Partida Rol por web

7 - Marzo de 1926

10 de la mañana

Temperatura: 7 °C

Iniciais vuestro viaje lo antes posible, todos argumentáis en vuestros respectivos trabajos la ausencia por causas mayores que deberéis de refutar a vuestra vuelta. Claro que tenéis un claro apoyo de la universidad y en cuanto le comentáis el caso, ya os están tramitando los permisos y certificados de vuestra ausencia.

Iniciáis vuestro viaje en un Cadillac serie 314 a estrenar salido el año pasado y puesto a vuestra disposición por la universidad hará un par de días. El vehículo cuenta con todos los complementos: Parabrisas abatible, alas de ventilación, faros delanteros de tambor, talón del techo para la lluvia, iluminación adicional con luz de panel y luz de techo automática, alfombrillas, moto metro, parachoques trasero y doble parachoque delantero, interiores de madera dura, tocadores desmontables y fundas para fumadores, manijas de cordón de seda. El motor posee 87 caballos y tres velocidades, los frenos mecánicos en las cuatro ruedas proporcionan la potencia de frenado. 

La mañana se presenta fría como tiempo normal en marzo, aunque el cielo no alberga lluvia por ahora y como día inusual no está nublado. Salís de la ciudad de Arkham donde tenéis vuestro despacho y la universidad de Miskatonic como apoyo a vuestras investigaciones. Conduce vuestro compañero Lamar Wellington IV por su afición a la conducción ya sea en coche o en avión, de hecho si le hubierais hecho un poco la pelota hubierais podido ir en avión hacia la casa de John Whitelock. 

Marcus Pentfield era el único que había estado ya antes en la casa de John a unos cincuenta kilómetros de Arkham, fuisteis por la carretera intentando evitar las vías del ferrocarril para que el camino fuera más seguro sin contratiempos. A una velocidad de promedio llegaríais tras tres horas... Bordeabais el río Miskatonic desde la carretera y casi al final del kilometraje habría un cruce de carreteras por donde se podía cruzar el río, y ya llegaríais tras cruzarlo y a pocos kilómetros al pueblo de Mayotteville.

La carretera era de dos carriles ambos en direcciones contrarias, el camino estaba transitado de vehículos que iban a vuestra velocidad pero también había camiones que ralentizaban en demasía el viaje, los demás vehículos que os adelantaban también lo hacían a los camiones pero teniendo cuidado de que el carril contrario estuviera despejado para poder adelantar. Más allá al otro lado del río el bosque y llanuras con granjas diseminadas por el camino solitarias que interrogaban a vuestra supervivencia. 

Marcus iba más pendiente del coche que del paisaje que iba pasando por la ventanilla abierta.

—Menuda maravilla de máquina Lamar. Ha tenido que costar una fortuna ¿no?

Acariciaba el tapizado ensimismado por el lujo que lo rodeaba. Sólo uno de aquellos asientos costaba, probablemente, más de lo que él ganaba en todo el año. Y sin embargo tampoco se sentía amedrentado por el despliegue de lujo de su amigo. Conocía a Lamar desde hacía tiempo y sabía que no los llevaba en el coche con ánimo de ostentación: es que para él era un coche tan normal como podía serlo un Ford-T.

—¿Qué opináis de lo que le ha pasado a Jon? No es alguien que tenga una gran fortuna por la que pedirle un rescate por el niño. De hecho me preocupa que nadie se haya puesto en contacto con él después de veinticuatro horas. ¿Para qué se llevaría alguien a un niño si no es para pedir rescate?

- Va, no es para tanto. Contestó el adinerado caballero a su colega sin apartar la vista de la carretera. 

Lamar apretaba el acelerador tanto como le permitía aquella carretera, y parecía desesperarse ante la lentitud de los camiones. Llevaba puestos sus guantes blancos de cuero de conducir. Siempre que tenía ocasión mencionaba la suerte que le habían dado cuando participó en la última carrera de Indianapolis.

