Partida Rol por web

Dragonlance- Más allá del tiempo

Pashin

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06/05/2018, 10:53
Director

Pashin se trata de una pequeña villa humana perdida cerca de los lindes del gran Reino elfo de los Silvanesti...bueno, mejor dicho, ex-reino, tras la Guerra de los espíritus ocurrida ya hace unos años, las tierras elficas han sido conquistadas por los caballeros de Neraka junto con sus aliados Minotauros, sin embargo, recientemente estos últimos han logrado expulsar a los caballeros (traicionandoles, por decirlo de algun modo) anexando ese territorio a las tierras Taurinas, los últimos reductos de estos caballeros han sido llevados a Pashin, ciudad en la que os hayais ahora, convirtiendose en una activa villa con diversidad de razas que aprovechan para aprepararse para cuando las nieves del invierno se derritan despejando las carreteras.

Tras  la caminata del dia tras vuestro último trabajo, habeis llegado a la villa, desde la colina nevada donde os encontrais teneis una vista mejor del sitio, la villa se trata de una serie de agrupaciones de casas  rodeadas por una simple muralla de troncos altos, el camino es simplemente un trozo de  tierra pisoteada llena de barro y los restos de nieve del invierno, seguiis avanzando deseosos de poder encontrar una taberna donde poder alojaros durante breve estancia y no tardais en atravesar las puertas de madera, más de uno os dirije una mirada suspicaz, aunque no es de extrañar, ya que formais un grupo bastante dispar.

Las calles estan bastante llenas, al parecer la gente está ultimando los detalles antes de que caiga la noche, no podeis evitar notar la presencia de los caballeros negros, aunque habria que decir que el estado es bastante lamentable, que se encargan de mantener el "orden" anque por sus caras parece que lo hacen a desgana y con cierto hastio.

- Tiradas (1)
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06/05/2018, 11:19
Director

Mientras estais caminando por las calles os llama la atención una cosa, en uno de los callejones  podeis ver como un mugriento Ergothiano , vestido con ropas andrajosas y una armadura mal colocada, está, junto a dos hombres, dsicutiendo acaloradamente con un Kender, este último trata como puede, proteger a una niña de la misma raza como buenamente puede.

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06/05/2018, 11:58
Alira

Alira recordaban haber estado en Pashin. Fue una vez, cuando ella era tan sólo una niña. Su padre, Elkmar, se había visto obligado, a pesar de detestar salir del reino silvanesti, a acudir a aquella pequeña aldea en viaje de negocios. Elkmar quiso aprovechar aquella oportunidad para que su pequeña Alira tomara conciencia del mundo de los hombres.

El Pashin que ella había conocido fugazmente, tenía poco que ver con el que se alzaba ante sus ojos. Las caras de sus pobladores denotaban tristeza; tristeza y sufrimiento. No resultaba un lugar agradable que invitara a permanecer allí mucho tiempo. No obstante, era donde se encontraban. Sus destinos y caminos les habían conducido allí aquella noche, y era mejor encontrar un sitio al resguardo donde pasarla. Además, Alira se sentía fatigada y únicamente pensaba en un buen baño de espuma y, tal vez, una copa de vino.

Sabedora de que sus compañeros de viaje ansiaban algo similar a lo que ocupaba la mente de la joven, se acercó al primer lugareño que encontró, separándose unos pasos del resto de sus acompañantes.

- Disculpad caballero. Podéis recomendarnos algún lugar donde pasar la noche? Algún lugar confortable donde nos procuren algo de cena y podamos descansar?

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06/05/2018, 12:52
Argos

La humedad y el frío se acumulaba en la planta de mis pies, descalzos a excepción de una ligera prenda de liviano tejido que, en aquellos momentos, estaba ya sucio por el barro sobre el que había tenido que andar. Sin embargo, y a pesar de que ninguno de mis compañeros lo comprendería, aquella era una prueba más con la que enfrentar el cuerpo con la mente.

