Partida Rol por web

La visión de Freyan recibiendo  golpes y tajos de sus enemigos por todas partes era demasiado para Elhäine, hasta que la loba recibió el último golpe antes de caer derrotada tras un agonizante gruñido de dolor que heló a la exploradora por completo. Un hondo sentimiento de culpabilidad se apoderó de la mestiza al no haber sido capaz de quitarle de encima a ni uno solo de los enemigos que la acechaban. Con lágrimas en los ojos salió de la sala en busca de la enana, por Lasar sabía que estaba a punto de morir y no podía permitirlo. Se sentiría más culpable todavía por la flecha perdida que había clavado en su costado y no podría vivir con esa carga. Recorrió los metros del pasillo llevada por la desesperación y se arrodilló junto a la guerrera que agonizante deliraba pronunciando los nombres de todos sus antepasados, como si supiera que estaba a punto de reunirse con ellos - Tranquila Dwana, no caerás en el abismo, yo te sacaré - pronunció Elhäine entre sollozos. Como pudo improvisó unas vendas y taponó una importante herida abierta por la que  se  escapaba la vida de la valiente guerrera. Al ver que dejó de sangrar esbozó una leve sonrisa de alivio hasta que volvió a escuchar el sonido del combate al otro lado del pasillo. Rápidamente echó a correr dispuesta a ayudar a los tres humanos que se debatían entre la vida y la muerte enfrentándose a los enemigos supervivientes como verdaderos héroes . Al volver a la sala vio como la reina acababa de caer atravesada por la efectiva hacha del bárbaro y solo uno de los pequeños seres y el hechizado hijo del comerciante quedaban en pie.Al ver la escena la exploradora gritó mientras lloraba de pura desesperación - LUCIOS NOOOO!!!! TÚ NO ERES NINGÚN  REY!!! ERES UN MERCADER, EL HIJO DEL  MARCIUS NELDOR !! ÉSTE NO ES TU REINO , VIVES EN LA CIUDAD DE TABERNAY!!! RECUÉRDALO!!!EL MEDALLÓN TE ESTÁ DOMINANDO!!! QUÍTATELO!!! VENIMOS A AYUDARTE!!! NO TE DAS CUENTA DE QUE NADIE TE HA ATACADO HASTA AHORA!!! NO NOS OBLIGUES A HACERLO Y SUELTA LA ESPADA!!!!! EL MEDALLÓN , LASAR, EL MEDALLÓN!!!! 

El hombrecillo carbonizado me ataca con su lanza y a punto está de cobrarse mi vida. Por fortuna, el Destino me tiene deparado otro porvenir y ese sin duda ha de ser el de vengar la muerte de mi Freyan. Sin embargo, mi atacante se empeña en impedirme llegar hasta su soberano y eso le va a costar la vida.

Verle agonizar en el suelo, sujetándose sus tripas y vomitando sangre no me produce ningún remordimiento, pues es tan culpable como varios de sus compañeros del tormento que infligieron a mi pequeña. Pero tampoco obtengo un placer especial cobrándome su existencia miserable.

Lo único que anhelo ahora mismo es la cabeza de ese gobernante bastardo decorando la punta de mi lanza.

—Pagaréis por lo que habéis hecho, asesinos —asegura el oscuro monarla en respuesta a las palabras de Elhäine, con una frialdad inquietante—. Habéis profanado la paz de nuestro hogar y traído la muerte con vosotros. Habéis exterminado a mi pueblo pero no viviréis mucho tiempo con el remordimiento de vuestras acciones impías. Yo mismo me encargaré de vengar a los míos y de quemar vuestros cadáveres para que la vileza de vuestras almas no siga mancillando este lugar.

Las emotivas palabras de Elhäine no calaron lo más mínimo en el supuesto rey. Parecía como si le hubieran lavado el cerebro y respondió tan fríamente que hasta la exploradora dudó por un momento de si el último de sus enemigos sería  de verdad el joven Lucius o el rey de los Ar-çiines. Pero precisamente por eso, por hablar de esa manera , como si estuviera dominado por algo o alguien, pensó que tenía que ser el hijo del comerciante. Ese algo debía ser el fastuoso medallón que le colgaba del cuello y que debía ser muy poderoso. La posadera les habló de un objeto que transformaba a las personas en estos seres y había pocas dudas de que fuera ese colgante.

NOOOO!!! RECORDAD QUE ES SOLO UN NIÑO!!! LO HAN HECHIZADO!!! NO LO MATÉIS!!!!

