Partida Rol por web

Doce meses: El Sol Plateado

Prólogo: Despertar al atardecer

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03/09/2020, 00:34
Narrador

La hoja de la guerrera logran encontrar el cuerpo de la bestia en ambas ocasiones, tajando a diestro y siniestro. Sendos cortes aparecieron entre las costillas de la criatura dejando entrever el putrefacto interior del monstruo que ya parecía bastante maltrecho. Sin embargo, nuevas amenazas seguían surgiendo de entre las sombras. Las criaturas seguían trepando por la pared y se acercaban peligrosamente.

De repente, la torre al competo se estremeció. Alguna clase de entre de gran tamaño parecía estar golpeando con una fuerza abrumadora la desvencijada estructura. Un segundo envite reverberó en toda la edificación. Las vigas soltaron un escalofriante crujido. Aquello no aguantaría demasiado tiempo.

Por su parte, Renkay logró finalizar su encantamiento y el polvo plateado comenzó a refulgir con un brillo azulado. Las bestias no-muertas titubearon un instante al contemplar aquel resplandor.

- ¡Edith! ¡Ven conmigo, tras la línea! - gritó Renkay jadeando por el esfuerzo.

El momento de duda del engendro se había terminado y de nuevo se preparaba para la batalla.

El veterano volvía a rebuscar en sus numerosos bolsillos. En aquella ocasión, sacó de uno de ellos una especie de amuleto similar a una moneda de cobre con una línea que la dividía por la mitad.

¡Toma esto! Rompe el amuleto y te llevará a un lugar seguro. - dijo alzando el objeto en su puño.

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04/09/2020, 00:20
Edith
Sólo para el director

Edith consiguió alcanzarle con su espada varías veces dejando al descubierto su mugriento interior aunque eso no parecía ser suficiente.

Cada vez tenían menos tiempo y los demás seres se les echaban encima. De repente, la torre se tambaleó, soltando nubes de polvo. Algo demasiado grande los acechaba. Edith tuvo un pequeño traspiés pero consigue aguantar con algo de equilibrio.

Al mirar a su compañero, un brillo resplandeciente casi la cegó y pareció distraer a los monstruos. Renkay le pidió que fuera a su lado y viendo como la bestia volvía a su ser decidió que era buena idea no quedarse junto a la criatura enfadada.

Observó a su amigo, con gran urgencia, sacar una especie de moneda del bolsillo. Este le pidió que la rompiera para que la llevará a otro lugar lo cual no era muy esclarecedor.

-Renkay, ¿Qué es esto?, ¿dónde esta la tuya?. No me iré sin ti.

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04/09/2020, 00:38
Narrador

La criatura trató de arremeter contra ellos de nuevo pero chocó con una barrera translúcida y azulada que se alzó sobre el polvo. Como una animal acorralado, el engendro comenzó a golpear con garras y colmillos tratando de destrozar la barrera que le impedía el paso. Algunas de las aberraciones que trepaban por la pared también alcanzaron la apertura en cuestión de segundos y empezaron a tratar de ayudar al coloso no-muerto en su improvisado asedio. El muro mágico refulgía una y otra vez con cada impacto, repeliendo a los muertos hambrientos en cada destello.

El torreón tembló de nuevo con un impacto aún más fuerte que el anterior. Las vigas que sujetaban los destartalados muros soltaron polvo y astillas y crujieron de una forma escalofriante. Renkay miró a su alrededor y Edith pudo entrever el miedo en sus ojos. Cuando la joven pelirroja miró donde su compañero lo había hecho hacía un segundo entendió el motivo de su congoja. Por el agujero de la pared se podía ver cómo una verdadera marea de no-muertos rodeaba la torre y unas afiladas garras asomaban ya desde el exterior.

Aquellos seres trepadores no tardarían en penetrar en la sala.

