Simazul. El salto de fe hacia la oscuridad que, sólo tras caer hasta sentir frío en las extremidades, comenzaba a titilar en tonos violáceos, purpúreos y azules para ir poco a poco revelando el hogar de la Hidromántica Thespia. Allí donde las corrientes revelan verdades, la quietudes guardan engaños, la canción de la llamada parte y los leales acuden.
Alertados por tu presencia los guardias murlocs pronto se juntan para contener tu avance, sus gorgoreos siempre han sido incomprensibles pero su ridícula gesticulación deja claro que no te reconocen. Han sido demasiados años desde que estuviste aquí por última vez, allá cuando Thespia te mandó desaparecer de su vista, acto que cumpliste viajando los mares y costas para entregar tus tributos en la linde de sus dominios. Una orden no te libra de tu obligación como naga pero lo cierto es que sí que te dio la libertad de ver mundo, aprender mucho y hasta hacer extrañas amistades.
Indiferente por aquella presencia armada, cierta amistad comenzó a devorar toda fluorescencia que le pasase cerca del hocico.
Si tiene nombre me dices.
Tus sueños tormentosos, tu despertar entre dolor y alaridos. Aún con las heridas cerradas seguías sintiendo el vivo recuerdo de como las escamas de tu cuerpo cedían ante las pinzas de la Comandante Abisal Sivara y la vida escapada de ti. Creías que con tu sacrificio harías un gran bien en nombre de la reina Aszhara, que serías recordada como una heroína, pero el haber sobrevivido bajo los cuidados de los criados de Thespia había roto el romanticismo de aquella idea dejándote claro que, en realidad, simplemente era lo correcto y lo hiciste porque no había nadie más - y por cómo te hacía sentir al despertar ojalá la próxima vez pudiese haber alguien más.
Viendo al ridículo chamán de la tribu esclava de murlocs al servicio de tu tutora se te fue pasando el dolor, aquellas grotescas criaturas nunca dejaban de ser entretenidas incluso cuando demostraban su valía, y aquel pequeño monstruito se estaba ganando sus raspas de pescado a través de sus esfuerzos por sanarte de tus aflicciones con sus gorgoreos, brincos y chisporroteos mágicos. Algo debía de haber de genuino poder pues aquella vez pudiste comenzar el día de verdad y prestar atención a tu entorno. En el ambiente se palpaba movimiento y quehaceres, voces familiares como la de Thespia y Palzigun se escuchaban hasta tu cámara.
Calmado tu corazón a latidos que no fuesen pálpitos pudiste cuadrar los recuerdos de tus últimos despertares: Thespia quiso saber qué te había ocurrido y ante tu negativa a confesar lo ocurrido, aún teniendo la muerte delante, palideció por un momento, quizás bajo la impresión de quiénes podrían haberle hecho tal cosa a una princesa real sin miedo a represalia alguna o con todo el derecho que da una corona. Seguramente por esta razón no volvió a preguntarte, sólo queriendo saber de tu estado y enviando aquellas aberraciones a velar tu sueño.
Hoy te notabas con fuerzas, en este ciclo serías de utilidad y servicio para la causa. Estabas viva.
Simazul se preparaba para unir sus fuerzas a la guerra, sólo quedaba por ver si los esfuerzos de la Hidromántica Thespia serían suficientes para convencer a su amiga desde tiempos inmemoriales Lady Vashj de lo que podría contribuir a la causa. De allí que se hubiese llamado a su hueste, a todos los nagas de ella.
Con brincos apresurados y tropiezos varios llegó hasta la sala del trono para informar a Thespia y Palzigun el líder murloc Slrglurlgi, cuya tribu habíais esclavizado al servicio de Simazul, sus gorgoreos incoherentes no tenían sentido pero su mímica exagerada era clara, llegaban los invitados.
La gracia divina de Azshara mediante, sería en mejores condiciones que la Princesa Sildara, quien bajo la tutela de Thespia había recibido permiso para partir a palacio sólo para volver envuelta en una toga real y con la vida escapándose de su cuerpo a través de profundas heridas. Tras cuestionar a la princesa, Thespia prohibió terminántemente se indagase más por parte de Palzigun.
Ahora sí, todo vuestro. Estáis en la misma sala del trono Thespia y Palzigun.
Shae inclina levemente la cabeza. Incomprensible, porque estos seres no realizan su trabajo para con la reina? Sera necesarios corregirlos? De momento les daré un aviso inconfundible.