- Este coche es de la universidad. Aclaró Lamar. - Debería haberme traído el Bentley... No decía aquellas cosas por presumir, y mucho menos ante sus colegas que tanto apreciaba. La verdad es que no le daba mucha importancia a las cosas materiales. Seguramente porque le sobraban.

- La verdad es que no tengo idea del porque se llevaron al hijo de Jon. Con suerte no será nada y podremos pasar el fin de semana tomando un buen brandy. Pero no podía ocultar la preocupación que todo aquello le causaba. 

Caid había tomado parte en el pasado en investigaciones "poco corrientes", casos que la policía bien por incompetencia, por falta de recursos, o por pura saturación en un tiempo en el que la sociedad estaba en plena ebullición, había decidido dejar de lado en aras de resolver los que más salvaguardaban el frágil equilibrio social. Siempre había algo siniestro en la desaparición de un menor, en eso, el detective era tajante. Por las extrañas circunstancias del secuestro de James Whitelock, McNamara temía que fuese obra de alguno de esos cultos satánicos tan de moda en zonas rurales, donde la superstición tenía su propio submundo, y los más depravados, entre ellos gente poderosa, disfrutaba del dolor y la sangre ajenos a si mismos con cómplice malicia. Pocas veces cabía la esperanza en ese tipo de casos, tanto de encontrar con vida a la víctima como de apresar con éxito al criminal. Esperaba que el joven James corriese una suerte diferente.

Era un buen investigador privado, o al menos eso le gustaba pensar, tras casi una veintena de años dedicado al negocio, pero detestaba el entrar a ciegas en lo desconocido tanto como la primera vez. Los horrores de la guerra, y en parte la incertidumbre asociada a veces con ella, eran una carga constante, algo que ni el peor de los vicios se llevaría jamás; en situaciones como ésta, a punto de adentrarse en un caso misterioso, esos horrores e incertidumbre eran algo casi físico, y eso permeaba su rostro con un tono serio y concentrado. Un sabueso a punto de correr tras la liebre en una cacería.

Giró la vista dejando el paisaje para enfocar a sus compañeros y unirse a conversación ante la pregunta de su viejo amigo Marcus:

- No alcanzo aún a tener una teoría sólida sobre el joven Whitelock, pero espero que no se parezca a cierto caso siniestro de hace tres años en las profundidades de los Apalaches... Sinceramente lo espero. - Dijo con aire sombrío.- En el mejor de los casos será un joven rebelde en necesidad de un correctivo paterno que intenta demostrar algo a su padre. Pero ya sabeis mi lema, "Espera lo inesperado y verás lo que otros no pueden ver".

—Caramba con la universidad. Si que se saben cuidar. No se estiran tanto para pagar a los profesores auxiliares que damos contabilidad y finanzas.

Asintió ante las palabras de Lamar.

—Ojalá tengas razón amigo, ojalá la tengas.

El buen tiempo os acompaña, la conducción de Lamar Wellington IV es amena... adelanta sin ningún riesgo a los camiones que os encontráis por delante vuestra incluso algunos auto que debido a su antigüedad iban a una velocidad irrisoria. El camino terroso había sido alisado y no contenía impedimentos para la conducción. Las barcazas se veían en algunas partes del río, mientras que en el otro lado del bosque algunos árboles talados os sugieren alguna mano de obra por la zona.

Cuando vais llegando al cruce después de dos horas de conducción una hora menos que la que se esperaba, la naturaleza parece que se preserva en su estado salvaje sin ver granjas ni marineros, al parecer la corriente del río es más turbia en este tramo. El puente creado por tablones de madera está desprovisto de algunos de ellos, como si hubiesen sido arrancados, aunque están junto a la carretera, en la misma orilla que donde estáis y no parece muy complicado colocarlos de nuevo en su sitio. 

También os podíais arriesgar a pasar con el vehículo pues los tableros arrancados no van seguidos y puede ser que a una cierta velocidad el vehículo no se estancara, o podía ser que los tablones no aguantaran el peso debido a que estaban más débiles al faltar los adyacentes. 

