Partida Rol por web

Aunque no estoy muy dicharachero esta noche, cuando Grob me lo pregunta no tengo reparos en confesarle que no estoy del todo insatisfecho con el penoso estado en el que ha quedado Neldor después de mi paliza. Es lo menos que merece por dejar a mi Freyan a las puertas de la muerte.

Conforme pasan las horas, todos parecen mejorar menos aquellos de nosotros que gozábamos de una salud menos delicada. Yo me siento enfermo pero el joven bárbaro parece sufrir uno de esos estados en los que la muerte es preferible. Por suerte, su condición aún no es crítica y confío en que más temprano que tarde se dejará ayudar para no morir deshidratado.

No tengo magia que pueda curarnos a ninguno de los dos, solo mis infusiones de hierbas, pero sería una pena sobrevivir al combate contra los demonios negros solo para morir a causa de un cólico. Lo que sí tengo es poder suficiente como para devolverle la consciencia de mi loba y atenuar los síntomas de algunos de nosotros.

Uso mi magia para llenar mi odre vacío y los de algunos de mis compañeros, pues parece evidente que el agua no va a sobrarnos aquí abajo. Y también encanto algunas bayas más para que el hambre no nos acose de tal modo que no tengamos que volver a probar esa asquerosa carne de caballo. Gustoso le ofrecería alguna a la medio-humana pese a no haber hecho méritos para ello, pues se la ve famélica, pero Lasar parece traer consigo más provisiones de las que va a necesitar y me parece un detalle por mi parte concederle la oportunidad de mostrarse espléndido con la exploradora a la que desea beneficiarse.

Cuando Dwama despertó poco después del amanecer, se encontraba bastante recuperada de las heridas que la dejaron al borde de la muerte. Todavía estaba dolorida y fatigada, pero podía moverse con normalidad e incluso tuvo ganas de levantarse y moverse un poco. Pasó parte de la mañana sacando los cadáveres de los hombrecillos negros y del caballo al exterior. Ese olor nauseabundo podía acabar por hacer enfermar a todos ellos fácilmente.

Una vez hubo hecho una pira con todos los cuerpos en una zona un tanto alejada de las ruinas, decidió reunir la suficiente leña como para quemar los cuerpos. Buscó para ello un lugar apartado y despejado de vegetación, delimitó con rocas el perímetro de la pira y finalmente prendió fuego a aquellas alimañas que casi acaban con ellos. Purificando sus cuerpos con fuego, podía ser que obtuvieran el perdón de sus dioses y lo más importante, no atraerían a nuevas amenazas a la zona.

Una vez de regreso en el interior de la caverna, valoró la situación. Con las bayas que saciaban su apetito, posiblemente pudieran aguantar un par de días. Dwama se moría por una cerveza en condiciones, pero no podía ser. Eso estaba claro. Regresar al pueblo con los heridos era arriesgado. No sabían a que otros peligros podían enfrentarse. Ratas, abejas y hombrecillos negros ya les habían bastado para darse cuenta de que aquel bosque era todo un peligro. Lo mejor sería aguantar un poco más. Al fin y al cabo, los afectados por aquella enfermedad, tan solo se estaban cagando por la pata baja. No era algo mortal de necesidad.

- Yo creo que deberíamos aguantar otra noche más aquí. - Declaró la enana. - Con las bayas tenemos suficiente como para sobrevivir y el agua que nos proporciona el druida es buena para beber. Esperemos a que estemos más recuperados. El combate ha sido duro y no sabemos que podemos encontrarnos allí afuera. Este bosque es malvado y potencialmente asesino.

Y... y la pooorqueríiia esa, oh Progenitor de Alimañas, dale a Grob un poco... Uuuuuy, Grob va al retrete. La sala donde les habían esperado los bichines esos para emboscarles estaba bien para las funciones corporales. Procuró cerrar la puerta al salir, porque aquello prometía ser jugoso cuando pasaran unas cuantas horas más. Luego se volvió a tiritar junto al fuego.

La exploradora se asomó a la sala que Grob había inspeccionado para intentar entender lo que el bárbaro había descubierto.

Tras una corta pero tranquila noche Elhäine aprovechó las primeras horas del día para, acompañada de su yegua,  salir a respirar aire fresco y recolectar algunas raíces, plantas y frutos por los alrededores de las ruinas que les sirvieran de alimento. Mostró especial interés por conseguir algo de polen o miel de la abeja gigante que habían matado la noche anterior, examinado su cuerpo y el lugar del que salió. Si las costumbres de esta especie eran como las de sus semejantes más pequeñas, por la noche estaría guardando su panal y a estas horas, si hubiera algún otro ejemplar, estaría recolectando néctar de las flores de la zona. Si encontraba la miel, seguro que era al menos tan nutritiva y beneficiosa como la de las abejas normales.

