Partida Rol por web

Había decidido darle algún tipo de respuesta a Nicte, aunque finalmente me hubiera dicho que el asunto no tenía tanta importancia; pero aun así quise hacerlo, si íbamos a ser compañeros, tarde o temprano descubriría qué era ese objeto de mi muñeca.

Su respuesta me dejó confundida, sin entender exactamente qué quería decir con aquello. No era precisamente alguien a quien pudiera llamarse expresivo, y dudaba entre si se refería a que aquel asunto que le había expuesto no tenía importancia para él o a que realmente no comprendía los motivos.

- No sé… ¿Porque te han traído a una Fundación de Jóvenes Especiales y yo no lo soy exactamente? ¿Porque te hayan enviado justo con la chica que no tiene poderes propios? – comencé a elucubrar, viendo cómo se giraba en busca de no sabía qué.

Entonces fue él quien se mostró confuso, volviendo a mirarme, pero en seguida me dio la espalda retomando el camino.

- Sí, claro. – respondí a su deseo de continuar avanzando, tratando de darle alcance. - ¡Espera! – le pedí, acelerando el paso sobre aquellos tacones, intentando no quedarme atrás.

No entiendo su sarcasmo y respondo suponiendo que busca una respuesta, - no me ha traído nadie, vine yo solo... en cuanto a lo otro, no se porque, pero no confío en el brujo.

Camino mas despacio haciendo caso de su petición. - ¿Todo bien?, pregunto sin saber muy bien el porqué, ¿qué me está sucediendo, qué me ha hecho?. Luego, sabedor de que a muchos humanos les incomoda el silencio y pretendiendo también que se sienta mas segura en la oscuridad al escuchar mi voz, preocupándome de nuevo por ella, trato de darle conversación, - ando buscando a un humano, guardo unos segundos de silencio recordando, - Signo... creo que se llama. Miro con atención en las sombras, observando las distintas galerías que se abren de vez en cuando a un lado u a otro, - me desafió, y me robó algo que me pertenecía, no pretendo recuperar lo que se llevó, tan solo castigarle por lo que hizo. Necesitas... ¿ayuda?

Escuché las respuestas de Nicte a aquellas preguntas que no necesitaban contestación, siendo únicamente algunas opciones que se me habían ocurrido por las que pudiera sentirse decepcionado. Comenzaba a notar cómo su cabeza no parecía funcionar igual que la mía, y es que entendíamos algunas cosas de muy distinto modo.

No confía en el brujo…

Aquello llamó especialmente mi atención. A pesar de decir que había venido sólo, era con el profesor Rasputín con quien le había visto llegar, y ahora resultaba que no confiaba en él.

¿De dónde sales exactamente? ¿Cuál es esa casa de la que hablabas?

Pero no me pareció el momento de saciar mi curiosidad, y seguí avanzando, viendo como Nicte hacía caso a mi petición y caminaba algo más despacio. Su pregunta acerca de si todo estaba bien me sorprendió, sin comprender exactamente a qué se refería.

- Sí, ahora ya te veo mejor. – respondí a su pregunta, habiéndole dado alcance, ciñéndome a aquel momento concreto.

Continuamos avanzando, y Nicte volvió a hablar, contándome cómo buscaba a un humano. Mi primer pensamiento fue el de que eso era algo que teníamos en común, yo también buscaba a alguien, y él me iba a ayudar a encontrarlo; así que pensé que quizás después podría ayudarle yo a él. Pero lo que añadiría a continuación disipó aquella idea de mi cabeza.

- ¿Ca…? ¿Castigarle? – pregunté incrédula, algo temerosa, obviando su pregunta por la sorpresa.

Guiados en la aparente penumbra del lugar, recorréis un largo pasillo que os lleva a una sala tenuemente iluminda. La poca luz del lugar procede de varias fuentes, la primera de las cuales son una serie de luces pequeñas, seguramente leds, de un cuadro eléctrico abierto. Diferentes térmicos se encargan de suministrar electricidad a las diferentes partes del edificio, o al menos a una parte de él, estando cada zona marcada con una codificación, a la que se ha añadido una pegatina con el nombre de la sección.