No caminaba sólo, al contrario de lo que había hecho durante algún tiempo. Merced a un trabajo que habíamos compartido, me veía compartiendo destino con varias personas de diferente índole, con los que había aprendido a colaborar. Con algunos de ellos había entablado cierta relación, complicidad incluso, mientras que con otros la relación era más... distante. Desconocía el tiempo que duraría aquella colaboración, pero era consciente de que la compañía me resultaba agradable. Incluso los monjes que me habían iniciado en el camino disfrutaban la compañía tras cumplir con sus ejercicios de introspección.

Adentrarnos en Pashin me trajo malos recuerdos. Contemplando aquellas armaduras negras era inevitable recordar la ciudad donde toda mi vida había cambiado brusca y dolorosamente de rumbo. Debido a ello, me sumí en un mutismo absoluto en cuanto nos sumergimos en las calles de la ciudad, retrocediendo a la cola del grupo con la mirada recorriendo el lugar de lado a lado, atento a cada movimiento.

Fue así como, posiblemente por pura casualidad, me detuve sin poder evitarlo frente a la entrada de una de las callejuelas, ignorando el paso de mis nuevos compañeros. Varios hombres discutían de forma avasalladora con un kender que parecía tratar de proteger a una niña de su raza. La desproporción entre ambos bandos de tal enfrentamiento verbal me llevó a apretar los puños sin poder evitarlo, aunque inmediatamente traté de meditar acerca de qué opinión le merece aquello a mis maestros. Posiblemente, me dije, asegurarían que antes de intervenir en algo así había que estar muy seguro de que el daño al hacerlo no terminase siendo aún peor que el daño que se trataba de evitar.

Mierda...

Maldije para mis adentros, al desviarme del camino para dirigirme hacia el callejón. Me detuve, sin embargo, al percatarme de que ya no viajaba sólo, y giré mi rostro hacia el grupo un instante, alzando la voz.

Ehm... Id adelantándoos, yo os alcanzaré en cuanto pueda. -Les indiqué, dándoles la espalda de nuevo.

Me adentré en aquel callejón con paso ligero, mostrando mis manos desnudas en cuanto mi presencia se hizo evidente para los moradores del mismo, a quienes dediqué una mirada serena.

Propicios días os deseo, buenas gentes. -Saludé, deteniéndome a escasos pasos, centrando mi atención en aquellos tres hombres, especialmente el Ergothiano que parecía dirigirlos- Disculpad mi intromisión, pero ¿estáis seguros de no poder resolver cualesquiera que sea vuestro problema de un modo ligeramente más... pacífico? Hay una niña presente...

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06/05/2018, 13:32
Leoden

No es que odiara en sí mismo las ciudades. Los lugares como estos existían porque había gente que los necesitaba. Un refugio en el que antes que tu alguien ya ha trazado movimientos invisibles que hacen que la gente pueda sobrevivir y salir adelante sin las inclemencias de la soledad.

No las odiaba. Pero aún así se notaba que no estaba del todo cómodo cuando cruzó las puertas de madera.

Afortunadamente una de las elfas que lo acompañaban rompió el silencio, evitándole la necesidad de preguntarse si debía hacerlo él o no.

Nunca estaba demasiado seguro de cómo actuar cuando había tantísima gente a su alrededor.

Aquella ciudad le era extraña. Nunca había estado allí, aunque su tierra natal no estaba demasiado lejos.

Distraído pasea la mirada entre la gente a su alrededor, deteniéndose en especial en aquellos soldados que parecían estar deseando cualquier escusa para hacer algo diferente a lo que estaban haciendo. Puede que su aspecto fuese lamentable, pero no le apetecía demasiado que les dedicaran más de una mirada.

Regresando el grupo, pasa revista a sus gestos de cansancio. No era la primera vez que viajaba con más gente, pero aquella ocasión no tenía nada que ver con la anterior. Al principio pensaba que su presencia se convertiría en un borrón más del camino. Más rostros grises de los que poco se puede aprender, pero pronto había descubierto lo errado que estaba. De alguna manera, y a pesar de sus inseguridades, descubría que estar con aquellas personas no era tan insípido como había supuesto inicialmente.

- Tendría que decir algo. Vamos. No es tan difícil.

