Partida Rol por web

Lamar bajó del coche mientras se quitaba sus guantes de conducción. Una mueca contrariada se dibujó en su rostro.

- No cabe duda que nos persigue la mala suerte... Si es que eso existe. Dijo contestando a Caído. - A este ritmo, no llegaremos nunca a nuestro destino...

Con evidente malestar, ayudó a mover aquel árbol. Mucha casualidad, sin duda. Demasiada.

- Parece que vamos a hacer bastante ejercicio en esta excursión. - A Ronald no le importaba mover un árbol o un coche de vez en cuando, pero resultaba curiosa la cantidad de obstáculos que había en las carreteras de esa zona. Está claro que una sola persona no podría llegar muy lejos, a no ser que cambiara su lujoso coche de gasolina por los siempre fiables caballos.

7 - Marzo de 1926

15:45 de la tarde

Temperatura: 9 °C

La buena forma de los investigadores hace que puedan retirar el árbol de la carretera sin contratiempos, os montáis otra vez en el vehículo algo hastiados por las dificultades del viaje. Marcus os anima comunicándoos que ya falta muy poco, después de un kilómetro el camino se vuelve a dividir en dirección Norte y Oeste, Marcus os señala para que sigáis por el mismo camino (dirección Oeste), y a unos cien metros en una curva por fin veis la casa de los Whitelock en el lado derecho.

Una gran deforestación se ha tenido que hacer, para poder proporcionar un terreno habitable, donde está ahora construida una casa de dos plantas con una fachada de hormigón al estilo racionalista en la línea de Bauhaus. Con una baja valla de madera blanca a su alrededor y de entrada una reja metálica a la misma altura. Dispone de un porche en su interior de jardín con un banco para hasta tres personas y dos taburetes de madera pintados en blanco. La casa no parece tener más de diez años, aunque el camino sigue en dirección suroeste.

El rugido del cadillac provoca que Whitelock salga a la puerta, y después de mirar detenidamente identifique a Marcus correspondiéndolo con una sonrisa y tras ayudarle a abrir la puerta del vehículo en un abrazo. Después se presenta a los demás dándoos la mano y con sonrisa agradecida. Su figura ahora huesuda con sus manos y rostro enjuto alarman a Marcus al contrastar un antes y un después. Su faz claramente consternada intenta esforzarse por mostrarse jovial. A su voz llama a una mujer con el nombre de Anna que aparece por la puerta de unos sesenta años, y con indumentaria de sirvienta, en un breve espacio aparecen dos niños un varón que tendrá unos cuatro años y una niña de dos, Marcus los reconoce como Adam y Jessie. Los niños se abrazan a la mujer uno por cada lado mientras os miran con curiosidad, los aspectos de los niños son saludables igual que el de la mujer que os mira con una sonrisa de complacencia.

Marcus lo abrazó.

—¡Mi querido amigo! Pensé que jamás íbamos a llegar. Primero un puente roto en el que nos acechaba un misterioso individuo con una escopeta ¡te lo juro! Luego quedamos atascados en la vía del tren y por último un tronco en la carretera. Creo que solo nos faltó pinchar una rueda.— se dio cuenta entonces de sus compañeros que acababan de bajar del coche —¡Oh! Disculpa. Estaba tan emocionado por verte que he perdido mis modales. Estos son mis buenos amigos Caid McNamara, Ronald Green y el señor Lamar Wellington. Han querido acompañarte para ayudarte en todo lo que podamos.

Miro a los dos niños y les guiñó un ojo, pero cuando volvió a hablarle a su amigo estaba más serio.

—Cuanto antes nos pongamos con el caso mejor. Podemos ocuparnos luego del equipaje. ¿Hay algún sitio donde podamos hablar todos tranquilos y nos pongas al día?

John que tiene que tener unos cincuenta años parece haber envejecido al menos unos diez años. Dicen que la aflicción y la pena envejecen a las personas y así parecía acontecer a John. - Mientras Marcus le hablaba a Jon se le llenaban los ojos de lágrimas por la felicidad, cuanto más veía lo que habíais pasado más feliz se sentía, una satisfacción interior que desembocaba en unas lágrimas de verdadera emoción. Después se dirigió hacia los demás con un apretón de manos y una sonrisa cálida y amigable. - Perdonen, decía secándose con un pañuelo que sacó del bolsillo de su pantalón marrón: - La emoción de ver a un viejo amigo, y el hecho de que hayáis venido todos significa algo muy grande para mí. Oh no, estoy haciendo la carne, dentro de dos horas se irá el sol, será mejor cenar antes y después hablaremos, mi ama de llaves os enseñará la casa y os buscará un sitio acogedor... Comentó por un momento invitándoos a entrar en la casa y seguir a Anna.