Al fondo, también iluminada por leds, está el sistema de calefacción del edificio, también sectorizado, diferenciado el calor del edificio principal, sobre vuestras cabezas, de un par de salidas que parecen llevar a los dos edificios adyacentes, donde se encuentran los dormitorios masculinos, en uno, y femeninos en el otro.

Desde aquí, aprovechando los conductos y las sombras que habitan en ellos, que sirven por igual a la calefacción, la electricidad y el agua, aunque separados entre sí, Nicte es consciente de poder desplazarse hasta ese edificio del que le habló Xandra.

Aunque quizás, tras la revelación del tulpa que ha dejado conmocionada a la joven, aclarar las cosas entre ambos sería más urgente que alcanzar esas habitaciones.

- Creo que es por ahí, digo señalando en una dirección, justo antes de la pregunta de Xandra. Me vuelvo de nuevo a mirarla y cuando lo hago, de modo inconsciente evito la débil luz, amparándome en la sombras.

- Claro... imagina que alguien entra en tu casa, sin haber sido invitado, toma algo que te pertenece, sin TU permiso. Mi voz entonces pasa a convertirse casi en un susurro, hablando mas para mi que para la joven, - alguien que has estado cuidado, atesorando, cultivando durante mucho tiempo, y con un sencillo gesto, todo el tiempo que habías invertido en Enrique desaparece con él mismo. Cambia de nuevo el tono de mi voz al tiempo que las sombras comienzan a agitarse con mi creciente enojo, engullen una de las tenues luces y avanzan dispuestas a devorar a la siguiente, - él me lo ha arrebatado, Signo... por eso debo castigarle, y entonces antes de que la siguiente luz se extinga, las sombras dejan de tremolar y de nuevo vuelve la calma a los subterráneos.

Con aquella pregunta en el aire, llegamos hasta una sala débilmente iluminada, una especie de cuarto de contadores; desde donde parecía que se controlaba la electricidad y la calefacción del recinto. Me fijé en las distintas partes del lugar esperando aquella respuesta, girándome hacia Nicte cuando comenzó a hablar.

La forma en que empezó a hacerlo parecía querer decir que quería castigar a alguien por un simple robo. Sí, a nadie la agradaba algo parecido, pero ¿Para tanto era? ¿Qué le habrían robado? No debía tratarse de cualquier cosa si su principal objetivo era dar con el ladrón.

Aún continuaba inquieta, temiendo de lo que el tulpa fuera capaz sin aparente justificación. Sin embargo, su voz se volvió más suave, casi un susurro, hablando de cómo había estado cuidando a alguien para después perderlo. Alguien.

¿E-Enrique?

Mi perspectiva sobre aquel asunto cambió entonces de forma radical, dispuesta a preguntar a mi nuevo compañero por ello, pero de pronto las sombras que formaban o recubrían su cuerpo comenzaron a agitarse; hasta el punto de engullir alguna luz. Mi piel se puso de gallina, viendo su reacción y la forma en que afirmaba que debía castigar a Signo por haberle arrebatado a ese alguien.

No sabía cómo actuar. Quizás lo mejor hubiera sido hacer como si nada y continuar con nuestro camino, con el camino que llevaba a mi propósito particular; además, inmiscuirme podía suponer una mala reacción por parte de Nicte, nada más y nada menos que el propio Miedo.

Sí, la cabeza me decía una cosa…

- N-Nicte tú… ¿Estás bien? – hice una pausa, dejando que respondiera. - ¿Puedo preguntar quién era Enrique? ¿Y porqué…? – sentí cómo se me encogía el pecho, mostrando mi rostro entristecido. - ¿Por qué no puedes recuperarlo?

…y yo hice todo lo contrario.

Noto su inquietud, la misma que tan a menudo precede al miedo, y donde antes habría sentido ese hambre primordial, de nuevo surge ese extraño sentimiento hacia Xandra, preocupación... segundos antes de que las sombras comiencen a retroceder, y ahogo una maldita pregunta en mis pensamientos, ¿estas bien?

