Partida Rol por web

Prueba 10
Asalto al Castillo de Takeshi

*** En lo más profundo del Castillo de Takeshi... ***

Júnior, ha llegado el momento.

¿El momento?

Ni haciendo que se tiren por
agujeros hemos evitado que
el ejército de Tani llegue al castillo.
¿Y de quién es la culpa?

No me lo digas.
¿Es mía?

¡La culpa es tuya, Júnior!
Y ahora Tani y sus piltrafillas
han llegado a las puertas del castillo.
¿Sabes lo que eso significa?

¿Que nos vamos a rendir?
A mí me vendría bien,
hace como cinco pruebas que
tengo que ir al baño...

¡JAMÁS!
Vamos a salir allí y
vamos a plantarles cara.

¡¿En serio, Takeshi?!
¡¿Vamos a luchar contra
el ejército de Tani
cara a cara, con honor,
en igualdad de condiciones?!

No, a ver, tampoco te flipes.
Vamos a salir ahí
y vamos a amañar la prueba
para que ganemos nosotros seguro.

¡Pero Takeshi, eso
es súper ruin!

¡Exacto!
Gracias por darte cuenta.

¿Y si vamos a amañarlo,
por qué tenemos que salir
nosotros a luchar?

¡Pues para ver la cara
de tontos que se les queda!
Eso y que tengo las piernas
dormidas ya de estar aquí sentado.

Sí, ¿eh?
Un día de estos tenemos
que probar a sentarnos
como los occidentales.

¿En sillas?

Eso.

Qué ideas de bombero
tienes a veces, Júnior, de verdad...
Venga, que ya están aquí.
¡A por ellos!

***

- ¡Piltrafillas, estoy muy orgulloso de vosotros! Sinceramente, nunca pensé que llegaríais tan lejos. Pero esto demuestra que con trabajo duro y cuatrocientas repescas, ¡hasta el más pringao de todos puede alcanzar la grandeza! - declara el General Tani, colocado a un lado del campo de batalla. Porque ahí es donde se encuentran los concursantes: en un campo de batalla, frente al Castillo de Takeshi, subidos cada uno en una especie de kart decorado con cartones que intentan imitar un tanque. - ¡Es hora de derrocar al malvado Takeshi!

- ¡Miradlo, ahí está Takeshi! ¡Y por supuesto se ha traído a sus esbirros! - dice el General al ver los seis karts que salen de la fortaleza. - No os voy a engañar, piltrafillas. Es muy probable que no lo logréis. ¡Pero eso no hará que me eche atrás! ¡Si tengo que enviar mil soldados a la muerte para conquistar el castillo, lo haré!

- ¡Este castillo es mío y de nadie más! - dice Takeshi, levantándose por un momento del kart-tanque en el que va montado. A diferencia de los demás, el suyo es de color rojo y parece ser más grande y tener más protección que los demás. - ¡Me dan una subvención solo por vivir en él y conservarlo! ¡Jamás conseguiréis quitármelo y hacer que me ponga a trabajar!

- ¡Takeshi, estos coches son de chichinabo! - se queja Júnior desde otro de los karts cubiertos de cartón-tanque. - ¡Te has quedado con toda nuestra protección!

- ¡Evidentemente, Júnior! ¡Aquí el importante soy yo, que para eso es mío el programa! - replica Takeshi, sentándose de nuevo en su tanque de cartón. - ¡Venga, al ataqueeeeee! - dice, señalando al ejército de Tani.

- ¡Venga, venga, vamos! - grita también Júnior con decisión, agarrando los controles de su kart-tanque y pisando el acelerador junto a los esbirros que conducen el resto de tanques. En ese momento se da cuenta de que Takeshi... ¡se ha quedado atrás! - ¡Pero bueno, Takeshi! ¡¿No has dicho que al ataque?!