Lamar apretó la mano del señor Whitelock con calidez y dibujó una sonrisa ante las palabras agradecidas de este.

-​​​​​​-Muy amable por su parte invitarnos a su casa. Dijo el diletante con la más correcta cortesía. - Es un placer ayudar a los amigos de Marcus.

Dicho esto, siguió a la ama de llaves para que les mostrará sus aposentos. La cena se preveía larga, si tenían que recibir la información de lo que estaba pasando.

Caid esbozó una sonrisa amable y negó una vez con medio giro de cabeza de derecha a izquierda, un gesto habitual en él cuando se sentía cortés:

- No hay nada que perdonar, Señor Whitelock. - Hizo una pausa de un segundo, como recordando viejos tiempos. Su sonrisa se cubrió con una mirada triste.- A veces un amigo puede sacarnos del mismo infierno. O acompañarnos a él sin dudarlo. - Dijo antes de volver a sonreir como al principio, o al menos, de manera más alegre, cambiando de tema.- Bueno, veo que esta noche disfrutaremos de amena hospitalidad y mejor compañía.

Y dicho esto, siguió al resto para acomodarse en los aposentos designados. Necesitaba cambiarse un poco y poner en orden sus pensamientos antes de la cena.

—Sin duda pensaremos mejor con el estómago lleno.—dijo Marcus conmovido por la reacción de su amigo.

Y cogiendo sus maletas entró en la casa, dispuesto a ser guiado a su habitación. Pero antes de entrar se giró un momento para mirar los alrededores. ¿Había alguien más que estuviera atento a su llegada? El encuentro del tirador en el puente le había desconcertado y no sabía realmente a lo que se enfrentaban.

Cogéis vuestras maletas respirando el aire puro del bosque, en la entrada la mujer os va enseñando las puertas con los niños pegados a ella. En la pared Este junto a la puerta una ventana, a la que Marcus echa un vistazo al exterior... (Spoiler sólo para Marcus).

Spoiler (marca el texto para leerlo):

No hay mobiliario. En la pared oeste junto a la puerta unas escaleras que ascienden a otra planta y descienden, también hay dos puertas en la pared oeste: La primera es un guardarropa que posee un abrigo de mujer, en él hay cabida para colgar abrigos, guardar botas... - Podéis depositar vuestros abrigos, bufandas y botas ahí así lo tendréis a mano en cuanto salgáis. Os comenta la ama de llaves.

La segunda puerta es una sala de estar que contiene un sofá, una mesita con cuatro sillas, un mueble bar (vacío), y una radio. La sala de estar está limpia y resulta cómoda. Una puerta esta vez en la esquina nordeste da acceso a seguir explorando la casa. Las habitaciones de la planta baja son de techo alto y cuentan con grandes ventanas, aportando luminosidad y sensación de espacio. En concreto la sala de estar contiene dos ventanas en el lado norte de la pared y otras dos en el lado sur, con un inmenso hall en el centro alfombrado, varios juguetes de madera están depositados en el suelo. En la puerta de la esquina nordeste al entrar veis el estudio de Jonathan... con un amplio escritorio, una silla con apoyabrazos y varios archivadores. Hay una fotografía de una mujer encima del escritorio que Marcus reconoce como Mary. En el lado norte hay dos ventanas, y en el este otra puerta que al abrirla da al comedor donde se encuentra una mesa ligeramente ovalada y ocho sillas, más un aparador, todo en buenas condiciones. Hay dos ventanas una en el lado este y otro en el lado sur, en la zona nordeste una puerta.

Al atravesar esta puerta os encontráis con un pasillo con dos puertas en el lado oeste y al final la cocina. Anna os comenta que la primera puerta es una despensa y la segunda su habitación, y que está disponible por si necesitáis ayuda. Al llegar a la cocina encontráis un horno de leña grande donde se está haciendo carne, una mesa y muchas estanterías y alacenas junto a un fregadero. Todo en buen estado, cuidada y bien surtida, hay una pila de leña junto a la puerta. Hay una puerta abierta que da al exterior a la zona de atrás de la casa a la zona boscosa, y dos grandes ventanas una al noreste y otra al Oeste junto a la puerta. Anna se siente satisfecha, y os indica que la cocina es el final de la planta, para después pediros que la sigáis hasta la entrada, para subir las escaleras hasta la primera planta donde se encuentran los dormitorios.

- Que limpio y ordenado lo tiene todo, señorita Anna. Una verdadera delicia. Comentó Lamar con verdadera admiración. - Ojalá en mi casa el servicio fuera tan eficiente. 

