Partida Rol por web

Dragonlance- Más allá del tiempo

Pashin

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04/06/2018, 10:29
Alira

– Quizás a ti también te vendría bien relajarte un poco… ¿Te busco un buen mozo?

 

La frase susurrada por Rose me genera, primero, un pequeño desconcierto e, inmediatamente, una ligera sonrisa.

- Debería ser muy buenos para que no me quedara dormida... - le susurro mientras le guiño un ojo.

En seguida recobro la compostura de cara al resto.

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04/06/2018, 10:32
Alira

Escucho la opiniones de todos mis compañeros. Proteger una caravana?

No sé. Estaba pensando en algo distinto... algo que alivie de forma más duradera nuestras penurias económicas. Evidentemente implicará más riesgo pero.. quizás la empresa valga la pena.... Tal vez, y puesto que Pashin es un enclave de los Caballeros Negros, podamos ofrecerles nuestros servicios.

No me cabe duda de que mis palabras caen como un jarro de agua fría entre mis acompañantes. Supongo que Argos, Leo y Dri, por sus caracteres, son los más afectados.

- Pensadlo - digo intentando aplacar sus ánimos - No estoy diciendo que debamos de acometer una empresa que vaya contra nuestros principios pero... pudiera ser que precisen de algo que nosotros pudiéramos darles sin que nos supusiera un compromiso... llamémosle.... moral....

Podríamos hablar con el jefe de la plaza y ver tan sólo qué nos propone... si no estamos de acuerdo, bastará con no aceptar y, si la mayoría, lo estamos, acometemos la empresa.

Tras ello espero la reacción de mis compañeros.

 

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04/06/2018, 11:11
Leoden

La ocurrencia sobre lo que era estar o no estar caliente por parte de la pícara cogió a Leoden desprevenido y desubicado. Estaba a punto de excusarse, pero razonó que eso lo haría quedar aún más ridículo, por lo que se limita a bajar los ojos y negar con la cabeza, riéndose en silencio de su propia torpeza. 

- Mientras no sea "otro" encargo de alimañas en sótanos... - Murmura para sí mismo.*

Con ánimo duditativo se vuelve a Driexaril - ¿Mejor?

Aún desconociendo los pensamientos que le cruzaban por la mente de la elfa, el color parecía comenzar a regresarle a las mejillas. No se había desprendido de la manta que le prestó en el camino, y por lo que a él concernía podía quedársela hasta que realmente se recuperase.

Y entonces vino el golpe. Las palabras de Alira lo dejaron serio y alerta durante una fracción de segundo. Un tropel de preguntas le venía a la mente. Abrió la boca dispuesto a expresar sus dudas, pero no acumulaba muy buenas experiencias tratando de comunicarse con la túnica roja, por lo que acaba sellando sus labios. 

- Curioso. Ahora las alimañas me paren una opción más apetecible. - Cierra los ojos y suspira. En realidad no era para tanto, aunque le había sorprendido que la maga estuviera tan dispuesta a trabajar para ellos después de manifestarse en contra de hospedarse con "gente de su calaña". 

Desvía la mirada hacia la barra. Cada vez le apetecía más aquella cerveza.

Notas de juego

*clichés para todos.

**Edito erratas :S

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04/06/2018, 11:26
Argos

Mis ojos se abrieron como platos al escuchar la propuesta de Alira. La tensión debía de notarse en mi rostro, en mi cuello, en mis hombros, en mis brazos, en la forma en que una de mis manos se cerró sobre la otra. Montones de imágenes cruzaron mi mente, recuerdos de un pasado doloroso y de los responsables. Los directos, y aquellos que les consintieron, alentaron y protegieron.

También fueron varias las cosas que cruzaron mi mente, palabras con las que responder a aquella elfa acerca de su propuesta y lo que opina de ella. Por suerte, y con una mueca de esfuerzo, me obligué a cerrar mi boca y agachar mi rostro cerrando los ojos, inspirando profundamente mientras me concentraba en mi diafragma, en un intento de serenarme y encontrar la paz suficiente como para hablar de forma adecuada.

No trabajaré para los Caballeros de Neraka. -Afirmé con rotundidad- Cualquier servicio hacia ellos es, para mí, un compromiso moral. Cualquiera. -Repetí, resaltando aquella palabra sin apartar la mirada de la superficie de la mesa- Y personal también, aunque debería ser capaz de apartar eso de mi mente, y decidir sin tener en cuenta el daño que ellos y sus esbirros me han causado, a mí y a mi familia. Debería poder enterrar esas emociones y ese apego, pero no puedo. -Expliqué, alzando mis ojos hacia ella- Y aunque pudiera, seguiría pensando que ayudar a esa gente está mal.