- ¿Cansados? - Aventura en una mirada en la que no incluye a Bjoggo. Aquel paseo debía haber supuesto para druida lo mismo que para él. Poca cosa. Aunque la perspectiva de una cama cómoda y un fuego para ahuyentar el frío de las nieves por una noche no le resultaba desagradable.

Así fue como cayó en la cuenta del cambio repentino en la expresión de Argos, aprovechando para detenerse ya que Alira había hecho lo propio para pedir indicaciones.

Cuando el monje pide que el grupo continúe, Leoden enarca ligeramente una ceja. En lugar de obedecer se queda momentáneamente en el sitio y retrocede cuando éste se desvía, indeciso por no tener muy claro qué hacer. Sentía que era más fácil perderse en una ciudad desconocida que en un bosque de zarzas. Separarse antes de tener claro dónde se dirigían no era una opción agradable.

Pero aquel tipo siempre tenía sus razones para actuar como lo hacía, por lo que no lo detiene. Lo cual no impide que se plante al inicio del callejón para no perder de vista a nadie, mientras trataba de averiguar qué era lo que había visto el contrario que tanto llamaba su atención, pero sin intervenir.

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06/05/2018, 20:12
Driexaril

Los asentamientos de los humanos podrían tener algo de encantador si no olieran como pocilgas pero esta fría tarde incluso una ciudad de humanos será bienvenida si nos permite descansar y resguardarnos del viento helado que se cuela a través de mis ropas y me llega hasta los huesos.

Miro con mal disimulada inquina al corpulento Bjoggo y a su lobo. El salvaje sureño presume siempre de que solo los que han estado al sur del Muro de Hielo conocen lo que es el verdadero frío. Le saco la lengua cuando repara en que le estoy mirando, como si él tuviera la culpa del tiempo desapacible. Tal vez así sea, con Bjoggo nunca se sabe y estoy casi segura de que eso sería algo que él haría para sacarme de quicio.

Tan pronto como trasponemos las puertas de entrada de la ciudad me alegro de ir tan bien acompañada. Los caballeros de Neraka son una plaga, una suerte de odiosos escarabajos negros que han invadido Ansalon desde el conocido como Verano del Caos que precedió al Segundo Cataclismo. Nunca me han causado mal alguno, pero el modo en que irrumpieron en Silvanesti como conquistadores... no creo que pueda olvidarlo jamás.

Me abrazo a mi capa corta con un involuntario escalofrío pero el dulce Leo siempre tiene una palabra amable. Es treinta centímetros más alto que yo y prácticamente el doble de corpulento pero le veo tan joven, inocente y adorable como un cervatillo.

—Sí, muy cansada —confieso con una sonrisa, apoyándome en el ástil de mi lanza al caminar, como si de un bastón se tratara—. Daría el poco acero que me queda por una cena caliente y un jergón de paja junto a la chimenea.

Lo cierto es que no recuerdo la última vez que llevé a cabo una tarea que me resultara lucrativa y mi bolsa está preocupantemente vacía. Por fortuna, la eficiente Alira se apresura a tomar cartas en el asunto y buscarnos una posada en la que pernoctar. ¡Que el Panteón de la Luz la bendiga! Viajar en compañía de una compatriota como ella es para mí motivo de orgullo y tranquilidad. Silvanesti no son los bosques conquistados por los sucios minotauros, Silvanesti vive en el corazón de personas como nuestra estudiante del Arte.

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07/05/2018, 00:03
Bjoggo

Al entrar en el lugar arrugo la nariz. El olor no es agradable en lo más mínimo, no obstante... mis compañeros querían descansar en la cama. ¡Como si el bosque no pudiese ofrecer un buen refugio! Y sin tanto ruido de metal de caballeritos negros. Que no es que tenga nada en contra de ellos... si les quitas su ego y esas capas de metal sobre metal. Y los ojos y la lengua, ya de paso.

Vale, puede que esté de mal humor... es quizá por ello que cuando siento una mala mirada clavada en mí me giro para descubrir cómo la princesita elfa, por no llamarla de otro modo, me saca la lengua. A saber qué está pasando por su cabeza, pero probablemente será algo del tipo "me toca dormir rodeado de primates que se cagan encima" o algo así.