- ¿Y estos dos chiquillos son suyos? Son un encanto. Añadió a modo de cumplido mientras el ama de llaves les conducía a sus habitaciones. A Lamar no le entusiasmaba los niños en general. Sería por eso que nunca había visto el momento para sentar cabeza. Aunque últimamente le rondaba por la cabeza la idea de formar una familia. Empezaba a tener una edad, y en algún momento necesitaría a alguien que le cuidara y a quien dejar su fortuna familiar.

Marcus siguió el recorrido de la casa con interés, sobre todo cuando vio la puerta del cuarto de James bajo llave. El reparto de las habitaciones no le inquietaba en absoluto. Tenía un sueño ligero y escaso y podría incluso dormir en un sofá si era menester. Antes de que la señora se fuera a preparar la cena le preguntó:

—Dice que la población local está asustada. ¿Había desaparecido algún otro niño antes en la zona? ¿U otra persona?

Se acercó a una ventana mientras hablaba y, apartando un visillo, se asomó para ver si Jon seguía en la misma posición.

—Siempre parece estar mirando hacia el suroeste ¿es por donde desapareció el chico?

Caid fue tomando nota mental de los detalles que contaba Anna mientras caminaban por la casa. Al parecer John había perdido a su mujer y luego había ocurrido la desaparición de James, lo que había sumido al hombre en una depresión en la que se abandonó totalmente, pero... ¿Hasta el punto de dejar su trabajo y arriesgar el futuro de sus dos hijos pequeños? Era raro, desde luego. Luego estaban el padre y sus parroquianos, ¿Era John un hombre de fuertes creencias religiosas? De no ser así, debería investigar más en ello. El siguiente punto en la lista de misterios eran las dos habitaciones cerradas; debería investigarlas para sacar quizás alguna prueba que John hubiese pasado por alto. Y la disposición de la planta superior lo confundió ligeramente, pero ya se acostumbraría. Al caer la noche, con tiempo, debería poner en orden sus pensamientos en su diario de campo.

 - Tanto ejercicio me ha abierto el apetito y esa carne huele que alimenta - dijo Ronald. - Creo que lo mejor sería repartirnos las camas y bajar al salón para que nos pongan al día. A mí, por mi parte, me gustaría echar un vistazo a la habitacion del crío cuando sea posible, para saber a que atenernos.

Ronald creía que iba a poder poner en práctica alguno de los nuevos protocolos que estaba desarrollando para el Buró de Investigaciones. Esperaba poder ayudar a encontrarlo, aunque era cierto que una vez pasadas las primeras 48 horas las pruebas perdian fiabilidad y probablemente habría que utilizar métodos más ortodoxos.

- No me importa dormir incluso en el suelo, pero preferiría una cama. ¿Pedimos otra o compartimos la de matrimonio? - preguntó a sus compañeros. No le parecía correcto ser él el que tomara esa decisión, probablemente le correspondería a Marcus, como amigo del dueño de la casa, negociar donde se quedaría cada uno.

-Somos caballeros, podemos compartir la cama de matrimonio. Por mi no hay problema. Contestó Lamar. - Yo me quedaré en la cama de matrimonio compartiéndola con alguno de ustedes. No se preocupen, que mi pijama es de lo más decoroso. Añadió sonriendo.

Dicho esto, dejó sus cosas y se dispuso a bajar a cenar.

- Desde luego que huele bien esa cena. Se le había despertado el hambre.

Marcus se rió ante el comentario de Lamar.

—¡Entonces no correrá usted peligro señor Green!— le dijo al genetista, quien tampoco había puesto objeciones a la cama de matrimonio —Creo que todos estamos de acuerdo en que cuanto antes dejemos nuestras cosas y nos reunamos con nuestro anfitrión antes podremos empezar con el tema que nos ha traído hasta aquí.

Mientras dejaba su maleta en una de las habitaciones¹ contestó a al propuesta de Ronald:

—Estoy de acuerdo en que deberíamos empezar por examinar la habitación del muchacho. No creo en absoluto que se haya fugado pero si alguien se lo ha llevado quizás encontremos indicios si es que él mismo detectó algo extraño que lo acechaba.

—Dice que la población local está asustada. ¿Había desaparecido algún otro niño antes en la zona? ¿U otra persona?

- Oh no señor, Mayotteville es un pueblo muy tranquilo, es la primera vez que desaparece alguien, y el hecho de no se haya encontrado nada alarma al pueblo señor.

 

—Siempre parece estar mirando hacia el suroeste ¿es por donde desapareció el chico?

