Partida Rol por web

La daga de la rata te hace un pequeño corte en la pierna derecha. Sin embargo la ventaja que obtienes al haberle dejado acercarse tanto compensa con creces el corte de la pierna. De un golpe descendente sesgas el brazo izquierdo de la criatura que cae desangrándose y chillando como una rata mientras se sujeta la herida.

Una vez recogida el arma, la rata vuelve a la carga junto a su compañera. Puedes ver la fueria en sus ojos y como la daga penetra tus defensas.

Vasile no tenía tiempo que perder y, pese a que no estaba equipado para lo que hubiera más allá de la puerta, al menos se aseguraría que nadie más combatiese en las mismas miserables condiciones que él. Con celeridad buscó la fuente de iluminación de la habitación para prenderla y alumbrar a su alrededor para luego echarse su espada al cinto. Sacrificaría su fiel alabarda a cambio de luz para todos, es lo que Hans haría, lo que Sigmar haría.

- ¡Alumbrad la taberna! ¡Posadero, nos atacan! -voceó una vez logró salir al pasillo para correr a forzar la puerta de su amigo.

Viendo que la alimaña procede a atacar con rencor ante la humillación, sonríe el elfo y dice -Ole!- desviando el ataque, y dando una vuelta que le permitía estar frente a frente a la otra alimaña.

Pensó rápidamente en que otras opciones tenia y que tan desagradable era la situación, la cual si poseyera su armadura fuese muy distinta, pero por ir en contra de su juicio la realidad era otra -debí bloquear la puerta- se reprocho conservando aun la sonrisa y gotas de sudor se mostraban en su afilado rostro.

Esperaba el siguiente ataque con el escudo que ocupaba la mitad de su cuerpo, la lanza posada en una de las aperturas que poseía el mismo, piernas abiertas, peso repartido en ambas piernas, mostrando la pericia que este poseía de su largo entrenamiento militar.

La rata humanoide clava su daga en tu pierna derecha. El dolor te impide concentrarte bien en dar estocadas certeras mientras vuelven a la carga.

La pesada bola aplasta el brazo izquierdo por completo convirtiéndolo en una sanguinolenta masa de sangre, pelo y carne aplastada. El skaven muere agonizando con estertores.

Tu postura defensiva es inigualable. Los skaven lanzan tientos, intentan entrar o amagan los dos a lavez para ver si pueden encontrar un hueco ante tu escudo, pero siempre que ese acercan una afilada punta de lanza les espera.

Ante los intentos de ataques fallidos, el elfo se apresura a atacar a la alimaña que había desarmado previamente, pero la coordinación de ambas impido que lograra su objetivo, fallando.

En su rostro se reflejaba algo de ansiedad, pero sabía que no podía dejarse consumir por la ansiedad, por ello procedió a recomponerse y alzar el escudo nuevamente.

Enciendes una cerilla y prendes el candil que hay en la habitación. La vela ilumina toda la estancia dejando ver la sangrienta escena y los dos cuerpos de rata en el suelo.

Te ajustas la espada a la cintura, coges el candil y te dispones a salir. Quitas el cerrojo echado de la puerta cuando ves a un hombre delgado, con un camisón manchado de sangre y espada en mano intentando echar la última puerta abajo. El viejo soldado tiene el rostro desencajado y aunque no dice nada, en sus ojos refulge la ira.
Su hombro golpea una y otra vez la puerta donde su hija, aquella que sin quererlo salvó tu vida, reposaba.

Al salir al pasillo también oyes las distintas peleas y luchas que tienen lugar en las distintas habitaciones de la casa.    

- Os sobran los arrestos pero mía es la plomada -le dijo el stirlandés para que le hiciese hueco frente a la puerta- ¡Apartad!

Necesitaba ganarse a aquel hombre de aliado para que todos salieran vivos de allí, tamaño veterano ya había despachado a sus enemigos y haría buena cuenta de cuantos se les cruzasen.

Dejando a un lado su propio candil Vasile tomó la carrerilla que el pasillo le permitía antes de estrellar su hombro contra la puerta.

me habían conseguido dar, pero no tardo en aguantar el dolor y responder a la misma rata que había herido antes, darle otro estocazo.

Utilizando la largura de tu arma mantienes a raya a las ratas. Una de ellas se acerco demasiado recibiendo un buen tajo, pero eso no le quitolas ganas de pelea.

Ante su frustracion por llegar a un punto muerto en el combate, una de ellas intenta una maniobra arriesgada.
De improviso lanza su daga contra ti con la esperanza de herirte, pero se clava lejos en la pared, sin embargo la maniobra te distrae lo suficiente como para que la otra encuentre unhueco por donde meter el acero.

El viejo, haciendo caso omiso completamentw fuera de si, sigue empeñado en derribar la puerta atrancada con el cerrojo. Cansado, le apartas e impones tu masa sopesando la dureza de la puerta. Cojes carrerilla desde la otra habitacion de enfrente, la del viejo, y arremetes con todas tus fuerzas partiendo un trozo del marco de la puerta, donde el propio cerrojo se introducia.

El viejo entra detras de ti, espada en mano preparados para presenciar una lamentable escena. Sin embargo, la habitacion permanece vacia. No hay nadie y excepto las sabanas removidas de la cama, podrias jurar que nadie durmio alli esa noche.

-Wilma... - dice el viejo entre lamentos. -Mi pequeña Wilma.... ¡Juro que si te ha pasado algo..!- De pronto parece acordarse de algo. Se vuelve hacia ti pudiendo ver claramente la ira en su semblante.
-Hlüger de Nuln.- Dice con una leve inclinacion de cabeza. -Ayudemos a tus amigos.-

- Vasile de Stirland, mi hija estudia en la universidad de Nuln para ser ingeniera -los nervios le llevaron a decir eso, quizás para a recordarse a sí mismo que Saskia seguía viva. Dándose cuenta de lo inapropiado del comentario de cara a Hlüger  añadió de inmediato-; luchemos juntos, reunamos fuerzas y asegurémonos que la vuestra pueda volver con vos ¡Vamos!

Viendo que aquel caballero se maneja con espada, pudiendo sujetar un candil en la otra mano, Vasile corrió hasta su habitación para recuperar su alabarda y continuó a paso ligero hasta la siguiente puerta cerrada, esperando encontrar a Hans cuanto antes.