Partida Rol por web

Alarmado, me llevé las manos a la cabeza, temiendo que una nueva trampa se activara. Al ver que no era así, miré furibundo a Tarben:

- ¡No vuelvas a hacer eso!. Que no detecten trampas no significa que no las hayan. Nos has puesto a todos en peligro. ¿Que clase de caballero hace eso?.

A continuación examiné la recia llave de hierro y el portapergaminos de madera oscura.

Tarben miró con cara de pocos amigos al mago cuando esté le increpó poniendo en duda su pertenencia a la orden.

Soy un caballero que confía en sus compañeros. Un caballero que pelea a su lado o por ellos si es necesario. Y sobretodo un caballero que quiere que salgamos de aquí  todos vivos.
Y no una persona que pierde el tiempo mirando embobado una estatua y que no se atreve a examinar un simple hueco cuando le han dicho que no hay nada peligroso y sus compañeros están cayendo a su alrededor.

Estamos en una misión divina señor mago. Me doy cuenta que  vuestras habilidades no están centradas en la batalla. Pero seguro que sois necesario en esta búsqueda o mi Dios no os habría involucrado en ella. Así que empezad a demostrarlo. Hay alguien que nos está atacando con conjuros que afectan nuestra mente, seguramente sois de los pocos que se pueden resistir a ello. Empezad a hacer algo útil y demostrar vuestra valía , hasta entonces no os atrevais a poner en duda mi honor.

Después se volvió al resto.

Venga. Examinemos esas habitaciones. 
Maese Zoak. ¿Os podéis mover ya? Es más que probable que necesitemos vuestro fuerte brazo en lo que nos aguarda.

Se encaramo a la espalda de Tarben, viéndolo tan enfadado y le susurro -Casi me saltas por los aires a mi ¿no me viste? ¿eh eh?- y cariñosamente le mordió una oreja, suavemente -venga no te enfades, yo examino- y bajándose de su espalda, fue hacia una de las puertas al azar.

Se agacho junto a la puerta, examinando si había trampas ocultas.

Mientras observaba los objetos recientemente adquiridos, vi como la chica demonio examinaba una de las puertas y sugerí:

- Tal vez la llave abra la puerta correcta. Las otras seguramente sean trampas...

Sin mirar al mago, pendiente de su examen de la puerta dijo -No se si abrirá la correcta o no, o si abrirá algo de aquí, pero no esta nunca de más examinarla, además, y si la llave acciona alguna trampa, podía ser así igualmente-

El estallido de furia del aprendiz de mago fue respondido por uno no menos tenso del Iniciado de la Corona, pero, en un momento, quizá mediado por las palabras que Desdemona susurró al oido de Tarben, parecía que las aguas volvían a su cauce. La planar se acercó a la puerta situada al noreste de la sala, que se encontraba entreabierta, y durante un minuto, estuvo observando la jamba, los goznes, y finalmente la puerta en sí, para acabar meneando la cabeza: tampoco parecía haber trampas allí. Mas allá de la puerta, la teifling, acostumbrada a la oscuridad como un pato a nadar en un estanque, podía ver que la habitación, de poco mas 20' de ancho, acababa, abruptamente, en una pared de cascotes, sin duda alguna, fruto del derrumbe ocasionado por la explosión. Sobre los cascotes, otros dos cadaveres de goblins, esta vez con sus jabalinas clavadas a su espalda, y pese a la distancia, la precisa vista de Desdemona le permitía ver que habían sido varias veces las que su agresor había clavado las armas.

Por su parte, Anubis, una vez calmado tras la breve discusión con Tarben, se centró en los dos objetos que habían caído de la destrozada cabeza de la estatua. La llave no parecía ser nada de otro orden: una simple herramienta de hierro lacada en dorado. Y el portapergaminos, parecía haber sido tratado con una mezcla de sustancias que lo hicieran algo mas resistente frente al agua y el fuego, pero, por lo demás, no parecía contener runas mágicas, ni nada por el estilo...

Con mucho cuidado, abrí el portapergaminos, para poder ver cual es su contenido y poder examinarlo. Con suerte, un objeto así me sería muy útil y espero que lo que haya dentro también lo sea...

Tarben se sintió un poco incomodo ante la confianza de la semiplanar. O por lo menos se ruborizó un poco y se le subieron los colores. Pero no dijo nada más. Simplemente se mantuvo a su lado por si había algún peligro mientras examinaba una de las puertas.