Un tercer golpe hizo estremecerse la torre. Algunos fragmentos del techo se derrumbaron a su alrededor. Un puñado de piedras del muro se desprendieron y cayeron al vacío. El repiqueteo de los monstruos contra la barrera arcana se hacían cada vez más constantes y comenzaban a aparecer grietas en la superficie azulada de su única protección. El ceño del veterano se frunció mientras la determinación inundó su rostro. Sin dudar, colocó el amuleto en la mano de Edith, soltó su arma y la abrazó con fuerza.

- Edith, ahora. - dijo sereno en su oído.

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04/09/2020, 01:27
Narrador

El enano miró pensativo a Telvor y Thorian alternativamente, pensando en sus palabras.

- Sin duda, mago. Pronto lo averiguarás. - A continuación, centró su mirada en la casita de piedra que el elfo había materializado frente a ellos. Soltó una risotada antes de comenzar a caminar hacia la puerta. - Sabrás que mi gente es poco amiga de las estructuras alzadas con magia. Pero tras una luna entera durmiendo en estas ruinas, que me aspen si declino un invitación a sentarme frente a una chimenea.

Sin embargo, a pesar de ser la más menuda de la reunión, fue Donnamira la primera en penetrar en el refugio con una amplia sonrisa pintada en los labios.

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04/09/2020, 01:28
Thorian

Thorian le dedicó a su maestro una mirada risueña mientras emprendía el camino hacia la entrada del edificio y sacó el símbolo sagrado que colgaba de su cuello con la intención de comenzar los ensalmos del conjuro requerido por Telvor.

- Dudo que el banquete pudiera estar a la altura de los invitados. - replicó jocoso haciendo referencia a un hechizo mucho más poderoso – Aunque si están la mitad de hambrientos que yo, dudo que rechacen un buen bocado por sencillo que sea.

El semielfo se detuvo en la puerta para permitir cortésmente la entrada al mago en primer lugar, como correspondía a su estatus. Aunque el escriba no era una persona demasiado apegada a los rangos, el respeto que sentía por el Sabio solía llevarle a ese tipo de conductas.

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04/09/2020, 01:28
Narrador

Antes de que ambos miembros del Prisma tuvieran la oportunidad de penetrar en el refugio, un fuerte cosquilleo les recorrió toda la piel. De nuevo, era la familiar sensación de la magia aunque mucho más poderosa y desatada de lo que nunca habían sentido. Era una sensación cálida pero con una fuerza arrolladora, como la mano de un fornido padre sujetando el brazo de su preciado hijo. Por segunda vez, el mundo se retorció a su alrededor y la realidad cambió frente a sus ojos.

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04/09/2020, 01:29
Narrador

Incansables, ambos guerreros acometieron contra el diablo aunque sus esfuerzos no parecían tener los resultados deseados. Los ardientes puños del genasí no lograban resquebrajar la gruesa coraza ósea del abisal mientras que la espada de su inseparable camarada apenas logró realizar un rasguño en su enemigo. El rostro del ser se contrajo en una mueca que parecía ser el amago de una sonrisa burlona.

- Sois unos mortales extremadamente exasperantes. - dijo con desprecio. A continuación, giró la cabeza hacia el arcanista y la repugnantes sonrisa del infernal se ensanchó. - Tal vez, pueda terminar con algún trozo de carne que porte menos acero en primer lugar.

El mago lanzó un alarido de pleno terror al ver como el engendro se giraba con intención de abalanzarse sobre él. Tanto el monje como el paladín encontraron un hueco en las defensas del demonio y prepararon sendos golpes con el fin de detenerlo.

Sin embargo, un fuerte cosquilleo les recorrió toda la piel. De nuevo, era la familiar sensación de la magia aunque mucho más poderosa y desatada de lo que nunca habían sentido. Era una sensación cálida pero con una fuerza arrolladora, como la mano de un fornido padre sujetando el brazo de su preciado hijo. Por segunda vez, el mundo se retorció a su alrededor y la realidad cambió frente a sus ojos.

