Partida Rol por web

—Sí, lo he oído, pero no quise decir nada delante de ella. Lo cierto es que después de lo que me ha contado sobre este lugar, me parece doblemente peligrosa su presencia aquí.

Gabby le hizo un resumen de lo que le había contado Dabona.

—Me pregunto si Ayla sintió algo relativo a esa... maldición, por llamarla de alguna manera, o si lo dijo porque la persigue algún demonio en concreto como sucedió en la casa quemada de Denerim. Creo que en un caso o en el otro deberíamos investigar esa cueva. No me gusta nada lo que me ha contado.

Lynn se estremeció como si de pronto tuviese frío.

—¿Perseguirla? ¡A mí me ha dado la impresión de que Dabona creía que Ayla podía invocarlo!—masculló—. No sé qué me parece peor...

Te hizo un gesto con la cabeza para que entráseis. El pasillo no era el mejor lugar para hablar de aquellas cosas.

Una vez dentro, viste que la habitación era sencilla pero razonablemente acogedora. Tenía una alfombra y sendas camas cada una con su mesita de noche en la que descansaba una vela. Por supuesto, no faltaba el jarrón con flores silvestres.

Lynn se sentó en el borde de una de las camas.

—Me preocupa, Gabby, me niego... apensar que pueda haberse convertido en una maléficar de verdad. Pero no entiendo de dónde salen todos estos demonios. Eso ya de por sí es peligroso si no la encontramos pronto—confesó—. Y tú quieres ir a investigar una cueva en la que hace cuarenta años pasó algo raro que no ha vuelto a pasar... ¿Por qué?

No parecía estar cuestionándote, Lynn siempre se creía y escuchaba todo lo que le decías, de modo que era curiosidad sincera.

—Tranquila. Primero porque el Primer Encantador ha demostrado muchísimas veces que va cuatro o cinco pasos por delante de todo el mundo. Si hubiera tenido la más mínima sospecha de que Ayla fuera una peligrosa maléficar, no hubiera enviado a dos magos novatos y a una hermana de la capilla detrás de ella. Segundo porque creo que está más asustada que otra cosa: no sólo parece huir del Círculo, sino de algo más. ¿Un demonio de la cólera?

Le contó brevemente lo que había visto en el Velo cuando visitó el edificio calcinado.

—Se está alejando de los núcleos civilizados: creo que no quiere hacerle daño a nadie con lo que sea que la atormenta, y la respuesta que le dio a Dabona quizá fuera en ese sentido. No sé si esa teórica cercanía a los demonios la hace más susceptible a lo que fuera que pasara aquí, y por eso quería echar un vistazo.

Torció el labio en un gesto de rendición.

—Y tercero, sinceramente porque no puedo negarle la ayuda a nadie. Dabona me parece un pajarillo con un ala rota. Si le damos algún cierre a su triste historia quizá recupere su alegría y pueda vivir feliz los años que le queden.

—Ayla es tan "novata" como tú y Dreren, Gabby, no te des de menos—recordó Lynn con una sonrisa sesgada—. Ella pasó la Angustia hace un mes.

Aunque enseguida torció el gesto como si se sintiese un poco culpable. A ella y a Dreren les habían enviado como "castigo". Tú por el contrario, lo habías pedido por voluntad propia, entre otras cosas, para no dejarla a ella sola.

No obstante, Lynn volvió al tema decidiendo que hablar de algo que ya estaba hecho no tenía mucho sentido.

—Se supone que el Círculo es el sitio más seguro si un demonio te persigue... —suspiró—. No sé cómo lo tienes todo tan claro pero ya sabes que confío en tu criterio, Gabby. Si crees que podemos ayudar en algo a que una anciana rota recupere algo de felicidad pues no voy a impedírtelo. Ya bastante miseria ha sembrado la Ruina.

Te volvió a mirar.

—¿Quieres proponérselo mañana a los demás entonces?

Debían haber llegado en un mal momento, o tal vez la mujer fuera simplemente así, hosca por naturaleza y parca en palabras, al menos no estaban en el mejor punto para averiguar nada más, pero de lo malo podrían pasar una noche bajo techo sabiendo que estaban en la pista más o menos correcta.

Bajó la mano hasta la cabeza de Kando y se entretuvo frotando despacio y rascando al mabari.

