Partida Rol por web

Nolan se las apañó para preparar algo a base de trigo tostado y agua con las provisiones que habían sido compradas previamente. Su aspecto engañaba pues era sorprendentemente sabroso, fuera lo que fuera.

Gabrielle aprovechó incluso para echarse una pequeña siesta después de haber llenado el estómago. Lynn por su parte, terminó de sanar los cortes de quien había salido herido de la pelea de taberna y se cambió la túnica ensangrentada por otra limpia que traía en su mochila sintiendo aún escalofríos cada vez que miraba la mancha.

Más tarde, cuando todos estuvisteis listos, le pedísteis a Nolan que se quedara con Balaena cuidando de que vuestras cosas (y la carreta) estuviera donde las dejásteis a vuestro regreso. A Lynn le pedísteis que os acompañara.

Tras seguir el mapa que la Hermana Clarice de la Capilla os había facilitado,  llegásteis a vislumbrar vuestro objetivo después de casi una hora de andar.

Al llegar, el lugar se os antojó bastante tétrico y definitivamente abandonado: El silencio era tan sepulcral que ni siquiera los cuervos se atrevían a romperlo. La construcción que teníais ante vuestros ojos y que constaba de una granja considerablemente grande de dos pisos y de un granero todavía más grande, había sido claramente víctima del fuego pues estaba medio en ruinas y cada vez que alguna brisa soplaba entre ellas se os antojaba como el gemido lúgubre de un alma en pena.

Lo que en su día debieron ser cultivos rodeándola, eran ahora campos de ceniza, incluso intuíais que el palo carbonizado que sobresalía de uno de ellos era todo lo que quedaba de un espantapájaros. Una carreta destartalada a la que le faltaba una rueda descansaba silenciosa como un esqueleto abandonado cerca de la entrada a la casa y las telarañas comenzaban a hacer acto de presencia en varios puntos. Hasta localizásteis alguna que otra arma oxidada de aspecto ominoso... tal vez perteneciente a alguno de los engendros tenebrosos que habían arrasado el lugar.

Lynn observaba los alrededores entre curiosa y desconfiada.

—¿Se... supone que hay un mabari aquí?—preguntó empujando suavemente con la punta de una bota la hoja rota y oxidada de una espada que yacía en la tierra esponjosa del suelo—. Da la impresión de llevar abandonada desde hace meses...

E una de estas que miraste al suelo, te dió la impresión de que había unas pocas huellas a medio borrar por el camino de tierra blanda que pisábais... o algo que te lo parecieron. El caso es que resultaba un rastro tan incompleto que casi no se veía así que no era reciente.

Las que debían haber dejado en su momento los engendros tenebrosos se habían borrado debido a las inclemencias del tiempo pero de aquellas aún quedaba algo: Alguien debía haber pasado por allí en algún momento. ¿Cuándo?

Si quieres intentar sacar alguna pista más, tira supervivencia.

Sion compartía la desconfianza que emanaba del ambiente. Pero la combatía con un sentido muy práctico y metódico que le había servido en más ocasiones, las apariencias engañan y lo que es peor, distraen y corrompen lo evidente. Mientras que Lynn miraba los restos de ese arma el pícaro se fijaba con atención en cualquier sitio donde un asaltante oculto pudiera esperar el momento adecuado. Aun no había desenvainado el acero pero tenía claro que prefería llevarlo a mano.

- El fuego y la Ruina se han llevado toda la vida que este sitio pudiera tener. Este sitio se cae con la mirada, la idea de un derrumbamiento es poco agradable.

Dos pisos y un granero igual de halagüeño, ¿alguna idea de por donde empezar? -

Gabby se echó dos mechones rizados por detrás de la oreja mientras observaba la escena pensativa. 

—Bueno, si hay un mabari merodeando por aquí probablemente haya huellas recientes por alguna parte —aportó Gabrielle, aunque no estaba muy ducha en labores de rastreo—. Quiero decir, necesitará agua potable y comida. Quizá quede algo de comida en conserva en el granero o en alguna despensa dentro de la casa, pero acceder al agua parece más complicado. Lo más probable es que el mabari haya ido al río a beber, y que podamos encontrar las huellas de las idas y venidas. Eso debería darnos alguna pista de dónde podemos encontrarlo.

 Dreren flexionó las rodillas una vez todos habían comenzado a indagar en las posibilidades. Adelantarse a una presa debía de ser lo más inteligente que un cazador podía hacer, pero ni aquella tenía porqué ser una con un comportamiento normal, ni podían pasar por alto otras variables. Era como afirmar que no tenía forma de saber a donde les llevaría aquello.

 Los brazos del mago colgaron sobre sus rodillas, en cuclillas y aún con la capucha, observó el suelo con detenimiento. Wish se había asomado hasta su hombro para asistirle en todo cuanto pudiese necesitar, aunque no optaría por desplazarse demasiado, no con un mabari suelto por ahí.

