Partida Rol por web

Kayle había estado un buen rato subida a la loma que les amparaba del gélido viento del norte, la genasí parecía disfrutar de la caricia de su propio elemento. Al poco había bajado hasta la hoguera y se había puesto a rebuscar en su mochila seguramente algo de cenar.

Cuando Tabin terminó de hablar con los demás, se acercó a ella y hablaron durante unos instantes hasta que finalmente la maga asintió con vehemencia sonriendo y su Familiar saltó de su hombro para quedarse posado en el tronco en el que ella había estado sentada antes.

—Atenta, ¿eh?—le dijo Kayle a la semielfa mientras se llevaba a un lado de los labios una travesera plateada que había sacado de su mochila.

Kayle empezó a tocar una melodía vivaz, primero simplemente de pie, luego, conforme pasaban los segundos empezó a moverse en torno a la hoguera. La genasí giraba sobre si misma de vez en cuando haciendo revolotear la capa mientras bailaba rítmica pero sencillamente al son de su propia música, la blanca melena de la maga parecía un jirón de niebla que flotara siguiendo sus movimientos.

—¡Venga, sígueme!—Kayle se apartó repentinamente la flauta de los labios para hablar aunque siguió moviendo los dedos sobre los agujeros... ¡y el instrumento siguió sonando! como si el viento entrase por voluntad propia en su interior sin necesidad que nadie lo empujara para hacerlo sonar. La genasí le hizo un gesto animado con la otra mano a Tabin para que se pusiera en pie—. ¡Improvisa!

Luego se volvió a llevar la flauta a los labios y siguió tocando.

-Todos de acuerdo, yo además quería confirmaros que a pesar de que no he mostrado mi desprecio por ella, no siento más que pena y odio por los adoradores de los dioses del mal. Y la tendré vigilada en lo que pueda.

-Espero que no intente que nos volvamos unos contra otros. Cualquier cosa sospechosa la pondremos en común.

La música de la maga era rítmica y Ánder no pudo sino dar palmas mientras la escuchaba. De repente introdujo la mano en su mochila y sacó cinco palitos acabados en bolas negras. ¡Cetros solares! y empezó a hacer malabares con ellos  al compás de los sonidos que salían de la flauta.

-No se si Tabin se animará, pero yo colaboraré en lo que pueda.-Se puso de pié y empezó a aumentar el ritmo y los giros que daban los objetos, haciendo desaparecer alguno por unos instantes y volviendo a hacerlo desaparecer. Todo esto sin dejar caer ninguno de los cinco objetos.

-Si pudiera hacer yo eso... -dijo Tabin con una sonrisa. Siguió la orden de la genasí y empezó a soplar. Su flauta era distinta, más grave, con un sonido diferente que invitaba a tocar un par de tonos por debajo a modo de acompañamiento. Improvisó siguiendo a Kayle y después dejó de tocar para dar palmas mientras miraba al paladín malabarista. Empezó a cantar desde la segunda estrofa. Tenía una voz bonita, ligeramente grave pero melodiosa.

Ulfe se unió en seguida a la música, acompañando con golpeteos rítmicos con el pie y palmas. Nanthleene os escuchaba con una actitud de digna distancia, como si fuera una reina siendo agasajada por los juglares de su corte. 

Payne... Payne os miraba como si os hubieran crecido seis cabezas más coronadas con sombreros de bufón.

   En cuanto se emprendió aquella muestra de que todos ellos estaban vivos aún y el temor, la tortura o los horrores vistos y que aún quedaban por ver no les afectaron lo más mínimo Glimgmar supo que aquello no podía brindarse con agua por fresca y necesaria que fuese en los odres recogidos por Ulfe. Sin ánimo de retar a nadie a que pasase sin hidratarse, el enano fue hasta la carreta donde guardaba un pequeño barril de cerveza. No había necesidad de reservarla y quizás el día de mañana no pudieran degustar su agrio y fuerte sabor. Era de dominio público que los enanos no son nada recelosos en su hospitalidad, y tampoco lo eran a la luz de una hoguera, pero más que bailar, gustaban de beber, de contar historias y de fumar en pipa.