Un espeso bosque a vuestro lado y al otro lado del río arbustos que se mezclaban con árboles de color verduzco. El sonido de un pájaro carpintero con su tamborileo impregna el ambiente. 

—Vaya contrariedad.— dijo Marcus bajándose del coche que Lamar había detenido ante el puente —¿Alguno de ustedes tiene dote de carpintero? Porque si no reparamos ese puente no sé que haremos.

Ojeó el bosque cercano buscando alguna senda o camino alternativo por el que pudiera pasar el vehículo. ¿Era una simple gamberrada juvenil o alguien quería incomunicar aquella zona para que no llegaran visitantes no deseados? Era demasiado pronto para empezar con las paranoias que normalmente acompañaban a una investigación de aquel tipo. En su cabeza resonaba el comentario de Caid... el caso de los Apalaches... En aquella ocasión unos cuantos residentes aislados por la nieve habían enloquecido diciendo que escuchaban voces y la tomaron con la única familia que parecía estar cuerda en el lugar. Sintió un escalofrío. Prefería no pensar en eso en aquellos momentos.

Crees que se podrían poner sin tener ningún conocimiento de carpintería o algo por el estilo, pero lo que más te llama la atención al buscar un sendero alternativo que no hay, es una figura que se esconde tras unos arbustos que debido a su corpulencia no ha llegado a ocultarse del todo y está situada al otro lado del río. Además un cañón largo de un arma sobresale una parte del arbusto, junto con la posición del individuo agachado haces que intuyas que está esperando que alguien coja los tablones sueltos para ponerlos para dispararle. La turbulencia del río hace que tengas que nadar si quieres atravesar el otro lado aunque sea por otro sitio.

Marcus dio unos pasos hacia el coche como si estuviera valorando que hacer y finalmente dijo en voz bien alta:

—Bueno, será mejor que demos vuelta. Ya os dije que nos habíamos perdido y no tiene sentido seguir por esta carretera si no sabemos a donde vamos y el puente está roto.

Seguramente sus compañeros lo mirasen extrañados, por lo que de espaldas al río y mientras iba hacia el coche susurró:

—No os acerquéis a los tablones. Entrad en el coche. Hay un individuo al otro lado del río agazapado con un arma observándonos y no creo que esté ahí para cazar patos. Mejor retrocedemos un poco como si nos fuéramos y nos acercamos entre los matorrales a ver que pasa.

Caid negó lentamente con la cabeza mientras observaba el puente y los tablones. "No es ninguna broma, alguien se ha tomado la molestia de quitar tablones, y esto podría ser una emboscada en toda regla" pensó para si el detective antes de responder a su viejo amigo:

- Ya sabes que no soy muy diestro con el martillo... Creo que será mejor dar la vuelta Marcus, definitivamente - Dijo McNamara para todos con aire de convencimiento, extrayendo discretamente su vieja Colt 1911 y comprobando que estaba cargada y lista para lo que pudiese pasar. Las partes metálicas del arma eran del color del acero oscurecido y la corredera del arma presentaba unos detalles intrincados de color plata, de nuevo oscurecida. Los agarres de la empuñadura, en madera y nacarado, se caracterizaban por una serie de patrones de toque esotérico, nada fuera de lo que pudiese aprenderse con algo de dedicación y estudio de los viejos símbolos herméticos y de las culturas europeas de antaño: Protecciones contra reveses del Destino, sigiles de guía divina, etc. Para un verdadero estudioso de la materia, quedaría claro que eran más una forma de expresividad del artesano que una verdadera sinergia entre símbolos o un verdadero uso esotérico.

Lamar había bajado del coche algo contrariado. El motor del Cadillac seguía en marcha, petardeando y rompiendo el silencio que reinaba a su alrededor. Se apoyó distraídamente en el capo del coche mientras se encendía un pequeño puro que había sacado de su pitillera. No estaba seguro de donde la había comprado, seguramente de algún viaje a la vieja Europa. Guardó su encendedor, aquel que le había regalado su padre hacía ya tantos años.