 Dreren permanecía en el camino, antes de adentrarse en la casa. Era tierra blanda.

 Si ha ido al río...o sí ha llovido...

 Pensó, aunque no le gustaba hacerlo en condicional.

Su rostro estaba libre de toda tensión, su mandíbula le permitía respirar silenciosamente por la boca, y aunque colocó la mano sobre lo que parecía una pista, no tentó a inspeccionarla con el tacto para no borrarla.

 - Quizás los engendros dejaron también aquí la prueba de su presencia. - añadió a las pruebas evidentes que Lynn parecía observar. - Tal vez también el mabari...

 Sus ojos temblaban en su frenética búsqueda de indicios en el suelo que daba paso a la granja.

Un examen más cercano te hizo elucubrar que parecían huellas de pies humanos, calzados y pequeños, quizá de un niño que en algún momento caminó por ahí aunque debió haber sido al menos hace una semana o más porque estaban casi borradas. Iban "hacia la construcción" pero se difuminaban demasiado pronto como para determinar si hacia el granero o hacia la granja.

Derek se rascó la nuca al observar el estado de la granja. Había visto bastantes ruinas como aquella, sobre todo cuando tuvieron que ayudar a defender Risco Rojo. No era agradable imaginar a los engendros campando a sus anchas por la zona, atacando a los campesinos. Había una de esas campesinas que, en su mente, se parecía bastante a Gabby. Sí, ellos habían vivido en una granja muy parecida y podrían haber muerto. De hecho... ¿qué había sido de sus padres?

El aprendiz de templario sacudió la cabeza.

-Vosotros guiáis. No tengo mucha idea de rastreo, la verdad.

- Estas son las huellas de un niño.

 Expuso ante la declinación voluntaria del templario por liderar aquella introspección. Declarando su inutilidad en aquella situación sólo hacia que Dreren reafirmase la concepción que tenía de aquel templario en concreto y del colectivo general. sería demasiado amable considerarle corto de miras y tampoco podía permitirse como mago subestimar a aquella clase de personas que dedicaban su vida al Hacedor sabía que clase de represiones contra los que deberían considerar sus iguales.

 No sonrió, estaba demasiado ocupado como para jactarse por aquel momento, en cambio, trató de explicar lo que leía en el polvo de la tierra.

 - Son de hace una semana aproximadamente.

 Por el tamaño, y a juzgar por el calzado, puede tratarse del dueño del mabari. - Dije sin alzar la vista de las huellas borrosas de la entrada.

 Finalmente y sin aparente esfuerzo acabé con la flexión de mis rodillas y me puse en pie para girarme hacia la entrada.

 - Puede que aún sigan dentro.

 Pero Gabrielle tiene razón. - Aunque quizás no quisiera expresar que significaba realmente aquello.

 Dio unos pasos hacia el interior para acercarse a Lynn, y si nadie tomaba la decisión de ir delante, Dreren lo haría. No le preocupaban demasiado las trampas, nadie se había interesado por aquel mabari salvo el niño, y esperaba poder combatir contra su inteligencia almenos en igualdad de condiciones. Mantendría los ojos abiertos, si había algún mecanismo sería de captura y no para causar daño.

  Y si estás aquí...espero que hayas encontrado agua.

 Una semana es demasiado tiempo.

Lynn dejó la hoja y se acercó a asomarse sobre el hombro del mago agazapado para ver qué era lo que señalaba.

—Están tan borradas que casi ni se ven... ¿Crees de verdad que podrían ser de Ferin?—dijo. Entonces parpadeó como si hubiese recordado algo y miró a Gabrielle—. Espera, la hermana Clarice dijo que llevaba tiempo sin pasarse por la capilla ¿Cuánto había sido?

En efecto, ahora que os fijabais, había restos muy difusos de pisadas en la tierra esponjosa pero estaban allí. Como simplemente eran ovaladas y planas, Dreren debía haber deducido de ahí que el dueño no iba descalzo. Por desgracia... era un rastro tan castigado por las inclemencias del tiempo que casi había desaparecido; veíais que iba en dirección "a los dos edificios que formaban la granja" pero eso era todo porque desaparecía por completo mucho antes de poder saber a cuál.

- Puede que el tiempo suficiente como para que estas huellas sean del propio Ferin.

 Creo que deberiamos empezar por la casa por si el chico está dentro, atrapado o algo peor.

 Dreren asintió ante Lynn, era resuelta y sabía que se atrevería con todo, por eso la instó a que le acompañase en primer lugar.

 - Después podemos probar cerca del granero, el mabari tiene que haberse alimentado. - wish tragó con fuerza, sabía a que se refería, a pequeños anfibios, a ratones de campo, ¡era asqueroso! aunque a Dreren parecía resultarle muy natural.