Shae se encorva y tensa todo su torso, al estirarse descarga toda la tensión de su pecho generando un sonido atronador. Dicen que el cantar de las ballenas alcanza kilometros y encandile a quien lo escucha, el sonido generado por Sahe es diferente, puede que similar en potencia, pero no se trata de un sonido agradable, reverbera con potencia, las vibraciones se notan hasta en los mismísimos huesos de quienes están a su alcance.
Shae recupera su postura, vuelve a inclinar la cabeza y espera
Shae se refiere al caracol simplemente como tu, no le trata como una mascota y no existe ningun vinculo de obediencia, lo considera mas bien un amigo
Tirada oculta
Motivo: porque lo dice el master
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+1)=17
la tirada pedida
Sildara despertó sintiéndose como si un elemental de tierra hubiera jugado a la pelota con ella durante un día entero. Aún le dolía todo, pero por lo menos sus heridas estaban ya desaparecidas y tan solo quedaba piel sana sobre ellas. Por mal que se sintiese, por lo menos era mejor que todas aquellas veces que se había despertado anteriormente, atravesada por las pinzas y al borde de la muerte.
Por todas las escamas del imperio.
Sus tutores se habían pasado quinientos años repitiéndole que no debía maldecir ni usar aquellas expresiones, y al final había acabado por hacerles caso: ya no las decía, pero no podía evitar pensarlas. En momentos como aquel, tenía que apretar los labios para que las palabras no salieran de su boca, porque realmente había motivos. Ya podía haber habido algún valiente guardia o alguna doncella que detuviera a Sivara en su lugar. Demonios, hasta uno de aquellos ridículos murlocs le habría valido. Ahora estaría en audiencia con la Reina, hablando del increíble valor que había desplegado aquel héroe al detener la desmedida ambición de la comandante, pagando por ello con su vida. Era una historia que se vendía sola, ya podía oír las exclamaciones de admiración de los nobles.
Pero no: no había habido nadie más, y ahora en vez de estar allí contándolo y sobrecogiendo a su auditorio estaba en aquella cama, con dolores en partes del cuerpo que no sabía que tenía y con aquel estúpido murloc brincando y soltando chispas. Lo que hacía se parecía tanto a la magia verdadera como una sardina a un tiburón.
Ya fuese porque había algo de genuino en aquella parodia de magia, porque sus bufonadas la entretenían, o por los cuidados que había recibido anteriormente, Sildara sintió que el dolor iba pasando a un segundo plano donde era fácil ignorarlo, que por fin iba a poder levantarse y hacer algo de utilidad. Carraspeó y se mentalizó de que no podía mostrar debilidad, ni hacer las cosas que hacía cuando estaba sola, como desperezarse y andar un rato como un no muerto por la sala hasta que se sacudía el sueño. Aquella vez debía de ser una princesa desde el momento en el que pusiera la cola fuera de la cama.
Parpadeó, ensayó mentalmente su voz de mando, y adoptó la expresión fría y regia de educada indiferencia que le habían enseñado. Salió de la cama con toda la elegancia de la que fue capaz, y alzó una mano ante el murloc. Habló con un tono desapasionado, de orden.
-Gracias, es suficiente -movió la mano- Puedes retirarte.
Su primera intención fue la de ir a ver a Thespia, pero entonces, antes de que el murloc se fuera, recordó lo que sus tutores le decían: una princesa no va a ver a los demás, son los demás los que van a verla a ella. Antes de que la bestia saliera, habló de nuevo.
-Ve a decirle a tu señora que ya he despertado, que la espero.
En cuanto el bicho salió andando con sus desgarbadas patitas, Sildara miró a su alrededor, buscando su ropa de noble.
Bueno, en cuanto se va el murloc busco ropa limpia y me aseo en lo posible.
¿A los nobles se les sigue llamando altonatos o eso se acabó cuando se convirtieron en nagas?
¿Estamos bajo el agua?
me mantengo callado a la llegada del jefe de la tribu de los murloc, aquellas criaturas no eran gran cosa y no esperaba mucho de ellos, todavía me acordaba de cuando los conquistamos, y jugeteo con la cabeza del jefe de la guardia del imbécil que le levanto la cabeza a mi señora, eso si fue un gran enemigo y no tanto estos bichos.
Post de aclaración:
Bueno, en cuanto se va el murloc busco ropa limpia y me aseo en lo posible.
Perfecto, tomo nota.
¿A los nobles se les sigue llamando altonatos o eso se acabó cuando se convirtieron en nagas?
El egoísmo se ha adueñado del corazón de los nagas tras quedar sepultados bajo las aguas. A sabiendas que no tienen derechos ni posibles pretensiones independientes a la voluntad de La Reina la inmensa mayoría buscan su individualismo a través de los títulos, cada uno el suyo: Mirmidón, Guardia Real, Comandante, Princesa, Hidromántica, Lady, Cazatormentas, Eclipse, etc.
