Partida Rol por web

Astucia no parecía verlo de forma tan simple. Te costó sentir su presencia incrementarse un poco, como si el espíritu se mantuviera en el umbral justo para que pudieses oírlo, pero nada más.

«Hay demasiada gente aquí» lo escuchaste decir tras unos instantes, con el tono amohinado de alguien a quien acaba de pillarle un chaparrón sin la capucha puesta.

 ¿Un honor? Almenos tenía buenas formas, algo que esperaba poco común más allá de las aguas del lago. Había muchas preguntas que hacer, muchas respuestas que necesitaban de reflexión, aunque lo único cierto ahora es que Lynn y Gabrielle sólo estaban a salvo por su ingenuidad y los buenos actos. Realmente no disponían de tanto tiempo como para detenerse a ayudar a cada una de las personas que se cruzasen en su camino.

 Daba por hecho que ya habían hablado todo lo que tenían que hablar, y esperaba que Derek no se conformase con sus decisiones y se acomodase en una silla abandonando el verdadero motivo por el que se encontraba aquí.

 Estreché la mano de Sion con vehemencia y asentí una sola vez.

 - Es un placer. - le concedió sincero, tratando de inspeccionar su rostro y la dureza que pudiesen presentar sus facciones, estudiandola analítico pero sin llegar a retarle con una mirada a los ojos más larga de lo que merecía el firme apretón de manos.

 - ¿Su amiga se encuentra bien? - preguntó educado después de la información bien conseguida del silencioso Derek.

 Pero no se sentaría para ver como el tiempo fluía mientras ellos tomaban una bebida caliente. Con una imitación fallida de la indiferencia que sólo Keefles podía conseguir sacó un mapa de entre la túnica azul y lo extendió parcialmente entre sus manos dejando de prestar atención por un instante a los demás. Esperaría para ello la respuesta de Sion, no había necesidad de ser descortés con él.

 Un último invitado a su cada vez más variopinto comité se autoinvitó. No comenzaba con una presentación, sino con una suposición. Casi parecía un templario en pleno interior del círculo, buscando culpables. Dreren no se dejó afectar por lo que evocaba en su mente aquel hombre...en todo caso...

 La consulta del mapa fue rauda, fugaz, como si comprobase únicamente su posición y así construyese mejor cual sería su próximo paso. La respuesta fue seca, pero no necesariamente hostil, sólo propia de alguien que esta acostumbrado a que se metan en sus asuntos y no tiene demasiadas ganas de permitir que eso siga sucediendo. El lirio de su rostro dejaría de ser evidente cuando una vez guardado el mapa extendió sus manos para colocarse la capucha. Algo se movía cerca de su nuca, bajo la túnica.

 Ya nos ibamos. No dedicó ninguna mirada a los demás...esperaba que comenzasen a comprender que era momento de avanzar. Apenas habían salido del territorio del círculo. En cualquier caso, Dreren no mostraba un ánimo nervioso, quería irse de allí, no estaba cómodo en la posada, pero no tenía nada que ocultar...salvo quizás los tatuajes de lirio ahora ocultos gracias a la capucha.

 - ¿Podemos hacer algo por vos... - y en la interrogación hubo una pausa suficiente como para que el silencio exigiese un nombre.

Lynn, que había hecho ademán con la mano para que os sentáseis, suspiró con resignación y acodó un brazo en la mesa. Luego apoyó la barbilla en esa mano y se quedó mirando al techo como si las vigas fueran tremendamente interesantes.

El orlesiano llegó hasta la mesa y le ofreció la mano a los recién llegados, si se la estrechaban.

—Nolan—respondió a Dreren—. Y sí, gracias a esta jovencita, así que en todo caso deberíamos ser nosotros los que preguntásemos eso.

Se cruzó de brazos pensativo al ver el mapa.

—Hmmm, ¿viajábais a alguna parte? si no es indiscrección, claro... —preguntó levantando ligeramente ambas palmas en señal de disculpa. Luego añadió—. Lo digo porque la carreta que hay afuera en el otro lado del claro es nuestra. Si nuestras rutas coinciden, tal vez os podríamos llevar como favor.

Gabby sonrió. Era muy amable por parte de Nolan. Quien seguía la senda del Hacedor, era recompensado por sus buenas obras.

—No querríamos molestar, Nolan. Balaena necesitará descansar y probablemente quiera estar a gusto en la carreta.

Nolan rió entre dientes, tras el nerviosismo que lo había atenazado antes, ahora parecía estar de increíble buen humor.

—¡Anda ya! Después de esto lo último que vais a hacer es molestar—dijo—. Además, creo que si no os lo ofrezco, será ella precisamente quien me mandará de un puntapié al lago por maleducado. Es lo mínimo que podemos hacer.