Tras eso volvió a la cueva e intentó alimentar a Lucius con lo que había conseguido, mientras continuaba vigilando sus heridas e intentando que no empeoraran. Lo propio hizo con el resto, sobretodo con los dos humanos que habían enfermado.

También echó una mano a la enana con su tarea, aunque apenas conseguía ayudarla, pues por cada enanito que conseguía sacar fuera con mucho esfuerzo, la recia enana sacaba una media docena y estando en peor estado físico.

El paseo de Elhäine no le sirvió para encontrar miel ni en el cadáver de la abeja, que debía ser un zángano, ni en las inmediaciones. Para lo que sí le sirvió fue para estirar las piernas, alejarse del olor a descomposición en todos los sentidos que se respiraba bajo tierra y para recolectar algunas frutas maduras con las que alimentarse y hacer zumo para el convaleciente Lucius. Encontró también cilantro y raíz de jengibre, con las que esperaba poder elaborar una infusión que ayudara a sus compañeros enfermos pues sabía que ambas eran buenas para aliviar molestias estomacales.

Ninguno discutió la propuesta de Dwama de hacer noche nuevamente en la morada de los vencidos har-çiinés, pues parecía que el lugar estaba ahora desierto. Aprovechasteis vuestra estancia para explorarlo con la esperanza de hallar allí algún tesoro que os valiera la pena el sufrimiento experimentado.

Abajo reinaba la más negra oscuridad. De la enorme hoguera no quedaban ya más que brasas después de arder durante horas pero el precavido pícaro había traído consigo algunas antorchas que os ayudarían en vuestra exploración a medida que os internabais en el oscuro pasillo explorado únicamente por Grob.

No tardáis en descubrir una larga escalera de piedra que asciende hacia la superficie y, en algún momento de vuestro ascenso, os topáis con una habitación de unos 9 m² excavada en la piedra. Las escaleras siguen subiendo pero os detenéis a curiosear en la estancia antes de continuar adelante.

Descubrís que la pequeña habitación está repleta de toda clase de cosas: tarros con ungüentos, frascos llenos de líquidos extraños, crisoles quemados... Parece alguna clase de laboratorio de un mago o un alquimista, aunque ninguno de vosotros sois duchos en tales asuntos.

En un rincón hay una cama como de niño pequeño, perfectamente hecha. En otra esquina, un escritorio en el que descansa un libro con tapas de cuero sobre un atril. En el centro de la estancia, el cadáver a medio vendar de un halfling tendido sobre un lecho de cojines.

 En una breve expedición por la zona exterior de las ruinas, Elhäine pudo localizar algunos alimentos y plantas útiles para los enfermos. Tras eso volvió a bajar con su yegua y empezó a preparar y administrar los remedios que la siempre sabia naturaleza le había ofrecido. Tras eso comenzaron a explorar la parte que todavía no habían recorrido y de la que sabían por el breve vistazo echado por Grob el día anterior. Tras unas escaleras ascendentes llegaron a una pequeña estancia llena de botes y frascos extraños. Parecía la estancia de la Chamán de la tribu y en una esquina vieron enseguida lo que parecía el cadáver de un halfing. La exploradora se acercó al cuerpo para comprobar si, como parecía, estaba muerto. Seguramente sería el mediano del que hablaron los posaderos y que tanto sabía sobre esta misteriosa raza de trasgos. Tras eso dedicó unos minutos a buscar algún tipo de trampa o puerta secreta en la estancia y sin tocar nada susceptible de contener alguna  trampa*, intentó localizar algún tipo de sustancia o material útil para poder recuperar más rápida y eficazmente a los enfermos y heridos**. La mestiza volvió a advertir al resto de la posibilidad de que hubiera alguna trampa y que podía intentar encontrarla 

Grob andaba un poco como un zombie detrás de los que se suponía que entendían de estas cosas, un poco asqueadete, porque eso de la escritura y la magia y tal le parecían algo antinatural e, instintivamente, ponía el cuerpo de la semielfa entre el objeto de su estudio y él mismo, como protección. Pero también miraba lleno de curiosidad todo lo que hacía.

Mientras descubría algo o no, masticaba alguna de las raíces que había traído, que se suponía que iban a cortar esa soltura estomacal que padecía.