Saberse el de la gente a quien te diriges es una muestra de respeto mientras que el ignorarlo, ya sea por desconocimiento o intencionadamente, puede ser interpretado como una ofensa - todo depende de cuánto quieras buscarle las cosquillas a otro naga por debajo de ti en la escalafón.
¿Estamos bajo el agua?
Mucho, a una patada de metros bajo el nivel del mar. Eso sí, esta es tu cámara "privada" (tan privada como puede serlo una sociedad sin puertas), de manera que tú decides si es un islotie en una bóveda de aire rodeado de agua o un habitáculo completamente sumergido.
Thespia no podía evitar mirar de reojo al espejo de mano que descansaba cerca, en una exquisita mesa donde, boca abajo, parecía decirle en susurros que mirara un poco más, que le diera la vuelta y descubriera los secretos del futuro. Pero la hidromántica sabía que era su mente que se refugiaba en el para ocultar su miedo. No miedo hacia su líder y amiga, Lady Vashj, a quien, en el otro lado de la plataforma tenía dispuesta un pequeño aperitivo como recepción. Tenía miedo de no poder acompañarla para poder ponerse a las órdenes de ÉL.
Lo tenía todo planeado, esta mañana había mirado en su Espejo de las Nagas*. Una reliquia familiar en cuya superficie Thespia deja caer un par de gotas de agua de mar y en ocasiones puede atisbar la verdad del futuro. El futuro sólo le había mostrado escamas ensangrentadas, expresiones de asombro y una palma roja. Esperaba en una habitación destinada a las recepciones y la música pues era una “seca” con una gran cúpula para soportar las presiones abisales y cristaleras para quien prefiera quedarse en el agua. Se entraba por unas escaleras que salían directamente del agua y en la pared opuesta estaba la plataforma, con mesas a los lados y unas cortinasde un color verde jade, que tenía la particularidad de tener dos niveles, con una diferencia pequeña, pero evidente, reservando la alta a Lady Vashj, incluso cuando no está y tiene alguna reunión con su hueste, Thespia se queda en el nivel inferior, para que quede claro y visible, que todo lo hacen por su líder, que aunque no esté presente, siempre está ella en nuestras acciones a corto o largo plazo.
No tenía muchas edificaciones su territorio, y era incluso más pequeño que el de muchos nobles, pero su ubicación era claramente privilegiada, en la zona alta de una grieta, como si fuera un balcón era una buena vista. Las brillantes plantas acuáticas resplandecían por todo el lugar.
Alejando su mirada del ventanal, la dirigió hacia abajo. En su regazo estaba uno de sus instrumentos favoritos un guqin**, un largo instrumento de cuerda que descansa en su regazo, con 7 cuerdas. Lo comienza a tocar para buscar la calma en lo que llegan los invitados y recibirlos con música.
* Tengo activada la habilidad Hidromántica
** Cambio uno de mis instrumentos a este.
EDITADO 06/09/2019: "Me gustaria cambiarme la imagen de guqin a una imagen más wow"
Perfecto, me parece genial, muy chulo ^^
Fue en aquel momento en que sentiste que algo no iba bien, habían comenzado a sonar unos dulces acordes cuando de pronto el silencio se impuso; hasta el burbujeo ambiental parecía haber callado y la luz de las distintas luminiscencias perdieron fulgor para dar paso a una sensación sobrecogedora y familiar. Algo que habías creído poder olvidar pero que en aquellas profundidades te había encontrado, todo comenzó a temblar y sacudirse.
Spoiler (marca el texto para leerlo):
Spoiler (marca el texto para leerlo):
Motivo: Terror
Tirada: 1d20
Resultado: 7(+1)=8
El terror se adueñó de aquellas criaturas que no encontraron el coraje para atacarte ni las entendederas suficientes para huir, apelotonándose entre ellas, apuntándote y retrocediendo a cada paso que avanzabas, inexorable.
Las puertas del palacio no distaban mucho de ti y pronto cruzarías el umbral de Simazul, hogar de Hidromántica Thespia, la señora a cuya noble familia habías servido durante generaciones, pasándose tu servicio de padres a hijos como una maldición de la que jamás parecían poder deshacerse.
La Bestia Shae te habían llamado, Shae el Roto y La Desgracia; nombres para herir a quien no tenía orgullo que sufrir, solo un latido constante y el deber de servir... Acudiendo a la llamada.