El pequeño estaba totalmente entregado a la lucha y estaba peleaba sin mostrar ningún tipo de piedad, dominado por algún tipo de hechizo o ritual que lo hacía actuar así. Iba a ser difícil que Grob y Targax  reprimieran sus instintos de supervivencia, pues también estaban entregados al combate, uno por su furia innata y el otro por su sed de venganza, aunque el druida todavía estaba a tiempo de poder salvar a su amada loba, que se debatía entre la vida y la muerte desangrándose a chorros. 

LASAR, EL MEDALLÓN, EL MEDALLÓN!!!! Volvió a gritar Elhäine desesperada. Quizás el intrépido espadachín supiera como ingeniárselas para salvar la situación y la muerte del muchacho. 

Los improvisados vendajes que la semielfa había hecho en su cuerpo, ¿por qué había sido ella? estaba casi segura de que si, le habían taponado la hemorragia y eso le había salvado la vida. Eso no quería decir para nada que estuviera fuera de peligro. La dama enana estaba dolorida y seguía muy débil. Necesitaba una curas más adecuadas y reposo, mucho reposo o bien un poco de magia sanadora, aunque en esos momentos no parecía que nadie pudiera lanzar un conjuro de sanación, como tampoco estaba en posición de descansar demasiado.

- Haced caso a la semielfa... - Dijo con un hilo de voz casi inaudible. - Es solo un chiquillo confundido por la magia... - Alcanzó a decir con un hilo de voz. Acto seguido se comenzó a mover lentamente hacia la posición de la loba.

Si será... Grob no había dicho nada últimamente, ocupado como estaba en lanzar dagas a la pared, para ver si conseguía que se derrumbara encima de sus enemigos, ni cuando, por fin, decidió que la pared era demasiado como para derribarla y se resignó a acabar con el tema a base de hachazos.

Pero aquí el tema era más complicado, decían: era un chaval hechizado por un objeto embrujado y todo eso, así que el tema no estaba en abrirle el cráneo a lo loco. El caletre calenturiento por la furia sagrada le dio lo suficiente como para, hacha en mano, para que el tipo pensara que era una amenaza, amagando un hachazo, alargar la otra mano en busca del medallón, con la intención de privarle de él por el clásico medio del tirón y tentetieso.

Lasar tenía muy poco que demostrar, con su ballesta se había librado de unos cuantos har-çiinés y eso era algo de lo que no todos sus compañeros podían presumir; pero aún así estaba decidido a impresionar a Elhäine y por eso no se resistió a obedecer los angustiosos gritos de la semielfa indicándole qué debía hacer. Si quitándole el medallón al rey lograba revertir la maldición que pesaba sobre él, sería un auténtico héroe.

Corrió hacia el oscuro hombrecillo y sus manos se cerraron alrededor de la cadena dorada. Era una pena tener que romper esos eslabones tan bonitos para quitarle el colgante... Y entonces el pícaro se encontró con un palmo de acero entre sus costillas. Sus dedos se aflojaron y sus piernas temblaron mientras retrocedía tambaleante, tratando de contener la hemorragia.

Para entonces, el druida ya se había deshecho de su quemado enemigo y se disponía a hacer otro tanto con el asesino de su loba.

Grob amagó con asestarle un hachazo a su aislado enemigo pero los gritos de la semielfa y la acción de Lasar le habían dejado muy claras cuáles eran vuestras auténticas intenciones. Ambos forcejearon, el joven bárbaro era más fuerte pero estaba más cansado y malherido. Estuvo a punto de perder algunos de sus dedos en la refriega pero logró conservarlos junto con su hacha. Lo que no consiguió fue arrebatarle el colgante dorado a su rival.

Entretanto, Elhäine trataba de llegar hasta sus compañeros antes de que hubiera que lamentar nuevas bajas.

Al intentar quitarle el collar al rey me encuentro con su espada en mis costillas. Serio aviso de que no quiere deshacerse del colgante. También logra zafarse de Grob y de Targax, el bicho es escurridizo. Aunque siento un dolor lacerante que hace que se me nuble la vista, logro imponer mi voluntad. Les ordeno a mis miembros que me obedezcan y que hagan un último esfuerzo. Me abalanzo sobre el rey para intentar derribarlo y que así los demás puedan arrancarle el colgante. Aunque creo que esa acción será mi muerte...