Volví a agachar mi mirada, tomando aire y concentrándome en mi respiración, en un intento de ralentizarla. Era posible que los demás no pensasen como yo y estuvieran dispuestos a ofrecer sus servicios a esa gente, y no quería supeditar su futuro a mi código moral, por lo que comencé a valorar la posibilidad de que nuestros caminos se separasen, más pronto que tarde.

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04/06/2018, 21:18
Rose

La respuesta de Alira a mi susurro me sorprendió. No sabía si hablaba en broma o en serio, pero no me esperaba una respuesta de aquel tipo. El resto continuaba mostrando su postura respecto a qué tipo de trabajo conseguir, cuando Alira volvió a pronunciarse para decir algo que me dejó atónita.

Las reacciones de los presentes no tardaron en sucederse, algunas más discretas que otras. Leoden no pronunció palabra alguna, pero su expresión lo decía todo. Argos, sin embargo, hizo palabras sus pensamientos. De forma contundente, aunque calmada, se negó a trabajar para los Caballeros de Neraka por motivos morales y personales. Apreté mis labios, mirándole con consternación al mencionar el dolor que los Caballeros Negros le habían causado a él y a su familia.

- ¡Pues claro que está mal! – añadí demasiado impetuosa tras las últimas palabras de Argos. – A ver, Alira. – dije girándome hacia la elfa. – Ahora es cuando nos dices que era una broma, ¿no?  Ayudar a esa gente ya va en contra de mis principios, da igual en qué trabajemos para ellos. – dije con tristeza y preocupación. – Además, ¿no te das cuenta de que mientras tú y los que se apunten hacéis su trabajo sucio ellos aprovecharían para seguir haciendo de las suyas? Lo siento, pero de ninguna manera pasaré por ahí, me da igual lo que opine la mayoría. - expuse con contundencia. - No sé si me has escuchado antes, pero prefiero morirme de hambre que hacer algo así. – suspiré, paseando mi mirada por todos. – Creo que ha llegado la hora de determinar qué clase de compañía es esta. – dije poniéndome en pie. – Voy a por esas cervezas.

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04/06/2018, 23:16
Driexaril

Me sonrojo cuando Leo me llama la atención de manera educadísima sobre la posibilidad de recuperar su cálida manta. Ahora pensará que estoy tratando de quedarme con ella. ¡Qué vergüenza! Es un muchacho encantador y no soportaría la idea de que creyese que me estoy aprovechando de su buena fe.

—Yo... lo siento, muchas gracias —balbuceo de forma apresurada mientras le devuelvo la prenda sin atreverme a mirarle a la cara.

Para mi alivio, Alira rompe la tensión del momento con un chiste y yo no puedo evitar lanzar una carcajada nerviosa, demasiado alta como para que algunos de los parroquianos cercanos dediquen su atención a nuestra mesa.

Para ser una silvanesti, está claro que mi amiga puede presumir de su excentricidad. Tal vez sea la silvanesti menos ortodoxa que he conocido en toda mi vida y eso incluye su predilección por escuelas de magia ajenas a la abjuración y la adivinación que son tan propias de nuestros insignes arcanistas. Pero bromear sobre trabajar para los caballeros de Neraka es casi, casi ir demasiado lejos. Los mismos caballeros de Neraka que invadieron nuestra patria al mando de la humana llamada Mina; una humana que, si lo que he oído es cierto, terminó asesinando a nuestro legítimo Orador de las Estrellas, el príncipe Silvanoshei, después de que éste acabara con la perversa Reina Dragón.

Por las respuestas desabridas de Argos y Rose, está claro que ellos no han entendido el chiste o no le han visto la gracia.

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05/06/2018, 10:28
Alira

Como la elfa supuso, su proposición no había dejado de levantar ampollas. 

- Creo que habéis oído pero no habéis escuchado... He dicho que podríamos acudir a los Caballeros negros buscando un trabajo que nos reporte buen sustento... No he dicho nada de que vayamos a cumplir, si es que nos interesa, el encargo.

Nadie discutirá que, cualquier información relevante de cualquier aspecto, en el sector en que nos encontramos será conocida por las Caballeros. Para eso controlan la plaza de Pashin. 

Supongamos ahora que tengan conocimiento de algún objeto de valor que busquen... de algo digno de protección o cualquier cosa que nos interese y tenga valor. Nos ofrecemos a buscarla o a protegerla; cobramos un adelanto para... ¿gastos? y luego... o nos hacemos con ella... o simplemente desparecemos...

Así no malograremos ni atentaremos contra la conciencia de nadie del grupo sea cual sea ésta...

¿Acaso creéis que esta pobre gente sometida a los caballeros y sin casi sustento para vivir va a poder contratarnos? La riqueza se busca en quien la tiene, no en quien la ansía....

Y bien....?

Tras la explicación, dejó que sus compañeros rumiaran sus palabras. 

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05/06/2018, 19:45
Bjoggo

Cuando Alira interviene por primera vez y la negativa es casi instantánea, me rasco la nuca un poco confuso.