- ¡El cobarde de Takeshi se ha quedado atrás mientras sus esbirros avanzan! - explica el General Tani después de presenciar la escena. - ¡Esta es nuestra oportunidad! ¡Venga, a por ellos! ¡AL TURRÓN!

Y así, con el sonido del silbato y Tani agitando la vara para señalaros la dirección en la que tenéis que ir, ¡empieza la última prueba de esta edición de Humor Amarillo!

"Eh! Soldados de Tani Takeshí, el malvado!"

"¡Deponed las almas ahola mismo, u os obligalé a vel esta magnifica pelicula que he telminado de fil-mal con la ayuda de Belnaldino"

Inmediatamente les pongo un cartel enorme de la película. A saber:

- ¡Tened cuidado con ellos, son más y están mejor equipados! - Les advirtió Yotoko. - ¡Seguramente vuestros coches sean más lentos, estén peor equipados y puede que hasta no funcionen! - Siguió tratando de levantarles el ánimo. - ¡Pero tranquilos, al menos no tienen armas biológicas! ¿O si? ¡Bueno, puede que si las tengan, pero será una muerte rápida! ¡Y si no lo es, si es una muerte dolorosa, lenta y agónica...! - No supo continuar. - ¡Bueno, dentro de poco estaréis muertos! ¡Dejaréis de sufrir!

Era la prueba final. El todo o nada. Después de tantas pruebas, el cansancio hacía mella en el esfuerzo mental y físico de Tekuro. Pero, él sabe que es la última oportunidad para conquistar el castillo de Takeshi y alzarse con la victoria.

El doctor se quita la bata y se pone una cazadora vaquera, lleva bordado la cara de un león a la espalda,..un momento,..no es un león, es... ¡un retrato de Mizifú! A continuación se pone unos guantes de cuero, cambia sus gafas por otras oscuras y coloca un palillo en la comisura derecha de su boca.

—¿Cleíais que me habíais pillado?..¡Ha!— le dice a Takeshi y a Junior.

El doctor se sube a su tanque, se acomoda, agarra el volante con fuerza y ajusta la mirilla de su pistola. Parece como si un espíritu agresivo hubiese poseído el cuerpo del médico. Está totalmente concentrado en ganar.

Antes de arrancar se percató del enorme cartel desplegado por Caputana. Sonrió.

—No espelaba menos de tí CaputanaM-A-RVL-004— dijo emocionado.

—¡Takeshi! ¡Juniol! ¡vais a moldel el polvo!— gritó con furia.

—..¡AL ATAQUEEEEEEEEE!..— fueron sus últimas palabras antes de acelerar.

Como Tekuro sabía que no era muy diestro conduciendo decidió, inspirado por la idea de Caputana, seducir a cualquier vehículo enemigo que se aproximara, con la intención de distraerlo. 

—¿Dónde vas calamelito?..mmmm..¿Ese tanque es de veldá polque me encanta tu cañón?..mmmm..Bombón

¿quieles que te enseñe a dispalal, donde pongo el ojo pongo la bala?..mmmm— les fue diciendo a cada kart con el que se cruzaba, bajándose sus gafas y humedeciéndose los labios.

Era increíble que un pobre chaval que tardaba 5 minutos en atarse los cordones hubiera llegado allí, pero así estaban las cosas. Sabiendo que es una ocasión importante, se cambia de ropa y se pone su traje de los domingos, con su camisita y su camisú. Eso sí, a él nadie le avisó que llegaría tan lejos, así que no se leyó el manual de como conducir karts de cartón. 

- P-p-pero que es ilegal que conduzca yo algo... - se queja mientras Tani le empuja a su coche. 

Y por cómo lo dice parece que es verdad, porque poca idea tiene de conducir. Apenas da un par de giros, disparando como puede a las dianas del enemigo. Hasta que finalmente se choca con otro carricoche y ocurre el desastre o milagro, según cómo se vea: A Ping Gao se le caen las gafas, se le despeina el pelo y se le abre la camisa, dándole un aspecto mucho más maduro de lo habitual. A lo mejor con estos nuevos encantos es capaz de evitar que los esbirros de Takeshi le disparen.