Ni derribar ni leches, Grob quería agarrar de una vez por todas el malhadado collar de las gónadas benditas, a ver si así acababan con la maldición o hacían el ridículo más asombroso, narices. Que todo eso acabara ya, porque tenía una lanza clavada en los costillares que a cada movimiento le hacía ver las estrellas y acrecentaba más y más su furia bárbara.

De modo que, abriendo al máximo los maxilares, mostró a su enemigo hasta la última de sus muelas en tanto que de su pecho -una vez más- surgía el grito ancestral de la tribu:

¡¡AYAYAYAYAYAYAYAYAYAYAYAYAYAYAYAYAYAYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYY!!

(Y, asi a lo tonto, como quien no quiere la cosa, en tanto alzaba su hacha para golpear abriendo su guardia, como haría el más apestoso y violento engendro de la Horda, volvió a repetir la maniobra con la mano del escudo, alargándola cual alacrán para aferrar el collarcito, a ver si... )

Los finos y gráciles músculos de Elhäine estaban agotados. La armadura ligera que llevaba le pesaba como la más pesada de las metálicas.La joven corría todo lo que podía, pero todavía no era suficiente para alcanzar al muchacho y su medallón. El resto lo había rodeado, pero el joven se defendía bien y a punto estuvo de llevarse por delante a Lasar cuando le clavó prfundamente la espada cuando el ágil joven quiso arrebatarle el poderoso colgante, sin conseguirlo. Grob intentó desarmar al poseido muchacho sin consegirlo y Tasar terminó con el último de los hombrecillos oscuros que quedaba antes de acercarse a rodear hijo del comerciante.

NOOOOO LUCIUS!!!! SUELTA LA ESPADA DE UNA VEZ!!! NO TE DAS CUENTA QUE NO QUEREMOS HACERTE DAÑO!!! ELLOS SIN EMBARGO OS ATACARON EN EL CAMINO CERCA DE LA POSADA DE LARDBON Y SU MUJER!!! CASI MATAN A TU PADRE Y HAN MATADO A TU CABALLO, MIRALO COMO ARDE EN LA HOGUERA!!!! NO TE DAS CUENTA!!!! EL MEDALLÓN TE ESTÁ CONTROLANDO!!!!!! QUÍTATELO!!! Siguió gritando desesperad la exploradora mientras corría hacia la pelea

El último de los guardaespaldas reales ha caído y ahora únicamente queda el líder. El asesino de mi Freyan.

No sé qué clase de juegos se traen mis compañeros con este ser despreciable pero parecen decididos a dejarse matar por él en tanto que yo no anhelo otra cosa que cobrarme su vida.

Mis labios se curvan en una sonrisa lobuna, carente de humor, cuando mi la punta de mi lanza se abre paso a través de su armadura y de su negra carne.

El malherido pícaro no tuvo bastante con su primera acometida contra el soberano de los har-çiinés y, a pesar de que la cuchillada recibida sangraba abundantemente, se lanzó de nuevo contra el monarca con la esperanza de derribarlo. Sus ilusiones se vieron truncadas al encontrarse nuevamente el acero enemigo en su camino. Lasar todavía tuvo tiempo de pensar que no tendría una tercera oportunidad, antes de desplomarse a los pies de su rival.

Aquella era la distracción que el druida necesitaba y no la desaprovechó. Su lanza se hundió profundamente entre los omóplatos del rey har-çiiné, pero aquello no bastó para acabar con su vida. Estaba claro que iba a ser un adversario mucho más formidable que sus derrotados secuaces.

Grob no era muy dado a aprender de las experiencias propias y mucho menos de las ajenas. Por eso, aunque su anterior intento de quitarle el colgante había estado a punto de costarle caro, decidió probar fortuna de nuevo. En cuanto el soberano del lugar se revolvió con la lanza del druida en su espalda, los dedos de Grob, gruesos como morcillas, se cerraron en torno a los eslabones de oro y tiró con hacia sí rudeza. El monarca trató de evitarlo pero era ya demasiado tarde y el joven bárbaro resultó ser mucho más fuerte.

Posiblemente aquello hubiera conducido a Grob a un futuro similar al que Lasar acababa de sufrir si no fuera porque en ese momento el rey de los har-çiinés cayó al suelo de rodillas, en pleno proceso de una tranformación dolorosa a juzgar por sus alaridos.