Si hay un pueblo que está siendo molestado por unos bandidos y ellos no quieren mancharse las manos y, de paso, nos pagasen... ¿no ayudaríais al pueblo? ¿o lo haríais sin hacer que a los caballeros al menos les cueste algo, aunque sea oro?

Pregunto, aunque finalmente río un poco al ver el exceso de tensión.

Ei, pobres ratas, no han hecho nada, con un poco de maña puedes hacen que se marchen pacíficamente. Se encargan de limpiar los restos con bastante éxito.

Una media sonrisa antes de fijarme un poco más en cómo las caderas de la pelirroja se alejan en busca de cerveza. Joder, dos placeres en uno... Mascullo, sin especificar demasiado a qué me refiero.

Pero... Alira esgrime su lengua y niego muy muy despacio.

¿Eres maga o asesina? Lo digo por que veo que se te da bien las dagas... pero no eliges bien a tus objetivos. Somos compañeros -recuerdo y advierto a partes iguales-. Y a este compañero no le apetece mucho tocarle los cojones a un puñado de tipos que pueden lanzarte un ejército, no sé a tí. También hay que saber qué duelos evitar.

Me acomodo en al silla entonces y me estiro un poco los hombros, para dirigir mi mirada a Driexil y Leoden... esos dos hacen una buena pareja en verdad, si él...

Tienes la sangre de un helecho.

Menciono en voz alta, aunque mi tono no ha sido claramente bromista, en realidad era una mezcla entre una realidad y una complicidad entre ambos. Sólo le he visto mostrar sangre una vez... y la perdió a los pocos minutos.

- Tiradas (1)
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05/06/2018, 20:03
Leoden

Ante el apuro de Driexaril, Leo reacciona al instante colocando una mano sobre la de elfa para interrumpir su gesto y niega  con un murmullo. - Esta noche no la necesitaré. - En otras circunstancias se hubiese reprendido a sí mismo por haberla tocado, pero lo que estaba pasando en la mesa era lo bastante serio como para olvidarse por completo de sus reparos.

La reacción del monje a las palabras de Alira no le pasó desapercibida. Al instante sintió cómo las tripas se le encogían como un reflejo empático de lo que debía estar sintiendo Argos. 

Era la primera vez que veía al monje tan afectado por una idea, y eso le inquietaba.

Ni el intento de tomárselo a broma por parte de Driexaril logra relajar la atmósfera que se estaba solidificando.

Si fuera sólo por él podría llegar a plantearse algo parecido a la primera propuesta, poniendo condiciones (Muchas condiciones). Su pasado estaba lleno de decisiones mucho peores que aquella, y recordarlo removía una vieja espina de culpabilidad en su pecho. Pero lo que está muerto no sangra y sus ojos grises no demostraron más que vacío.

Y entonces llega el segundo golpe. Las dudas que trataba de contener comienzan a emponzoñarse, y ya no se siente capaz de seguir en silencio.

Levanta una mano, pidiendo a la roja que se detuviera antes de que la sangre de los que lo rodeaba comenzara a hervir, aunque dudaba estar llegando a tiempo.

- Sin escusas. - Su tono deja claro que habla en serio. Había algo en las palabras de Alira que le crispaba, pero no lograba identificar exactamente qué era en tan poco tiempo, por lo que se centra en en algo que sí sabía hacer: poner un límite. Una idea lo bastante sencilla como para que todos la entendieran, o eso esperaba.

- Nada que atente contra la dignidad es negociable. 

No necesitó levantar el tono para que cada palabra cayese con la contundencia de un martillo. Para él aquel punto era inamovible. No se refería a su propia dignidad, sino a la de todos, tanto como individuos como en conjunto. Un momento después no puede evitar lanzar una mirada al monje, esperando que sus palabras sirvieran para transmitirle apoyo y eso serenase su espíritu. Era alguien a quien respetaba, y no le gustaba verlo así. Quería preguntarle por su pasado, pero entendía que no era el momento. Tal vez más tarde. Regresa a Alira.

- Y lo que propones ahora es un suicidio. - En el lugar habían no pocos soldados negros. Mejor no seguir repitiéndolo en voz alta, no fuera que aquello bastase para que los problemas los encontrasen. Las últimas palabras suenan a advertencia - No insistas.

Entonces sus ojos pasan a Bjoggo. Aún le quedaba bastante que andar para entender al druida, y de alguna manera su forma particular de expresarse no hacía que se sintiese menospreciado, sino que transmitía... cierta camaradería. Aguarda a que termine de hablar y se encoge de hombros. No hubiese dicho ni una palabra más, pero algo en aquel tipo hacía que se le soltase la lengua con más facilidad de la que estaba acostumbrado. - Un helecho acompaña y depura el agua. No es malo - Seguía serio, pero su tono se había relajado. Se encoge de hombros. Lo importante para él estaba dicho.