Y en medio de la confusión que siento, su voz me golpea, preguntándome lo que pensé, como si hubiese leído mis pensamientos, retrocedo algo ¿asustado?, un par de pasos, hasta chocar mi espalda contra la pared, - ARGHH, grito frustrado golpeando la pared con el dorso de la mano derecha. Ya mas calmado respondo, - si, ladeo la cabeza pensativo, - y no, permanezco en silencio hasta que vuelvo a escuchar su voz, - ¿Enrique?, y comienzo a pensar en sus miedos, recordando, - él lo cambio, ya no se quien es, ya no conozco sus miedos.

Miro de nuevo hacia la galería, - será mejor que continuemos. ¿Necesitas ayuda?, pregunto cambiando de tema.

Aquella pregunta, esa que pronuncié con bastante inquietud, temiendo que no le agradara a Nicte; provocó que este retrocediera un par de pasos, sin comprender el motivo para ello. Terminó chocándose contra la pared, emitiendo un quejido al golpear esta con su mano.

Entonces fui yo quien dio un par de pasos, pero hacia él, preocupada, teniendo la sensación de que todo se volvía cada vez más confuso. Y esta sensación se hizo patente cuando obtuve contestación, respondiéndome con un Sí y un No a la pregunta.

No es una sensación, todo esto es demasiado… Turbio.

Respecto a Enrique, afirmó que Signo lo había cambiado, por lo que ya no sabía quién era. Eso no era lo que le preguntaba, claro, pero el tulpa parecía comprender todo de forma demasiado literal. Al menos el echo de que aquella persona no estuviera muerta daba lugar a algo de esperanza. Me hubiera gustado saber más sobre aquello, de echo no descartaba volver a intentarlo en otro momento, pero Nicte no parecía querer hablar de ello, invitándome a continuar.

- Sí, será lo mejor… - musité, dispuesta a seguirle, cuando me preguntó si necesitaba ayuda.

Nuevamente, no sabía a qué se refería exactamente, pero sin pensarlo demasiado, le devolví la pregunta.

- ¿Y tú? ¿La necesitas tú? - le pregunté, mirando aquellos brillantes ojos que descansaban en medio de la oscuridad.

- Si, el brujo me la ha prometido, para encontrar a Signo.

Me giro decidido a continuar y me doblo repentinamente sujetándome el vientre, acosado por el hambre, hasta descansar mis manos y mis rodillas sobre el suelo. Con la boca entreabierta, mi respiración se torna algo áspera. Necesito concentrarme, buscar alguna criatura de la que alimentarme, cierro los ojos quedando completamente sumido en las sombras, tan solo una tenue silueta se distingue en la galería.

Escucho los leves chillidos de algún ratón, o de alguna pequeña rata, y el corazón de una joven. Puedo sentir el miedo en cada latido, en cada bocanada de aire, pero su corazón no late asustado, parece... ¿preocupación?, si, sería tan sencillo convertir esa preocupación en miedo, NO.

Me vuelvo hacia ella abriendo de nuevo los ojos, - alejate, regresa por donde hemos venido...

Y sin comprobar si me hace caso, de nuevo vuelvo a concentrarme en los chillidos de las ratas, y avanzo cobijado entre las sombras, sintiendo cada vez mas cerca al animal, su calor, su respiración... que sencillo resulta, tan solo tengo que sujetarla por el cuello, y el terror, se dibujará en sus ojos, esperando la muerte, una muerte que nunca llega, prolongar su miedo, hasta que este es tan intenso, que se detiene su pequeño corazón, son tan débiles estos animalillos.

 Parpadeo sorprendida cuando veo a Xandra junto a esa cosa, ¿Colaborando para abrir esa puerta? ¿Qué tiene tanta prisa por husmear, en nuestro primer día? ¿Qué le ha pasado después de que se fuera con tanta prisa de nuestra habitación? Todo esto me da mala espina, y parece que no he salido de una cuando ya estamos metidos en otra, porque... Creo que me voy a meter, después de recordar las palabras de Cassandra, su profecía y lo rápido que se está llevando a cabo. 

