Gabrielle no podía abrir más sus ojos o su boca.
—¡Tu mano! ¡Tu mejilla y tu oreja...! —dijo, echando un vistazo en dirección a sus compañeros para asegurarse de que no les habían visto—. ¡Estás recuperando tu aspecto de espíritu!
Y eso era un problemón fuera del Velo.
Te alivió en cierto modo ver qe tus compañeros se encontraban cruzando el puente, nadie se había percatado de lo sucedido.
Asthan por su parte, pareció confundido al principio por tu expresión aunque cuando se miró la mano debió entenderla. Y la suya de hecho se tornó algo a medio camino entre tensa y seria.
—Es... posible que tenga un problema más grande de lo que pensamos en un principio.
La voz surgió tan de la nada que casi te da un infarto. Cuando te diste la vuelta, viste a Allure sentada encima de una columna derrumbada observándoos curiosamente. Que te asparan si sabías cuándo rayos había llegado ahí.
—La que faltaba—gruñó Astucia poniéndose en pie otra vez—. ¿Se puede saber qué haces aquí?
Allure se encogió de hombros.
—Me aburría dentro de la gema.
—¿A qué te refieres con que "no está recuperando nada"?
—Bueno, porque más bien lo está perdiendo, ¿no?—respondió Allure—. Es decir, ya es una entidad del Velo. Lo que está desapareciendo es la forma física que envuelve su verdadero aspecto.
Ladeó la cabeza.
—Ya sabes lo que pasa si los que venimos del Velo intentamos estar aquí sin un ancla física, ¿no?
—¿Cómo podemos evitar que siga sucediendo? ¿Qué podemos hacer ahora para ocultar su verdadera forma? —cortó Gabrielle, para ir al grano. No tenían tiempo de andarse con rodeos, tarde o temprano se darían la vuelta y lo verían.
Allure se encogió de hombros.
—No lo sé. ¿Por qué no vuelve al Velo y punto?
—Porque no puedo—respondió Astucia, que no parecía tener ningunas ganas de explicarle ahora todo lo que os había llevado a aquella situación—. Para empezar ni si quiera quería venir aquí.
Se cruzó de brazos.
—Si hubiese atravesado el manto de forma normal me habría volatilizado por estar en este mundo sin un ancla—dijo—. Pero no es el caso. Así que no sé qué ha sucedido exactamente.
—Bueno, yo tampoco sé lo que ha sucedido. Pero lo que está sucediendo no es bueno, ¿no te parece?
Allure le señaló su aspecto con la palma como muestra gráfica.
—¿Y cómo que no puedes? ¿No estás ligado a ella?—preguntó mirándote—. Puede ser tu puerta.
—¡NI HABLAR!—rugió Asthan tan ofendido que parecía que le hubiesen llamado algo horrible—. ¡No pienso poseer a nadie! No soy un demonio.
Te miró un instante pensando quizá en las preguntas que acababas de hacer. Al hablar contigo de nuevo su expresión se suavizó.
—Puedo hacer esto.
Cerró el puño y aquellas llamitas de luz de su cuerpo de espíritu lo envolvieron hasta desaparecer de nuevo bajo un aspecto de carne y hueso. Luego se tocó la cara y sucedió lo mismo. Volvía a tener de nuevo aspecto de elfo... aunque se vió obligado a apoyar las manos sobre las rodillas repentinamente.
—Ya está—resolló—. Usar magia fuera del Velo es más difícil... pero ya está.
Allure se encogió de hombros.
—Debemos encontrar a Gandivallis —le dijo Gabrielle a Asthan—. Creo que podremos utilizarlo para devolverte al Velo.
La perspectiva de utilizar el bastón de Andraste le daba vértigo. Por mucho que estuviera utilizando para ayudar a un amigo, no le dejaba de parecer egoísta e irrespetuoso. Suspiró.
—No se me ocurre otra alternativa. Pensaba que era una experta en el Velo y llegué a jugar con la idea de hacer una tesis... pero me he dado cuenta de que soy una completa ignorante. Ojalá supiera una forma de ayudarte.
Asthan te miró.
—Si pudiérais saberlo todo sobre él no sería tan misterioso. Y no gustaría tanto—jadeó en algo que pretendía ser un intento por quitarle hierro al asunto—. Pero estoy contigo: encontremos el bastón. De lo contrario me temo que ni el Velo se va a librar.
Se dió cuenta de que Allure se lo había quedado mirando.
—¿Qué?
—Nada—respondió la entidad de la gema desviando los ojos al puente—. Os estáis retrasando, por cierto.
Brincó de la columna para aterrizar sobre un montículo de nieve y al hacerlo levantó un pie emitiendo un sonido de sorpresa bastante gracioso, mientras observaba lo que había pisado. ¡El misterioso polvo blanco estaba frío!
Astucia: Amistad (+6)
Allure recordará lo que ha pasado.
Asthan te agarró de una mano y tiró para poneros en marcha. Vuestros compañeros no se habían dado cuenta de que os habíais quedado atrás y era mejor no tentar a la suerte.
Te hizo gracia sin embargo el detalle de que para un nativo del Velo aquello no parecía significar nada: quería tirar de ti y simplemente te agarraba por la parte más fácil. A una persona real, lo de agarrar a alguien de la mano probablemente le habría dado una vergüenza tremenda.
Allure os siguió tras un instante de duda y no se te pasó por alto el detalle de que cada vez que localizaba un cúmulo de nieve, daba un pequeño salto sobre él. O le gustaba el sonido o continuaba haciendo experimentos con aquella sustancia desconocida.
Al llegar a mitad del puente viste que Lynn, que se encontraba allá adelante, miraba en ambas direcciones para terminar haciéndolo en la vuestra; se había percatado de que estábais más atrás. Se acercó trotando.
—Eh, ¿qué hacéis tan atras?—dijo al alcanzaros en mitad del puente. Hizo una pausa al rebobinar mentalmente y caer en la cuenta de la presencia de Allure. La miró con una ceja arqueada—. ¿Se puede saber cuándo saliste tú de la gema?
Alure se encogió de hombros mirando al cielo inocentemente.
—Secreto profesional.
—Me refiero a la torre—refunfuñó la clériga—. Verla encenderse debió ser horrible.
Suspiró.
—Esperanza respondida con... nada.
—Uhg... no te pongas metafísica ahora, ¿quieres?—protestó la apóstata—. Ya bastante repelús me da este lugar. El manto es muy fino aquí, tengo la sensación de que si estornudo lo rompería.
Lynn iba a decir algo pero pareció caer en la cuenta de una cosa y arqueó una ceja. Miró en ambas direcciones como si buscase algo.
—Un momento, ¿dónde están Gabby y... ¡Oh!
Al volverse hacia atrás localizó a la maga, a Asthan... ¡Y a Allure! en mitad del puente todavía.
—¿Cuándo ha salido de la... ?—observó el saquillo que llevaba pendiendo en su cinturón pero terminó por manotear el aire, deshechando la incógnita—. Seguro que Gabby encontró algún pedazo de la historia de nosequecosa y no pudo evitar pararse a husmear. Aunque no me extraña, habida la cuenta de qué lugar es este.
Sonrió.
—Dadme un segundo, voy a buscarlos.
Y echó a correr por el puente atrás.