Partida Rol por web

Ulfe no os contestó. Era como si estrechar a Tabin entre sus brazos requiriera toda su atención y no fuera capaz de percibir nada en todo Toril.

—Sssh... ya pasó. No te preocupes —arrulló a la joven.

—¿Eres hipócrita o tienes el cerebro de piedra, enano? —le espetó Nanthleene, lloriqueando lastimeramente mientras temblaba como una hoja—. Estas mujeres merecen la muerte, por el bien de todos. ¡Son secuestradoras, torturadoras y esclavistas! Ojalá algún día ames de verdad a alguien, y te lo arrebaten como me han arrebatado a mi hija. ¡Me gustaría saber que piensas entonces de la piedad!

—Si alguien no le da un bofetón para que se calle se lo acabaré dando yo —gruñó Payne—. Pero en algo tiene razón esta histérica: las verdaderas responsables, las Señoras del Látigo, siguen vivas. Aún no tengo lo que deseo, enano, ni lo que me prometisteis.

Kayle se quedó por tanto con el anillo en una mano y el Símbolo Sagrado de Loviatar en la otra, éste último se le antojaba ominoso a simple vista.

—Eh, s... sí—titubeó ante el comentario sobre la grasa. No parecía menos inquieta en absoluto porque Ánder sonriera ahora, es más, casi que le chocaba más que estuviera tan feliz después de tamaña sangría—. De... nada.

De no ser porque estaba acostumbrada a ser el centro de atención, se habría puesto colorada. Aunque normalmente solía serlo por su aspecto, no por hazañas heróicas... Por otra parte, la había pillado desprevenida porque en aquél grupo hasta la fecha no es que la hubieran mirado muy bien, aunque en realidad no le daba importancia a eso.

—Por favor, esto no nos va a ayudar—dijo tratando de apaciguar el inminente enzarzamiento ético-moral que parecía avecinarse entre Glimgmar y Nanthleene. Carraspeó y de nuevo miró a Ánder—. El enano tiene razón: es demasiado pronto para cantar victoria. Aún nos quedan muchas cosas por hacer.

Señaló a Roazranne.

—Empezando por averiguar la fuente de esa regeneración —tenía la sospecha de que no iban a saber dónde estaba el silbato hasta que solucionaran aquél detalle—. O estaremos en donde empezamos.

Payne no parecía tener ni idea del origen del fenómeno pues se había sorprendido al verlo, y ella únicamente había detectado magia en el anillo. ¿Que rayos era entonces? ¿Una poción absurdamente poderosa? ¿Una especie de pacto con a saber los diablos qué? Lo único que sabía era que a aquella arpía repentinamente se le habían puesto los ojos amarillos y había comenzado a regenerarse como un troll, sin más.

Grandioso. Tenían un problema considerable como no encontrasen la solución...

¿Las atamos? ¿Alguien se ofrece a quitarse un calcetín y metérselo en la boca a Roazranne a modo de mordaza para que no nos de la turra mientras averiguamos cómo cargárnosla? (cuanto más usado, mejor)

- Ah...perro, hablando del asunto ¿Prrometimos algo? ¿Tenemos alguna deuda contigo o erra al revés? - Le espetó hirriente Glimgmar a Payne con una mirrada acusadorra, y sin embargo comenzó a reir a carcajada limpia.

 - Vieja brruja. - Que erra como llamarla vieja zorra, sin un sentido del todo negativo, más bien valorrando su astucia. Glimgmar aún no sabía si su encuentro fue casual o estaba perfectamente calculado. - JAJAJAJA...

 Torció el gesto ante las palabrras de la elfa. Empezaba a verla como a una orrejas picudas más, erra hermosa y sin dudatenía buen corrazón, podía perdonarla por la situación perro...no le gustaba la forzosa forma de dirigirse a él, lo de la hostilidad...estaba acostumbrrado.