 La teoría del agua de Gabrielle era tanto o más válida, seguramente pudiesen acercarse al río para echar un vistazo y llenar los odres de agua.

 - ¿Estaís deacuerdo?

 Sonrió fugaz, y dio el primer paso dispuesto a liderar la investigación.

- Cuanto antes mejor, nadie se merece estar atrapado o encerrado aquí dentro. -

Rebuscando en la mochila aun estaban los gastados pertrechos de cerrajero. Había las bastantes herramientas para abrir una cerradura, ventana o mecanismos similares. Pero si había algo dañado por el fuego o simplemente el paso del tiempo entonces no serían tan útiles.

Una siniestra y ululante racha de viento sopló barriendo en ese momento toda la zona. Parecía el tétrico lamento de un alma en pena aunque sabías perfectamente que en realidad no era más que el aire silbando entre las ruinas de una granja... pero tu imaginación debía tener ganas de ponerte la piel de gallina.

No obstante, percibiste algo más cuando terminó la ráfaga: durante dos o tres segundos después de la misma oiste un suave rechinar de madera, muy amortiguado, proveniente del granero.

Y esa vez tu imaginación no tenía al viento de excusa para manifestarse.

—¡El granero! —chillo Gabby de repente.

Miró en derredor, como sobresaltada por su propio exabrupto y esbozó una sonrisilla de circunstancias.

—Dreren, c-creo que deberíamos empezar por el granero. Lo podemos revisar más rápidamente que la casa y empezar a descartar cosas.

Tragó saliva.

- Si eso es una corazonada...

 Comenzó Dreren con un tono un tanto distante pero también plagado con aquella impresión de que Gabrielle estaba siendo caprichosa o simplemente no quería desvelar los verdaderos motivos por los que había incluso chillado. Tal vez había visto algo, o había presentido algo...era tan poco fiable...

 - Será mejor hacerle caso.

Dreren dio unos pasos atrás y cambió el sentido de su camino sin dudarlo demasiado, aunque se había tomado unos segundos para la reflexión.

 El mago razonó que Gabrielle tendría sus motivos, y de todos modos, la prefería tranquila y segura que no capaz de gritar sus opciones sin saber demasiado bien porqué.

 Miró de soslayo a Sion, casi orgulloso.

 - ¿Se te da bien? - dijo refiriendose a las herramientas que llevaba encima. Dreren lo veía como una habilidad muy interesante.

- Lo bastante para abrir cerraduras y postigos normales, mientras no se hayan oxidado o atascado por el desuso o humedad, pero es un proceso normalmente lento salvo que no importe dañar la cerradura. -

Lynn pegó un bote sobresaltada con el grito de Gabrielle pero, tras descubrir que no pasaba nada, se llevó una mano al pecho suspirando con alivio de que el corazón no se le hubiese salido por la boca (luego regañó a su amiga con una mirada de reojo)

Se apresuró a seguir a Dreren en cuanto éste enfiló hacia el granero aunque andaba por detrás de él, o como mucho, a su altura. No parecía resultarle apetecible ir abriendo la marcha.

Mientras caminábais hacia el granero, la brisa ululaba de vez en cuando. Había momentos en los que se sonaba como tétricos aullidos, concretamente cuando silbaba a través de los radios de las ruedas de la carreta o el hueco de alguna ventana. El lugar en sí no era lo que se dice muy acogedor.

Una vez delante de la enorme construcción, visteis que la puerta corredera de madera era robusta aunque estaba cerrada por con una oxidada cadena con un candado igual de oxidado bloqueando el pestillo metálico que permitía abrirla.

Lynn tiró con fuerza de la puerta, el metal chirrió de forma desagradable pero no cedió. La plancha de madera a penas se movió uno o dos centímetros antes de volver a su lugar

—Atascado—resopló soltándola para sacudirse las manos—. No entiendo nada, ¿quién cerró esto?

Miró entonces el cerrojo como si le estuviera preguntando mentalmente lo mismo. Era grueso pero estaba oxidado y maltratado por las inclemencias del tiempo.

—Confieso que no me haría ninguna gracia que la construcción entera se nos cayera encima por liarnos a golpes—titubeó entonces expresando en voz alta la posible pega—. Pero parece quebradizo...

«El manto en este lugar no anda mucho mejor que ese candado» escuchaste gruñir a Astucia «Está aún más débil que en Lothering»

Gabby parecía ajena al problema del candado y miraba al granero con expresión pensativa.

—El manto que separa nuestro mundo del Velo es muy débil aquí. Está más deteriorado que en el resto de Lothering, y ya es decir —anunció, sin que le temblara la voz como quien dice que hay purrusalda para comer—. No os separéis de Dreren o de mi ni un sólo momento ¿vale?