Tampoco se está tan mal.

Protesto de un modo bastante escueto. Mis ojos van hacia mi compañero, un lobo invernal que, pese a ser joven, ya es más grande que la mayoría de lobos grises de la mayoría de bosques.

Junto.

Le ordeno, para que permanezca a mi lado en mitad del caos que resulta la ciudad. Sólo esperaba no terminar teniendo que partir alguna cabeza a algún imbécil que se fuese de su lugar.

Por fortuna, parece que esta vez es el monje quien se adelanta a buscar gresca y una sonrisa lupina se dibuja en mi rostro. Iba a estar recordándoselo las próximas lunas hasta que bebiese lo suficiente para olvidarme. Aunque lo primero era lo primero: ignorarle.

Parece que encontraremos calor antes de llegar a una posada.

Dicho lo cual camino hasta colocarme cerca de él, apenas un metro y medio de distancia entre ambos: lo suficiente para que si la cosa se calentaba un par de pasos bastasen. A mi lado mi bestia, y en mi mano un bastón de monje. Arrugo la nariz de nuevo. Apestan. Y mis ojos van directos a los de la niña.

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07/05/2018, 00:16
Bjoggo

Los kender tienen mala fama, es por ello que no me fío de que esto no sea sólo una estrategia para robarnos. Estoy alerta de armas, ataques y robos.

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07/05/2018, 09:17
Alira

Mientras Alira formula la pregunta al interpelado, no se le escapa que dos de sus acompañantes, primero Argos y tras unos segundos Bjoggo, se dirigen y enfilan un callejón oscuro cuyo fin, por su posición, la maga no es capaz de ver. Una imperceptible sombra de preocupación cruza fugazmente su mirada. De todo corazón espera que aquellos dos no se metan en líos.

Pashin, sin dejar de ser un pequeño poblado, constituye, a pesar de todo, una plaza fuerte de los caballeros de Neraka. Los ánimos, según ha llegado a oídos del grupo, se encuentran en la zona a flor de piel. El cambio radical de los Minotauros respecto de sus antiguos aliados han encendido los ánimos, y los Caballeros al servicio de la la diosa negra se hallan para pocas tonterías.

Alira conoce el carácter de Argos; sufre más cuando ve que Bjoggo sigue los pasos del monje, sabe que aquél es capaz de obrar por impulsos rápidos.

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07/05/2018, 19:14
Rose

A pesar de la nieve y el frío, caminaba por aquella colina sin ponerme mi habitual capucha. Sabía que pronto me vería en la obligación de ocultarme, de pasar desapercibida, y quise aprovechar aquella parte del trayecto para llevar mi cabello al descubierto, dejando que la gélida brisa lo meciera y acariciara mi rostro, procurándome una fría pero cálida sensación. Aquellas pequeñas cosas, esas sensaciones, eran las que hacían que la vida mereciera la pena.

Desde lo alto de la colina nos detuvimos a observar aquella villa en la que había oído que era normal encontrar numerosas razas distintas, tan normal como toparse con algún Caballero de Neraka por sus calles. El lugar no parecía tener mucha seguridad, y mientras descendíamos a él comprobé que sus caminos tampoco eran gran cosa, viendo cómo mis botas se iban llenando de barro.

Aun así, estaba contenta. Me sentía extraña, pero contenta. Hacía mucho que no viajaba acompañada, demasiado, y mucho menos con tanta gente; pero de momento estaba siendo agradable. Al alcanzar la villa me calé la capucha, y en seguida nos adentramos en las calles de Pashin, repletas de gente, sinténdome aún más cómoda; incluso a pesar de la casi perenne presencia de los Caballeros Negros.

Sin embargo, mi sonrisa se esfumó de mis labios mucho más rápido de lo que me hubiera gustado. Caminaba por la parte media del grupo, un lugar que me permitía destacar menos, sin dejar de otear a un lado y otro. Fue en una de estas observaciones cuando vi lo que sucedía en un callejón, frenando mis pasos. Al ver a Alira separarse del grupo para preguntar por un lugar en el que poder descansar, y escuchar la breve charla entre Leonden y Driexaril, me distraje momentáneamente; encontrándome con que Argos se me adelantaba, comentándonos antes de internarse en el callejón que podíamos continuar.