- Oh, no, el niño tenía que llegar del colegio pero nunca llegó... Es verdad que desde la muerte de su madre, James no era el mismo, de ser un muchacho vivaz se transformó en un muchacho reservado desde entonces. En esa dirección está la granja de los Seyward, el señor Ruddy Matt Seyward con sus dos hijos se sumó a la búsqueda trayendo a sus perros rastreadores, pero no encontraron nada, aunque el señor John está sumamente agradecido, mira en esa dirección porque cree que se ha perdido en el bosque... bueno ya sabe en la otra dirección está el barranco... fue el accidente de la difunta señora... mirar hacia allí sería creer que le ha pasado algo malo a su hijo, y el señor mantiene la esperanza de que regrese. Ahora debo irme si me disculpan, no me gusta hablar de cosas que el señor John se las puede explicar de mejor forma.  Dicho esto Anna se va con una reverencia de cabeza y se aleja rápidamente sin dejar tiempo a que podáis hacer más preguntas. 

- Cuando Marcus mira por la ventana ve que John ya no está en el banco.

Marcus y Caid se alojan en el dormitorio con camas individuales, mientras que el Dr. Ronald Green y Lamar en el dormitorio con cama de matrimonio. El dormitorio con camas individuales es más pequeño que el que tiene cama de matrimonio que podría ser el doble, además el dormitorio matrimonial posee dos ventanas una al norte y otra al oeste, desde la ventana norte se puede ver el camino, y si algún coche o viandante viene hacia la casa, desde la ventana Oeste se puede ver el balcón de madera que posee el dormitorio matrimonial, y la zona exterior de atrás de la casa donde se sale de la cocina en la planta baja. Se ve una zona boscosa, desde allí se observa que el edificio está rodeado de algunos delgados árboles, de color verde, que han sido la avanzadilla al espeso bosque que se oculta detrás, y que solo una valla de metro y medio impide que se abran paso hacia el interior. No obstante, arbustos, flores y ramas presionan la valla amenazando con invadir el interior del claro. 

La ventana del dormitorio con camas individuales da al Este, desde allí se observa la entrada principal de la casa, es decir el jardín de la entrada con el banco y sus dos taburetes, y su puerta pequeña enrejada. La habitación de cama individuales posee dos cómodas y un armario grande. Todo limpio y ordenado. La otra habitación matrimonial posee idéntico mobiliario e igual de pulcritud. Como veis en esta planta los techos son más bajos, con ventanas más angostas y muebles más pesados, y las abultadas camas y los armarios proyectan sombras oscuras en las esquinas de las dependencias. 

Lamar dejó sus cosas en la habitación. La observó un instante complacido con la limpieza y buen gusto. Y aunque era algo modesta, para dormir no necesitaba mucho más.

- Es hora de cenar. Todo este misterio me inquieta y es hora de que el señor Whitelock nos aclare algunas cosas.

Con aire decidido y porte elegante, esperó al resto de compañeros para bajar juntos hasta el comedor.

- Veo, Lamar, que es de costumbres austeras como yo mismo - dijo Ronald. No necesitó demasiado tiempo para acomodar las escasa pertencias que había traído, la mayor parte era su equipo de análisis y toma de muestras, pero eso podía esperar para ser desempaquetado. - Si no le importa, daré una vuelta por el jardín antes de que oscurezca. Siempre me ha gustado el campo y así aprovecho para familizarizarme con la finca. No tardaré mucho, estaré a tiempo en el salón para la cena.

Caid estaba de acuerdo con la distribución de los cuartos, a fin de cuentas, pese a que apreciaba a todos sus compañeros, el compartir habitación con Marcus le ayudaría. A fin de cuentas, éste podía ser de utilidad en analizar los datos que Caid anotaba en su diario. En este caso había muchos cabos sueltos, y creía que había alguien interesado en destrozar a John de adentro hacia afuera... Pero no lograba conectar esas piezas. No, en ese tablero faltaban piezas. Decidido a no hacer esperar al resto, escondió su pequeño diario de campaña de tapas de cuero entre su ropa doblada sacada de la maleta y colocada apilada en una de las baldas de un armario del cuarto. Tras esa pila de ropa, dejó su funda sobaquera junto a "Excrucio". Bastante había pasado esa familia como para tener a un invitado armado a la mesa. Una sonrisa entre dientes recorrió su rostro, su vida había llegado al punto en que de no ser por las especiales circunstancias de los Whitelock, habría visto normal sentarse equipado a la mesa.

- Veo viejo amigo que nos tocará compartir auditorio para un concierto de ronquidos en Do mayor. - Dijo riendo el detective.- Pero también tendré con quien consultar algunos datos de la investigación de necesitarlo. Supongo que conoce a Mr. Whitelock desde hace mucho tiempo, ¿No es así?