 - El lobo se volverá contra la propia naturaleza, la Sombra saldrá a la luz, y será la señal de la llegada de la muerte afilada... - Espero no formar parte de eso último, si no intentar detenerlo, y en cualquiera de los dos casos, parece que entrar ahí es meterme en un buen lío.

 - Yo voy a entrar. Si esto tiene algo que ver con lo que dijo Cassandra, Xandra puede estar en peligro. - Les digo nerviosa, y suelto a Cass. En el fondo estoy asustada, y me quedaría más tranquila yendo a avisar a un responsable del centro, pero no estoy segura de que haya tiempo para ello.

 Poco a poco me voy acercando a la puerta, inquieta, sin saber qué estoy haciendo, y me asomo a mirar antes de entrar.

¿Ir a buscar a los profesores?¿y perderse la diversión? Los profesores y demás estaban demasiado lejos y no había ninguna seguridad que los pudieran encontrar a tiempo. Aquello no era una posibilidad. Con la voz baja, por si acaso, respondio a Eclipse, ya que ella no podía hacer su magia vegetariana, tampoco es que fuera a ser de mucha utilidad:

-Va a ser que no... no hay ninguna seguridad de que los profesores llegaran a tiempo... haré como ella.. seguro que nos las podemos arreglar solos...

Señalando a Rocio. Se movió detrás de ella, quería ver que hacían Xandra y su doble oscuro... porque no tenía ni idea de lo que estaba pasando. ¿Estaría buscando a algo o a alguien? Seguro que era algo así, sino ya estarían dandose de tortas. Además, no iba a quedar como un cobarde delante de las chicas, tenía algo que se llamaba orgullo marcial.

Nicte me respondió en seguida, afirmando que así era, necesitaba ayuda para encontrar a ese Signo. Era la ayuda del brujo la que necesitaba, y me alegraba de que este se la hubiera prometido. Pero antes de darme ningún lugar a reacción o respuesta, el tulpa se giró y continuó hacia delante, hasta que de forma repentina se dobló sujetando su vientre.

Le miré sorprendida, viendo como terminaba en el suelo apoyado sobre sus manos y rodillas. Me acerqué en seguida, apoyando una mano en lo que parecía ser su espalda.

- ¿E-estás bien? – pregunté algo asustada, sin comprender qué le sucedía, escuchando cómo había cambiado su respiración.

Entonces su ojos se volvieron hacia mí, diciéndome que me fuera, que emprendiera el camino de vuelta.

- ¿P-pero por qué? ¿Qué pasa? – insistí, queriendo saber qué sucedía, siendo él quien se apartaba de mí, avanzando oculto en las sombras.

Me quedé quieta, esperando una respuesta que no llegaba, mientras le perdía de vista en la oscuridad.

No comprendo nada, ¿Por qué se esconde ahora de mí? ¿Es que he hecho algo malo? Quizás he preguntado demasiado…

- Si es lo que quieres, me iré... – dije decaída, girándome. – Lo siento si he hecho algo que te haya molestado... – añadí, emprendiendo poco a poco el camino de vuelta.

Y-yo... puedo buscar a algún profesor. -Propone de repente Cassandra, con voz nerviosa. Todo esto la supera bastante, pero tiene claro que lo que está sucediendo guarda relación con sus visiones. Puede que se vea obligada a vivir como si estuviera ciega, con esa extraña venda cubriendo sus ojos, pero incluso un ciego puede hacer cosas, y si bien no se ve capacitada para acompañaros e investigar, sí puede, al menos, ayudaros de esta otra forma- C-cuando encuentre a uno, le explico lo que ha pasado y que venga inmediatamente, ¿vale? P-pero... tened cuidado.

La chica se separa de vosotros, caminando por fuera de la casa a través de un camino empedrado que parece rodearla hasta la entrada principal. Por algún motivo, parece convencida de que allí encontrará a alguien, aunque su paso cegado la hace ir bastante despacio.