Grob no entender tanta letra y tanta cosa solo para vendar mediano muerto. ¿No haber algo de valor? ¿Oro? ¿Joyas?

Puede que al desesperado Grob no le importara hacerlo, pero yo no tenía el menor interés en probar remedios de advenedizos. Tampoco me interesaba rebatir la opinión de la enana sobre una malignidad del bosque en la que yo no creía. Mi Freyan estaba comenzando a recuperarse gracias a mis cuidados y la única razón para no marcharnos los dos era mi inoportuno malestar físico; por eso decidí quedarme un día más con mis compañeros. Al menos hasta el siguiente amanecer, no tenía prisa por viajar de noche.

Curiosear en la guarida de los har-çiinés tampoco era algo que me entusiasmara particularmente pero de alguna manera había que matar el tiempo libre así que seguí a mis compañeros sin demasiado interés en su pequeña visita turística. Aquello era mejor que quedarse mirando a la negrura.

La estancia era tan pequeña que no cabíamos todos en ella. La medio-humana tomó la delantera y yo decidí esperar fuera. Si había alguna trampa, como ella afirmaba con tanta vehemencia, prefería estar lejos de su radio de acción.

El mediano está definitivamente muerto. Debe llevar muerto varios días a pesar de que alguien ha hecho un notable esfuerzo por tratar de preservarlo. No se ven por ahí más vendas que las que envuelven todo su cuerpo con excepción de la cabeza, aunque podríais despojarle de ellas si deseáis reutilizarlas.

Los frascos están sin etiquetar, de modo que no podéis saber qué contienen aunque las sustancias que albergan son de colores llamativos y tal vez de naturaleza mágica o alquímica.

Elhäine registra la pequeña habitación palmo por palmo en busca de puertas secretas o tesoros ocultos sin encontrar en ella nada que se le parezca. Nada a parte de lo evidente.

Resultaba extraño que el mediano hubiera muerto recientemente, pues según los posaderos llevaba casi un año desaparecido. Pero el caso es que ahí estaba, no lo habían convertido a su raza, como intentaron hacer con el hijo del mercader y eso despertó cierta curiosidad en Elhäine que empezó a pensar varias teorías al respecto de este curioso hecho, quizás la respuesta estuviera en ese libro... Tras un exhaustivo registro al tabuco de la Chaman,  la exploradora guardó los frascos de colores que consideró podían ser de utilidad y se dispuso a continuar escaleras arriba.

- Grob ¿ Dónde están las letras que encontraste y la cosa asquerosa? LLegaste hasta aquí o subiste más arriba? 

Dwama se hizo con aquellos pendientes de cuerno. Hacía tiempo que llevaba las orejas sin zarcillos y esos, dentro de lo rudimentarios que eran, le parecían bonitos. No sabía si tenían propiedades mágicas o no, pero quedarían bien en sus orejas de enana. Sin más se los colocó. Le costó un poco pues sus agujeros estaban ya algo cerrados, pero finalmente logró pasarlos sin hacerse demasiada sangre. Sólo esperaba que no se le infectaran.

También se hizo con unas cuantas lanzas de sílex. Habían demostrado ser bastante útiles como arma a distancia, por lo que trataría de reunir unas cuantas para llevar siempre consigo y poder utilizarlas en vez de su honda. Al fin y al cabo nunca le había gustado demasiado lanzar piedras, le parecía una práctica demasiado arcaica y esas lanzas, aunque también eran un arma ancestral, le parecía que tenían más estilo.

Por supuesto, si nadie se agenciaba la gargantilla de plata, la enana se haría con ella, aunque al fin y al cabo, quizás lo más lógico sería o bien repartir el botín entre todos o simplemente venderlo y luego repartir lo recaudado a partes iguales. Aunque de momento, al menos lo pendientes y alguna de las lanzas se quedarían con Dwama. 

Fuera como fuera el reparto, al final comenzaron a explorar la guarida de los pequeños hombrecillos negros cuyo clan tenía un nombre impronunciable para la enana. Frascos y más frascos que a la enana no le interesaron una plasta de vaca y finalmente dieron con otro hombrecillo, ésta vez un mediano, muerto y medio envuelto en vendas. Dedujo que se trataba del personaje del que los posaderos les habían hablado, pero lo cierto era que hacía poco que había muerto y según la anciana, se había marchado hacía bastante.