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05/06/2018, 20:39
Driexaril

La conversación actual no puede acabar en buen puerto de modo que decido aprovechar la breve pero esclarecedora opinión de Leo para darla por concluida y desviarla hacia derroteros más constructivos. Al menos, hacia alguno con el que podamos mostrar algún grado de consenso.

—¿Hicisteis buenas migas con un kender al llegar, no? —pregunto, no del todo segura de si fue así porque me perdí lo ocurrido en el interior del callejón— Los kenders van de acá para allá, oyen cosas y son muy proclives a compartirlas con cualquiera que quiera prestarles oído. Tal vez podríamos preguntarle qué tal están las cosas por la ciudad y quizá haya oído algo sobre un trabajo honrado y decente aquí o en otra parte. O podríamos preguntar en la posada, seguro que en un lugar así se escuchan rumores de todo tipo. Somos un grupo polifacético y estoy convencida de que a muchos de nosotros no nos costará encontrar algún empleo temporal de carácter mundano.

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05/06/2018, 21:24
Argos

El ímpetu con que Rose tomó la palabra cuando callé me pilló desprevenido, no así la idea en sí misma. Si algo había aprendido de la mujer pelirroja en el tiempo que habíamos compartido, entre entrenamientos y charlas, era precisamente que sólo le fallaban las formas al actuar. Pero su corazón era puro, de eso estaba seguro, lleno de bondad. Y eso le impedía aceptar cosas como la propuesta de Alira. Sin embargo, fueron sus últimas palabras antes de alejarse en dirección a la barra.

"Qué clase de compañía es esta..."

O si realmente formamos una... -Murmuré, pensativo. Habíamos colaborado en una misión. Una. Y era cierto que habíamos funcionado bien como equipo, motivo por el cual habíamos decidido permanecer juntos, pero tal vez había que replantearse aquella decisión valorando otras cuestiones. Trabajábamos bien juntos, pero ¿trabajábamos con los mismos objetivos? ¿Vivíamos según las mismas normas? No estaba del todo seguro de que pudiéramos formar una compañía de aventureros de forma estable si no había algún tipo de acuerdo respecto a cómo vivir esa vida en común. Y yo tenía límites, límites que necesitaba mantener. No era el más virtuoso de los hombres, pero me había propuesto intentar seguir ese camino en la vida. No podía imponer mi moral a los demás, pues la virtud no surgía de la imposibilidad de obrar el mal, sino de la elección de no hacerlo. Pero tampoco podía vivir con la continua tentación de sentirme obligado a seguir a otros por un camino que me había empeñado en evitar.

Mis maestros no me habían preparado para dilemas semejantes...

La carcajada de la compatriota élfica de Alira, Driexaril, cuya reacción no terminé de comprender, me despertó de tal ensimismamiento. Era como si viera algún tipo de chiste en medio de aquel asunto tan serio, algo que por supuesto se me escapaba. Bjoggo había planteado un posible supuesto, una encrucijada para poner a prueba a quienes nos negábamos a trabajar para los caballeros negros, pero lo que debía haber vaciado mi mente como un problema sin solución, o una paradoja, no me resultaba tal. Por ello, no me pasó desapercibida su reacción al observar cómo Rose se alejaba, aunque sí me turbó el sentimiento que me produjo. ¿Por qué me molestaba tanto? No estaba seguro, y no tenía la mente para dilucidarlo en ese momento.

Sobre todo cuando Alira volvió a tomar la palabra, desdiciéndose de sus palabras anteriores como si fuéramos los demás los que habíamos entendido todo al revés. Una idea que me resultó tan ofensiva como falsa, y que hizo que me replantease la opinión que tenía de aquella Túnica Roja. Pero aún podía ser peor, pues ya no era únicamente que se hubiera mostrado dispuesta a aceptar contratos de cualquier patrón, mientras pagase. No, ahora hablaba de engañar y estafar. Incluso considerando que las "víctimas" fueran "verdugos" de otros, el acto en sí me resultaba deplorable. "Quien roba a un ladrón, cien años de perdón", no era un lema aplicable al modo de pensar de la secta de Claren Elian. Agaché mi rostro, agradecido de que varios mechones de cabello azabache cayeran para cubrir mi mirada turbada, esforzándome en domar una respiración que me resultaba casi ingobernable.