- ¡Por favor, ya basta de tanta violencia...! - se queja hasta con un tono bastante menos mindundi de lo habitual. Eso sí, lo de ir sin gafas, conducir y disparar a la vez a lo mejor no le sale tan bien.

-Mecago en to... ¿Una pelea de amarillos? Y en mitad de un castillo tan bonico... ¡Mal'parios! ¡A hacer el gamberro a otro lao' que eso es monumento de algo! Y seguro que vive gente honrraa. ¡Venga ya! echando lechugas pa'casa ¡zarraprastosos! ¡Cierra bares! ¡Cara limon! -No sabia que estaba pasando, pero eso de destrozar estructuras sin más y mas cuando el resto del pueblo de oriente había demostrado estar en tan mal estado desde que llego, le hervía la sangre por dentro, tanto que se le olvido traducir sus insultos. -Malajes... Como baje ya veréis ¡Ya! -Alzo el puño en alto, mientras controlaba que su sombrero no se descontrolara.

Huan Cho aprovechó que estaba eliminado para ponerse al día en sus negocios de restaurantes y bazares. El tonto de su sobrino había firmado la entrega de un stock defectuoso que le iba a ser difícil de vender... Pero siempre quedaba recurrir a colocarlo en Aliexpress... ¡o a los esbirros de Takeshi!

-¡EH, ESBILOS! ¡Sabel que yo tengo ofeltas buenas en cosas! Ventiladoles que dan calol, cuchillos que coltan legulín y pistolas que dispalan pala atlás. Os vendlían bien para luchal contla estos malvados que os quielen asaltal!

¿Podría haber un discurso más cutre? Sí, en el Congreso. Pero no era el caso. Para no variar, Huan Cho fracasó en su intento. 

Era el megarrey de las pifias astronómicas.

¡Empieza la batalla, y algunos de los aliados del ejército de Tani aparecen en la colina para dar ánimos a sus compañeros o desanimar a sus rivales! Aunque por desgracia los nervios se apoderan de la mitad de ellos, consiguiendo exactamente el efecto contrario... Pero bueno, como dijo un sabio una vez, las gallinas que entran por las que salen. Los carricoches que querían ser tanques se ponen en marcha, y tanto los de Tani como los de Takeshi empiezan a disparar a discreción.

Ping Gao conduce y dispara como buenamente puede, intentando al mismo tiempo no caerse del kart, y eso le permite disparar a los dos esbirros que venían a por él y de alguna forma esquivar sus ataques y salir vivo de la contienda. Por otro lado, parece que Junior considera que el doctor Tekuro es mucho más peligroso que Ping Gao y va a por él junto a otros dos esbirros.

El doctor intenta seducir a sus perseguidores, pero sólo consigue un silencio indiferente y tenso que se clava como una afilada espina en su autoestima, y como represalia empieza a disparar a diestro y siniestro. Diestro y Siniestro, que son los nombres de los dos esbirros que van con Júnior, el cual también dispara e intenta esquivar los ataques del doctor. La batalla es tremenda, con persecuciones y derrapes e insultos por doquier, una lástima que no podáis verla.

Pero al final de todo... los dos esbirros son derrotados, y Júnior también. Por desgracia... el objetivo de papel del doctor Tekuro también ha sido destruido por uno de los esbirros.

- ¡Pero mira que sois inútiles! ¡Me voy a tener que encargar yo! - grita Takeshi, cuyo kart de repente se enciende. Su sonido parece más propio de un tractor que de un kart. - ¡Ven aquí, pringao! - grita, muy valientemente ahora que sólo queda un enemigo.

"¡Hay que sel un tlamposo de cuidado!"
"¡Cacho de sieso! ¡Tlamposo! ¡Cochino, polcino, indecente, inmoral, incívico!"