Lo hizo a paso ligero, dándome cuenta de que Bjoggo también se había percatado de lo que sucedía, siguiendo los pasos del monje y quedándose a una distancia prudencial. Observé cómo el explorador también se había detenido, aunque manteniéndose aún más alejado de aquella escena.

- No te preocupes, esto lo arreglo yo en seguida. – bromeé ante Leoden guiñándole un ojo, acudiendo casi a la carrera al interior de aquel callejón.

Tan sólo pude escuchar las últimas palabras de Argos al rebasar la posición de Bjoggo y situarme junto al primero.

- ¡Dos! Hay dos niñas presentes. – volví a bromear, riendo con suavidad, mirando a aquellos tres tipos que parecían estar molestando al Kender y a la que probablemente sería su hija o hermana. – No sé qué os ha dicho mi amigo, pero yo le haría caso, es un tipo muy sabio y calmado. Mucho más calmado que yo... - añadí con media sonrisa, antes de volverme hacia la niña, agachándome junto a ella. - ¿Como estás, pequeña? ¿Te están molestado estos hombres?

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10/05/2018, 12:48
Director

El primer lugareño que se topa Alira mira con cierta sorpresa, no sabrias decir el porque, sí por que una elfa Silvanesti se dignara a hablar con un humano o por el atuendo de la joven con sus numerosos saquitos, el hombre abre la boca varias veces hasta que finalmente logra decir algo:

---Bueno, eso dependerá de que tipo de posada prefiera señorita...-dice con cierto temor en la voz- Está la posada del Cuervo Herido y Los Cinco Dragones, la primera es más barata pero con compañia algo...."peculiar" por así decirlo, la otra es más cara pero va acorde con el servicio de habitaciones y la comida...

Argos se interna en el callejón seguido de Leoden que se planta en la entrada de la callejuela, no tarda en seguirlo Bjoggo que  se coloca detras del monje a una distancia prudencial junto con su compañero y más tarde Rose se coloca al lado del monje.

El corpulento individuo  os mira con cierto desagrado y podeis observar como los ojos estan hinchados  y rojos al igual que sus ropas  batante descuidada.

--- Perderos por donde habeis venido- os dice con voz ronca- Esta tipa me ha robado mi bolsa de dinero....

---¡Eso no es cierto!- interrumple el Kender adulto aunque el hombre ni se digna a responderle  mientras sigue hablando-...y pienso recuperarlo con las ganancias por las perdidas...así que largaros y ocuparos de vuestros asuntos o lo lamentareis

Notas de juego

Argos, Rose y Bjoggo, sí teneis Saber (historia) contra CD 12

Alira, tú no ves la situación, aunque sí te asomas en el callejón puedes ver la situación sin problemas

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10/05/2018, 13:29
Alira

La elfa escucha la respuesta del aldeano. Gente peculiar? La maga no puede evitar preguntarse si el hombre se refiere a los Caballeros Negros o, simplemente, a gente de baja estofa. 

- Os agradezco la respuesta.- Obtenida la contestación, la total atención de Alira se dirige al callejón. Segundos antes, vio desaparecer por él a Rose, y siente cierta inquietud más por lo que pueda suceder en un futuro inmediato que por la situación que allí se vive ahora mismo. 

Alira, sin retirarse la capucha en ningún momento, decide internarse en el pasaje justo a tiempo para oír la contestación que un hombre parece estar dando a algunos de sus compañeros para, seguidamente, ser replicado por un kender.

"Un kender! Un kender! Maldita sea! No me puedo creer que todo este jaleo sea por un pequeño....  Esto significa problemas....y de los gordos a buen seguro..." La maga tiene especial reticencia hacia esa raza. Siempre pensó que los Dioses los crearon, única y exclusivamente, para abrumar y reírse del resto de razas de Krynn.

Aparte de aquello, los hombres que parecen estar en cuitas con el pequeño y con ¿una niña? no parecen constituir un serio peligro para sus compañeros a juicio de la elfa.