En ese momento, Elhäine llegó a la carrera hasta el lugar donde se encontraban sus compañeros y pudo presenciar de cerca la sorprendente metamorfosis. Donde antes había un siniestro guerrero de aspecto tribal, ahora había un joven bastante apuesto.

—¿Qué...? ¿Qué me ha ocurrido? ¿Dónde estoy? —dolorido, se llevó las manos a la espalda, donde todavía tenía clavada la lanza del druida y las retiró cubiertas de sangre—. ¿Quiénes sois vosotros y por qué me atacáis? ¡Oh, dioses! ¿Qué mal os he causado sin proponérmelo? Sea lo que sea os resarciré, lo juro; soy un hombre rico, puedo pagaros, pero no me matéis, os lo suplico. No sabía lo que hacía. No era yo mismo.

Grob, con el medallón en la mano, de pronto se sintió en la puré, en medio de la victoria. Si es que ya se lo decía su mamá, y siempre le pasaba lo mismo: se emocionaba, se emocionaba y se emocionaba y, claro, el que fue de romería, se arrepiente al otro día. Y ahora se sentía morir de la resaca. Le dolían las piernas, los brazos y to de to.

Aun así acertó a decir al tipejo: uh. ¿Tú Lucius? Nosotros venir a rescatarte...

—¿Venís a rescatarme, decís? ¡Alabados sean los dioses! Sí, soy Lucius, Lucius Neldor... O, al menos, eso creo... ¡Dioses! Esos hombrecillos querían convertirme en su rey y ahora... —mira a su alrededor descubriendo los cadáveres sembrados por toda la estancia—. Ahora están todos muertos. Creo que nunca podré agradeceros lo suficiente el que hayáis venido a rescatarme.

»Me... me desnudaron y me pintaron y... me hicieron cosas. Yo... no... no lo sé, era todo tan confuso... No puedo decir que me hicieran daño, creo que a su manera me trataron bien pero... Yo no quería ser su líder y ellos... —se lleva las ensangrentadas manos a las sienes con desesperación— No lo sé, no puedo recordarlo...  Creo... creo que soñé que era uno de ellos y el sueño parecía tan real...

Arranco mi lanza de la espalda de nuestro indefenso cautivo con un brusco tirón y disfruto de su gemido de dolor.

¡Dinero! Me ofrece dinero para pagar lo que me ha quitado, como si el dinero pudiera comprar la vida de mi Freyan. Como si el dinero pudiera comprar su propia vida que ahora me pertenece.

La punta de mi arma está teñida con su sangre y sería tan fácil hundírsela en la nuca ahora que está de rodillas, dándome la espalda... Sería casi clemente por mi parte, comparado con lo que deseo hacerle. Si su muerte me devolviera a mi pequeña, diez veces lo mataría, pero la muerte de este canalla no va a devolvérmela...

Extraigo un rollo de cuerda de mi mochila y lo arrojo a los pies de la medio-humana, que por primera vez desde que empezó todo esto nos honra con su presencia. El que intentara huir después de la muerte de Freyan dice mucho de ella, aunque muy poco bueno. Si es algo positivo el que haya vuelto, todavía está por verse.

—Haz algo útil y ata a este asesino antes de que me arrepienta de perdonarle la vida —le ordeno, sin apartar la mirada del individuo al que todavía deseo empalar—. ¿Sabes hacer nudos por lo menos, no? Si no es así, déjaselo a Grob, seguro que él sí es capaz de hacer una ataduras en condiciones.

Grob, sin darse cuenta, se estaba chupando el dedo. Había presenciado toda la escena con pleno fatalismo. Mientras charlaba con el tipejo, veía a su espalda la muerte acechando bajo la figura del Amo de las Bestias. En esas cosas no se metía: entre un guerrero y su cautivo, y reconocía que el druida había tenido todo el derecho, aunque hubiera sido Gorb quien arrancara el medallón. O sea, que arrancar medallones no era algo muy de guerreros, y tal. Como que en una gesta de las que le gustaban, con sangre y vísceras, no cuadraba.

Oh, si, Padre de Todos los Bichos, Grob puede hacer nudo, mintió alegremente. Bueh, las sandalias las tenía anudadas a conciencia, ¿no? Sobre si el druida se iba a poner a atender heridos, igualmente se revistió del mismo fatalismo, así que dejó estar el tema y se puso a saquear con total dedicación, una vez arrancada la lanza que tanto le estaba molestando.