Disfrutó de la primera calada llenando sus pulmones.

- ¿Tenemos que hacer de carpintería? Contestó también incrédulo. Però al escuchar las palabras de Marcus en voz baja, se le heló la sangre.

- Claro, claro, si. Como no... Empezó a decir nerviosamente mientras miraba con todo el disimulo que era capaz a su alrededor. - Perdidos...

La visión de la pistola que llevaba Caído, no le tranquilizó.

- ¡Pues si que será mejor que volvamos! Dijo con la voz algo más aguda y en un tono más alto de lo que hubiera querido. Disimular no era lo suyo. 

Cinco kilómetros más hacia atrás habíais visto un paso a través del río pero era por una línea de ferrocarril, ir hacía allí no parecía mala idea, y tras otros cinco kilómetros insertaros otra vez en el camino pasado ya la dificultad del río. Aunque podía conllevar algún que otro riesgo eran menores como pincharse una rueda, o que el tren pasara en el mismo momento pero eran tan improbables que no suponían una verdadera amenaza como la de ahora.

En cambio agazaparse en el bosque dejando el coche allí sería sumamente sospechoso, sospecha en cuanto al enemigo al que os enfrentabais si se quería mantener la tapadera. Otra cosa sería aparcar el coche lejos de la línea de visión del enemigo y acercarse andando, o que alguno de vosotros se ocultara en el bosque para no perder de vista al enemigo, eran muchas las opciones aunque vuestro instinto os decía de iros de ese sitio, a no ser Caid que podía ver verosímil el hecho de ocultarse en el bosque para mirar en la dirección del enemigo.

Lamar subió de nuevo al coche y esperó a que sus compañeros hicieran lo mismo.

- Demos un rodeo, caballeros. Creo recordar que había un desvío no muy lejos de aquí. Miraba por los retrovisores la forma de hacer las maniobras necesarias para dar media vuelta.

- Seguramente el tipo que dices que nos acecha, querido Marcus. No sea más que un cazador endogámico que no quiere que le raptemos a sus esposas e hijas endogámicas. Añadió con una sonrisa desganada. - Mejor no nos jugamos el pescuezo por algo que nada tiene que ver con nosotros. A demás, me he dejado el martillo en el otro traje y sería incapaz de arreglar el puente. Bromeó tontamente.

Marcus asintió desde el asiento de atrás, mirando a Lamar a través del retrovisor:

—No tenía pensado enfrentarme a él.— dijo con con una sonrisa —Para eso tenemos al buen Caid. Veo que sigue conservando ese arma tan bonita... pero espero que no tengamos que usarla antes de llegar al pueblo siquiera. Definitivamente voto por el pequeño rodeo. Pero no deja de ser curioso ¿no? ¿Por qué tendería esa trampa tan extraña para cazar a quien quisiera cruzar el puente?

Se quedó un momento pensativo antes de añadir:

—Porque no nos estaría esperando a nosotros ¿no?

Miras más allá del puente de forma disimulada... pero no ves nada más que arbustos, campo, algunos árboles y un sendero terroso que se pierde de tu visión.

Una vez en el coche y en movimiento, tras no conseguir ver nada, pero aún con esa mala sensación en las tripas, respondió a las palabras de Marcus y Lamar:

- No conseguí ver un carajo, muchachos... Pero por favor, nada de toparnos con paletos paganos y endogámicos hahahaha ya tuve bastante de eso en Florida, entre los pantanos, los mosquitos y los chalados paletos armados tuve bastante para toda una vida. Volviendo al tema, si la cosa se pone fea debería de bastarme para poner al menos a dos a dormir el sueño eterno. - Se encogió de hombros.- Ahí fuera expuestos éramos patos de feria, listos para un tirador de fusil experto. No pretendo asustar, pero así es como yo lo hubiese hecho si alguien fuese mi objetivo y supiese que tiene que pasar por aquí. - Dijo el detective con frialdad en un tono más bajo, antes de continuar.- ¿Cuánta gente sabe realmente que estaríamos aquí o nuestra ruta?