No obstante, lo que sí causa preocupación a la maga es que cualquier alboroto pueda llamar la atención de los Caballeros Negros. Ante tal posibilidad, la elfa se desliza inadvertidamente por el callejón hasta situarse detrás de sus compañeros en  lugar que pase lo más inadvertida posible. Mientras avanza, su mente trae a su memoria el conjuro de Dormir... al mínimo indicio de ruido intentará hacer caer a aquellos tipos en sueño profundo.

Notas de juego

Me preparo para lanzar el conjuro de Dormir si la cosa se empieza a alborotar.

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10/05/2018, 14:03
Argos

A pesar de haberles dispensado de inmiscuirse en aquel asunto, pude sentir los pasos y otros sonidos de varios de ellos acercándose a mi espalda. Mientras hablaba, era consciente de que Bjoggo y su cánido compañero se situaban cerca de mí, así como la presencia de Rose se hizo evidente al intervenir tras mis palabras, con su peculiar manera de bromear de un modo ofensivo que en nada me ayudaba a apaciguar la situación. Desvié mi mirada apenas un instante a mi espalda, percatándome de la posición del explorador, que no se había quedado demasiado lejos, y de cómo las dos elfas permanecían aún en las proximidades. Aquellos tres tipos debían ser unos necios o estar demasiado convencidos de sus posibilidades, para mostrarse así de arrogantes ante tamaña desigualdad numérica.

Suspiré, negando con la cabeza, y bajé las manos llevándolas a la espalda, donde las uní sujetando con una la muñeca de la otra.

Niña. -Corregí al que llevaba la voz cantante- Es una niña, no una "tipa". -Aclaré con un tono suave y conciliador, mostrando al finalizar una agradable sonrisa- E insisto en que todo ésto se puede resolver pacíficamente. Porque ninguno sentimos el menor deseo de resolverlo por las malas, estoy convencido de ello. -Aseguré, convencido de que me arrepentiría de no lograr evitar la violencia que parecían empeñados en buscar. Con las manos a la espalda, me acerqué a la posición de los dos kender, realizando una leve reverencia ante el varón adulto- Buenos días, buen hombre. Mi nombre es Argos. ¿Le importaría que hablase un instante con la pequeña? Le aseguro que ni yo ni ninguno de mis compañeros deseamos causarle mal alguno. -Le pedí, inclinándome ante la infante de su raza. Sin embargo, lo hice de forma que no perdía de vista, aunque tan sólo fuera de soslayo,  aquellos tres malencarados- Hola, jovencita. Ese hombre te acusa de algo que no está del todo bien. ¿Por qué crees que lo hace? -Le pregunté, esperando que diera algún tipo de explicación que arrojase luz a todo aquel asunto- ¿Existe la posibilidad de que, por culpa de algún error o malentendido, esa bolsa de dinero obre en tu poder? Tal vez la encontrases y no supieras de quién era...

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10/05/2018, 20:35
Leoden

A pesar de que el monje había pedido que le diesen espacio, su ruego no había sido atendido. Por lo general parecía un tipo sensato, por lo que debía haber alguna razón para que actuase como lo hacía... ¿o tal vez no?

Cada vez más y más personas entraban en el pequeño callejón, lo que de una predisposición dialogante la escena probablemente estaría revirtiendo la energía intimidadora de una manada al acecho.

Y había cierto tipo de personas que intuían esa clase de energía.

Dejando la escena de lado, su atención se centra ahora en los guardias, esperando que la aglomeración de aquella hora de la ciudad estuviera haciendo lo propio para que aquello pasara desapercibido. En realidad era muy poco probable que nada de aquello les perturbase lo mas mínimo, pero no quería arriesgarse.

No hay nada más peligroso que un mercenario aburrido.

Al menos no estaba solo. Pero eso no significaba que estuviera muy seguro de cual era la forma correcta de dirigirse a alguien cuyos ojos parecían reflejar la esencia de unas gotas de historia viva, enmarcados en esa clase de juventud eterna y ajena.

