madre. De momento todavía no había pasado tiempo suficiente como para que los de la mesa de Frog se inquietasen.

Dentro la movida iba igualmente fluida.

—Haced lo que dicen los fiambres.— dijo el tipo de la mesa a los matones.

Luego levantó la mirada más allá del cañón de la pistola, mirando a Arnold a los ojos:

—Estáis locos. Los Bonano van a joderos vivos. No os matarán rápido, créeme chaval, estás cometiendo el mayor error de tu puta vida. Nadie roba a los Bonano y se va de rositas simplemente con un tiro en la cabeza.

Los guardaespaldas cogieron las bridas que les había tirado Speedy. Miraron un momento al de la mesa pero éste simplemente asintió con la cabeza. Luego procedieron a ponerse las bridas.

Aquello iba viento en popa.

—Como no te calles la puta boca lo que van a encontrar los Bonano cuando lleguen va a ser tu puta cabeza dentro de su caja fuerte, ¿lo entiendes? —amenazó.

Cuando la situación estuvo algo controlada se acercó a la puerta para localizar a sus compañeros. John se encontraba junto a ella así que bastó abrirla solo un poco para poder hablar con él.

—Avisa a Sneaky —le susurró.

Antonio asintió y salió de la sala para ir a avisar a Sneaky. Al  asomarse con cuidado vio que el matón de la puerta estaba bien controlado. Sneaky estaba en la barra, por lo que fue facil indicarle que entrara. Tras un momento de duda se dirigió a la Barra. Confiaba en que Frog podia controlar la sala interior y había que controlar el exterior. Aunque hubieran cortado los teléfonos nunca se sabía. O eso creía. Lo de cortar los teléfonos había sido cosa de sneaky. 

En cuanto volvió el.camarero le pidió algo que los camareros odian, un combinado de James Bond. Es innominado que costaba de hacer y es una pajillada sin valor real en cuanto a gusto. Antonio había sido camarero en ciertos momentos y sabía que le tendria un buen rato entretenido u cargándose en su cara (por lo  que no se fijaría en otras cosas) mientras preparaba el combinado. 

Asintió Sneaky ante el aviso y empezó a caminar con tranquilidad hacia la puerta de las fichas, iba decidido pero sin apretar el paso para no levantar la alerta.

—¿Está controlado? —preguntó al cruzar la puerta y cerrarla tras sí mismo. Se fijó entonces en los matones maniatados y en el líder de todos ellos que estaba mirándole con muchísimo odio. Estudió entonces la sala hasta que vio a la pequeña, su nueva novia por los próximos minutos en los que se iba a asegurar de tratarla con sumo cariño para que le diera lo suyo.

—Vamos allá —musitó mientras hacía crujir sus propios dedos, tras un leve juego con los mismos empezó a tocar la caja fuerte estudiando que era el modelo que les habían soplado—. Vigilad que nadie me moleste.

Rambo se mantuvo alerta mientras vigilaba que el matón estaba bien controlado.

- Ni una palabra, ni un gesto - le recordó. 

Observó como Sneaky y Speedy se organizaban. Imaginaba que Frog estaría con el dinero dentro.

Sneaky se acercó a la caja. Era un buen ejemplar pero nada que no tuviera controlado. Por deformación profesional se situó de tal manera que ni siquiera Frog podía ver como usaba su 'magia'. Tampoco es que Arnold tuviera tiempo de desviar la mirada: estaba más preocupado por mantener a raya al tipo de la mesa. Casi podía escuchar como crujían sus dientes apretados por la furia y la impotencia.

Fuera Rambo controlaba al vigilante exterior mientras Speedy se pedía ese combinado y mantenía ocupado al camarero.

Click... ric... rac... Los dedos de Sneaky volaban sobre la caja.

De pronto uno de los tipos de la mesa de Frog pareció hartarse de esperar. Se levantó haciendo un aspaviento tras terminar el último chiste gritando hacia la puerta donde estaban Rambo y el otro vigilante:

—¡Eh! ¿Qué pasa con la puta ficha? ¿Vamos a estar toda la noche aquí parados?

Click... ric... rac....

El tipo ya estaba avanzando por entre las mesas sin dejar de vociferar, entre divertido y enfadado, evidentemente ebrio:

—Vaya puta mierda de garito. ¡Tanto cuento y ahora se para todo! En el bar que hay debajo de mi casa se juegan partidas más emocionantes que aquí joder.

¡Clank! La caja fuerte acababa de abrirse en el interior y Sneaky estaba viendo una enorme cantidad de fajos de billetes apilados en sus estantes. Una fortuna en dinero negro que nadie podría rastrear. Con aquello podrían llenar dos mochilas de billetes hasta los topes¹.

Antonio levantó el brazo y la voz. M ientras se levantaba se acercó al tipo con su nueva copa en la mano.  

- Eh amigo! Un momentooooo! No hace falta soliviantarse. Me han dicho que el croupier está dicutiendo con el jefe, pero la noche debe seguir.

Soltó una sonrisa genial e hizo crujor sus nudillos. 

- Aun no es mi turno, peor no podemos dejar a sus mercedes sin diversión!

Se dirigió a la mesa y se colocó en posición de croupier. 

- Hagan juego señores, enseguida aclaramos lo de la ficha. 

Y repartió una mano. 

Habían cumplido no molestándole y Sneaky había respondido, se dirigió raudo a la bolsa que habían dejado allí con armas y de ahí saco otro par de bolsas deportivas que estaban plegadas. Empezó a extenderlas hasta que alcanzó un tamaño suficiente como para atesorar la mitad del contenido de la caja y empezó a trasladar los fajos de un lado a otro, de manera ordenada, con calma pero sin pausa. 

No tardó en terminar de embolsar el primer fajo, cuando se puso con el segundo. Escuchó ruidos en el exterior pero no quiso darle más importancia. Cerró ambas bolsas una vez hubo finalizado. Al incorporarse se fijó en cómo uno de los rehenes parecía muy interesado en todo lo que hacía, no le había quitado ojo alguno como si quisiera quedarse con su cara. Aquello le puso muy nervioso:

—Ya está todo, salgamos de una puta vez¹

Rambo se mantuvo alerta por si había que placar al guardia y también por si había que intervenir con el impaciente. 

Que salgan ya joder, que salgan ya con el puto dinero... 

Miró al guardia para asegurarse de que no hacía ninguna tontería y se preparó para dejarle inconsciente en cuanto salieran Frog y Sneaky por la puerta.