Con Cassandra encargándose de buscar ayuda, los tres os internáis en el edificio, a través de la cafetería. La cruzáis bajo su techo abovedado de cristal, que permite entrar en el lugar toda la luz del sol presente, y acudís directamente a la salida interior, que da acceso a uno de los pasillos internos de la casa. Es el lugar que visteis desde fuera, a través de las cristaleras de la cafetería.

Allí detectáis rápidamente la puerta de que se trataba. Entornada, se ve a la legua que ha saltado la cerradura, forzada y casi colgando del hueco de madera astillada, de forma que es imposible volver a cerrarla. Al abrir para comprobar su interior, descubrís un cuarto con baldas, llenas de material de limpieza y mantenimiento. No puede ser, ¿un simple almacén? Pero al asomaros al interior, descubrís unas escaleras que descienden hacia el sótano. Al escuchar detenidamente, os llegan voces desde abajo, aunque, extrañamente, no hay ninguna luz encendida...

Una situación incómoda se adueña de vosotros dos. Una más, desde que os habéis conocido, pero esta vez algo más seria. Tanto, que Xandra se ve necesitada de alejarse de su nuevo aliado, pues le parece que es precisamente lo que éste desea, aún sin comprender el motivo.

Sin embargo, al hacerlo, al girarse en dirección al lugar donde, en la oscuridad que la rodea, recuerda que estaba la escalera, se da cuenta de que pasa algo. Un movimiento arriba, sonidos de pasos, respiración. Alguien parece que vaya a bajar, más de una persona...

¿Estas bien? resuena su pregunta en mi cabeza como un recuerdo lejano, y las dudas de nuevo me asaltan, ¿por qué se preocupa por mi?, debería preocuparse por ella, pienso apretando los dientes, segundos antes de volverme.

¡¿No lo entiendes niña?!, necesito comer, alimentarme, y aquí solo estamos tú y yo, además de las ratas... vete, o esto se volverá muy desagradable... comienzo a alejarme sin mirar atrás, si lo hago, quizás no pueda resistirme, el escaso sustento que suponen los animales, no es nada comparado al dulce manjar de una criatura inteligente.

Desaparezco en las sombras, anticipando ya el triste aperitivo, agitado por las dudas, algo que nunca antes me había sucedido. ¿Por qué me preocupo por ella? y mientras me alejo, nuevas emociones se abren camino a través de mi atormentado espíritu. No puedo verla, pero puedo sentirla, alejándose, y por alguna extraña razón, lamento que se marche, pues aunque me cueste reconocerlo, tras años de soledad, es agradable encontrar a alguien que no siente repulsa al verme, que no elude mi compañía... que no esquiva mi tacto, y el recuerdo de su piel cuando mis sombras la abrazaron, hace todo mas doloroso, y la rabia, la frustración y el sufrimiento se funden en uno solo.

Alcanzo finalmente mi presa, una rata, no especialmente grande, me agacho y sujetándola con fuerza del cuello, observo como se abren sus ojos, se retuerce, buscando donde morder, para librarse de mi presa y sus chillidos llenan la galería, impidiéndome escuchar cualquier otro sonido, hasta que finalmente su corazón se detiene y los chillidos se extinguen, quedando de nuevo sumido en el silencio. Arrojo su cuerpo inerte a un lado, instantes antes de levantarme, mientras me llegan los pasos de otras ratas alejándose algunas, otras, embriagadas por el olor de la muerte, atraídas, decididas a darse un festín con el cuerpo de su hermana.

Caminaba de vuelta por el largo pasillo, dejando atrás el tenue sonido de los sistemas instalados en aquella sala de control, escuchando únicamente el ruido de mis zapatos al caminar. Sin embargo, este amago de silencio se vio interrumpido por un agudo ruido, provocando que me sobresaltara.

Me llevé la mano al pecho por el susto, suspirando al percatarme de qué se trataba.

Sólo es un rata, Xandra, una simple rata.