 Era una rutina ya que Glimgmar fumase en pipa mientras descansaba o mientras gozaba de haber terminado con vida un nuevo día. Glimgmar bien sabía que algún día encontraría a alguien capaz de derribarle, pero hasta que aquel glorioso día llegase, no se iba a privar de una buena vida, y menos, de una buena celebración.

 La genasí, o brruja parra el enano, había demostrado que no todo lo que tenía que ofrecer era oscuro e incomprensible, y como todos, el enano gozó de los cantos y los bailes. Sentado, con el barril bajo el brazo derecho, cuya mano sostenía la pipa, daba palmas sonoras, no sin cierta dificultad, sonriendo y animando vivamente, coreando nada afinado las pocas palabras que lograba desentrañar de los cánticos de Tabin.

 Ofrecería refrigerio a quien se le acercase, y veía, quizás en aquel lugar, la oportunidad de contar alguna historia o lo que era mejor, escuchar la de alguno de aquellos grandes compañeros y poder reservarlas en su memoria para salones de roca donde quedarían gravados por siempre en el interior montaña.

 Sabía que Ulfe no le decepcionaría y pronto querría una buena jarra, y confiaba en que Ánder no remoloneara. También habría para Tabin e incluso parra la brruja, y si erra necesario, iría el mismo a ofrrecersela a la elfa, parra que así tuviese un buen recuerdo de aquella compañía.

 Parra Payne también había bebida, e incluso el enano se refrenaría y no escupiría en ella, había un buen corazón en Glimgmar, que era como las piedras preciosas, no tan preciosas por lo que son, sino por lo que reflejan en sí, y Glimgmar reflejaba a grandes personalidades que ahora cantaban, bailaban o hacían malabares al son de una música digna incluso para los oídos de una elfa tan sublime como Nanthleene.

A Kayle le hizo gracia la ocurrencia de Ánder, se animó al ver que a Ulfe parecía gustarle la música, y sonrió cuando vio que Glimgmar también se unía aportando su particular granito de arena. A la genasí le gustaba que la "aceptaran" en aquellas cosas.

Hasta Nanthleene parecía estar prestando atención.

Siguió tocando y bailando la melodía entera y para cuando terminó estaba exhausta pero contenta. Aún en pie y jadeante junto a la hoguera, miró a Tabin.

—¿Ves? Te dije que al improvisar siempre salen maravillas—dijo. Y lo cierto es que bien podía referirse a todo el mundo. Entonces sonrió riendo un poco entre dientes y añadió:—. ¡Pero no habías dicho que también sabías cantar!

-Me gusta hacerlo -contestó Tabin encogiéndose de hombros-. En las ceremonias siempre solemos cantar o tocar música en honor a Sune.

La semielfa miró a su alrededor. Sus compañeros se habían unido de buena gana a la creación musical y ahora su corazón latía henchido de alegría. Por un momento había logrado alejar los malos pensamientos y volvía a ser la Tabin de siempre. La belleza y la diversión pura tenían ese efecto, cualquier devoto de Sune lo sabía.

Después de aquella melodía a la luz del fuego, Kayle pensaba buscar un lugar en el que sentarse, no obstante, en cuanto sus ojos se posaron sobre el barril de Glimgmar, su sentido de la curiosidad lo hizo con ellos.

La genasí guardó su flauta en una funda de cuero que le pendía del cinturón, dio media vuelta sobre sus talones y se acercó al enano trayendo consigo la suave brisa que siempre soplaba en su presencia.

—¿Qué has... —comenzó a preguntar agachándose junto al barril en cuclillas.

Entonces parpadeó aparentemente al acordarse de algo; se llevó ambas manos a la cabeza y se echó el pelo hacia atrás, sujetándolo en la nuca con ellas. Quedó éste así bastante parecido al de una humana normal salvo por los mechones sueltos que flotaban suavemente entre sus dedos porque obviamente no podía cogerlo todo.