Como en la primera no parecia haber nada de interes, con la excepción de los cadáveres goblins, ni se intereso en entrar.

Si sólo hay cadaveres dejemoslos. A menos que alguien tenga un interés en registrarlos, claro está. Y exáminemos las siguientes puertas.
Quizás lo más práctico sería examinar todas las puertas por si hay trapas y luego ya empezaríamos a abrirlas. Si están cerradas, probamos con la llave. Si no podemos abrirlas ya nos ingeniaremos algo.

Siempre que Desdémona investiga una puerta, es cubierta por Tarben, Me mantengo vigilante de las otras puertas. No quiero sorpresas. El ataque de caracter de Tarben, sorprende a todos, a mí para bien por supuesto. Tarben está llamado a ser un gran caballero de la Espada y sus palabras serán escuchadas por muchos.

El hechicero hace mutis por el foro y deja el tema como está, también haciendo gala de su tacto e inteligencia, para no crear una fisura entre nosotros, me acerco al Mago mientras mantengo un ojo en una puerta y hago gestos con quien cruze miradas para que vigile la puerta de mi espalda.

- ¿Algo interesante Anubis?- le pregunto acerca del pergamino.

El caballero Tarben comenzo a entrar en acción y eso animo el espiritú magullado del monje.

Dando un paso al frente, exclamó:

Bien! Yo te cubro caballero! Entremos en las habitaciones e investiguemos.

Aunque soy de la opinion de probar y abrir una de las dos puertas cerradas con  la llave encontrada. Esa es la correcta, quizas las otras sean meras distracciones o trampas para los incautos.

Siendo honestos, Baigron casi sonrio ante la escena con Tarben, el hechicero y Desdemona; mas con la provocacion de la Tiefling que de otra cosa, pero la chica era asi, cuan gata domestica; si bien podia entender la tension y el pequeño rifi rafe que el caballero habia tenido con el mago, un liderazgo fuerte era vital en estas situaciones.

Sin mucho que añadir a la conversacion, Baigron se mantuvo cerca de la picara, con los ojos y oidos bien atentos a cualquier cosa que le llamara la atencion, mientras ella se dedicaba a investigar.

Con el beneplacito silencioso de su compañero de Orden y del Draconiano Baaz, Tarben propuso que Desdemona buscase trampas en todas la puertas antes de decidir cualquier otro curso de accion. Parecía una idea de los mas sensata, y mientras Anubis estudiaba con mas detenimiento el portapergaminos, bajo la atalaya que representaba Sir Leviathan, que observaba interesado al Iniciado en las Artes Arcanas, Desdemona se dispuso a estudiar cada uno de los accesos de la sala cuadrangular, empezando, en otro alarde de decisión al azar, por el que tenía un poco mas al sur de su posición, que presentaba una puerta cerrada, pero sin cerradura, al igual que la otra que tenía en frente, en el suroeste de la sala, para acabar estudiando la que estaba al noroeste, que, al igual que la primera, colgaba sobre los goznes semiabierta, permitiendo a la planar ver otra sala que, a buen seguro, habría sido como la primera que estudió, pero aquí el derrumbe habia hecho aun mas estragos, dejando apenas 7' de suelo cubierto de escombros y tierra, que se filtraba por unas profundas grietas en el techo:

- Nada, no parece haber ninguna trampa en ninguna de las tres puertas..., dijo Desdemona, como desilusionada porque no hubiese nada con lo que divertirse, ni trampa ni cerradura.

Por su parte, Anubis, con sumo cuidado, había abierto el portapergaminos, para ver, para su deleite, dos pliegos enrollados de antiguo papel, tratados por las sustancias que les permitían contener conjuros magicos. Frunciendo el ceño, se dispuso a desentrañar el código que le permitiría entender la escritura, pues bien sabía que cambiaba de un pergamino para otro. Para cuando la Tiefling había acabado su escrutinio, la frustración se intuía en la cara del mago, pues solo sabía que ambos pergaminos contenían un conjuro arcano cada uno.

 Tras examinar los pergaminos, miré a Leviathan, decepcionado:

 - Son pergaminos arcanos, lo cual está bien, pero no soy capaz de descifrar su naturaleza. Con suerte más adelante eso podría cambiar...

 A continuación guardé los pergaminos en el portapergaminos y este en mi bolsa, junto la llave.