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04/09/2020, 01:29
Narrador

Sin perder un solo instante, el druida se alzó sobre las patas traseras de su nueva forma y giró en redondo ignorando a su actual oponente. El mago que había llegado en segundo lugar le dedicó una triste sonrisa y un asentimiento mientras pasaba a su lado. Su fiel compañero le siguió torpemente, aún confuso por el efecto del ataque del doblegamentes.

Mientras cruzaban el arco casi derruido por la entrada de Gornak, escucharon como los impactos mentales golpeaban una y otra vez el muro de hierro. Justo antes de perderlo de vista, Zrabroth pudo atisbar unas enormes y cada vez más abundantes abolladuras que se formaban sobre la última defensa de sus libertadores.

Una vez penetraron en la nueva sala, la visión fue devastadora. Se encontraban en una estancia, similar a la anterior. Era algo más pequeña aunque el altar era de tamaño suficiente como para haber sostenido a un animal del calibre de Gornak en su gélido confinamiento. No obstante, no había más salida que por la que habían penetrado en la habitación.

Unos gritos procedentes del exterior auguraban un funesto destino para los que habían quedado atrás. Con su último aliento, uno de los dos arcanistas lanzó un conjuro sobre los restos de la entrada de la sala, provocando un derrumbamiento de un calibre suficiente como para sellar la puerta.

Estaban encerrados.

Fue entonces cuando un fuerte cosquilleo les recorrió toda la piel. De nuevo, era la familiar sensación de la magia aunque más poderosa y desatada de lo que no habían sentido desde hacía eónes. Era una sensación cálida pero con una fuerza arrolladora, como la mano de un fornido padre sujetando el brazo de su preciado hijo. De repente, el mundo se retorció a su alrededor y la realidad cambió frente a sus ojos.

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05/09/2020, 01:14
Edith
Sólo para el director

Ya era demasiado tarde, los monstruos les habían rodeado y la torre se derrumbaba cada vez más rápido. No había tiempo para pensar. Renkay parecía asustado pero fue su abrazo lo que más le inquietó. Un abrazo que le recordó cuando eran más jóvenes y la situación se había puesto fea. Un abrazo de amistad y de despedida. El abrazo que le avisaba que debía seguir adelante pasará lo que pasará, su hijo era su primera prioridad. No dudó un instante y lo aprisionó con más fuerza que nunca escuchando su voz como si fuera la última vez. No lo soltó y tras su espalda rompió la moneda.

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10/09/2020, 23:51
Narrador

La joven guerrera notó el amuleto crujir entre sus dedos pero escuchó un chasquido mucho mayor. El escudo que mantenía a sus enemigos lejos de ellos, acababa de romperse y los no-muertos pugnaban por penetrar en tropel. Sin embargo, aquello dejaría de importar en cuanto la torre se viniera abajo.

- Adios, Lady Scalpers. - dijo Renkay en penas un suspiro.

De repente, notó como el mundo se arremolinaba a su alrededor. Durante un instante, Edith no pudo ver nada y quedó cegada por un fulgurante resplandor. Notó como el metálico abrazo del veterano se había desvanecido. El olor a caballo y sudor dejó paso a un empalagoso olor a incienso. En cuanto recuperó la vista, comprobó que se encontraba en la sala principal de un templo. El sol del atardecer se coloreaba a través de los cristales de una gran vidriera mientras que algunos rezos susurrados llegaban a la sala donde se encontraba.

No tuvo tiempo de ver nada más. Justo después, un fuerte cosquilleo les recorrió toda la piel. De nuevo, era la familiar sensación de la magia aunque mucho más poderosa y desatada de lo que nunca habían sentido. Era una sensación cálida pero con una fuerza arrolladora, como la mano de un fornido padre sujetando el brazo de su preciado hijo. Por segunda vez, el mundo se retorció a su alrededor y la realidad cambió frente a sus ojos.