Partida Rol por web

Me acerco a Dwama y le doy unas palmadas sobre el hombro -Creo que le has pegado parte de tu orgullo al pequeño, ja ja ja...- Ver al pequeño haciendose el mayor hizo que me riera, me recordaba a mi cuando me hacia heridas y mi maestro me ofrecia su ayuda, yo la rechazaba enfurruñado diciendole que ya no era un niño, que era un hombre, buenos tiempos aquellos... -Ahora enserio, no te de reparo en pedir ayuda si la necesitas, estamos juntos en esto- Sabía que ella era dura como la roca, pero todos necesitamos la ayuda de alguien en cualquier momento de nuestra vida, no es de cobardes pedirla cuando la necesitas.

Con tono de burla le hablo a Ruff -Dejalo Ruff, que aún te echara encima a Valtonyc, aunque no lo parezca el pequeño tiene corazon de guerrero; si te dice que puede caminar es que puede.

Con la ayuda de Sir Godofredo, la superioridad del enemigo inicial ya estaba más que menguada. Elenair sacó su espada y trató de golpear a uno de los lobos. Las heridas y la dificultad de la posición impidieron que acertase. Una estocada al aire y un suspiro de desilusión ante el fracaso llenaron el rostro de la elfa -Soy un desastre... Lo siento-
Ya levantada se preparó para lo que se le venía encima. Sin la ayuda de sus amigos no aguantaría mucho mas

La araña asestó un mordisco al lobo. Las heridas que le había provocado, acabaron poder tomar aquel poderoso animal. Aquel ser convocado desde otro plano sin duda había sido un gran aliado. Godofredo podía estar satisfecho con el trabajo hecho por aquella araña.

El propio Godofredo, descargo un fuerte golpe con su maza sobre otro de los lobos. El impacto sobre su cabeza fue brutal. Se escuchó como el canario de la bestia se partía en mil pedazos. Al final otro lobo había muerto.

Los intentos desesperados de Elenair por deshacerse de uno de las bestias que tenía encima fueron del todo infructuosos. No aguantaría mucho más tiempo así, pero gracias a los conjuros del Conde, de momento estabas sobreviviendo.

Fue entonces cuándo Wynloc cargó uno a fecha de su arco apuntó y disparó. La flecha voló certera y se clavo en el cuello del lobo herido instantes atrás por Godofredo. Se desplomó sin vida sobre el suelo frío del bosque.

Aunque podía parecer mentira tan sólo quedaba uno de esos aguerridos lobos en pie. Elenair empezaba a ver la luz al final del túnel. Más cuando pudo zafarse de un nuevo intento por morderla. Ahora era la oportunidad del conde y de la propia Elenair, por acabar definitivamente con la amenaza.

Uno, solo queda uno- Jadeando por el cansancio, la elfa avanza un paso para intentar ayudar a su protector, Sir Godofredo. Elenair quería ayudar, lo necesitaba. No le gustaba sentirse inútil en un combate. Ya habían superado las bravuconas escuchadas cuando era más joven. En algunas regiones, solo los hombres luchan. Las mujeres se quedan en casa, con los niños. Ella no era así y nunca le había gustado escuchar esas palabras.
Arggggg- Levantó su espada para golpear el lomo del lobo con todas sus fuerzas. El brazo le tembló x por el impacto, tendría agujetas durante un par de dias

-¡Excelente, milady!¡No esperaba menos de vos!-gritó satisfecho al ver a la elfa desenvolviéndose con soltura en el combate.

¡Ahora mesmo es hora de acabar con acabar con aquesto de una vez!-Sin pensarlo más, descargó un golpe de maza que encontró el cuerpo del lobo sin demasiado problema, puesto que el efecto de la música de la elfa inspiraba a Godofredo por encima de sus capacidades.

Tras el duro impacto de la maza del conde y viendo que el resto de la manada había caído bajo los ataques de aquellos humanoides que habían irrumpido en su guarida, aquel lobo no vio otra salida que echarse a correr. Fue en ese momento cuando Wynloc cargó una nueva flecha en su arco, apuntó de nuevo hacia la bestia que se batía en retirada y cuando ya parecía que iba a escapar con vida, la flecha se clavó en su lomo arrebatándole la vida. - ¿Estáis bien? - Les preguntó el explorador a Godofredo y Elenair mientras corría a la posición donde resposaban los restos sin vida de Wilmer.

El conde dejó caer su maza para prestar toda su atención a la menuda elfa que se había llevado la peor parte en el combate, si no se tenía en cuenta a aquel desdichado pero valiente granjero que había hallado su final en el combate.

Arrodillándose junto a la muchacha empezó a examinar las heridas que había sufrido por las fauces de aquellas bestias.

Por suerte había actuado juiciosamente cuando decidió compartir el daño de Elenair. Aquellas heridas a él poco le significaban, más la elfa no destacaba en su constitución ni en la habilidad en el combate sino en sus habilidades arcanas.

