Partida Rol por web

Tan solo media hora después de la reunión con el Lord del ejército Rojo, varias decenas de guerreros ya se agolpaban en el patio de la Fortaleza de Crossing, listos para la batalla. Verminaard había decidido asestar un duro golpe a los bárbaros de las llanuras atentando contra la tribu de los Que-Shu.

Alrededor de los cincuenta soldados, entre los que había hombres, enanos y draconianos, esperaban las ordenes de sus lugartenientes para comenzar el viaje, el cual no les debería llevar más de media jornada. Al frente de todos ellos se encontraba el extraño grupo que Kitana había formado.

Pero no sólo iban a la batalla los mencionados anteriormente. En las torres de la fortaleza, se erguían las cuatro figuras de los cuatro dragones rojos que arremeterían contra los Que-Shu. Su sola presencia imponía en demasía a los allí presentes, sabedores que con su aliento podrían exterminarlos a todos en apenas segundos.

- Caballeros, Lord Verminaard nos ha dado potestad para dirigir esta expedición, no debemos fallarle. – comentó Kitana mientras azuzaba a su montura para que comenzara el camino, tras ella, uno a uno los miembros del extraño grupo que comenzó a conocerse como (ponga aquí su nombre). – Una vez hayamos arrasado el poblado, nosotros continuaremos nuestro camino hacia Xak Tsaroth. – finalizó orgullosa.

En fin, supongo que habrá que montar... sabía que algún sacrificio me tocaría hacer. Me subo al caballo y me dispongo a seguir a Kitana, que supongo que abrirá la marcha. Cuando he conseguido montar a mi caballo me dedico a ver los problemas que tienen el resto de mis "compañeros", pués el draconiano y el minotauro serán unas vistas realmente cómicas, quizás uno le sirva de montura al otro.

Monto con cierta facilidad el caballo que me dan para la marcha hacia el campo de batalla, facilidad que da la experiencia... una batalla de tantas... Entonces caigo y miro al grupo y a todo el ejército.

"No hay mejor manera de hacer una criba que en una batalla, los cobardes huirán, los inútiles morirán a manos de sus enemigos y solo los validos quedaran para luchar otro día" Recordé de repente una de las consignas de mi padre y mire a lo alto del castillo de Lord Verminaard.

Es un tipo astuto, espero que lo sea también para pagarme lo que valgo. Pienso mientras arreo al caballo y me dirijo a mi lugar en la formación.

Allá vamos... Monto en mi montura con agilidad, ya tenía todo cuanto necesitaba para esta misión. Así lo ha dispuesto la voluntad de la reina oscura... la perdición de los Qhe-Shu ha llegado. Todos morirán...

La emoción y euforia de la tan próxima batalla me sube al corazón y provoca en mí una radiante sonrisa.

Aprovecho el momento de indecisión para sacar mi cetro del carcaj y canalizar armadura de mago a través de él, acto seguido lo vuelvo a guardar.

Monto en el animal que me han asignado y sigo a Kitana en silencio y envuelto en la túnica marrón que tapa mi rostro. No hay necesidad de esconderse con esta tropa pero estoy acostumbrado a viajar así para pasar lo más desapercibido posible.

Al pasar por las enormes puertas de la fortaleza observo el poderío de los dragones rojos que acompañaran el ataque mientras admiro el poder de Mi Señora y su imbatibilidad en combate.

Pero no debemos confiarnos, por lo visto ha puesto mucho énfasis en esta misión y si es así será por algo.

Al parecer la presencia de los majestuosos dragones había dejado sin habla a,los integrantes de la partida. Mejor, no tenía ganas de escuchar tonterías sin sentido... Acercándose al caballo que tenía dispuesto vio como el enano parlanchín había logrado subirse al suyo.... Con las rechonchas piernas colgando ofrecía una imagen de lo más hilarante. Kromm no se sentía cómodo a lomos de un caballo pero sabía lo suficiente como para no ir haciendo el ridículo... Se subió al suyo y se dispuso a marchar siguiendo la estela de Kitana...

A ver si se trata de un trabajo rápido y me puedo librar cuanto antes de esta gentuza....

ts ts, eh -le llamo la atención mientras me acerco a él y le digo por lo bajo-parece que eres el que más sentido común tiene por no estar cegado con la devoción, cúbreme las espaldas y me aseguraré que como mínimo tu y yo consigamos sobrevivir, no me fio de los otros fanáticos, son irracionales y eso es peligroso. Yo te cubro y tú me cubres, los dos salimos vivos y tú tendrás tus riquezas y yo mis artefactos. Que me dices?