 - Comprrendo que sea una situación complicada, señorrita. - reprendía con suavidad, no tanto como si fuerra un anciano reprendiendo a un niño, más bien un abuelo discutiendo con una vieja, aunque era una vieja joven, y hermosa. - Perro no deberríais desearle el mal que sufris a nadie si tan dolorroso lo considerrais.

 Puede que tenga el cerrebro de durra piedra.

 Perro no pienso matar a nadie a la ligerra, no pudiendoles llevar ante la justicia. - explicó el enano, aunque estaba dispuesto a luchar, y ser el primero en hacerlo como había tratado de demostrar en anteriores ocasiones.

 - ¡Yo voto por hacerle beber cerveza! - Sentenció Glimgmar cambiando completamente de tema.

 Caminó hacia la viejecita herrida y frunció el ceño.

 - Puede que se regenerre, perro apuesto a que después de un par de pintas lo soltarrá todo por esa sucia boca de brrrruja. Jua-JUA!

-Matad a esa mujer de una vez -dijo Tabin después de estrechar a Ulfe y de intentar acumular fuerzas para poder levantarse de nuevo-. Mirad lo que me ha hecho. Mirad lo que les ha hecho a estas chicas. ¿De verdad esperáis que vuestra piedad sirva de algo?

La semielfa se puso en pie como pudo, apoyándose en la pared para estirar sus débiles piernas. Mirarse las manos la horrorizó de nuevo. Buscó una de sus espadas y se giró hacia la semidrow inconsciente. Nunca antes había estado tan decidida a hacerle daño a alguien, ni siquiera cuando se había dirigido a cortarle el cuello en plena batalla. El recuerdo aún doloroso de las úlceras surgiendo en su piel y de sus órganos internos siendo retorcidos por una serpiente de espinas resultaba casi insoportable. Aquella gente no merecía vivir mientras pudiesen ejecutar semejante conjuro sobre cualquiera. Ni los criminales merecían ese trato. La semidrow o Roazranne, las dos eran iguales, creían las mismas cosas y hacían lo mismo. Había sido inocente pensando que aquellas cosas sólo pasaban en los cuentos, que jamás vería a una loviatarita frente a frente, pero aquel dolor... aquel dolor le había abierto los ojos.

-Todo este lugar debe arder hasta los cimientos.

Apoyó la bota en el pecho de Miz'ri y buscó la arteria principal de su cuello para apoyar en ella la punta de su espada. La carne humana era suave y fácil de atravesar, Morgan se lo había dicho. Aquello sería incluso compasivo.

Ander se introdujo entre la elfa y Payne. Y trató de tranquilizar a Nanthleene. Había estado pensando y no le gustaba ninguna de las conclusiones a las que llegaba.

-Roazranne y ésta semi-drow merecen sin duda la muerte. Pero las pobres chicas desnudas que le hacían de escudo humano desde luego que no. Date cuenta que tu propia hija, si no intervenimos nosotros, en unos pocos años podría ser una de ellas.

Se dio la vuelta. -Y Payne, merecen la muerte, y acabas de ver como yo mismo se la trataba de otorgar con los golpes más fuertes que he podido dispensar ¿He incumplido algúna parte del trato? pero tiene algún tipo de regeneración en el cuerpo, algún tipo de hechizo.

Miró a todos uno por uno. -Esa fuerza vital tiene que venir de algún sitio. Y no quiero saber de dónde. Pero el deber me obliga a averiguarlo. Atémoslas y registrémoslas. Usemos la cabeza y continuemos. Y luego...

Tabin se recuperó y se acercó a la Semidrow inconsciente... desenfundó su daga y la acercó al cuello de la mujer inconsciente.

Ander no dijo nada. Se calló y se limitó a mirar silenciosamente a la semielfa. Debe decidir que camino quiere seguir. Si es tal como creo, hará lo correcto.

- ¿¡Perrdona!?

 Una idea cruzó fugazmente la mente del avispado Glimgmar. Erra un enano después de todo...astuto, de mente perrclarra.