Y por fin sucedió... el bárbaro consiguió arrancar el medallón al pequeño ser que se revolvía herido por Tasar. Justo en el instante en el que el colgante se separó de su dueño, el rey Arçii-nes comenzó a transformarse en un joven humano de buen porte. La leyenda era cierta y las sospechas de Elhäine con ese medallón también. 

Pero la alegría no fue completa, pues en un último intento por ser él el héroe de la aventura, el valiente Lásar cayó al suelo atravesado por la espada del que todavía era uno de esos oscuros seres, el más fuerte  de ellos y el que más batalla había plantado. Sin pensárselo dos veces y lanzada como venía, se arrojó sobre el cuerpo inerte del apuesto joven  NO LASAR!!!

Mientras tanto, el desconcertado joven recién transformado comenzó a explicar lo que le había pasado, Elhäine le cortó su discurso  

TE LO DIJE!!! PERO NO ME ESCUCHABAS!!!! MIRA LO QUE HAS HECHO!!!! PRIMERO LA LOBA Y AHORA ÉL!!!SI QUIERES RESARCIRNOS CALLA Y AYÚDAME!! PUEDE QUE TODAVÍA ESTEMOS A TIEMPO DE SALVARLOS!!!

La exploradora se afanó lo mejor que pudo intentando taponar el enorme tajo por el que Lásar sangraba a borbotones. Al ver que  le costaba respirar, la joven acercó sus labios a los del moribundo joven insuflandole su propio aire mientras un mar de lágrimas resbalaban por la mejilla de la mestiza derramándose sobre la cara del yacente lásar.  

A las irónicas palabras de Targax Elhäine contestó con una mirada desafiante y un escueto - Sé salvar vidas.

No estoy del todo seguro de si Grob adolece de la agudeza mental para comprender mis sencillas instrucciones o si se burla de mí al afirmar que puede atar a nuestro prisionero justo antes de marcharse a saquear los cuerpos de los hombrecillos. De lo que sí estoy seguro es de que ni él, ni la mestiza me toman en serio ni respetan mi dolor. Y tampoco les preocupa la suerte del mercader asesino.

Mis nudillos palidecen por la fuerza con que aferro la lanza y me valgo del astil de mi arma para golpear con saña la cabeza de mi arrodillado enemigo. Solo cuando lo veo desplomado de bruces en el suelo, inerte, me digno a contestar a la atareada Elhäine.

—Pues ahí tienes otra vida que salvar, mestiza. Siéntete útil.

Después, victorioso y sin embargo vencido, me dejo caer junto al cuerpo de mi Freyan y apoyo mi cabeza en su ensangrentado lomo.

Guardándose el amuleto como primer trofeo de la batalla, Grob no tardó en alejarse de sus compañeros para ir a saquear a los muertos. Una tarea mucho más lucrativa que ponerse a besar moribundos o a llorar sobre una alfombra peluda.

A Elhäine el botín le importaba poco. Desde luego, mucho menos que las vidas de sus esforzados compañeros y el pícaro le había puesto más ganas que ninguno a mostrarse amable con ella a pesar de que no había recibido más que desprecios por su parte. Si moría, ella se sentiría fatal así que hizo caso omiso de los reproches de Targax y se afanó en tratar de evitar que Lasar muriera, aunque francamente parecía más cerca del otro mundo que de éste. Elhäine hacía lo que podía, pero la muerte iba ganando.

El druida esperó hasta que sus compañeros estuvieron ocupados para golpear por la espalda al desesperado Lucius, una práctica no muy honorable pero en la que estaba comenzando a alcanzar auténtica maestría. El infeliz mercader intentaba ayudar a Elhäine, sin saber muy bien cómo, cuando el bastón de madera que conformaba el mango de la lanza se estrelló contra su cabeza. Gritó asustado y parpadeó aturdido mientras la sangre le resbalaba sobre los ojos. Targax le golpeó de nuevo y a Neldor las luces se le apagaron. Para cuando el brutal druida descargó el tercer bastonazo contra su cabeza, la piadosa inconsciencia ya había acudido en su auxilio.

Sin ningún modo mejor de celebrar su paupérrima victoria, Targax se recostó junto al cuerpo todavía caliente de su loba. La había vengado, aunque la venganza hubiera caído sobre un inocente. Entonces escuchó algo que le hizo incorporarse de un brinco. Un latido. Uno arrítmico y muy débil, pero un latido al fin y al cabo. La fiera Freyan seguía aferrándose a la vida con garras y colmillos, como una auténtica luchadora.