Veo como se acerca el enano, no parece importarle que todos nos vean hablar y suelta su oferta. Si su poder compensa... lo que quiera que ocurra en su cabeza puede que sea digno... Pienso mientras le hago un gesto de afirmación con la cabeza.

- Te dire mi respuesta al finalizar la batalla.

Espero que fuera suficiente, alli veria las habilidades y defectos de sus camaradas, y entonces decidiria sus alianzas.

El pequeño ejército formado por las huestes de Verminaard partió hacia la batalla al atardecer. La idea del Lord era atacar al alba, intentando que la mayoría de las gentes de las llanuras se encontraran durmiendo y así evitar las menos bajas posibles. La idea que rondaba las cabezas de aquellos hombres era la de masacrar a los bárbaros de las llanuras del poblado Que-Shu, ya que esa era la orden de su señora. Verminaard no solía rodearse de simples mercenarios, solía buscar gente que realmente luchara por la causa.

La Daga Oscura iba a la cabeza, seguida de los extraños personajes que habían aparecido en la fortaleza horas atrás y a los que todos los miembros de la marcha sabían que debían obedecer en el campo de batalla si fuera menester. Muchas eran las miradas de algunos Draconianos hacia Ant, aunque más bien parecían miradas de extrañeza por el poder que podían notar que emanaba de él.  Los dragones se habían quedado en la fortaleza, en pocos minutos se hubieran plantado en la aldea, así que partirían horas después para comenzar el ataque.

Y así fue, horas después de haber partido, en la lejanía, ya se podía observar el poblado Que-Shu. Las luces de varias hogueras se veían al horizonte y todo parecía estar en calma. La compañía se detuvo unos instantes, querían evitar ser vistos antes de que los dragones llegaran, así que permanecieron en silencio y agazapados unos minutos.

El sonido del aleteo de los dragones Rojos no se hizo esperar. Como aves carroñeras abalanzándose contra su presa, los dragones comenzaron a sobrevolar el poblado escupiendo fuego por sus tremendas fauces. Decenas de bolas de fuego iluminaron el lugar, haciendo estallar en pedazos las cabañas bárbaras e incendiando en pocos segundos la zona.

Qué bonito espectáculo… Era lo que rondaba en muchas cabezas al ver la mortal belleza con la que los dragones comenzaban el ataque, pero ese pensamiento se desbarató por completo al escuchar la voz de la Daga Oscura. - ¡AL ATAQUEEEEEE!!!. – Resonó su voz en la noche, seguido de los alaridos de los guerreros que comenzaban la carga.

Bajo de la montura y espero junto al resto del ejercito la llegada de los dragones, no me hacia mucha gracia luchar bajo el fuego de un dragon rojo, pero no tenia opción llegado a este punto.

El rugido del inicio de la batalla y cargue con el resto del ejercito con el escudo en ristre para dejar sitio en mi espalda a mi ballesta.

Hoy será un día glorioso. Cargo, aunque a mi pesar, con el resto del ejército hacia el infierno en el que se ha convertido la aldea Que-shu. Muchas almas hoy se presentarán ante la Reina de la oscuridad.

Las huestes de Verminaard, alentadas por el grito de guerra de Kitana comenzaron a correr hacia el poblado para arrasar con lo que hubiera quedado vivo tras el ataque de los dragones, los cuales ya ponían rumbo a la fortaleza. Desde el poblado, los gritos y alaridos de los que habrían sufrido el ataque resonaban en la oscuridad de la noche. Las cabañas ardían, pocas quedaban aun en pie y la última parte de empalizada que aun quedaba en pie comenzó a desmoronarse pasto de las llamas. Fue justo en ese momento cuando un cuerno de guerra resonó y tras él, el último aliento de varios valerosos guerreros que habían sobrevivido al ataque dragonil que, con el líder de los Que-Shu a la cabeza, comenzaban la carga contra sus enemigos. Mas con corazón que con cabeza, los barbaros de las llanuras no iban a morir sin batallar…

Me muevo hasta 6F buscando una buena trayectoria de disparo y disparo contra 8R (¿el jefe?).

Tus días han terminado bárbaro.