Partida Rol por web

Gabrielle devolvió el abrazo a Lynn y sonrió al Guardián.

—Ha sido un honor, Guardián. Gracias por todo.

Ayla le dió un codazo flojo a Alexei y cuando consiguió la atención del guerrero frunció el ceño y se cruzó de brazos emitiendo un sonoro carraspeo.

—...

Miró al Guardián de reojo y luego lo volvió a mirar a él.

Alexei miró a Ayla sin entender.

—Eh... gracias por todo.

Ayla emitió un gruñido, tiró del brazo de Alexei y se lo llevó varios pasos aparte. Luego lo obligó a inclinar la cabeza (porque él era más alto, básicamente) para poder susurrarle al oído

—¿Tú no tenías algo que pedirle para tu amiga la rubita?

Alexei se dio un golpe en la sien.

—¡Rayos sí! Una amiga mía ha perdido la vista. Tenía entendido que las cenizas de la profetisa podían curar cualquier enfermedad y herida. Me preguntaba si...—si la heroína no hubiera hecho esto antes no se habría atrevido, sonaba totalmente profano—. Si me podría llevar un puñado de cenizas.

El Guardian los había seguido con la mirada cuando se habían apartado en un gesto que inspiraba curiosidad. Cuando Alexei le preguntó, ladeó ligeramente la cabeza.

—Sólo los dignos pueden acceder a la sala de la Urna, y para demostrar serlo se deben completar las pruebas del guantelete—dijo. Durante unos segundos, Alexei sintió un vacío en el estómago pero entonces el Guardián continuó:—. Pero por lo que a mí respecta, lo que habéis hecho hoy es prueba suficiente.

Sus ojos brillaron por un instante.

—Puedes coger un pellizco de las cenizas, muchacho.

Alexei había sentido cómo su estómago volvía a materializarse. Pero en medio de toda aquella solemnidad, una repentina nube de humo violáceo surgió de uno de los saquillos del cinturón de Lynn, dió varias vueltas en torno a ella y "aterrizó" a unos metros.

—¡Funciona!—exclamó Allure dando un par de saltitos en el sitio, incluso giró sobre si misma al hacerlo—. ¡Funciona! ¡Mirad! ¡Puedo salir desde el Velo.

Se giró dando palmaditas para miraros pero cuando vió al Guardián se quedó congelada en la postura en la que estaba con los ojos como platos.

—Eh... —se produjo un silencio sepulcral durante el cual todos os la quedasteis mirando—. ¿He venido en mal momento?

Por suerte para vosotros, la habilidad que el Guardián parecía tener para leer el alma de las personas parecía tambien ser capaz de "ver" lo que era Allure. O quizá el cómo había llegado a serlo, no teníais ni idea. Pero el caso fué que ni se escandalizó ni montó en cólera cargando contra ella.

La entidad de la gema husmeó la sala en la que os encontrabais pero volvió al granate en cuanto supo dónde ibais alegando que no le gustaba la otra sala. Alexei pudo subir los escalones que llevaban a la Urna y, sintiéndose tremendamente pequeño y humilde por alguna razón, cogió un poco del polvo blanco que contenía para meterlo en un saquito. Podía sentir la mirada del Guardian en la espalda... que si bien no hacía ningún gesto hostil en absoluto, de algún modo el guerrero supo que si trataba de hacer cualquier otra cosa con aquella Urna, su siguiente viaje al Velo sería en segundos y solo de ida.

Una vez recogido aquello, el milenario fantasma hizo un gesto de mano y la realidad ante vosotros se distorsionó en forma de agujero en el aire. Creando un portal a través del cual podíais ver el camino de descenso a Refugio, justo al otro lado del puente derrumbado. Definitivamente si alguien quería que el templo pudiera volver a visitarse, habría que restaurar aquello.

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El descenso de vuelta al pueblo fué silencioso. Os sentíais cansados, agradecidos de haber triunfado pero a la vez no podíais evitar que la ausencia de los que habían subido con vosotros pero no estaban en aquel momento allí pesara como una silenciosa carga más en vuestro equipaje. Poco a poco, los techos blancos de las casas comenzaron a verse en la lejanía y una vez estuvisteis de nuevo en el comienzo de la cuesta que ascendía no os lo podíais creer. Era como si el paisaje fuese el doble de bonito, los pinos el doble de aromáticos y el aire el doble de fresco.

—Bueno—suspiró Ayla dejando ir una voluta de vaho por el aire helado en el proceso—. Supongo que aquí es donde nos separamos. Alexei tiene cosas que hacer aquí y nosotras tenemos que...

Se cruzó de brazos apretándolos bastante fuerte.

— ...volver al Círculo.

—¿De verdad os vais a ir ya?—preguntó Alexei—. Creo que a todos nos hace falta descansar y después de todo lo que hemos pasado, qué menos que una buena comida, ¿no?

El joven guerrero sonrió. Se sentía bien por dentro, satisfecho, pero no jubiloso. Era como si les faltase algo.

Gabrielle sonrió.

Se acercó a Alexei, depositó sus manos en sus musculosos hombros en un gesto que aparentaba ser solemne y, sin poder contenerse, lo contradijo inmediatamente y lo estrechó entre sus brazos.