- ¿Quieres... - Hace un gesto hacia la manta de invierno que asoma enrollada sobre su petate y lanza otra mirada corta al callejón - Puede que tarden - pero no estaba tan tranquilo como quería creer. Si fuese necesario, no tardaría ni un segundo en entrar como una exalación, espada... no. Martillo en mano, se corrige tras valorar la amenaza.  Y puede que incluso eso sea demasiado.

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10/05/2018, 21:04
Driexaril

Para cuando me doy cuenta de qué está pasando, descubro que el monje se ha escabullido y que Bjoggo se ha ido tras él. ¡Pues va apañado ese bárbaro si piensa que voy a seguirle como un perrillo faldero! Pero después es Rose quien les sigue y finalmente la propia Aline.

Me quedo mirando al inocente Leo con actitud interrogante. Él me ofrece su manta y yo la acepto dedicándole una sonrisa agradecida y una caricia maternal, antes de echármela sobre los hombros e interpelar al amable lugareño con el que Aline estaba hablando:

—¿Qué quiere decir con peculiar? —pregunto con más curiosidad que recelo—. ¿Peligrosa para los forasteros? No tenemos ninguna intención de causar problemas y nos gustaría poder evitarlos.

Hago un esfuerzo por no mirar hacia el callejón por el que han desaparecido mis amigos, por temor a que ese gesto pueda poner en tela de juicio la veracidad de mis palabras. En lugar de eso, mis ojos recorren las inmediaciones en busca de las patrullas de caballeros negros; tal vez pueda distraerlos un tiempo si son atraídos por lo que quiera que esté pasando ahí detrás.

—Estoy buscando a alguien, un elfo llamado Valthonis —continúo, sin mirar a mi interlocutor—. ¿Tienen los míos alguna comunidad en Pashin o existe en la ciudad alguna capilla en honor a los dioses?

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12/05/2018, 10:23
Bjoggo

"Eso no es cierto" y "Pienso recuperarlo" suena un poco contradictorio. Pienso a la par que gruño. He debido hacer un esfuerzo consciente para no pronunciar eso en voz alta, sabiendo que terminaría en algún tipo de pelea que, evidentemente, mi compañero estaba esforzándose en pelear.

No comprendo porqué hacer difíciles las cosas fáciles.

Protesto, sin desviar mi mirada del tipo de ojos rojos, alerta y amenazante, moviendo mi hombro derecho de un modo que indica que estoy listo por si la cosa se tuerce. Sólo por un instante me fijo en el monje, quien me parece una mosca que vuela directa hacia una tela de araña bajando así la guardia ante una amenaza. Para aquellos que me conocían un poco, era un gran gesto de respeto por mi parte, en particular hacia nuestro monje, el no comenzar de un modo más agresivo. Pero no iba a dar más oportunidades. Mis manos aprietan el bastón con fuerza, preparadas para golpear al primero que haga algo que no me guste en absoluto.

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13/05/2018, 00:25
Rose

La niña ni siquiera me respondió, imaginándome que se encontraría demasiado amedrentada para ello, y volví a erguirme sin separarme de su lado al escuchar aquella voz ronca diciéndonos que nos fuéramos de allí. Enarqué una ceja cuando refiriéndose a la pequeña como “tipa” afirmó que esta le había robado. El kender no tardó en responder, negando aquello, aunque el tipo continuaba hablando, afirmando que recuperaría lo suyo con intereses y que más nos valía irnos de allí.

Noté un movimiento a mi espalda, intuyendo en seguida que se trataría de Alira, cosa que comprobé al mirar hacia atrás brevemente; mientras Argos corregía a aquel hombre e insistía en que aquello se podía resolver pacíficamente. La actitud del monje le honraba, pero no podía estar más equivocado. Si aquellos hombres fueran trigo limpio habrían acudido a las autoridades, pero las palabras del que tenía la voz ronca había dejado claro que pretendían sacar tajada.

Argos se volvió hacia el kender, pidiéndole permiso para hablar con la niña y explicándole que nuestras intenciones eran buenas, dirigiéndose después a la pequeña. Mientras lo hacía caminé alrededor de esta, observándola con detenimiento, para hacer después lo mismo con su padre. Conocía muy bien a los kender. Ellos no robaban, tomaban prestado o las cosas caían accidentalmente en sus bolsillos, y si así había sido en aquella ocasión, más valía que mediáramos para que los dos kender pudieran continuar su camino sin contratiempos.