Hasta un campesino... -Afirmé, lentamente, como si cada palabra que saliese de mis labios me costase un triunfo. Y así era, pero el triunfo era sujetarla, controlada, y evitar que mi corazón se desbocase- ...puede ofrecer un plato de sopa... y un techo bajo el que cobijarse. -Dije alzando mi rostro, mirando a Alira a través de una cortina de mechones negros- Es a cuanta riqueza yo aspiro. Eso, y una conciencia tranquila. -Tomé aire profundamente, uniendo mis manos ante mi rostro, en su dirección, por las llenas de los dedos. Mi cabeza se inclinó en señal de respeto, en lo que representaba una reverencia propia de mi secta- Te pido disculpas, Alira, si supongo un impedimento para tus aspiraciones. -Tras aquella disculpa, me erguí en mi asiento, claramente avergonzado. De repente, la compañía de quienes se habían convertido en mis compañeros me resultaba incómoda, y anhelaba el momento de retirarme a descansar y poder meditar y vaciar mente y espíritu de toda nube de oscuridad que pudiera empañar mi ánimo- Creo que... iré a buscar un poco de agua. -Anuncié sin mirar a nadie a la cara, poniéndome en pie y encaminándome a la barra.

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05/06/2018, 22:45
Director

La estancia trascurre con cierta pesadumbre tras vuestras discusiones, todos teniais ideas distintas  acerca de lo que queriais hacer para vuestros futuros trabajos e incluso algunas propuestas eran moralmente cuestionables, de momento decidisteis aparcar el tema por el bien de la integridad del grupo, habiais actuado bien entre vosotros durante los trabajos pero quizas el subir de "nivel" y consolidaros era algo que todavia estaba muy verde...

Así que tras acabar la cena subisteis a vuestras habitaciones, no era gran cosa, pero tampoco era una porqueria, tras una noche de sueño reparador(para algunos), los animos ya se habian calmado y decidisteis bajar, en esta ocasión, la sala estaba alborotada de gente  que hablaba entre ella, parecia excitada por alguna cosa, no tardasteis mucho en averiguarlo ya que de pronto la puerta de la posada se abrió de un golpe entrando un adolescente .

---¡¡¡¡YA HA LLEGADO!!!- grita a la multitud-  ¡¡¡EL HERALDO ESTÁ EN LA PLAZA CENTRAL!!!

Y tras esto se aparta de la puerta para no ser arrollado por la gente que comienza a salir a tropel, en pocos minutos la posada queda vacia e incluso el posadero os insta a salir ya que piensa cerrar temporalemtne la posada para ir a ver al hombre conocido como el Heraldo

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05/06/2018, 23:04
Leoden

Notas de juego

Antes de continuar.

Esa noche, Leoden habrá intentado hablar contigo. Según lo accesible que estés te preguntará por tu pasado, y si no, como poco te dejará claro que tienes la puerta abierta.

No puede cambiar el pasado, pero para construir un mejor presente quiere entenderte. No compartir algo no significa que no se puedan comprender y respetar las diferencias.

En cualquier caso, si te ve incómodo no insistirá. Se quedará casi una hora mirando al techo, sumido en sus propios recuerdos y se dormirá.

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05/06/2018, 23:48
Leoden

Notas de juego

Antes de continuar.
Si te parece bien, Leoden pudo buscar tu compañía durante un rato, invitándote a un par de cervezas antes de que te desviarse para complacer a mejores compañías.
No intenta hablar de nada, más allá de alguna tontería como filosofar sobre las propiedades de los helechos y su clima habitual.
Puede que sólo sea un medio para despejarse, pero al menos incluye la bebida...

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06/06/2018, 12:30
Alira

Por las respuestas de los demás estaba claro que mi idea del día anterior no había caído en tierra fértil. Fundamentalmente reparos morales impedían explorar aquella opción. A pesar de todo, quizás hubiera insistido en mi proposición si no fuera porque era tarde y había que reconocer que todos nos encontrábamos bastante agotados. 

Dormí profundamente. Ajena a todo. Justo lo que necesitaba para encontrarme, de nuevo, en plenas facultades.

- Me pregunto quién será ese Heraldo? y por qué tanto nerviosismo entorno a su persona? - digo en voz alta más para mí misma que para mis compañeros.

Debía de ser de gran importancia para que un posadero estuviera dispuesto a cerrar su taberna; algo del todo infrecuente. 

No puedo evitar que la curiosidad gane terreno a mi apetito matutino y quiera observar por mí misma lo que sucede.

- Creo que deberíamos de acudir. Tanta precipitación parece algo inusual. Deberíamos de averiguar qué sucede - comento mientras me levanto y me encamino a la puerta de salida dando por hecho que alguno de mis compañeros experimentarán la misma curiosidad que yo.

El aire de la mañana hace que mis sentido se despejen y que me sienta con fuerzas renovadas para afrontar casi cualquier empresa. 

Hasta las charlas moralistas de Argos! pienso mientras una sumaria sonrisa se dibuja en mis labios de forma imperceptible para desaparecer rápidamente. 

No puedo evitar pensar, cada vez más a menudo, las razones por las que los dioses han decidido reunirnos. Espero que vayan más allá de un tonto divertimento y que todo tenga una finalidad.

Con un suspiro que cierra ese apartado en mi mente, sigo a la gente en dirección a la Plaza Central. Por nada del mundo querría perderme lo que allí sucede.