-Debisteis haber tomado distancia, gentil dama- dijo en tono preocupado mientras pasaba su mano suávemente sobre las heridas. -Aqueste servidor no osaría dudar de vuestra bravura o capacidad, más no es en vuestro filo donde reposa vuestro poder- levantó la vista para buscar su mirada.-¿Que le habría dicho  al bueno de Ruff si os hubiese ocurrido algo debido a  mi desdén?¿Que habría hecho yo?  Os prego que la próxima vez dejéis que sea este viejo conde el que reciba las heridas, puesto que aquesta es mi función...- En su de voz se dejaba entrever algo de súplica sincera.

Gracias, no he sido y nunca seré un estorbo. Peleare, lucharé y os ayudaré Sir Godofredo- Limpio el filo de su espada de la sangre que había derramado. Más complicado le iba a resultar lograr que sus ropas se mostrasen nuevas otra vez. Las manchas de su propia sangre serían difíciles de quitar.
Los cuidados de Sir Godofredo aumentaron su confianza.
¿Porque nos atacarían?¿Quien o que los envía? Debemos hallar las respuestas y salvar todas las almas que podamos ¿Que hacemos ahora?- Giró su rostro hacia las aberturas de la tierra. Consciente de que ninguno entraría y, seguramente nada saldría de su interior - No me he fijado bien pero creo que boca portaban ninguna presa

-Nada más lejos de la realidad, dulce dama. Ningún estorbo sois ni seréis. Mis golpes encontraron buen destino únicamente gracias a vuestras artes. No os quema la menor duda.

En conde caminó los pasos que le separaban del cadaver del aldeano y se santiguó.

-Castigador, un hijo tuyo ha caido, más su afrenta ya ha sido vengada, acógelo bajo tu techo, pues era hombre valiente y justo- Dicho lo cual dibujó una cruz en la frente del muerto.

-Si tuviese que apostar, yo diría que aquesta era la madriguera de las bestias, más deben habernos atacado al ver que iniciábamos el fuego. Dentro es probable que encontremos los cadáveres de las crías y de alguno más de estos viles lupos. Más no alcanzo a comprender que hacían fuera cuando aún no había anochecido...- Se pinzó el mentón, adoptando una pose pensativa

-Creo que lo más juicioso sería asegurar aqueste lugar con presteza y acudir en ayuda de nuestros camaradas...

El joven explorador insistió en seguir a pie los rastros. Sin duda era un chico valiente y aunque era evidente que le dolían horrores las heridas, trataba de disimularlo y aparentar ser un hombre fuerte y curtido, algo que desde luego no era a día de hoy. Muy pronto encontró el rastro que les llevó de vuelta hacia el punto donde se habían separado del resto.

Una vez allí, tampoco le resultó demasiado complejo hallar las pisadas del conde, quien con su pesada armadura, había dejado unas evidencias muy claras de la ruta que habían cogido. Incluso para el resto del grupo hubiera sido posible dar con la posición de sus compañeros sin demasiadas dificultadas, gracias a las huellas evidentes del clérigo de San Cuthberto.

Cuando llevaban  cerca de media hora de camino desde que regresaran al punto dónde habían encontrado los vestigios que indicaban que allí había estado depositado el cuerpo sin vida de Ismail Braxxen, escucharon pasos y una conversación de voces familiares que se acercaba en su dirección. Poco después dieron con el resto del grupo, aunque faltaba uno de ellos. Wilmer no se encontraba junto a Godofredo, Elenair y Wynloc.

- Estoy de acuerdo… - Dijo Wynloc. – Debemos regresar junto con el grupo. Esperemos que no hayan sufrido una emboscada como la nuestra… - Se agachó junto al fallecido. – Señor conde… ¿Por qué no tiene unas palabras para con el valiente Wilmer? Sé que era un hombre de fe, y le hubiera gustado que un hombre de su alcurnia recitara una oración por el caído… - Miró entonces a la dama elfa. – ¿Y si acompañase a sir Godofredo en sus oraciones con una canción fúnebre…? - Le solicitó. – Mientras trataré de sepultar los restos de nuestro amigo, usando piedras y ramas. Más que nada para ponérselo difícil a los carroñeros hasta que podamos regresar para enterrarlo.

Tras las palabras del explorador y antes de iniciar con los oficios improvisados que acompañarían al granjero pelirrojo a la otra vida, Wynloc comprobó el túmulo con suma curiosidad y ante la atenta mirada del humano y la pequeña bardesa. Pronto descubrió lo macabro de su acción, pues supuso que una madre y sus crías, eso era inequívoco por el tamaño, habían muerto abrasadas y asfixiadas en el interior de los túneles. Sin duda una muerte más que terrible para aquellas criaturas.