La maga esbozó una sonrisita entre pícara e inocente como diciendo: "¿Así mejor?".

Eujem...eujuuem.....

 Se aclaró mentalmente la voz, pues no hubo sonido por parte de las cuerdas vocales del enano, sólo un movimiento de desaprovación al apretar los labios quien sabe si producido por lo actos de la brruja o por el golpe de brisa que ahora lo sumergía en su propio ojo de la tormenta alejandolo casi literalmente de la calidez del fuego y una buena compañía. Los ojos del enano eran plomizos como las arrugas y las bolsas que reposaban bajo ellos, era el coste de la casta y de la edad. Infería de todo cuanto había visto y observado que aquella muchachuela era joven en verdad y no una artimaña, de tal forma, trató de no ser demasiado descortés a pesar de su condición de brruja, pues aunque siempre había motivos para desconfiar de la brrujerría, no quería entorpecer la buena marcha del grupo con sus reservas mientras éstas no supusieran la diferencia entre la vida y la muerte.

 - No trrates de hacerme verr lo que no veo porque no tengo motivos parra pensar que trratas de engañarme, perro podrría llegar a tenerlos.

 Cada cual carrga con su naturraleza.- eso podía ser malo en el caso de aquella brruja del viento, perro el enano no parrecía querer desanimarla. Los serres viles erran viles por naturraleza y nada podía hacer un orco parra que un enano no quisiera guerrear contrra él y aplastarlo, porque de la misma forma, estaba en la naturraleza del enano ser honorrable y luchar contrra esos males o trratar de no interferrir en ellos.

 Por eso Glimgmar evitaba el contacto con los brrujos, por eso no valían las medias tintas con él, o venía con carra de brruja o podía ir despidiendose.

 - ¿O es que tienes algo que ocultar? - no fue su tono perro eran palabras de aliento, erra una brruja, nadie lo lamentaba más que Glimgmar, perro no tenía porqué querrer parrecer otra cosa.

 Entendía que quizás no lo hacía para ofender al enano y perturbar su paz con buena cerveza y hierba en pipa sino lo contrrarrio. Bien...estaba equivocada, ahorra lo sabía.

 - Perro jovencita. - espetó con aire de frustración enana, es decir, de súbito como un geiser de lava que brrota de la tierra, sin aviso - haced el favor de acabar vuestrras prreguntas, porque puede que vos lo tengais ¡perro este enano carrece del don de la adivinación! - casi sonaba enfadado.

 Continuó tranquilo, sentado como se encontraba no le impidió a la brruja estar cerca de él, aunque escrutarría con la mirrada para ver su reacción, de ella derivarrían las consiguientes deducciones, es decir, si erra o no erra alguien de fiar...de momento, no lo erra.

 - ¿Hum? - preguntó con airre grruñón mostrandole la pipa, por si querría fumar un poco junto a él. Siemprre llevaba un par de pipas de repuesto, por si se le rompía aquella.

Kayle formó unos adorables pucheros, como a quien acaban de quitarle la pelota y le han fastidiado la diversión.

—Sólo era una broma—suspiró hundiendo la cabeza entre los hombros y sentándose con las piernas cruzadas. Soltó de nuevo su melena y ésta, por supuesto, se puso a ondear de nuevo por cuenta propia—. ¿Por qué eres tan gruñón conmigo?

Tras un breve y desilusionado silencio, pareció caer en la cuenta de algo porque irguió la espalda y cruzó los brazos, como si lo que iba a decir fuera motivo de orgullo para ella.

—Por supuesto que no tengo nada que ocultar—dijo—. Ya te dije que esto no es brujería, simplemente no soy humana. Bueno, no del todo.