 Se colocó el hacha en el cinto y aún sosteniendo el escudo se mesó la barba con delicadeza, deslizandola entre sus dedos gruesos y fuertes, acostumbrados al peso de las armas. Su semblante más grave le llevó a fruncir el ceño, señal de que estaba haciendo todo lo posible por encontrar la conclusión.

 - ¿Qué no sabes de dónde prrocede esa vida? - Tradujo a sus palabras el enano - ¡Por las barbas de Tharkas IV el sabio!

 ¿¡Podrría ser que las vidas de las cautivas alimentasen su cuerpo!!?

 Alzó las cejas y abrió bien los ojos. Sólo cabrría esperrar eso de una brrruja verdaderra. Temía, en ese momento, por la vida de las cautivas.

 Dio varrios pasos al frente, hacia el nuevo umbral que transpasar.

-  Debemos ir.

 No podemos matarlas si nos arriesgamos a que jovencitas inocentes muerran.

 Parrecía buscar siempre la escusa parra perdonarles la vida.

—Nos encantaría, pero es que no es tan fácil—resopló Kayle a la sutil proposición de Tabin. Se encogió de hombros y cruzó de brazos a la vez—. Con esta, al menos. Si se te ocurre algo...

"... Estamos abiertos a sugerencias"

Luego miró a Glimgmar, el enano era demasiado bueno quizá. Ella no entendía por qué tenía que ser clemente con una esclavista que se reía en la cara de la propia clemencia y desde luego tampoco pensaba ir paseando a dos Señoras del Látigo por medio templo.

—Creía que acabar con estas dos era precisamente lo que había que hacer si queremos que las cosas en este sitio vuelvan a la normalidad y cesen los secuestros.

Miró de reojo cómo Ánder ataba a una de las Señoras del Látigo. La otra estaba a merced de Tabin, es decir, suponiendo que aquella no se regenerase también.

 —No podemos ir a las celdas sin el silbato—recordó—. Por aquello del dragón que las custodia... "A menos que alguien tenga pensado darle una Señora del Látigo de aperitivo"

Hizo una pausa y al siguiente segundo pareció caer en la cuenta de algo: giró la cabeza como impulsada por un resorte para mirar a Glimgmar otra vez, cosa que quedó algo cómica unida a las dos incrédulas cejas enarcadas.

—¿Te has traído el barril de cerveza?

- Ja,ja,ja... - rió el enano con orgullo, sus pómulos se habían alzado ocultando parcialmente sus pequeños y redondos ojos con los párpados a media asta.

 Siguió mesandose la barba, haciendose deliberadamente el interesante, Kayle había logrado animarle a decidirse. Empezaba a estar harto de que sólo pensasen en quitar la vida, No se darrán cuenta de que quien quita una vida...debe estar prrpeparrado parra que se la arrebaten a él.

 Y Glimgmar no querría que ninguno de sus serres querridos falleciese o fuese asaltado, tampoco querría abandonar esta vida tan pronto, apenas le había crecido la barba lo suficiente, eso sí, por sí no temía, porque él podía defenderse, pero apreciaba a mucha gente que no.

 - El trruco está en aprrender a engañar a una gnoma especialmente imperrtinente.

 Fasber siemprre me esconde la cerveza porque dice que me pongo un poco pesado cuando bebo. ¡No es cieerrto! ¡Por las barrrbas de Balin piesligeros!

 Perro he aprendido a esconder cerveza allá donde serría evidente encontrarla. Los gnomos siemprre trratan de complicar las cosas, y como siemprre me la encontraba en el odrre...dejé de esconderla allí.

 Glimgmar sacó de entre la armadura un botijo repleto de cerveza, eso quería decir que no llevaba agua encima, a decir verdad, no le gustaba demasiado el agua en ningún sentido.

 - Después me requisaba el barril, asique llené de cerveza el botijo, donde ya había buscado antes. Pensando que no serría tan zopenco de volverlo a esconder allí.