- Puede que sea el halfing del que nos hablaron los posaderos. Aquel explorador que investigaba a los hombrecillos negros. - Se llevó la mano al mentón. - Aunque bien podría ser otro mediano cualquiera. Hace demasiado que se marchó de la posada y este lleva poco muerto. - Se encogió de hombros. - Aquí ya hay poco que hacer. ¿Regresamos ya? Creo que estamos bastante mejor. Aunque si queréis podemos esperar a mañana.

¿Letras? Respondió Grob a Elhainë. Señaló el libro sin más. Y luego al mediano ese cadáver, como "cosa asquerosa", y a las frascas, que a saber lo que tenían.

Si, asintió a la enana. Mediano-otro hace tiempo. Mucho. ¿Estar vivo todo el tiempo y muere ahora? ¿Otro mediano? Grob no sabe. ¿Por qué vendas? ¿Le pone Grob el medallón y ver qué pasa?

A lo mejor, si le ponían el medallón, se ponía a saltar y a bailar. De pronto, a Grob se le ocurrió que... ¿Mediano con medallón rey de parchines? ¿Venir ese y quitar medallón mediano y poner a él y ser nuevo rey? Encajaba.

Después de los cuidados de Elhäine y de Targax, logré recuperarme un poco. Estaba lejos de estar al cien por cien, pero por lo menos podía caminar... despacio, pero podía. Cada paso que daba era un martirio, las heridas infligidas por Lucius no se curarían en un tiempo. Todos estábamos hechos una pena, unos más que otros. Al cabo de dos días, estábamos ya inspeccionando la otra salida que había en la sala comunal. Llegamos a una sala llena de tarros, ungüentos y demás cosas que solían utilizar los magos y alquimistas. En un rincón estaba el cuerpo vendado de un halfling... que mis compañeros creían que era el que nos contó los posaderos que se aventuró hace tiempo aquí. Para mí, la explicación más plausible es que la reina harsineé se cansara de su consorte halfling y buscara a otro concubino, siendo Lucius el agraciado. Seguramente el proceso inverso de la magia del medallón habría acabado con la vida de este pobrecillo. El amor era a veces destructivo...

Me pongo a buscar algo interesante por la habitación igual que mis compañeros.

Lo que Grob sugería tenía para mí todo el sentido del mundo y coincidía con mis propias conjeturas. Aquel halfling desaparecido diez años atrás se había convertido en el soberano de los har-çiinés. Con su muerte, los desorientados hombrecillos habían abandonado su refugio para salir a buscar un nuevo monarca que gobernara sus destinos pero no habían elegido sabiamente. Secuestraron al hijo pero dejaron con vida al padre y ese fue su error fatal. Si hubieran escogido ser dueños de sus propias vidas en lugar de buscar a alguien que les dictara qué hacer, ahora todos seguirían con vida.

Sospecho que debajo de esas vendas encontraremos la causa de la muerte del anterior monarca pero en realidad me importa muy poco saber si enfermó, sufrió un accidente o le quitaron la vida. Lo que importa es que está muerto y hasta la fecha nunca he conocido a nadie que dejara de estarlo.

No veo nada en la habitación que despierte mi interés así que animo a mis compañeros a seguir subiendo las escaleras y descubrir que hay más allá.

- Como ya he dicho... - Puso énfasis en sus palabras. - ...aquí ya no tenemos mucho que hacer. Me da igual que eran estos pequeñajos. Sé que eran muy agresivos y territoriales y bastante primitivos, todo hay que decirlo. Pero eran, porque ya no son. Están bien muertos. Hemos cumplido con lo que venimos a hacer. - Se encogió de hombros. - Aún tenemos comida hasta mañana. - Hizo una breve pausa llevándose la mano al mentón en signo pensativo. - Propongo una noche más aquí, para acabar de recuperarnos y partir al alba. El comerciante estará contento de volver a ver a su hijo. 

Después de mi registro de la sala puedo asegurar que no hay nada más de interés aquí.

-"La verdad Dwama es que preferiría pasar esta noche en la posada. Aunque estoy bastante débil, creo que puedo caminar y aguantar el viaje. Pero lo que digáis los demás, desde luego no me iría sólo hasta allí en mi estado."

Me acerco a donde está el saquillo de componentes y me lo guardo en la bolsa que llevo atada en mi cinto. Me dirijo a donde está el libro.

-"Si no os importa, me llevaré el libro. Los magos y los alquimistas pagan bien por estas cosas, al igual que por los ungüentos y componentes para sus hechizos."

Cojo un cacho de tela o de venda que halla por al lado y, con cuidado de no abrir el libro, paso ésta por debajo de él para atarlo y que no se abra cuando lo guarde en mi bolsa.