Y dicho esto, intento intimidar a Takeshi levantando uno de los muchos ferraris de Chemo (Está distraido con la Natilla, asi que ni lo notará) trato de amenazara Takeshi conque se lo voy a tirar a la cabeza

"¡Yo te mato! ¡Te liquido! ¡Esto por poner azuca en el barro! ¡Esto por hacer que los teletubbies me hicieran XXX en el careto! ¡Esto por la brecha!"
"¿La Salarial?"
"No, la que me hice por detrás"

"¡Hay que sel un tlamposo de cuidado!"
"¡Cacho de sieso! ¡Tlamposo! ¡Cochino, polcino, indecente, inmoral, incívico!"

- ¡Pero qué dices! ¡Si yo soy fantástico, a mí me quiere todo el mundo! ¡Malditos seáis, ejército de Tani! - grita Takeshi sacudiendo su puño en alto. Parece que le ha afectado un poco...

Tras caer derrotado en la última prueba, y sin haber realizado ninguna mísera operación durante la misión, Tekuro se vino abajo y unas lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.

—Pol que el destino me tlata tan mal...¡snif!...me coloca a las pueltas del plemio pala luego al-lebatálmelo sin compasión..— dijo entristecido.

—Pelo, el destino sabe que yo siemple aplendo de mis del-lotas. Si yo no puedo conquistal el castillo, Ping Gao lo halá pol todos nosotlos y yo, le ayudalé a conseguil-lo— exclamó envalentonado.

—Ping Gao. Sé que palece difícil, incluso podlía decilse que imposible, pelo tú has peleado como Mizifú panza aliba pala llegal hasta aquí. Pluebas que cleiste imposible las supelaste con esfuelzo. Eles un héloe. El único que ha llegado a enfrentalse cala a cala con Takeshi. Tú puedes hacel-lo. Piensa en el chaval que comenzó y en el supel-homble en el que te has conveltido. Hoy es tu día de glolia. ¡A POL ÉÉÉÉÉÉLL! ¡DESTLÚYELO!—

Belnaldino, ofendido por la presencia del conejo en el campamento, se fue de allí y se dignó a aparecer durante el asalto.

—¡Incleíble, ese peldedol de Pin Gao sigue vivo!—claramente, era un potencial fichaje para su magnífico y muy posible objetivo.

—Ánimo, colazón. Que tu madle esté agladesida de tenelte. ¡Mila, mila como tienes que movelte!

Entonces se puso a hacer movimientos de baile de los años 30 en China. Eran modernos, o eso pensaba Belnaldino. Lo que tenía que hacer para que Pin Gao machacara a Takeshi.

—Hazme caso y ganalás pol mí. Así me das tu ejécito y yo conquistalé Chinaaaa.

El discurso del doctor Tekuro es elaborado y en teoría debería animar a Ping Gao, pero con el sonido de su propio kart y especialmente el de Takeshi el pobre pringao no llega a escucharlo bien y no tiene ningún efecto en él. Sin embargo, por alguna razón, ver esos bailes de Belnaldino sí que consigue que Ping Gao se anime. ¡Si ese señor se atreve a bailar de esa manera tan cutre, entonces él también puede esforzarse y vencer a Takeshi!

Viendo que las palabras que le lanzó a Ping Gao resultaron ser inútiles, la verdad sea dicha, la comunicación no es el punto fuerte del doctor Otimato, decidió entonces pasar a la acción e intentar asustar a Takeshi lanzándole jeringuillas usadas en sus ensayos clínicos con la intención de hacerle perder la concentración.

—¡Toma esto!..¡y esto!.. ¡y esto otro!. Ahí van unos lecaditos de palte del doctor Tekuro— dijo mientras las lanzaba

—Adivina..— añadió en tono socarrón —..¿Cuál de ellas tiene vilus de la glipe A?, ¿Cuál del moquillo pel-luno?,  ¿Cuál una mezcla casera de salmonella y fieble amalilla?..jijiji— dijo tras lanzar las supuestas armas biológicas.