 Perro aquí está.

 Esta cerveza es muy fuerte, es cerveza enana, recuerdo cuando ella la probaba, ¡se caía hacia atrás con la silla y todo! ¡JUA, JA, JA!

 Glimgmar, sin duda, rememoraba buenos momentos.

 - Que lástima...

 Pensó en voz alta observando lo que llevaba para saciar su sed.  Esperro que sea suficiente.

 - Ya lo decía mi tía, nunca salgas del hogar sin el arriete, un barril, un hacha y un escudo. - Perro lamentablemente, se había dejado el barril en la carreta. Todo era culpa de aquellos patas largas, corrían demasiado y no podía cargar tanto peso si querría ser igualmente rápido. - Aunque yo escondo el botijo...ja,ja,ja...

 Se aproximó a la señorra del látigo, más que dispuesto a encajarle el botijo en la boca y obligarla a beber contra su voluntad.

 Verrás que buena..

Tabin se detuvo y miró al enano.

-¿Créeis que eso puede ser verdad, que su vida provenga de ellas?

Payne lanzó un largo resoplido exhasperado.

—Podemos estar todo el día inventando razones y motivos, pero sólo serán eso: invenciones. Lo que necesitamos son hechos —señaló con la cabeza a la semidrow—. La Negra es la persona más allegada a Roazranne. Si alguien sabe cómo destruirla definitivamente, es ella. También podemos indagar en sus aposentos por si encontramos alguna pista. Cualquier cosa mejor que la inventiva de un enano con un botijo de cerveza al alcance de la mano.

Kayle en el fondo agradeció que Payne dijera aquello para no ser ella la que quedase como una borde repitiendo el "centrémonos en lo importante" de rigor. No obstante, quitando la manera de decirlo y ahora que lo mencionaba, su parte de razón tenía la loviatarita.

—Creo que las amenazas "normales" no van a ser efectivas, pero sí—dijo—. Ya se nos ocurrirá alguna forma alternativa.

"Aunque para despertarla va a haber que ponerle el botijo bajo las narices... o algo" pensó "Ese olor levantaría a un muerto".

Normalmente cualquier persona que no quisiera que le hicieran daño cantaba como los gorriones pero en el caso de una Señora del Látigo no tenía nada claro que lo de que le hicieran daño la intimidase así que esa forma alternativa tendría que basarse en otra cosa.

Mientras Céfiro se asomaba por primera vez sobre su hombro desde que habían entrado a la sala, se acercó al umbral que todavía no habían explorado y se asomó cuidadosamente para ver qué había.

—Ajá. Aquí hay una habitación.

Se coló en el interior e hizo un rápido barrido de vista. Echó de menos en ese momento no haber preparado más hechizos que le permitieran detectar auras mágicas para poder ponerse a husmear todo impunemente en busca del silbato, ¡si no lo llevaban encima tenía que estar en alguna maldita parte! Y el siguiente sitio más lógico parecían ser los aposentos de las Señoras del Látigo.

Tendría que buscarlo con algo más de cuidado, sin tocar cosas sospechosas.

Kayle elige 10

Tabin apretó los dientes. Tendrían que dejarla vivir por el momento, no fuera que tuviese la llave para destruir a Roarzanne. Sin embargo, dudaba que fuese a decírselo alegremente, sobre todo después de saber que iban a matarla sin dudar después. Además, estaba muy segura de que sería inmune a la tortura.

-Ulfe, ven -pidió-. Ayúdame a atarla y a amordazarla, no sea que se despierte mientras estamos investigando.

En realidad podía hacerlo sola, pero se sentía aún débil y necesitaba tener al bárbaro cerca para mantenerse fuerte. La experiencia traumática a la que acababan de someterla no se olvidaría sin más. Tabin estaba segura de que, si sobrevivía, las pesadillas la perseguirían durante meses.