-"Bueno Targax, no te he dado las gracias aún por ayudarme. Así que GRACIAS. Tus bayas y tu saber me han ayudado al igual que los cuidados de Elhäine. Si no fuera por vosotros, ahora estaría criando malvas junto a los conguitos. Sigamos, haber a dónde llevan esas escaleras ascendentes."

Avanzo hacia la escalera que asciende y empiezo a subirla, teniendo mucho cuidado de buscar trampas o alguna cosa que no me cuadre.

Tras registrar la habitación de arriba abajo y llevarse todos los frascos que encuentra, Elhäine sube las escaleras seguida de cerca por Läsar y su antorcha, mientras el resto de vosotros seguís a la feliz pareja en una lenta procesión hasta la siguiente estancia.

Una nueva sala excavada en la roca se encuentra al final de las escaleras. Ésta es rectangular y el doble de grande que la que acabáis de dejar atrás, aunque eso tampoco es mucho decir. Lo primero en lo que reparáis al llegar es en la presencia de dos pequeños tronos de madera chapados en dorado y colocados al final de la escalera, como para mirar desde arriba a los súbditos que se acercan. Al pícaro no le pasa desapercibido que, aunque de tamaño inadecuado para un adulto, cada uno de los tronos debe valer una pequeña fortuna si se encuentra para ellos un comprador especializado en tales artículos de lujo.

Detrás de los sillones está lo que parece ser el dormitorio de la pareja real: una cama amplia, dos perchas de armadura vacías, un par de orinales no demasiado sucios, unas cuantas mantas cálidas... No hay grandes lujos aquí a excepción de los dos sitiales, pero tampoco cabía esperar nada mejor de una tribu de salvajes.

Elhäine y Lasar registran a conciencia la habitación mientras el resto bostezáis sonoramente. Al final de la inspección, determináis que no hay nada escondido de valor, ni ninguna salida secreta a este lugar. Eran gentes simples y aisladas, que vivían ajenos al temor de ser atacados por una fuerza como la vuestra.

- Deberíamos llevarnos estos tronos. - Dijo entonces la enana. - Parece que nos pueden dar algo de oro por ellos. Y a todos nos gusta el oro... ¿Verdad? - Sonrió. 

La enana se acercó a uno de ellos y lo agarró. Pesaba, era evidente que era de buena calidad. Igual sería mejor dejarlos allí y regresar con un transporte, un carro o una carreta. Hacer el viaje de vuelta con aquello a cuestas podía resultar agotador.

- Creo que lo mejor es ir a por un carro. - Se encogió de hombros. - No podemos llevarnos esto a cuestas... - Chasqueó la lengua. - Es una pena. - Dio una palmada al aire. - ¿Nos vamos ya entonces? - Le preguntó a Lasar. A ella también le apetecía dormir en un cama caliente, cenar a gusto y si podía ser, catar una buena berga. Se lo merecían sin duda alguna.

Sonrío sin humor cuando el emplumado pícaro agradece que mi ciencia le haya salvado la vida igual que los cuidados de Elhäine. Podría haber dicho que me lo agradecía tanto como a las estrellas o a las deposiciones de Grob sin resultar con ello más ofensivo. Pero no su desafortunado comentario no merece una respuesta por mi parte, ni mis atenciones en el futuro.

No puedo evitar sentir un poco de pudor y de vergüenza ajena al ver el modo en el que mis compañeros se dan al pillaje y al saqueo de cadáveres. ¡Hasta los sillones quieren llevarse! Yo no toco nada y procuro ni entrar en las habitaciones si eso es posible.

Elhäine quiere quedarse hasta que Lucius Neldor despierte, si es que algún día llega a hacerlo. La enana no sé sabe muy bien qué quiere, dos veces ha propuesto hacer noche aquí y otras tantas marcharnos en el transcurso de unas pocas horas. Lasar, en cambio, sí lo tiene claro y propone marcharse ya. Sin embargo, a mí la idea de viajar de noche me entusiasma tanto como pernoctar en las ruinas de los har-çiinés.

—Le prometimos al comerciante que le devolveríamos a su hijo vivo o muerto. A menos que estéis pensando en llevarle su cadáver, os sugiero que esperáis hasta el alba y entonces veré si puedo hacer algo para sacar de aquí a ese saco de patatas que hemos "rescatado" sin que se muera por el camino.

Decidan lo que decidan, esta noche Freyan y yo la pasaremos en el exterior de las ruinas. Es mejor dormir a la intemperie que con ese hedor a diarrea y carne podrida. Creo que eso es lo que me está haciendo enfermar realmente.