El chillido de esta se prolongó unos pocos segundos, hasta que cesó de repente. Ni siquiera me paré a pensar qué había sucedido con ella, siendo infinitas las posibilidades, y a fin de cuentas se trataba de una asquerosa rata. Sin embargo, poco antes de alcanzar la escalera, escuché otro ruido que me puso en alerta, preocupándome entonces por otro ser; aquel envuelto en sombras.

No, ¡Nicte!

Podía escuchar sonidos en la parte superior, pasos, había más de una persona; y todo parecía indicar que iban a bajar. Seguramente habrían visto la puerta rota y se preguntarían quién había sido. No podía simplemente marcharme y dejar a Nicte allí, expuesto a que le descubrieran y un fatal error acabara con el tulpa herido. Quizás podría haber intentado disuadirles de bajar, pero no podía estar segura de que alguno no lo hiciera antes de que Nicte llegara al edificio. Seguramente habría muchas opciones, y quizás mi elección no fuera la mejor; pero no lo medité demasiado, y mi instinto me hizo recorrer nuevamente aquel pasillo en dirección a mi nuevo compañero, esta vez corriendo.

Mis tacones sonaban con cada una de aquellas grandes zancadas, ruido que esperaba que advirtiera a Nicte de mi presencia, aunque no me conformaría sólo con eso.

- ¿Nicte? – comencé a preguntar, ya cerca de la sala, tratando de llamar su atención. - ¿Estás aquí o te has ido ya? – insistí, alcanzando el cuarto de control. – Parece que viene gente hacia aquí, no sé de quién se puede tratar, pero me daba miedo que intentaran algo contra ti… - expliqué temerosa, mirando en todas direcciones tratando de localizarle. – Tienes que pasar ya al edificio, ¿Nos vemos allí? – volví a hablarle, sin estar segura de si se encontraba aún en el lugar, pero esperando una respuesta por si era así.

Mientras la rata se retuerce me vuelvo al sentir un leve brote de temor, que apenas dura un suspiro. Devoro el miedo del animal sin llegar a concederle importancia a esa gota de horror en el mar de sombras.

Pasan unos segundos en los cuales el silencio se adueña de la galería, hasta que vuelve el sonido, en forma de un golpeteo rápido y rítmico. Alguien se acerca... no necesito desaparecer en las sombras para ocultarme, tan solo permanecer en la oscuridad, aguardando, pero entonces me llega su voz, ¿qué hace aquí, le dije que se marchara?, la rata ha calmado mi ansiedad, ha saciado temporalmente mi hambre, me siento algo enojado, y durante un momento siento el impulso de agarrarla del cuello y sujetarla contra la pared, exigiéndole una respuesta, ¿por qué no me has hecho caso?

Hasta que la escucho antes de haberla demandado, nos han seguido, camino entonces hacia la luz, mostrándome, para tenderle la mano, nadie va a hacerte daño, - ven, no te separes de mi, acto seguido llevo mi indice a la boca indicándole que guarde silencio.

Una vez siento el roce de su mano, me apresuro a abrazarla y dando un paso atrás con ella, desaparecemos en las sombras.

Tras advertir a Nicte, me quedé mirando aquella profunda oscuridad, tratando de ver algo en ella; cosa que me resultó imposible. Sin embargo, el tulpa no tardó en salir de la penumbra, adentrándose en la tenue luz del lugar. Sonreí al ver que aún continuaba allí, contenta porque pudiera estar sobre aviso, pero aquello no quitaba que debíamos apresurarnos en pasar al edificio.

Me disponía a insistirle cuando vi como me tendía la mano, mirando ésta sorprendida.

- ¿Qué pasa…? – comencé a preguntar, cuando me interrumpió diciéndome que fuera con él y no me separara.

Miré su mano un momento, desviando mi mirada a aquellos brillantes ojos y viendo como me hacía una señal para que guardara silencio. Así lo hice, bajando otra vez la vista a su mano, agarrando esta con incertidumbre. Esperaba de aquel modo demostrarle que confiaba en él, y que así él también confiara en mí.