Ander sacó de su mochila toda la cuerda que había sobrado de atar al mago y le dedicó el mismo tratamiento a Roazranne. Atada como un carrete de hilo. Observó a Tabin haciendo lo mismo con la otra. Y que Kayle encontraba una puerta secreta.

-Kayle, esperame un momento, ahora te ayudo a buscar.- Y eso quería, pero se había dado cuenta que antes debía hacer otra cosa.

Luego se dirigió a las personas más débiles y desprotegidas de toda la sala. Las dós jóvenes desnudas. Colocó con cuidado a una de ellas, la que estaba inconsciente, sentada contra la pared. Y se dirigió a la otra.

-Muchacha. Dudo que estés aquí por propia voluntad. Hay un mundo ahí fuera que no es dolor y sufrimiento, por mucho que te hayan enseñado aquí. Acepta la Luz de los dioses del bien, ayúdanos, y podremos sanar tus heridas. Te llevaremos con nosotros. A tu amiga también si quiere y a todas a las que cómo vosotras seáis esclavas de éste culto maligno.

-Te garantizo que nadie te hará daño, que yo haré todo lo que pueda para protegerte.

Ofreció su mano extendida para ayudarla a levantarse.

Ánder detecta el mal el Roazranne, en la semidrow y en las chiquillas.

Son todas malvadas.

Y por cierto, no es una puerta secreta, sino una normal. Aparece en el mapa de combate.

 Todos parecían terriblemente ocupados, y a su modo de ver, habían encontrado la forma de trabajar juntos. Glimgmar estaba por encima de los sentimientos que llevarían a cualquiera a sentirse ligeramente desplazado, sólo recibía advertencias de que sus métodos eran poco ortodoxos. Se trataba de la juventud, todos eran demasiado jóvenes para entender que no se puede vivir tan preocupado, ni tampoco se puede uno dejar llevar así por las pasiones. Los que podían compararse en edad con el enano, lamentablemente no lo hacían en esa madurez más propia del enano escarmentado que de la experiencia. La barba de glimgmar después de todo era corta aún, o no sería nunca suficientemente larga parra alguien con sus inquietudes.

 Kayle y Ánder debían hacer lo que tenían que hacer, igual que estaba en la naturaleza de una alimaña como Payne quejarse y difamar o en la de los orejas picudas intentar desacreditar la astucia de los demás. Empezaba a entender mejor el mundo, o más bien a recordar como erra.

 Con su segurridad cotidiana, tomó a la señorra del lático del cabello a la altura de la nuca, tirante, parra que no intentase nada, y le acercó la cerveza a los labios. La obligaría a beber hasta que cantase. No dejaría que se atragantase, pero tampoco le permitiría escupir aquello que era tan preciado y delicioso parra él.

 Si tenía algo de razón, la brrrrruja, empezarría a hablar por los codos, aunque sólo amenazase con avisar a los efectivos que se podía suponer tendría escondidos por allí, en alguna parte.

 - Prronto lo contarrás todo brruja...

 Quizás lo llamasen tener el cerebro de piedra, en efecto, glimgmar erra terriblemente testarrudo.

Una vez estuvo bien atada la negra, Tabin se dirigió hacia a puerta de entrada. Habían armado algo de escándalo y bien podría ser que alguien las hubiese escuchado. Si no era así y no había nadie viniendo hacia ellas, Tabin iba a buscar más puertas para intentar encontrar los aposentos de las sacerdotisas.

La arrodillada le lanzó un escupitajo al paladín.

—¿Los dioses del bien? Solo habéis traído muerte a nuestra casa. Sólo queréis matar a mis Hermanas.

Tabin se asomó al pasillo, y no escuchó nada raro. Todo parecía tranquilo.

Mientras Glimgmar trataba de emborrachar a Roazranne, Kayle revisó las dependencias personales de las Señoras del Látigo. Pero no había encontrado nada más que los efectos personales de las sacerdotisas cuando se escuchó el chillido estridente de Nanthleene.

—¡Las cuerdas! ¡Se mueven solas!