 

 

 

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06/06/2018, 19:45
Rose

Al alejarme hacia la barra pude escuchar parte de lo que Alira había dicho, quien ya empezaba mal diciendo que no habíamos escuchado. Cada vez estaba más convencida de que era ella la que no escuchaba. Aguanté un suspiro, comenzando a preguntarme qué hacía allí, ¿acaso me había hecho una idea equivocada de parte de los allí presentes? Justo cuando había comenzado a pensar que a lo mejor había encontrado mi sitio surgían aquellas flagrantes discrepancias.

Tengo que hablar con Alira en algún momento, y también con Argos.

La bandeja con las cervezas estaba ya sobre la barra, y me asomé a esta.

- ¡Hey! Un vaso de agua, por favor. – pedí, tomando este cuando me lo entregaron y poniéndolo sobre la bandeja.

Iba a tomar esta y llevarla yo misma a la mesa cuando me encontré con que casualmente el monje se acercaba a la barra.

- ¿Dónde vas? Te llevo agua, a ver si se te va a enfriar. – bromeé, acercándome a él mientras me ponía seria. – Siento mucho lo que tu familia y tú habéis tenido que pasar… Si necesitas hablar de ello, sólo tienes que silbar y acudiré rauda. – le dije guiñándole un ojo. - En serio, cuenta conmigo. – le pedí con una sonrisa, antes de tomar aquella bandeja para volver a la mesa.

La cena resultó ser demasiado silenciosa, pero quizás fuera mejor así, al menos por el momento; y es que había salido a relucir un tema que no podría permanecer en el aire mucho tiempo. Cuando terminé de comer di las buenas noches a los que aún permanecían en la mesa y me retiré a la habitación.

Caí rendida nada más acostarme, no despertando hasta que los rayos del sol me golpearon en la cara, habiendo abierto ya alguien las cortinas. Me levanté rápidamente y tras asearme me preparé para bajar. A pesar de lo sucedido la noche anterior, me sentía decidida a no dejar que aquello me afectara, terminando por salir de la habitación entonando una melodía que había aprendido en las calles.

Abajo el ambiente estaba revuelto. La gente parecía demasiado emocionada por no sabía qué, y apenas me dio tiempo a coger una manzana roja y darle un mordisco antes de que un chico entrara dando gritos. La gente comenzó a salir en tropel, y el posadero nos invitó a hacer lo mismo, pues pensaba cerrar el local para ir a ver a aquel hombre.

Alira en seguida se preguntó qué sucedía, pareciendo tener ganas de averiguarlo, y es que incluso nos instó a ello.

- Como queráis. – dije encogiéndome de hombros mientras bostezaba. – Pero como sea un Kender me voy a reír. – añadí, dada la aversión que Alira parecía tener hacia estos, terminando por dar otro mordisco a aquella manzana.

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06/06/2018, 21:04
Bjoggo

Notas de juego

Me parece bien.

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07/06/2018, 09:39
Argos

Aquella mañana, como era habitual en mí, me levanté temprano. Apenas habían aparecido los primeros atisbos de la luz del sol de la mañana en el horizonte, cuando abandoné en silencio la habitación que aquella noche habíamos compartido los varones del grupo. Tenía mucho en lo que pensar, asuntos que habían inferido en mi habitualmente plácido sueño. Tal vez una conciencia intranquila, o tal vez simplemente recuerdos dolorosos que había reprimido demasiado tiempo. Los acontecimientos del día anterior me habían turbado demasiado, y en el fondo me sentía culpable por ello. Por mi propia debilidad. Eran asuntos que debía haber superado ya, que no deberían entorpecer la senda de mi vida. Creía haber alzado un puente ya sobre aquel río, pero por lo visto éste había sido construido de endebles cuerdas y maderos desgastados, y se tambaleaba a mi paso.

Estaba convencido de que abandonar temporalmente aquella mesa había sido la mejor elección posible, dadas las circunstancias. Nadie debía compartir mi carga, nadie que no lo desease, al menos. Pero tampoco era sabio alejarme de aquellos que deseaban hacerlo. Me había encontrado a Rose junto a la barra, y demostrando que al hacer el pedido había pensado en mí al pedir agua, mi consumición habitual, me dedicó palabras de ofrecimiento y comprensión. No me sorprendió, pues era bastante consciente de con qué miembros de aquel grupo mantenía una relación más cercana, pero sí que me afectó positivamente su buena voluntad.