Al llegar junto a la puerta Shae muestra los dientes a los murlocks colindantes en un rapido y agresivo movimiento.
eso dejará espacio para preparar la ofrenda
Se detiene ante la puerta y exitiende una ruinosa manta.
De su morral empieza a extraer diversos objetos, aquellas cosas que se ha cruzado en sus viajes y ha considerado dignas.
Unos aparejos de pesca humanos.
Una extraña pieza de coral.
Un tubo metalico.
Un trozo de tela con lo q parece in blason.
Y una caja titilante que todavia no ha conseguido abrir.
Estudia minuciosamente la colocacion de los objetos y la corrige hasta que es la adecuada. Cuando se siente satisfecho con la ofrenda y su disposicion usa las aldabas de la puerta para dar tres energicos golpes tal y como ha hecho cada vez que ha regresado al "hogar".
A continuacion se enrosca junto a su ofrenda y exitiende los brazos en posicion de sumisión a la espera de su señora.
Los objetos son todo cosas sin valor (que espero no moleste añadir ahora que las portaba) a excecion de la "caja titilante" que es un cofre con mis 10 monedas de oro.
Sildara aún estaba poniéndose la ropa de noble cuando de pronto el sonido ambiente calló por completo. El burbujeo omnipresente había cesado, lo que hizo que el silencio se hiciera súbitamente pesado y ominoso, amenazante como un depredador preparado para saltar. Sildara se giró, con una mueca de miedo traicionando su perfecta máscara de princesa, y vio que incluso las luminiscencias de la sala habían disminuido en poder.
La sala quedó a casi a oscuras, y más aún cuando el murloc, presa del pánico, se metió el apéndice en la boca. Sildara retrocedió hasta que su cola chocó con el aparador. Allí, a oscuras, en total silencio, sintiendo ya la bestia que se acercaba, recordó un terror casi olvidado y enterrado en su psique, un terror que los naga se habían esforzado en eliminar durante milenios, pero que aún seguía allí, insidioso como una carcoma. En ese momento, todo lo que era, una princesa, una noble, familia de la Reina, una hechicera, una hija de la tormenta, se diluyó y se desvaneció ante el rugido de la bestia, de la bestia temible y deforme que venía a comerles a todos. Se convirtió solo en un pececillo asustado huyendo del tiburón.
Sus cuatro brazos se agarraron al aparador, aterrada, y entonces vio al múrloc, que se había tirado al suelo, presa del pánico, que incluso se metía su apéndice en la boca para que no le vieran. Era un pequeño animalito asustado ante algo mucho más poderoso y temible, y de pronto Sildara se vio reflejada en él. ¿No estaba ella igual de asustada? ¿No estaba ella allí, contra el aparador como si se escondiera en sus propias habitaciones? ¿No se habría metido su apéndice luminoso en la boca de haberlo tenido?
¿Acaso era ella un múrloc, una patética criatura que no servía más que para las tareas más sucias y para las bufonadas? No. Ese solo pensamiento logró arrancarle su terror, sustituido por su orgullo herido, e inmediatamente se esforzó en recuperar la compostura. Setecientos años de lecciones de nobleza regresaron a su mente de golpe, y se separó del aparador, irguiéndose en sus dos metros de estatura con la barbilla alta, y con los cuatro brazos alzados. Aquella bestia había sido invocada por Thespia, era un aliado. Tal vez un aliado repulsivo, pero un aliado. Recuperó la calma, su identidad y su compostura, y serpenteó hacia el murloc, alzando una de sus manos hacia él. Carraspeó para que la voz no le temblara, y dijo con su mejor voz de mando:
-Ya basta. No tienes nada que temer de él, pero sí de tu señora si me desobedeces. ¡Haz lo que te he ordenado! ¡Lleva el mensaje ahora!
Empleando su poder, de las otras tres manos saltaron unas chispas que hicieron arcos eléctricos entre sus dedos, chasqueando. Eran solo ilusiones, sin electricidad real, pero dudaba que el murloc lo supiera.
Aquí te pido, como fan del rol que eres, que te asegures de tener el sonido puesto, posiciones tu ratón sobre estas líneas, te tapes los ojos, tomes aire, le des click y aguántes la respiración todo lo que puedas. Una vez hecho puedes continuar con la lectura más abajo. Gracias por el voto de confianza.
Bueno, casi me ahogo pero lo he hecho xD Ha estado guay.
Al principio pensé en cambiar mis acciones, pero luego dije, qué demonios, soy una princesa o no? Aquí que vaya el murloc jaja
Uso Prestidigitación para hacer las chispas.