- Quizás mañana podremos averiguar algo más, en lo que a mi respecta creo que a todos nos vendrían bien un descanso, me gustaría dormir solo, así si el perro tiene hambre solo lamentaremos una baja. -

Gabby lanzó un hondo suspiro.

—No lo sé —confesó—. Alexei es un completo desconocido, no puedo pedir a Nolan que deje a Balena sola y Sion... mejor no hablemos de Sion.

Se peinó los rizos con la mano.

—Y quizá después de todo Dabona tenga razón y la cueva ya se haya derrumbado. Lo cierto es que pensaba acercarme a curiosear y volver antes de que los demás me echasen de menos.

—¿Piensas ir sola por la noche?—se sobresaltó Lynn—. Gabby, no. No es buena idea... Un bosque a oscuras y con la que está cayendo puede ser peligroso.

Te cogió las dos manos con suavidad.

—Y no lo estoy diciendo porque no sepas defenderte—aclaró lantes de que te diera tiempo a decir nada—. Pero es que Brecilia no es un bosque normal: si hasta algunos árboles están vivos no quiero imaginar qué puede salir de la espesura en horas nocturnas. Yo te acompaño a donde sea, y no olvides a Belgar; seguro que se apunta a cualquier posible lío. Pero por favor... espera a que al menos amanezca.

—No, ¡no! Claro que no pensaba ir de noche. He oído las suficientes historias de miedo como para saber que no es buena idea andar por el bosque de Brecilia de noche. Y aunque fuera un bosque normal y corriente lo único que conseguiría sería tropezarme con una rama y partirme un pie —razonó Gabby—. Me refería a salir con el despunte del alba y volver antes de que los demás bajen a desayunar.

Se rascó la barbilla.

—Y sí, supongo que se lo podemos decir a Belgar. Pero si me equivoco iba a quedar en ridículo.

Lynn primero suspiró de auténtico alivio. Luego soltó una risita con tu último comentario.

—No—dijo dándote un pequeño abrazo—. Ibas a quedar como una persona estupenda que se preocupa por una anciana.

—Haciendo de Thedas un lugar mejor para vivir, pasito a pasito —dijo Gabby, antes de soltar una risita y tirarle de los carrillos a Lynn.

Kando emitió un teatral gañido de orgullo perruno mancillado.

-Como prefieras.-Respondo volviéndome hacia el resto y sacando las monedas de mi bolsa.-No tengo inconveniente en dormir en una habitación con quien sea.  

Lynn se dedicó a contraatacarte a base de cosquillas en los costados. Estuvísteis un rato haciendo el ganso mientras te dabas cuenta de lo mucho que os hacía falta a las dos aquello. Los últimos días y las últimas horas no habían estado precisamente libres de tensión.

Tal vez y precisamente por eso, el agotamiento se hizo patente. Os fuisteis a acostar.

No supiste en qué momento exacto te despertaste, o bueno... te despertaron. Y no fué muy agradable puesto que lo hizo el grito de espanto de tu amiga, cosa que te hizo abrir los ojos de golpe y pegar un bote en la cama.

Había dejado de llover pues no escuchabas el aguacero y debía haber amanecido pues veías la luz colarse por la contraventana. Lynn, sin embargo, estaba sentada en la otra cama del al lado, como si se hubiese levantado de golpe, y agarraba el borde de la manta con las manos crispadas mientras respiraba a toda velocidad.

—No puede ser... —gimió tapándose medio rostro con una mano, casi parecía que hubiese visto un fantasma—. Hacedor... ¡No puede ser!

Gabby se levantó de golpe, echando a un lado la manta.

—¿Qué te pasa? —dijo, soñolienta—. ¿Has tenido una pesadilla?

—Acabo de recordar cómo desapareció Dreren—tartamudeó Lynn. Parecía que ni ella misma fuera capaz de creerse lo que estaba a punto de decir—. Él... simplemente se dió la vuelta y se fué.

Tenía los ojos llorosos pero muy abiertos como si una imagen horrible se le hubiese quedado grabada en la retina.

—Se dió la vuelta, se fué, y yo le dejé ir... —repitió con incredulidad. Nno le bastó con una mano, tuvo que tapase la boca con las dos en un gesto de perplejidad horrorizada hacia si misma—. ¡Le dejé ir! ¡¿Por qué no hice nada?! ¡¿Por qué tengo la sensación sin embargo de haber hecho todo lo posible por evitarlo?!