Céfiro se había acercado a ella de nuevo, caminando pro el suelo, o bueno... lo cierto es que dejaba una diminuta y tenue estela de polvillo al desplazarse. A fin de cuentas era un tornado en miniatura. El Familiar se mostró silencioso por algún motivo y simplemente voló hasta situarse sobre el hombro de su maga, refugiado como siempre en el cuello de su capa de pieles como si el mundo fuera demasiado enorme para él y pudiera aplastarlo en cualquier momento.

No obstante, el rostro de Kayle se volvió a iluminar cuando Glimgmar le ofreció la pipa. No por la pipa en sí, claro, si no porque le estaba ofreciendo algo en lugar de limitarse a ignorarla.

—No, gracias, no fumo—rio un poco entre dientes pensando en lo mucho que le gustaba el aire limpio. Luego señaló el barril con curiosidad—. Es cerveza enana, ¿verdad? Esa era la pregunta.

-Bien.-dijo Ánder después de la pequeña diversión.-Creo que deberíamos descansar y hacer guardias. 

-Tengo entendido que los lanzadores de conjuros deben descansar bien para poder rendir al día siguiente. Por tanto Kayle y Nanthleene están de suerte, y así quedamos nosotros, los simples mortales, para el trabajo. Afortunadamente somos cuatro, Tabin, Ulfe, Glimgnar y un servidor vuestro. ¿Hacemos cuatro guardias? ¿Qué guardias queréis?.

Ulfe soltó un largo resoplido.

—Estoy seguro de que son ellos mismos los que propagan esas historias para librarse de hacer las guardias —gruñó Ulfe—, y de todo lo que sea hacer algún tipo de esfuerzo físico, en general.

El uthgardt se echó al hombro los odres vacíos de todo el grupo, preparándose para llenarlos en el río.

—A mi me da igual. Pero preferiría que nuestro amigo el enano hiciera alguna de las guardias centrales, cuando la noche es más negra —miró al enano el respeto que no otorgaba a los magos—. He oído que la oscuridad no tiene secreto para el pueblo de las montañas.

—No contáis conmigo para las guardias, ¿verdad? —rió Payne—. ¿Confiáis en mi para guiaros a un hervidero de sacerdotisas que os matarían sin dudarlo y pensáis que os voy a asesinar mientras dormís? No podéis ser tan rematadamente idiotas.

Ander respondió con celeridad. Sus palabras eran sinceras pero no dijo toda la verdad. -En absoluto Payne, debes de estar cansada después de tu ordalía, y no tienes armas. Lo mejor es que descanses.

Y sí, no confiamos en tí para nada, podrías matarnos por la noche, o entregarnos a quien fuera, y además no tienes armas... y además no confiamos en tu CAPACIDAD, igual eres una inútil que se queda dormida.

—Bonitas palabras, dignas de una niñita remilgada —se burló Payne—. Para esto hace falta mano dura, así que guárdate esa basura de cuidados y paños calientes para quien los quiera.

Le dirigió una mirada elocuente a Tabin antes de volver a dirigirse a los demás.

—Haced lo que os de la gana. Pero cuando estemos allí, vuestra vida va a depender de mi. Id metiéndoos eso en la cabeza.

 Ánder: tu relación con Payne ha retrocedido 2 puntos: Amistad — Asociado (1)
 

Kayle primero ignoró el intercambio de palabras amables y afiladas entre Ánder y Payne, luego suspiró; por los dioses que no tenía ni idea de qué rayos había hecho para ganarse la desconfianza de Ulfe a parte de existir pero empezaba a ser frustrante. Aún así se armó de comprensión.

—La magia también exige disciplina, aunque no a los músculos—explicó pacientemente, tenía la certeza de que aquello no iba a convencer al tozudo bárbaro pero no perdía nada por creer en los milagros—. No requiere gran esfuerzo físico pero sí requiere gran esfuerzo mental. Hace falta concentración y tener la cabeza despejada para poder memorizar hechizos. El motivo es ese.

Hizo una pausa como si pensara en algo.