Cerró mucho los ojos, como si a fuerza de cerrarlos fuera a impedir que las lágrimas brotaran.

Tras unos segundos se separó.

Se llevó las manos a la cara. Estaba llorando. No lo había conseguido, en definitiva.

—¡Sé lo que intentas! —lo acusó señalándolo acusadoramente con el dedo—, pero sabes que tenemos que marcharnos, tarde o temprano. ¡El Círculo...!

Rompió a llorar y volvió a abrazarlo.

—No sé qué hubiera sido de nosotras sin ti —sollozó entrecortadamente—. Muchas gracias.

Se retiró, trató de recomponerse, se secó las mejillas relucientes.

—Te deseo que todo vaya bien con esa muchacha de tu pueblo. Te deseo que el Hacedor te colme de bendiciones. Que todo te vaya bonito —dijo hipando. No se le daban muy bien las despedidas—. Pero sobre todo deseo que un día vengas a visitarnos a la Torre del Círculo. Esto que hemos pasado juntos...

Hizo un gesto en el aire, buscando las palabras. Por una vez no las encontró.

A Alexei las lágrimas de Gabrielle lo cogieron por sorpresa, sobretodo porque no era eso lo que intentaba. 

—N-no... ¡No!—intentó excusarse con sorpresa—Sé que vosotras tenéis vuestra vida en la torre y yo... bueno...

Esta vez era el joven guerrero el que no encontró palabras, aunque en su caso era más normal. Así que en lugar de dejar un silencio incómodo decidió abrazar a Gabby y hablar de lo que tenía en mente hacer ahora.

—No tengo intención de quedarme en Refugio. Debo ir a Amaranthine a devolver el cáliz a los Guardias Grises. Y si Ayla va a tener algo parecido a un juicio me gustaría ayudar. Con todo lo que hemos vivido—Alexei negó con la cabeza—. No me veo estableciéndome aquí y viviendo como mis padres.

Alexei se separó un poco de Gabrielle y miró a sus tres amigas.

—Soy yo quién debe daros las gracias. No sólo me aceptásteis tal y como era cuando estaba en mi peor momento, sino que habéis cambiado mi vida por completo. Creo... Me habéis hecho mejor persona—a Alexei le tembló la barbilla y le costó tragar, ahora era él el que parecía que se iba a echar a llorar pero se contuvo—. ¡Y por eso quiero celebrarlo con una buena comida que no voy a preparar yo!

—Un juicio, sí—suspiró Ayla cambiando el peso del cuerpo de pierna y torciendo el gesto—. Más bien unas reglas muy claras.

—Ayla, no empecemos otra vez...

—No he dicho nada.

—¡Pero lo estás pensando!—Lynn la señaló con ambas palmas—. ¿Todavía crees que van a hacer contigo lo mismo que hacen con todos los apóstatas ya Angustiados?

—Nadie sabe lo que hemos hecho, Evelynn—refunfuñó la maga—. Y en serio: creo que algunas de las cosas que hemos visto y oido... será mucho mejor que sigan sin saberse. Ya me entendeis.

Hizo un elocuente gesto circular con la mano.

—Pero aun si les dijésemos que Adrath estaba buscando una reliquia poderosísima y que salí tras él para que no hiciera burradas, ¿qué? Decidí por mi cuenta, rompí mi filacteria, sigo siendo una apóstata, todo este berenjenal sigue habiéndole costado muy caro a más de uno. ¡Y aún no sabemos ni cómo está el propio Círculo! No esperarás que simplemente me den una palmadita en la espalda y me digan «Está bien, no vuelvas a hacerlo», ¿verdad?—volvió a cruzarse de brazos—. No pueden alentar así a que los aprendices se les escapen; en el mejor de los casos me quedaré encerrada el resto de mí vida en una de las celdas de la Torre. Siempre y cuando a algún misericordioso templario no le da por sugerir el rito de la Tranquilidad "como caso excepcional".

—¿Q... Quieres dejar de verlo todo tan negro, por favor?—suplicó Lynn tratando de no empezar a ponerse nerviosa—. Confía un poco en Irving, él nos mandó detrás de ti en lugar de un batallón de templarios...

Ayla puso los ojos en blanco como si no le encontrara sentido a discutir aquello ahora.

—Mira. Si esa chica recupera la vista y me ve le va a dar un infarto. Será más feliz si ve sólo a Alexei—os recordó—. Ya tendréis tiempo de volver de visita, él te debe un tour por  Refugio, ¿recuerdas?

Lynn arqueó las cejas anecdóticamente sorprendida de que recordase aquello.

—Y Astucia dijo que devolvería la torre a su sitio, pero no sabemos cómo está la torre, ni los de dentro. Puede que alguien necesite tus curas y las de Gabrielle.

Gabrielle se encogió de hombros.

—Pues a mí me parece que si hubieran querido darte caza habrían enviado a los templarios —señaló Gabrielle—. En cambio enviaron a una hermana de la Capilla y a una... dos... magos recién Angustiados. A mi me parece que Irving estaba más interesado en ayudarte que en encontrarte y traerte de vuelta al Círculo. No digo que no tomen contigo una medida ejemplar de cara a la galería, pero creo que será menos grave de lo que esperas. Ya se saltaron unas cuantas reglas bien claras al enviarnos a nosotras detrás de ti.