—Puede que haya regresado a Denerim —aventuró Trasus—. Alguien, en la ciudad, pudo informarle sobre el propósito y características de nuestra expedición, y la contrató para sustraer la cabeza de bastón.
Trasus no había tenido ocasión aún de reflexionar sobre lo ocurrido. No sabía quién era Valérica, ni de dónde había salido, y no disponía de información suficiente como para especular al respecto. Lo aprendido tras el encuentro con la caravana de Gabrielle iluminaba el asunto, aunque de forma difusa todavía.
—¿Sabéis algo de los motivos que impulsan las acciones de esa mujer? —inquirió—. Sus movimientos, tal y como los describes, parecen erráticos. Si hubiera un propósito detrás de ellos, y lo conociéramos, podríamos adelantarnos a ella y sentarnos a esperarla.
—Ojala lo supiera —confesó Gabby—. Esa es la razón por la que te dije antes que era mi tarea investigar qué hacía y por qué, y no sólo enviarla de vuelta al Círculo de Hechiceros. Los últimos indicios me hacían sospechar que era mucho más que una apóstata a la fuga. Pero lo de ese bastón... ¿sabéis qué poderes puede tener?
—¡Bah!—resopló Belgar haciendo revolotear los bigotes antes de responderle a Gabrielle—. No lo he dicho antes porque acabo de decidirlo ahora.
Se cruzó de brazos meciéndose sobre los talones.
—Y de todos modos mi sitio no está aquí. Seré más útil yendo a avisar a los burócratas de Orzammar de que muevan el culo y envíen a alguien a investigar ese maldito derrumbamiento.
—¡Eh! ¿va todo bien ahí atrás?—la cabeza de la chica que dirigía la carreta se asomó del pescante de esta—. ¿Por qué estáis tardando tanto? No oigo más que murmullos.
Al ver al Tal'vashoth sin embargo, abrió los ojos desmesuradamente.
—Tengo una mala noticia y una buena —dijo Gabby, rascándose la coronilla mientras ensayaba una sonrisa de circunstancias—. La mala es que Belgar abandona nuestra comitiva. ¡La buena es que Tal'vashoth ocupará su lugar!
Soltó una risita nerviosa, siendo consciente de que Balaena no consideraría "buena noticia" la presencia del kossith.
Una voz de mujer llamó la atención de Trasus. Una cabeza femenina asomaba por un lado de la carreta. Debía ser la conductora dela carreta, pues se encontraba en el pescante.
—¿La hermana? —preguntó Trasus.
El joven tevinterano se rascó la nariz considerando la pregunta de Gabrielle.
—Ni siquiera estaba al corriente de la búsqueda hasta que los encontramos —reconoció el erudito—. Ya te hemos explicado lo que ocurrió cuando lo recuperamos; es evidente que quienes lo ocultaron querían asegurarse de que no fuera recuperado por quien no supiera la forma correcta de hacerlo. Así que probablemente es peligroso, aunque desconozco si por sus supuestos poderes o por las repercusiones que pueda tener su hallazgo. En cualquier caso, no es un bastón completo, solo la cabeza.
—La herrera—sonrió Nolan—. La caravana mercante es de ella, yo soy el guarda.
La sonrisa se le deshizo en un suspiro propio de quien se encuentra con una historia demasiado larga que contar.
—Y Gabrielle y su grupo... digamos que se han ganado de sobra el pasaje gratis. Les llevamos allá donde necesitan ir y si por el camino podemos sacar alguna moneda en los pueblos, mejor.
—Gracias por la parte que me toca—suspiró Sarkee dramáticamente al hecho de que Gabrielle hubiese sustituido a Belgar por un kossith en lugar de por otra enana—. O bueno, no, entiendo que el parecido físico...
—¡Pero cómo que buen... ! ¿Es que no hay ya suficientes lunáticos armados a mi alrededor?—se lamentó Balaena haciendo rotar los ojos resignadamente ante la perspectiva de añadir un gigante de dos metros y pico a la comitiva. En ese instante reparó en Trasus y Sarkee—. ¿Y vosotros dos quienes sois?
Trasus guiñó un ojo a la herrera.
—Las normas de educación demandan que, como paso previo a solicitar la identidad de otros —informó—, se revele la propia.
Gabby frunció el ceño.
—Las normas de educación demandan que no se señalen las normas de educación —le regañó—. Además, ya te han dicho quién es. Ella es Balaena, la mejor herrera a este lado del río Dane.
—Inventarse normas de educación ad hoc también es de muy mala educación, señorita —se quejó Trasus, levantando los brazos.
Hecha la presentación, aunque fuera por la intervención de Gabrielle, no había razón para demorar más el ritual.
—Trasus, de la Universidad de Orlais —se presentó, y a continuación señaló a la enana de pelo caoba—. Sarkee, de los Hierroardiente de Orzammar.
Gabrielle puso las manos en las caderas. Hablar con Trasus era como hacerlo con un niño díscolo y cabezón al que había que explicarle continuamente por qué no tenía la razón en todo.
—No me estoy inventando una norma de educación ad hoc, Trasus —explicó con voz cansada—. Es una grosería decirle a otra persona que es una maleducada y que debe comportarse como tú esperes que lo haga. Y ya lo has hecho dos veces seguidas.
—Menos mal, por un momento creí que erais los hermanos broma—resopló Balaena—. Bienvenidos a en medio de ninguna parte.
La herrera miró a Gabrielle y frunció suavemente el ceño como quien se pregunta algo aunque no dijo nada en voz alta. Mientras, Nolan aprovechaba para hacerle un cómico gesto a Trasus de quien se sella los labios con una mano y se "corta el cuello" con la otra.
—Eeeesto... que subáis y os pongáis cómodos. Hay mucho espacio ahí atrás—comentó el orlesiano con una sonrisa forzada de oreja a oreja mientras volvía apresuradamente al pescante—. Balaena, ¿te has fijado en qué buen día hace hoy?
—Bueno, supongo que será mejor que coja mi culo y lo ponga en marcha—resumió Belgar sacudiéndose las manos mientras volvía a la carreta a por su mochila, la cual se colgó de un lado de la espalda (en el otro llevaba el hacha)—. Que os vaya bien. Ah, y Sarkee, rómpele algún hueso a esa furcia de mi parte.
Hizo un gesto con la mano y, sin mas, echó a andar camino atrás como si realmente quisiera irse rápido de allí.
—Podía haber pasado sin tener que imaginarme tu trasero... —refunfuñó la enana.
Os acercasteis a la carreta, Tal'vashoth la miró como quien piensa que es demasiado grande para algo.
—Iré a pie junto al carro. No me gusta viajar en una cueva portátil.
El mabari ladró alegremente. Ya no era el único que iba a hacer eso.
Trasus terminó por descubrir al último miembro de la comitiva que quedaba por presentar (más que nada porque estaba sentada justo en el borde de la parte trasera) Era una chica no mucho mayor que Gabrielle y la primera palabra que se le vino a la menta al verla fue "violeta".
Porque de ese color era la túnica que llevaba puesta, y hasta sus ojos hacían juego con ella, pese a que tenían una expresión de lo más triste. La parte curiosa era que no había rastro del emblema Solar de la Capilla por ninguna parte.
A juzgar por cómo observó de reojo al qunari, debía haber reconocido la voz. Aunque enseguida desvió la vista
—Hola—musitó. Luego hizo una pausa lo suficientemente larga como para pensar que no iba a decir nada más pero entonces matizó con torpeza:—. A-A los tres. Trasus y Sarkee, ¿verdad? yo soy Lynn.