Justo después de realizar aquellas comprobaciones, el conde inició los oficios, recitando unos breves versículos fúnebres, mientras la elfa acompañaba con su triste música. Wynloc logró sepultar de forma provisional los restos del granjero. No es que fuera una mausoleo, pero al menos invitaba a las alimañas a mantenerse alejadas al menos por un tiempo y hasta que empezara a oler a podredumbre.

Una vez hecho aquello y sin más tiempo que perder, pues Serenya seguía perdida en medio del inmenso encinar, se pusieron en marcha tras los pasos que ellos mismos habían marcado. Si bien las pisadas de Elenair y Wynloc eran prácticamente imperceptibles, no pasaba lo mismo con las del ahora difunto Wilmer, aunque las de Godofredo se llevaban la palma, pues hasta un ciego podrí seguirlas. Su pesada armadura tenía gran parte de culpa.

Tras tan solo quince minutos se vieron sorprendidos por el grupo encabezado por Timmy. El niño tenía las ropas teñidas de carmesí, al igual que la dama Dwama. Aunque las heridas del pequeño explorador eran más evidentes y concordaban a la perfección con mordeduras de lobo. Jack y Ruff les seguían los pasos, ellos parecían ilesos.

-¡Recojones!-exclamó al ver al niño herido. -Es evidente que tambien vosotros os habéis enfrentado a las béstias, más la peor parte te la has llevado tú, hijito.Se arrodilló para examinar las heridas del niño y aplicarles la curación mágica requerida.

-Contadme, ¿Como os ha ido? Nosotros mesmos hemos dado muerte a una manada de 4 grandes lupos, así como a su prole. El valiente Willmer perdió la vida en el enfrentamiento, me temo...

-Vaya, una lastima lo de Willmer, como ocurrió, una emboscada de los Lupos?- Pregunto al Conde -Nosotros hemos encontrado otra entrada a la cueva, fuimos sorprendidos por la espalda por 2 Lupos, atacaron al pequeño y a Dwama, pero conseguimos acabar con las bestias, tras el combate y viendo que  tanto el pequeño como Dwama estaban mal heridos Ruff y yo entramos con celeridad a la cueva para ver si encontrabamos alguna pista o indicio de la desaparecida; tras una rapida incursion volvimos con Timmy y Dwama para reencontrarnos con vosotros.-

... complemento la explicación de Jack

-... y allí encontramos esto

Saco la dorada cadena, con el colgante con las iniciales W y S, y se lo tiendo a Wynloc

-Antes de que preguntes os te preocupes más: no había restos en la cueva; sólo carroña antigüa y esto, ningún otro rastro de Serenya. Tal vez ella estuvo antes en la cueva, pero no hay indicios de que coincidiese con las fieras.

... dedico una sonrisa al más joven del grupo

-El pequeño Timmy se comportó como un guerrero; luchó como el más valiente. Tendrá cicatrices con las que recordar esta noche y sentirse orgulloso. Don Godofredo, si puede, cuando acabe de sanarle..., échele un vistazo a Dwama; también ha sido herida, pero lo disimula bastante bien.

Wynloc se apresuró a recoger el colgante que Ruff le tendió. Lo cogió con ambas manos y lo miró durante unos momentos. En su rostro no se intuía ninguna reacción tangible al verlo. Sin duda, lo llevaba por dentro.

- Es suyo... - Confirmó con la voz serena. - Debió de perderlo. Nunca se lo quita. Es un regalo mío. - Suspiró. - Tenemos que encontrarla. - Alzó la mirada que hasta ahora había mantenido clavada en el colgante y miró entonces al pequeño Timmy. - ¿Puedes llevarme hasta el lugar dónde lo encontrasteis? Puede que aprecie alguna pista que a vosotros se os ha escapado. No hay nada mejor. ¿Verdad?

- No te preocupes Ruff. - Dijo Dwama ante las palabras del semiorco. - Estoy bien y el conde debe conservar sus conjuros lo máximo posible. No sabemos si tenemos que enfrentarnos a más alimañas y podríamos echar en falta sus dones.

Asiento con un gruñido a Dwama; nunca tengo claro cuando dice la verdad, o si quien habla por ella es su orgullo, pero ante la duda, le hago caso.

Contento por tener de nuevo unido al grupo, sonrío a Elenair; por fortuna no ha sido herida en el lance que afrontaron y me siento aliviado, aunque lamento la muerte del desconocido que se nos unió en esta ocasión.. estas cosas suelen pasar.

-En cuanto Timmy esté en condiciones, vayamos pues a la cueva donde encontramos el colgante; no está lejos y las huellas son recientes y claras, así que no será difícil.

Asiento a Wynloc -En cuanto el pequeño este sanado volveremos a la cueva, y ahora... -miro a Ruff- ... sin la preocupación sobre nuestros hombros de dejar indefensos a 2 miembros del grupo, podremos investigar más detenidamente aquella cueva; puede que sí que se nos pasase alguna cosa por alto. Ahora si entramos con el pequeño Timmy en el interior podremos ver si hay algun rastro o pisada que nos de más información.