Se rascó la nuca.

—Hay sitio de sobra, ahora mismo la llevamos vacía. Pero seguirá estándolo suponiendo que las rutas coincidan, claro. Nosotros nos dirigíamos a Lothering...

-Eso está bien -dijo Derek a la explicación de su hermana sobre cómo habían salvado a la tal Balaena. Gabby era bondadosa y entregada. Si no hubiese descubierto el don, se habría metido en un convento. Visto desde esa perspectiva, incluso la Torre era un destino más deseable.

A la aparición de Nolan poco tuvo que añadir. Pero cuando Gabby se opuso a viajar en la carreta, Derek asintió.

-Será mejor que sigamos por nuestro camino. Esa chica necesitará tranquilidad.

Y él también. Un poco de tiempo para ellos dos, lo que llevaba deseando desde que le habían dicho que estaba destinado a la Torre y que no le habían dejado tener por H o por B.

Gabby se rascó la mejilla con un gesto de indecisión. Irving le había dicho que el camino de la costa estaría desierto, y probablemente hubiera tramos intransitables por los destrozos de la Ruina. El único camino fiable era el Imperial, y eso se suponía viajar hasta Lothering primero. Tal y como estaban los tiempos, con los restos de la horda (y otros indeseables oportunistas) aún atacando a los viajeros era mejor viajar en compañía.

Sion y Nolan parecían fuertes. Si los engendros tenebrosos atacaban, necesitarían cuantos brazos fuertes pudieran disponer. 

—Dreren, ¿qué opinas tú? —Gabrielle preguntó al mago por su opinión. Ella no se atrevía a contradecir a su hermano, pese a que le pareciera la opción más sensata. 

Diablos, aquella chica era inocente, muy inocente, y el tal Dreren era muy evidente que tenía prisa por volver a sus asuntos, Nolan parecía obviar lo evidente, o puede que la alegría estuviera impidiéndole fijarse en los matices, era imposible que hubieran esperado un encuentro como el que había ocurrido hace escasos minutos. Había escuchado que los magos del Círculo apenas salían de la torre, puede que eso explicara la falta de maldad o de trato con otras personas ajenas a la magia o con alguna relación a ella.

Sion apuró el trago, esperando que el aguardiente lo calentará algo antes de volver a la marcha. Tantos años bebiendo porquería lo habían acostumbrado a las bebidas fuertes. Aunque intentaba no pasar nunca de ciertos puntos, el alcohol puede traer muchos más líos que alegrías.

- Es solo nuestra manera de agradecer vuestro gesto, sin compromiso ninguno, solo estamos de paso a Lothering esperando no tener más sobresaltos. Por supuesto que si tenéis vuestros propios cometidos para el Círculo no insistiremos más, no pretendemos ser descorteses. -

- Dada la situación - aunque no admitió lo que no era tan evidente, el hecho de que sólo ahora empezaba todo a cobrar algo de sentido... - creo que lo más prudente y sensato es que nos prestemos ayuda.

 Puede que se trate del destino, o de una casualidad, pero lo cierto es que todos saldríamos ganando con un acuerdo amistoso. - expuso como si sólo hubiese cambiado sus prisas por la prudencia en cuanto había conocido la posición del templario.

 ¿Era llevar la contraria lo que espoleaba a Dreren? ¿O tenía otros intereses?

 Se justificó sin necesidad de que lo pidiesen, o para su pesar.

 - No creo que nuestras entrañables compañeras deseen ninguna clase de pago por sus acciones. Ya que hicieron lo correcto. - no trataba de ensalzar lo que habían hecho, había sido imprudente de todos modos, aunque si lo habían hecho para salvarle la vida a alguien o evitar que empeorase, no necesitaba una justificación mayor. Tampoco les recriminó nada. ¿Tenía siquiera potestad para hacerlo?

 Nisiquiera era el que estaba al mando de aquella compañía.

 - Pero el camino nunca es seguro para el viajero cauteloso. Largo es el sendero que nos aleja de nuestra tierra, y fría la brisa que acompaña la marcha de aquellos que se ven obligados a recorrer los parajes cubiertos por la sombra de una Ruina.

 Con un miembro de vuestro grupo herido no sería descabellado que los bandidos se envalentonasen a la hora de atacaros. O que las bestias se viesen atraídos por la enfermedad de un individuo en un estado temporal más débil.

 Nuestra compañía tampoco es suficientemente grande como para evitar el apetito en las bestias salvajes, ni lo suficientemente imponente como para mantener a raya a los bandidos.

 Una unión me parece de lo más conveniente por parte de ambos, siempre y cuando la compañía sea del agrado de todos.