Una vez Desdemona hubo acabado de inspeccionar las puertas, quedaba tan solo la tarea de abrirlas y ver qué había tras ellas. Las que estaban desencajadas y podía verse el interior no parecian tener nada últil, así que Tarben se decantó por una de las cerrada. No había ninguna cerradura, por lo que en principio tan sólo era empujarlas. Se dirigió a la que estaba en el SurOeste.

Muy bien, hay que empezar por alguna, así que esta mismo. Cuidado.

Parapetandose detrás de su escudo y de su Dios, el clérigo abrió la puerta con cuidado.

Con decisión, una vez escuchadas las palabras de Desdemona, Sir Tarben cubriendose con su escudo, se dirige hacia la puerta cerrada situada al suroeste de la sala, desechando las que permanecían entreabiertas, estimando que no contenían nada por lo que valiese la pena perder el tiempo para investigar. Girando el pomo, la empuja y, para su sorpresa, la hoja de la puerta cede con facilidad, dando paso a una sala rectangular, como las otras, y también afectada por el derrumbe. Lo primero que le llama la atención son la gran cantidad de pequeños brillos que llegan desde el fondo, sin duda ojos de pequeños animales que, curiosos, miran hacia la puerta recien abierta. Los agudos chillidos que se escuchan, junto al ruido de pequeñas patas al moverse, delatan a las criaturas como ratas.

Los ojos del humano no son tan finos como los de la tieflin, pero la antorcha de Anubis, o el sable flamigero de Zoak permiten ver que la parte oeste de la habitación se ha derrumbado. Otro cadaver de goblin yace tirado sobre los cascotes, aun agarrando una daga, aunque con este no parecen haberse ensañado, como con los otros dos que yacían en la sala del noreste. Varias ratas, mas osadas estas, le dan pequeños mordisquitos, dejando la cara practicamente limpia de carne. Otras, como ya habían escuchado, correteaban por la sala, escondiendose entre los escombros, mientras chillaban alocadas. Además del goblin, varios cadaveres de ratas, algunos simples esqueletos, otros medio devorados, pueblan la sala.

 - ¡Por Solinari!. - Oré a mi dios, mientras miraba consternado la grotesca escena. Los goblins, si bien no suelen ser criaturas dignas de confianza, no merecía semejante finales tan atroces. No paraba de preguntarme que les había sucedio. ¿Tendría que ver con la ilusión de antes?.

Grñek, burf resoplo y emitio un extraño sonido Baigron al ver al cadaver del goblin en el suelo, despues de lo que habian vivido con los drows, cosas tan grotescas era algo que no le afectaba tanto como antes, aun asi, tenia que admitir que esas no eran formas de morir.

Curioso dijo de repente observando el cadaver ¿quien movio el cuerpo hasta ahi y por que no los otros dos?, la ilusion del demonio no ha podido moverlos comento el draconiano.

Kartag posicionandose trás el caballero Tarben, enfoco su aguda visión en busca de algún peligro mayor, ya que la visión limitada del caballero le podía hacer caer en una emboscada.

Despacio elejido de Corij! Dejame averiguar si hay algo oculto!

Moviendose a su lado, intentando ver cuantas criaturas son y si acecha algo más.

Acercándose al umbral de la puerta, donde se encuentra Tarben, Kartag utiliza su visión superior para escudriñar en la habitación. Salvo las ratas y el cadaver goblin, no parece haber nadie mas en la misma, pero sí hay varias cosas que llaman la atención del atento draconiano:

> El brazo derecho del goblin, aunque parcialmente devorado, presenta la ya conocida marca amoratada que vieron en el cadaver de la mujer, arriba en la colina, y en los goblins que están en mitad de la sala en la que se encuentran los heroes (una herida incisa con rasgos de envenenamiento).

> Bajo una de las rocas, asoma una cinta de tela vieja. Desde la posición en la que está el Kapak, no puede ver bien de que se trata, pero pareciese las cinchas de una mochila, o algo similar.

Enarco una ceja, era todo muy extraño, todos muertos por las picaduras o por más heridas claramente infligidas y todos eran goblin, no se veía ninguna otra raza, ni humanos si quiera y la ciudad más cercana era humana enteramente.

-Que raro... bien las puertas no tienen trampas, deberíamos elegir una ya, alguna que no tenga derrumbamiento que la bloquee a ser posible, para poder avanzar, el estar aquí no sirve de mucho, ya lo hemos visto- dijo algo impaciente.