Partida Rol por web

Donde los Valientes Temen Aventurarse

24. Engaña al Diablo y Llévate su Oro

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13/09/2013, 09:46
Narrador

Permitisteis que Dolgan dejara todo listo en el Gato del Tejado y partisteis en dirección a las Cinco Coronas de Oro. Tras hacer un alto en el camino para que Damira se pertrechera, os dirigisteis al antiguo edificio de la casa de apuestas. Pese a que se trataba de un negocio habitualmente letárgico, en ese momento se escuchaba bastante jarana. Habían colgado un cartel en la puerta que rezaba el lema del evento: engaña al diablo y quédate su oro. Justo en las puertas, nada más entrar, había dos jovencitas ligeras de ropa, disfrazadas de súcubo con alas de murciélago, cuernos y colas de imitación que parecieron del gusto de Bel. Por lo visto, las mujeres se dedicaban a registrar a los participantes del torneo y tramitaban los derechos de inscripción. Junto a ellas había guardias armados, no sólo para vigilar el inmenso cofre en el que se guardan las cuotas de incripción, sino también para evitar cualquier posible exceso de "entusiasmo" de los clientes con las súcubos.

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13/09/2013, 09:49
"Súcubo"

—¡Bienvenidos al Infierno, mortales! —ronroneó la camarera antes de soltar una risita—. Deberéis pagar una cuota de diez piezas de plata y renunciar a vuestro alma inmortal para entrar aquí. Firmad aquí...

Dicho lo cual os alargó un pergamino.

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13/09/2013, 09:53
Narrador

Todo esto es pura parafernalia esotérica, y no hay nada de siniestro. Para empezar, las "súcubos" son demonios mientras que todo el torneo gira en torno a los diablos que son sus enemigos mortales. Quien ha hecho esto, desde luego no es un experto en Baator ni en infernología, sino que probablemente estaría pensando en atraer clientela con camareras traviesas ligeritas de ropa.

El contrato no es mágicamente vinculante, y el alma de uno está completa y absolutamente a salvo a ojos de las Leyes del Infierno. No hay nada en el documento que identifique realmente al firmante, pues para empezar a nadie le importa el nombre que se ponga en el documento, tan sólo sirve para dar a conocer las reglas del torneo, estipular la cuota y dar un trasfondo colorista al evento.

- Tiradas (2)
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13/09/2013, 10:00
Narrador

Has visto suficientes contratos en tu vida como para saber que este contrato "infernal" es, obviamente, un chascarrillo. No hay nada que permita ligar la identidad del firmante con la persona, pues para empezar puedes poner cualquier nombre que desees. Tan sólo sirve para dar a conocer las reglas del torneo, estipular la cuota y dar un trasfondo colorista al evento.

- Tiradas (1)
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13/09/2013, 10:05
Bel

Bel levantó los ojos del contrato infernal para dedicarle una mirada golosa a la camarera.

—¿Sabes que el dueño de la primera capa del Infierno se llama como yo? —le preguntó despreocupadamente a la camarera, que le dedicó una sonrisa coqueta y una buena ojeada.
 

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13/09/2013, 10:06
Payne, La Señora del Látigo

—Casinos y furcias —espetó Payne—. ¿Qué será lo siguiente?

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13/09/2013, 10:38
Aramil

-Espero que no esten usando esa treta para conseguir almas de verdad.-Digo mirando el papel con desagrado.-Quiero decir, insiste repetidamente en el tema de las almas asi que en cierta medida sería posible, ¿No? Si detras de todo esto hubiera un demonio o un sirviente de tales seres... 

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13/09/2013, 10:43
Céfiro

¿Sátiros con gorritos ridículos tocando la flauta?—aventuró Céfiro encogiéndose de hombros a la pregunta retórica de Payne.

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13/09/2013, 10:50
Kayle

Kayle había estado un buen rato mirando fijamente el papel, como si no hubiese otra cosa en la sala. Aunque repentinamente "volvió" para dirigirse al enano.

Es inofensivo. Para empezar, las "súcubos" son demonios mientras que todo el torneo gira en torno a los diablos que son sus enemigos mortales. Quien ha hecho esto, no es precisamente un experto en Baator ni en infernología—dijo—. Ese papel no es mágicamente vinculante, sólo sirve para informar de las reglas, la cuota y dar un trasfondo colorista... Tu alma está completa y absolutamente a salvo a ojos de las Leyes del Infierno, Aramil.

Mientras su familiar mascullaba resignadamente algo sobre ratas de biblioteca, la genasí esbozó una ligera media sonrisa.

Si te fijas, no hay nada en el panfleto que identifique realmente a quien firma, puedes poner el nombre que te de la gana. Como si quieres dibujar una cara sacando la lengua...

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13/09/2013, 11:16
Aramil

-No termina de gustarme.-Respondo.-Asi que no voy a participar. Si queréis hacedlo vosotros. 