—De todos modos puedo ayudaros en las guardias a mi manera si es lo que queréis—matizó. Entonces, consciente de que iba a obtener un NO como una casa pero por buena fe que no quedase, añadió con un suspiro resignado:—. Puedo preparar a partir de ahora un conjuro de Alarma para cada noche, pero imagino... que no confiáis en eso, ¿verdad?

-Yo si confiaría en ese conjuro Kayle, pero prefiero que te protejas o que fulmines el próximo día a nuestros enemigos con un rayo, a que gastes energía en algo que podemos hacer simplemente teniendo bien abiertos los ojos.-

-Descansa y reponte, mañana te necesitaremos a tí y a tus poderes.- se acercó a la joven y le habló en voz baja.

-Si haces caso a los supersticiosos, te convertirás en una amargada como Payne, ¿Y no queremos eso, verdad?.-se retiró un poco y sonrió a la maga.

¡¡¡Brrrrr!!!

 Glimgmar apenas se estaba enorgulleciendo de su condición de enano para responder al bueno de Ulfe cuando hasta los vientos se estremecieron con la tensión de la charla. El que fuera bárbaro tenía una forma razonable de hacer las cosas, según mandaba la tradición de los que partían en las expediciones por el mundo. Ningún enano dormía así como así, a pierna suelta y dejaba a los demás cargar con su propia seguridad. Había que hacer guardias, debían estar vigilantes ante esos lobos y otras vilezas, alimañas como Payne parrecía haber en aquel lugar por doquierr, aunque ...casi prreferría los trolls...

 Los labios del enano entraron en contactos los unos con los otros como si buscase con la lengua muy discretamente y sin resultar desagradable algo entre su dentadura. Masticaba las palabras antes de hablar, no por sabiduría, más bien por una precaución impuesta...o por lucirse ante la elfa a la que vigilaba por el rrabillo del ojo, "por su segurridad".

 - Que haga guarrdia conmigo si quierre.

 Me ocuparré de una de ellas. Una larrga, cuando la noche caiga. Ulfe es prragmático, ¡eso me gusta! - espetó evitando sonreir con entusiasmo, no podía estar más contento con su propuesta. No le gustaba hacer la primerra guardia, y aunque la última no erra desagrradable, si prresentaba prroblemas, los demás ya tendrrían un ojo de la carra casi abierrto, y le restaba cierrto valor a lo que prronto se convertirría en un ritual de compañerros, de verdaderros aliados.

 - No trratarrá de engañar a este enano. - le bufó, aunque casi parrecerría camarraderría, retarla a que aceptase hacer la guardia junto a él, ayudase...el enano no tendrría necesidad de vigilar dos frrentes, la guardia serría más descansada...y si notaba algo rraro, siempre podrría prropinarle un buen escudazo en la cabeza.

 ¡Nada mejor parra rendir a una dama! ...Una lástima que no lo sea... - Bromeó consigo mismo Glimgmar mientras se delataba con una sonrisilla y los párpados casi cerrados en una mirada que rozaba la felicidad.

 - Somos suficientes y suficientemente experrimentados, no hay necesidad de que todos se cansen... - se explicó sin tratar de justificar a los conjurradorres y los brrujos - ¡Que digo, por Morradin!

 ¡Ni-siquierra serrá un esfuerzo!

 Ulfe estaba forjado en la lucha y Ánder tenía un fuerte potencial, a Tabin no la asociaba con la brrujerría, y había demostrado ser un miembro más que útil de la compañía, por Glimgmar no había problema en que la elfa y la melena embrrujada descansasen como rreinas, se sentirría más agusto sabiendo que ella estaba placidamente dormida...descansando...y la otrra...no despierta parra errar en uno de sus conjurros y congelarle la barba...

 Glimgmar se mesó la barba entonces con apariencia más preocupada...y miró a Kayle.

 - Eso...eso... - dijo con sequedad como para que se dejase convencer por las palabras de Ánder sobre el descanso.

 No erra una cuestión de confianza...

 Se justificó para sí el enano. Luego separó las manos del tronco y las alzó como habiendo alcanzado alguna clase de solución.