Te lo agradezco sinceramente, Rose. No se si te lo he dicho alguna vez, pero tu amistad es importante para mí. -Confesé, haciéndole una reverencia, tras la que permanecí pensativo, con la vista en el suelo- Me inicié en los caminos de Claren Elian en un intento de salvar a mi familia. Aprendí, con el tiempo, que era un camino demasiado largo como para limitarlo a algo así, y que debía dedicar mi vida a combatir ciertas cosas... y a cierto tipo de gente. -Y no, no había salvado a mi familia, no a toda al menos. Pero sí creía firmemente en mi promesa de seguir una vida virtuosa, ayudar a quien pudiera, y combatir el mal en todas sus formas. Por eso, precisamente, la posibilidad de ayudar a esa gente era anatema para mí, y utilizar sus mismas prácticas no me hacía mejor que ellos. No podía ser perfecto, la perfección era algo que se le negaba incluso a los mismos dioses, pero debía intentar ser la mejor versión de mí mismo posible- Vuelve con los demás, regresaré en seguida.

Y así lo había hecho, tras unos largos instantes de meditación en un rincón, calmando mi ánimo. El resto de la cena resultó silenciosa, tranquila, ligeramente apagada. Nadie quiso retomar el tema, cosa que agradecí, y al final de la corta velada nos retiramos a descansar a nuestras habitaciones. En cierto modo, me resultaba extraño el dividirnos en dos habitaciones para descansar, ya que nuestras estancias a la intemperie en campamentos improvisados las habíamos realizado todos juntos. Sin embargo, valoré como algo lógico que las damas quisieran algo de intimidad por una vez.

El sueño, no obstante, tardó en alcanzarme. Leoden, al abandonar la sala común de la posada, decidió acercarse a mí. Era obvio que se había percatado de las tribulaciones que me habían acosado durante la discusión que habíamos vivido en la cena, y se interesó por los motivos de la misma. En la intimidad de la habitación que los varones compartíamos, y sin temor alguno a que Bjoggo pudiera ser testigo o incluso partícipe, expliqué al explorador a grandes rasgos los motivos que me habían llevado a unirme a la secta y aceptar la vida monacal. Le hablé de mi familia, de mis hermanos y de mi padre, artesano orfebre. Le hablé de nuestra llegada a Salmonfall, localidad bajo la influencia de la Orden de Neraka, custodiado por una milicia que respondía ante ellos. No tuve ánimo para entrar en demasiados detalles acerca de cómo abusaban de todo aldeano, comerciante o artesano que encontraban dentro de sus muros, ni cómo detuvieron a mi padre y casi a mis hermanos y a mí por no poder pagar un abusivo impuesto. Compartí con él mi desesperación al lograr abandonar la ciudad en solitario, sin saber a quién acudir en busca de ayuda, y mi periplo en busca de aquel templo de Claren Elian en Windweavers para solicitar ayuda de sus monjes. También mi decepción cuando los grandes maestros se negaron a entablar una guerra que no podían ganar, y su ofrecimiento a educarme en sus artes en su lugar. El resultado de años de entrenamiento, y lo que encontré al regresar a Salmonfall, lo recité más aprisa de lo que una buena historia merecía, puesto que no era una gran historia. Sencillamente, a mi regreso había encontrado a mis hermanos colaborando con la resistencia de la ciudad, una lucha que no podían ganar abiertamente, pero en la que pensaban retar a un duelo al jefe de la milicia, según sus costumbres. Por ese motivo, y sin avisarles, había sido yo quien retara a aquel hombre, derrotándolo. Sin embargo, cuando confesó que mi padre había muerto en las mazmorras años atrás, siendo alimento para las ratas en la oscuridad... Confesé a Leoden con dolor cómo había sucumbido a la rabia y le había propinado un golpe mortal. Todos mis valores, mi código ético, hundidos en el barro en un sólo instante. Por eso no podía permitirme más que la rectitud, una vida sin grises, pues sabía que la balanza de la virtud era volátil, no permitía ser descuidado.

Tras aquella conversación, finalmente nos retiramos a descansar en los camastros de que disponía la habitación. El mío resultó ser ligeramente incómodo, especialmente porque estaba habituado a la dureza de dormir en el suelo. Por ese motivo, no tardé demasiado en echar la ropa de cama al suelo y descansar sobre el rígido piso, donde me encontró el alba. Desperté temprano y salí en silencio de la habitación, bajando a la zona común de la posada y abandonando la misma por la puerta principal, para buscar un espacio libre a un lado de aquella especie de plaza que formaban los tres edificios del Cuervo Herido. Allí comencé mi rutina de entrenamiento, aunque en aquella ocasión tomé la precaución de evitar las técnicas en vacío y las partes más marciales de mi entrenamiento habitual, centrándome en el tono físico. No deseaba que ojos curiosos me vieran mostrando capacidades de combate que pudieran alzar suspicacias entre los caballeros negros que frecuentaban la zona. Tras una dura e intensa sesión de entrenamiento, tomé asiento en el suelo para meditar un rato, dejando la mente en blanco en un intento de calmar al mismo tiempo mi cuerpo y mi mente.