Miré a un lado al escuchar farfullar a Bjoggo, lanzándole una severa mirada al temer que pudiera meter la pata, tras lo que continué observando a los kender en busca de aquella bolsa; terminando por situarme entre estos y los hombres de actitud amenazante.

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13/05/2018, 10:36
Alira

Notas de juego

Duda: entiendo que la bolsa que has encontrado, si es que la has encontrado, lo has hecho entre las ropas de los kender, me equivoco?

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14/05/2018, 19:18
Director

@Argos y los demas en el callejón.

Al hombre no parece hacerle ni pizca de gracia que le corrigieras aunque lo expresaras con cierto tono conciliador pero no dicen nada ante tus palabras, cuando te dispones a avanzar hacia ellos, apenas has dado cuatro pasos el hombre y sus compañeros se ponen "tensos".

---Ni un paso más, extranjero- dice uno de los que le acompañaban cuando apenas estas a dos pasos de ellos ( y unos 4 de los kenders y del otro hombre)- Como ya he dicho esto es un asunto entre ellos y yo, solamente quiero mi dinero, se lo he pedido por las "buenas" y se a negado y ahora estamos en esta situación- aun así, parece que deja que estambles conversación con la chiquilla desde donde estas, la pequeña, que está semioculta por el otro Kender, te mira unos instantes y niega bastante asustada con la cabeza.

@Driexaril

---No precisamente señora....- coemnta el aldeano algo nervioso ante vuestra presencia- digamos que son...."malas compañias"...en cuanto al elfo ese...me temo que no lo sé, los suyos abandonaron estas tierras hace mucho y de hecho sois los primeros elfos que veo en años...

@Rose

No puedes acercarte a ellos sin pasar por delante ( recuerda que es un callejón), pero desde tu posición ves que la muchacha solamente lleva encima un vestido azul bastante andrajoso pero ninguna bolsa, mientras que el otro Kender si lleva una bolsa, pero es plana lo que indica que casi seguro ( por no decir seguro) no lleva nada de dinero encima.

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14/05/2018, 22:17
Argos

Parecía que el tono mediador de mis palabras, la paciencia que estaba mostrando ante aquella tensa situación, estuviera convenciendo a aquellos tipos de colaborar en la búsqueda de una solución diplomática. Nada más lejos de la realidad, sin embargo, algo que quedó patente cuando al tratar de acercarme a los kender me dieron el alto impidiendo que me acercase demasiado. Su forma de hablar no me gustó en absoluto, e incluso mis manos se apretaron a mi espalda con fuerza mientras oía sus palabras. Una mano convertida en un férreo puño, la otra cerrada en torno a la muñeca como una tenaza. Tomé aire profundamente, tratando de expulsar al exhalar todo pensamiento negativo, aunque aquello era aún imposible para mí, un ejercicio avanzado que sólo podía intentar.

Mis ojos se desviaron hacia aquellos kender, hablándoles igualmente con calma, aún en la distancia. La respuesta silenciosa de la niña me llegó claramente en forma de una negativa que no hacía sino acrecentar el calor de mi pecho, ese que debía acallar.

Y como yo también he dicho, creo que podemos llegar a un entendimiento sin necesidad de recurrir a la violencia. -Insistí con determinación, poniéndome firme- Por eso estoy aquí, y por eso no voy a cejar en mi empeño, pues otra cosa les advierto. -Mis pies se abrieron pivotando sobre sus talones unidos, apoyando la parte delantera para que los talones se sitúa en tras ellas. Flexioné mis piernas de un modo casi imperceptible, adoptando una postura tan estable como enraizada en un suelo al que pensaba adherirme- Mi determinación es como una montaña. Enorme, pesada, imposible de mover. Enfrentarse a la montaña es la decisión de un necio. Buscar un camino a través de ella o rodearla, la del hombre sabio. -Indiqué como una sutil, o no tan sutil, advertencia- ¿Cómo saben que les ha robado la pequeña? ¿La han visto, acaso?