Se aferró la cabeza con ambas manos, como si tratase de arrancar desesperadamente aquella respuesta que tanto necesitaba de sus propios recuerdos. Era incapaz de modo que terminó soltando un bufido a medio camino entre la frustración y la impotencia.

—¡¿Por qué no me he acordado hasta ahora de algo así?!—sollozó—. ¡¿Qué es lo que me está pasando, Gabby?!

En otras circunstancias Gabrielle se habría abalanzado a consolar a su amiga, pero en vez de eso se quedó en el sitio, meditabunda. De improviso se dio una palmada en la frente.

—¡Pues claro! ¿Cómo no se me ha ocurrido antes? ¡El sentimiento de culpa! —le dijo a Lynn, como si ella tuviera que entenderlo. Se puso a enumerar con los dedos—. De repente sientes un inexplicable y repentino sentimiento de culpa que no sabes de dónde ha venido. Dabona está destrozada por la culpa de no haber insistido a su marido de que no acompañara al erudito. El mismo erudito fue a la caverna por el sentimiento de culpabilidad que le produjeron los aldeanos por la coincidencia de su llegada con el agua roja. ¡Y el marido de Dabona le acompañó por el sentimiento de culpa que le producía el hecho de que no le acompañara nadie!

Empezó a dar vueltas por la habitación.

—La culpa es un sentimiento negativo del que puede alimentarse un demonio. No conocemos Demonios de la Culpa, pero tampoco conocíamos Demonios del Miedo y Schaudaron era bien real. Pensábamos que esas nuevas especies de demonios surgieron por lo desgarrador de la última Ruina... ¡pero ni ha sido la única ni la más peligrosa! ¿Cómo sabemos que simplemente no hemos encontrado ninguno, o lo hemos encontrado y lo hemos clasificado mal?

Por un momento Gabby pensó que podría escribir una tesis revolucionaria sobre los demonios del Velo, que bien podría abrirle camino a un puesto como Encantadora por derecho propio. Al momento siguiente, volvió a la realidad, manoteando en el aire como si espantase un montón de moscas.

—Creo que eso has sentido no está realmente en tus recuerdos. Y tiene mucho más que ver con este lugar. Lo que me pregunto es que, si es realmente un demonio, ¿por qué no me atacó a mi en primer lugar? 

—¿Y cómo explicas que Alexei me encontrase en el suelo? —gimió Lynn tratando por todos los medios de contener los sollozos—. ¿Si realmente me he imagiando que se iba entonces por qué Dreren no está? Primero recuerdo pasear con él y de pronto... nada más. Ahora recuerdo de golpe que se fué y yo no hice nada ¡Pero la sensación que tengo es justo la contraria: que hice todo lo posible!

Se frotó los ojos con el dorso de una mano pero las lágrimas finalmente brotaron.

—Nada de esto tiene sentido, ni si quiera estoy segura de si me dijo algo, c-creo que sí... o quizá no... no estoy... ¡Oh, Hacedor!—se rodeó las rodillas con los brazos en el gesto asustado de alguien que no sabe lo que está ocurriendo—. No aguanto esto, Gabby. ¡No soporto estar sin él!

—Precisamente si le hubieras dejado ir lo recordarías perfectamente y no estarías inconsciente en el suelo —razonó Gabby—. Fue otra fuerza, probablemente de índole mágica, la que te dejó así. Y conociéndote, haría falta esa fuerza para que te separaras de Dreren. ¿No me has escuchado? Es este lugar el que tira de ti y te hace sentir así. Si estoy en lo cierto y es un demonio de la culpa, estará utilizando ese resquicio de duda para atacar. Lucha contra esa sensación con todas tus fuerzas y no tendrá poder sobre ti.

Finalmente decidisteis que Sion dormiría solo (con el mabari) y el enano y Alexei en la otra habitación. Belgar estuvo un rato charlando con el recién llegado, cosas de la mera curiosidad.

Pero todos estábais cansados así que el sueño no tardó en apoderarse de vosotros. No supisteis exactamente cuanto tiempo  pasó pero lo siguiente fué un despertar, cuanto menos, extraño. La lluvia no se oía pues al parecer el aguacero había cesado y veíais la luz matutina colarse por las contraventanas.

Lo raro era que lo que os había despertado para ver eso había sido un grito de espanto en la habitación contigua donde Lynn y Gabrielle se habían alojado. Las paredes distorsionaban un poco pero la voz parecía de la primera.