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15/09/2013, 20:10
Damira

Damira espiró largamente, hasta que el aire abandonó por completo sus pulmones y su torso se redujo a su mínima expresión. Tiró con fuerza de la correa de cuero, apretando los dientes. ¿Cuándo había hecho un esfuerzo semejante por última vez? ¿Cuando nació la pequeña? Sus labios se curvaron levemente en una feroz sonrisa. Estaba exagerando, eso fue mucho peor. Y el mayor había sido peor, lo suficiente para que Ilmáter y Santa Rodelia la sujetaran a la cama para que no se levantara para que el niño saliera por su propio peso. O para imaginarse que lo hacían, lo que bien podía ser peor.

Relajó el agarre, tensó los músculos y dio un tirón seco. Las dos partes del peto chocaron entre sí y la correa se desgarró por completo.

Un breve estruendo de metal golpeando madera reverberó en el interior de la vivienda. Escarcelas, quijotes, hombreras y espaldares, uno tras otro fueron a parar al suelo y rodaron lejos de Damira, y finalmente el peto, que quedó a sus pies.

Lo que no puede ser, es imposible. Damira suspiró, no necesitaba que le recordaran tan evidentemente que ya no era la que fue. Al cuerno la armadura. Por suerte, no era la única que tenía.

Algunos de sus viejos recuerdos descansaban, protegidos del paso del tiempo, o más bien protegiéndola a ella de la nostalgia, en un arcón encajado en un hueco entre la pared interior y la fachada. Damira lo abrió por primera vez en años. No prestó atención a los trastos acumulados allí dentro, que amenazaban con abrir las compuertas de las represas de su mente, desbordándola con un torrente de recuerdos. Lo que necesitaba era el objeto más voluminoso de todos.

No era el lugar adecuado para guardar una armadura, pero la cota de mallas seguía tan magnífica como la recordaba. Y la recordaba en su hermana, cuando era joven, cuando ambas eran prácticamente unas crías y acababan de dejar sus hogares para aventurarse en el ancho mundo. Y ahora la llevaría ella. Probablemente nadie reconocería la manufactura orca en las mangas bajo el largo tabardo blanco de serraje que lucía las reconocibles manos ligadas de Ilmáter, y la prácticamente desconocida estrella de doce puntas de Santa Rodelia.

Se colgó una vieja espada del cinto y dejó atrás sus armas preferidas; un guantelete claveteado y una bisarma de dos metros llamaban demasiado la atención en el interior de una ciudad. Confiaba en no necesitar utilizarla en el interior de los muros de la ciudad; el suelo de Nesmé no necesitaba que lo regaran con más sangre. Ni siquiera la sangre de los justamente abatidos.

 

La casa de apuestas parecía en plena ebullición. En cualquier otra ciudad del tamaño de Nesmé, un local como aquel no hubiera tenido demasiado éxito, al menos eso pensaba Damira. Los aventureros y cazadores de fortuna parecían particularmente proclives a dilapidar lo que habían ganado exponiendo sus cuerpos a peligro letales en juegos vacuos. Los mercaderes y artesanos raramente eran tan impulsivos, y los que lo eran con frecuencia terminaban en la calle. Los obreros y campesinos no tenían riquezas que dilapidar.

El juego que proponía ese día era tan extravagante como de mal gusto. Solo alguien que no hubiera tenido nunca un encuentro con criaturas infernales podía tomárselas como una broma. Pero solo era un juego, como había confirmado Kayle al señalar una inconsistencia en la ambientación. Damira no se hubiera dado cuenta jamás, hasta donde ella sabía, diablo y demonio eran diferentes palabras para nombrar a los mismos tipos de criaturas, escoria de otros mundos que se colaba en este para sembrar el caos y la destrucción.

Damira leyó mientras escuchaba la explicación de la maga de caballos blancos. Alzó un momento la vista para clavar la mirada en una de las jóvenes disfrazadas que custodiaban el umbral:

—Venimos a hablar con el propietario del establecimiento, no a jugar —dijo con seriedad—. Llevadnos a verle, no molestaremos a los clientes.

- Tiradas (1)
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16/09/2013, 20:27
Tabin

Tabin se sintió deslumbrada al entrar en el local de juego. El ambiente animado, la decoración, la iluminación y la música la alegraban. No se trataba de un tugurio apestoso y de mala catadura, sino que se había buscado avivar la ilusión y la fantasía con toda aquella parafernalia. Y, aunque le pareció descortés quedarse mirando, no pudo evitar admitir para sí que las falsas súcubos no les andaban desencaminadas a las verdaderas. Tabin nunca había visto una súcubo, pero se imaginaba que serían tan hermosas como sensuales. Sí, quedarse mirando era descortés, pero era humana. Bueno, al menos lo soy por el lado materno.