 Bajó el mentón y relajó las facciones sin llegar a sonreir. Al hacerlo parecía sólo un niño algo crecido, un adolescente que está a punto de convertirse en hombre. Pero aún suficientemente inmaduro.

 - Además, si se emprende un curso de acción, ha de hacerse bien. - espetó con voz más animada - si Balaena ha de viajar, y ha de hacerlo pronto y sin descanso, como nuestro camino nos exige a nosotros, lo mejor será que tenga el atento cuidado de nuestras camaradas.

Ya habían demostrado sobradamente que eran capaces...

 ¿Confiar en desconocidos? Quizás fuera mejor que morir ante las fauces y las garras de una manada de lobos. O de algo peor...y más vil.

 Dreren no especificó a donde se dirigían, quizás Lynn y su buena amiga ya lo hubiesen revelado...si era así, habían sido raudas en las conclusiones que a Dreren le habían llevado algo más de tiempo...de cualquier forma y después de mirar el mapa, el mago sabía exactamente dónde quería llegar cuanto antes.

 Si Ayla había ido a algún sitio, seguro que era allí.

Gabby se sintió profundamente aliviada cuando comprobó que Dreren había llegado a las mismas conclusiones que ella. No quería que su hermano pensara que ella creía que no era capaz de protegerla. Pero eran días oscuros, y no sabían lo que les acechaba ahí fuera. Parecían buenas personas, y quizá Balaena necesitase aún de sus cuidados.

—Creo que tienes razón, es una buena idea —concedió Gabrielle, como si a ella no se le hubiese ocurrido. La maga bisoña depositó su mano sobre la de su hermano, apoyada en su hombro—. A mi me ha convencido, ¿te parece bien, Derek?

Lynn se había quedado mirando a Dreren mientras éste hablaba pero de pronto pareció caer en la cuenta de algo.

—Espera... espera, ¿"contratiempos"?—tragó saliva mirando a Nolan—. ¿Qué clase de contratiempos? ¿Es verdad que hay tantos bandidos y bestias por los caminos en la actualidad?

El rostro de Nolan se ensombreció y bajó la vista asintiendo con gesto sombrío.

—Y lo que no son bandidos ni bestias: todavía quedan restos de la horda desperdigados por ahí—suspiró y se tomó unos segundos antes de añadir con voz algo tensa—. Nosotros ayer éramos... cuatro.

Aquello último hizo que Lynn se pusiera pálida como un fantasma.

—A mi me parece estupendo—el gatito que Lynn tenía en el regazo levantó la cabeza y dijo aquello, ajeno a cualquier tinte tenebroso que flotase en el aire—. Es más cómodo ir sobre ruedas que andar.

—¡¿Q-Qué cojones?!—Nolan pegó tal brinco del sobresalto en el sitio que estuvo a punto de caerse de espaldas. Miró al animal con los ojos desorbitados y luego lo señaló como quien acaba de descubrir algo inaudito y no se lo puede creer. Boqueó un par de veces de la estupefacción de hecho, antes de lograr hablar—. ¡El gato habla!

Derek apretó los labios y se encogió de hombros.

-Como queráis. Yo lo decía por la chica.

Iba a sumirse de nuevo en uno de sus espesos silencios cuando el gato habló. Y con Nolan saltó él.

-¡Hacedor! ¿Ese bicho es...? ¡Pensé que era un gato de verdad!

El Señor Keefles miró a ambos como si fueran rematadamente estúpidos.

—Me habéis pillado. No soy un gato, soy un archidemonio que viene a por vuestras almas —dijo en tono monocorde.

No obstante, en vez de saltar sobre ellos para devorarlos, se enroscó cómodamente sobre las piernas de Lynn.

No había bebido lo suficiente para sufrir alucinaciones, y si otros dos también lo habían escuchado es que aquello era real, esa pequeña masa de pelos era capaz de hablar como las personas. Si estuviera escuchando semejante afirmación tacharía de loco al interlocutor, pero era real, muy real. Al parecer la magia era capaz de más cosas que curar.

- Veo que la magia hace honor a su nombre, por todos los diablos que esto es lo más raro que he visto jamás. -

Gabrielle lanzó una risita de circunstancias.

—Jejeje... perdonadle. Es mi gato pero a la vez es mi familiar. No familiar como Derek sino... —hizo un aspaviento con las manos como si apartara una mosca—. Cosas de magos. Es inofensivo.

-¿Es tuyo? -preguntó Derek con suspicacia, frunciendo el ceño por primera vez a su hermana. Alargó la mano y fue a tocar al gato, pero en el último momento la apartó-. No hace nada, ¿verdad?