La llegada de Shae me pone las aletas de punta, todavía recordaba cuando llegue al servicio de la madre de Thespia cuando transformo a una cria en aquel monstruo, "Mi ssseñora, conozco a essse ssser, fue uno de losss esssperimentosss de vuessstra madre" le digo a mi señora cuando oigo el rugido, nunca podría olvidar aquel rugido, ni en la punta mas recondita de los mares, a millas del punto de origen, lo reconocería, "Osss recomendaría que tengaísss cuidado con ella" le digo a mi señora, sabía que aquel ser me reconocería, pero igualmente al ver como el murloc se escondía, "creo que sssería buena idea bussscar aliadosss que no ssse essscondan ante la primera amenaza que sssalga a sssu encuentro" digo con un tono ofensivo y una pequeña risa hacía el jefe de la tribu murloc.
no se si así esta bien lo del seseo.
Thespia se saltó una nota al oir el sonido de Shae. Crear escalofríos con su sola presencia era una habilidad a tener en cuenta, lo malo es que la provocaba en aliados y enemigos por igual. Tenía la esperanza que vinieramás tarde cuando la recepción hubiera acabado pero no había sido así, ahora tocaba minimizar los daños que podría causar.
-Está claro que no podré hacer la recepción majestuosa que pretendía- deja el instrumento en la mesita junto al espejo, mientras pone los ojos en blanco- dime algo que no sepa Palzigun, pero Shae es parte de nuestra familia y siempre será bienvenido- se acomoda apoyada en su cola con los brazos en el regazo- déjate de ideas y que entre Shae cuanto antes, e intenta,por el amor del oceano, quedarte cerca de él, sólo me falta que llene a Vashj con collares de algas, como si esto fuera el mar de los trolls y estuvieramos de vacaciones- aunque sus palabras parezcan cortantes, son informales, pues esa era la deferencia que tenía con su Capitán y mejor guerrero.
Con tres retumbares sobre las puertas estas cedieron con violencia, abriéndose de par en par para dejar entrar a una turba apilada de aterrorizados murlocs que se habían visto incapaces de detener el avance de Shae. Una vez en el suelo del interior del palacio y ante la mirada de su señora y jefe de tribu encontraron el valor suficiente para rodear a la bestia, dejando varios metros de margen entre su postrada figura y la punta de sus lanzas.
Al llegar junto a la puerta Shae muestra los dientes a los murlocks colindantes en un rápido y agresivo movimiento.
eso dejará espacio para preparar la ofrenda
Se detiene ante la puerta y extiende una ruinosa manta.
De su morral empieza a extraer diversos objetos, aquellas cosas que se ha cruzado en sus viajes y ha considerado dignas.Unos aparejos de pesca humanos.
Una extraña pieza de coral.
Un tubo metalico.
Un trozo de tela con lo q parece un blasón.
Y una caja titilante que todavia no ha conseguido abrir.Estudia minuciosamente la colocación de los objetos y la corrige hasta que es la adecuada. Cuando se siente satisfecho con la ofrenda y su disposición usa las aldabas de la puerta para dar tres energicos golpes tal y como ha hecho cada vez que ha regresado al "hogar".
A continuación se enrosca junto a su ofrenda y extiende los brazos en posición de sumisión a la espera de su señora.
Así se presentaba la bestia que años ha había obedecido al pie de la letra la instrucción de abandonar aquel lugar. El paso del tiempo le había hecho crecer de su aspecto cadavéricamente desnutrido a uno más sano y fuerte, mucho había tenido que ver y devorar para que aquella criatura fuese la misma que vieron la última vez.
El chamán de la tribu murloc, quien había estado velando el sueño y la recuperación de Sildara, irrumpió chorreando por haber pasado por un conducto sumergido para llegar ante vosotros cuanto antes. Ver a la bestia Shae le hizo tropezar en su carrera por alcanzar a Thespia, rodando entre gorgoreos, quejidos y extremidades descontroladas que latigueaban buscando detener su desastrosa presentación.
Cuando por fin paró su avance buscó con preocupación a su ama teniéndola a sus espaldas, buscó a la derecha, a la izquierda, el pánico latente a medida que sentía la presión de ojos que podrían decidir su destino, llegando a buscar en su bolsa, en el techo y bajo sus patas. Al levantar un pie atisbó la figura que ansiaba, de manera que siguió levantando su pie hasta perder equilibrio, caer al suelo de rodillas con la fortuna de estar encarado hacia la señora de Simazul y bajar la cabeza varias veces para farfullar su lengua barbárica mientras señalaba una vez tras otra en dirección a la cámara de la princesa.