Cuando el druida preguntó, temoroso, sobre el valor del contrato, Kayle explicó todo exhaustivamente y de corrido, con detalles que iban más allá del propio conocimiento de Tabin pero que no se apartaban de lo que, en resumen, sabía del tema. Con una ceja enarcada pero una sonrisa franca, Tabin movió la mano en dirección a la genasí y murmuró:

-Lo que ha dicho ella. En cualquier caso... -Tabin buscó una pluma y tinta para escribir su nombre en el contrato, aunque acabó decantándose por usar uno de los sobrenombres que usaba cuando era niña, Princesa de escarcha. Visto sobre el papel, le pareció más bien infantil. Se cuidó de que el resto no lo viera, lo tachó y escribió, simplemente, Tabin-. Yo juego. Si es que hay tiempo. Si no, que me pongan esa marca del diablo.

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17/09/2013, 01:02
Kayle

Kayle arqueó una ceja mirando a Aramil. ¿En serio tenía más credibilidad un panfleto propagandístico de una casa de apuestas que una maga supuestamente cansada de estudiar sobre planos y las criaturas que los habitan?

«Jo, que deprimente»

No íbamos a participar en ningún torneo, no es obligatorio—recordó—. Pero entenderás que para entrar en el establecimiento hay que pagar esas diez monedas.

Como le encantaban las chorradas, Kayle firmó como "el Viejo Arañazos" solo para que la combinación de firmante y testigo resultara cómicamente absurda.

El comentario de Damira sin embargo llamó su atención de inmediato. Apretó los dientes ligeramente con un disimulado gesto de urgencia y le tiró del hombro para poder hablarle al oído, aunque sin brusquedad.

¡Espera! No podemos hacer eso directamente—susurró—. Si cree que le estamos acusando de algo podemos olvidarnos de encontrar pistas, Valiskan desaparecerá, necesitamos o un plan o investigar más... discretamente.

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17/09/2013, 09:27
Dolgan

—Yo sí que voy a "molestar" a un cliente —gruñó Dolgan.

El posadero garabateó en el contrato su propio nombre, como si confiase en la palabra de Kayle o tuviera su propia opinión formada. Entregó las monedas y se dispuso a cruzar el umbral en busca de cierto elfo.

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17/09/2013, 09:30
Payne, La Señora del Látigo

Payne le quitó un folleto de las manos a la súcubo, escribió en él el nombre de Aramil y se lo devolvió, pagando la cuota.

—Ahí lo tienes, enano —le dijo con sorna penetrando al interior del establecimiento—. Tu alma ya está condenada.

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17/09/2013, 09:33
Bel

Bel firmó como "te invito a un trago cuando termines de trabajar" y se lo devolvió a la súcubo. La chica soltó una risita y se puso a enroscarse el pelo alrededor de un dedo con coquetería. Bel le guiñó un ojo y tras pagar la cuota, entró también.

 

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17/09/2013, 09:49
Guardia de las Cinco Coronas de Oro

—El jefe está ocupado y no recibe visitas —le dijo uno de los guardias a Damira. Titubeó —. Pero podéis hablar con Blundrik, él es el encargado. Es un enano de barba castaña, lo encontraréis por la zona de apuestas.

El otro guardia le echó una mirada significativa. Se cruzó de brazos.

—Pero tendréis que pagar la entrada, como todo el mundo.

En realidad no tenéis que descontarlo. Entra dentro de los pequeños gastos que cubre vuestro sueldo fijo.

Masca y Nox, confirmadme si entráis u os quedáis fuera.

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17/09/2013, 10:17
Damira

Damira giró el cuello parsimoniosamente hasta tener a los dos guardias en su ángulo de visión. Dos tipos nada reseñables; si los había visto alguien por la ciudad, no se había fijado en ellos. Algunos hombres fornidos se alistaban en el ejército o la guardia, bien por vocación de servicio o por motivos menos agradables; otros se echaban el macuto al hombro y se hacían aventureros; y en el último lugar estaban los que, como esos dos, se pasaban los días clavados en las puertas de tabernas, prostíbulos y lugares como Las Cinco Coronas. Nadie se fijaba en ellos, a menos que quisiera bronca; nadie se acordaba de ellos.

Mojó la punta de la pluma en el tintero y escribió su inicial en el pergamino, que devolvió a una de las jóvenes junto a una moneda de oro de acuñación agundina. Apuestas. Qué pérdida de tiempo.

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18/09/2013, 14:56
Aramil

-Qué simpática.-Digo mirando a Payne con una mueca de asco. A continuación me vuelvo hacia Kayle.

-No es que no confiase en tu criterio acerca del alma.-Le digo sonriendo al ver la cara que se le ha quedado tras mis anteriores palabras.-Sencillamente no me apetecia apostar. Ahora, gracias a nuestra acompañante, no necesito hacerlo. ¿Entramos?

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18/09/2013, 20:57
Tabin

Tabin resopló haciendo flotar un mechón de su cabello.

-Qué más quisieras, bruja -murmuró en respuesta al atrevimiento de Payne. ¿Sería algún tipo de manía el que las loviataritas intentaran corromper enanos?