Al finalizar, acudí a una fuente cercana a asearme con agua fresca, y regresé a la posada, accediendo a la zona común con el cabello húmedo, como parte de mi ropa. Fue al cerrar la puerta a mi espalda, y tras dar no más de media docena de pasos, que aquel zagal accedió a la carrera dando aviso de la llegada de un ¿Heraldo? No sabía quién era, pero la muchedumbre comenzó a salir a la carrera, sin cuidado ninguno. A pesar de que el chico ya se apartaba por sí mismo, acorté la distancia entre nosotros con un par de largas zancadas e interpuse mi brazo delante del chico para evitar que la marabunta descontrolada se lo llevase por delante accidentalmente. Entonces me agaché junto a él, sonriendo tenuemente.

Oye, chico, ¿puedo preguntarte quién es ese heraldo? No soy de la ciudad, y no estoy familiarizado con los temas locales.

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07/06/2018, 12:51
Leoden

El necesario vacío que llenó la mesa durante la cena fue de agradecer. No eran pocos los que tenían cosas que plantearse, ya que la pregunta de Rose había dado en el clavo. ¿Qué clase de compañía querían ser?

Pero no todo fue silencio. Una conversación ligera comenzó a surgir después de la primera cerveza entre druida y explorador. Algo sobre... ¿las propiedades medicinales del helecho y el musgo de barbas? Una conversación que no pretendía llegar a ninguna parte, sino simplemente... llenar el espacio para hacerlo más soportable. 

No tardó en regresar a la habitación solo*, consciente de que el druida tenía ya una cita con mejores compañías. Sabía que Argos aún estaría despierto, y se sentó a su lado, observándolo con unos ojos transparentes. Quería comprender. Podían ser diferentes, pero eso no significaba que no lo respetase. Tras la primera oferta vacilante se alegró de que el monje decidiese compartir con él sus tribulaciones, se dedicó en cuerpo y alma a hacer una de las cosas que mejor que se le daban: escuchar.

Solo que en aquella ocasión no fue capaz de portarse como una roca que da soporte, puesto que en varios momentos sintió cómo su propio pecho se encogía por el relato. 

Llegado a un punto no se dijeron nada más. Había demasiado en lo que tenía que pensar, y acabó quedándose un buen rato tumbado en el camastro, mirando al techo. ¿Cuanto tiempo pasó antes de dormirse? ¿Media hora? ¿una? No lo recuerda, pero en algún momento las imágenes del relato y sus propios recuerdos se difuminaron con las imágenes del sueño.

__

No era extraño ver al explorador sumido en sus pensamientos. Aquel día se había levantado temprano para limpiar sus armas, revisando el filo de su espada y comprobando que cada una de sus flechas se mantenía estable a pesar de los rigores del clima.

Si recordaba algo de la discusión de la noche anterior, no dio muestras de ello. Su actitud distante, especialmente con las elfas, no era ninguna novedad. Como si una parte de él no terminase de estar presente.

Cuando todo aquel revuelo del Heraldo lo obligó a regresar al presente, aún se resiste un poco a abandonar su asiento. No parecía especialmente interesado en conocer a alguien cuyo nombre era capaz de movilizar a las masas, pero aparentemente no quedaba otra, puesto que hasta el local cerraba.

Así pues asiente a Rose cuando ésta pasa a su lado entonando una cancioncilla. Verla tan alegre casi logra arrancarle una sonrisa. Casi.

Sólo se demora para escuchar la respuesta del joven emisario, ya que él también quería saber a qué se enfrentaba antes de salir.

Notas de juego

*probablemente. En caso contrario, el resto se desarrolla igual

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08/06/2018, 20:27
Driexaril

Ni entendí ni comprendí la tensión que sobrevino sobre nuestro grupo una vez que Argos decidió abandonar nuestra mesa. Desde que llegamos a Pashin parecía decidido a separarse de nosotros y, aunque a mí me resultaba inexplicable, tampoco tenía razones para retenerle contra su voluntad. Rose sí que hizo el intento, aunque con escaso éxito y yo opté por no darle más vueltas al asunto.

Disfruté de la cena tanto como pude y traté de no pensar en qué estaría haciendo Bjoggo cuando se retiró a su habitación en compañía de la voluptuosa camarera. No sirvió de mucho porque acabé teniendo pesadillas con ellos dos durante mi meditación nocturna en estado de duermevela.


El amanecer viene a poner fin a los sinsabores de la noche. Doblo cuidadosamente la manta que Leo me prestó anoche y llamo con los nudillos a la puerta de su habitación para devolvérsela. Sin embargo, nadie contesta al otro lado y opto por bajar al comedor.

Allí me esperan mis compañeros y... nadie más. El local está completamente vacío a excepción del propietario, que parece impaciente por que paguemos la cuenta y nos marchemos de allí. ¡A saber la que habrán liado para que no nos quieran echar de aquí!

—Buenos días a todos —saludo a los presentes con una sonrisa cansada—, ¿ocurre algo aquí?