Partida Rol por web

Con una sonrisa triunfal, el minotauro palmeó la espalda del "Lumbreras". 

Buen trabajo.

El esfuerzo por mover el cabestrante había sido enorme, pero había merecido la pena si con ello se granjeaba el visto bueno de aquellos marineros.

Algo cambia en la mirada de Kostar, respecto a ti, eso lo notas, así como las palabras de reconocimiento por parte de los marineros, que se afanan en sus tareas, pues el combate con el mar no da tregua.

- Pitt, Zoak, aguantad esa maroma!!, chilla el apaleado capataz, mientras, aprovechando el bloqueo que realizais en la cuerda, gruesa como una pierna, quita un nudo de un velamen corto, y con un movimiento fluido, lo pliega.

Los minutos pasan lentamente, pero la tensión del reto hacen que apenas lo notes. De un lado para otro, vas realizando distintas funciones y, pese a no ser lo tuyo, la herencia de tu pueblo hace que no desentones.

Eso sí, cuando el grueso de la tormenta llegue, dudas que el hecho de haberte puesto la armadura, haya sido una buena idea...

Tarben formula sus palabras con el mayor tiento posible, pues las implicaciones son claras: Si el Capitán está al tanto, poco menos que de conspiración le está acusando el Caballero!! Pero se la juega: - Algo me dice que no lo está!!, piensa con determinación, acabando de plantear su cuestión.

Quizá porque navegar sea una de las pocas cosas que saque al Vinagre de su perenne estado de mal genio, sumado a que, con tiento, Tarben parece haber congeniado con el Capitán, el caso es que sus palabras sólo provocan una sonora carcajada por parte del Oficial:

- Cleigg, aquí!!, brama a uno de los marineros que le asisten al timón,  dirección sur-sureste, vadeando el oleaje, mientras le cede el timón.

- Vosotros, seguidme!!, os dice, bajando de un salto a la cubierta inferior, como si no le costase lo más mínimo moverse con el vaivén del oleaje, y dirigiéndose a las dependencias de los Oficiales.

Una vez en la sala de reunión que hay al fondo, pasadas las habitaciones del Capitán y el Primer Oficial, se sienta en su silla de amplio respaldo, y mirándonos de forma inquisitiva os suelta: - Es que quieres que te maten, chico?? No se si tienes huevos, o poca sesera!! Jajaja!!, acaba atronando con su risa. Si es verdad que mis hombres están preparando algo, si te oyen decírmelo, antes del fin del día alimentarás a los peces... Contadme, de que se trata??, os dice, mientras os indica que os senteis, y se empieza a encender una pipa.

Tarben parece tranquilo, sobretodo viendo que el capitan parece habérselo tomado a bien.

- Verás señor, ayer uno de mis compañeros, el humano gigantón sorpendió a dos hombres, Kostar y Tinker. Quizás mi compañero no tuvo suficiente mano izquierda, pero cuando preguntó con descaro desencadenó la pelea de la que habrá tenido noticias. 

Deja que el capitan lo masque, pero sigue antes de ser interrumpido.

- Tras la pelea informamos al segundo de Abordo, a Verithiel el semielfo. Su actitud pudo parecerme rara, cómo si ya lo supiera. 

Y luego mostrando sus manos, intentando hacer gestos tranquilizadores termina:

- No sé de qué se trata, no sé si va o no va con nosotros, pero sentía que era mi deber asegurarme que estos incidentes estuvieran acorde a los planes del Capitan, pues no debería ser raro que cojas a algunos hombres selectos y les des ordenes a espaldas de otros para ayudar al orden.

Luego culmina poniendose quizás excesivamente ceremonioso, pero no podía ser de otra manera

-Juro por mi Honor que las cosas pasaron como he dicho. Informando termina nuestro deber a no ser que indiquéis lo contrario.

Zoak mantuvo la maroma con fuerza, hasta que estuvo bien sujeta. Por momentos se olvidó de todo lo que le rodeaba y disfrutó del trabajo en el barco. Poco a poco el mar se embravecía más y aquel hierro en el cuerpo le impedía manejarse con soltura.

Aprovechó un momento de tranquilidad para bajar a quitarse el hierro.

Kostar, bajo a quitarme el hierro. No tardo en volver.

Bajó los escalones de tres en tres. Su cuerpo se había acostumbrado a los bandazos del navío, así que no tardó en llegar al camarote para quitarse la armadura. Tenía ganas de subir, parecía un pequeño minotauro recién salidos los cuernos.

 Escuché atentamente, y en completo silencio, como mi compañero informaba al capitán. La información era en verdad realmente preocupante y confiaba en que la tomase en serio. Por otra parte, nuestra misión ya era lo bastante complicada para encima tener que lidiar con un motín a bordo del barco que nos trasportaba...

- Ummm..., dice el Capitán, mesándose la perilla, mientras piensa detenidamente en lo que Tarben le dice. Cuando salgamos de la tormenta, mandadme al gigantón... con discreción. Si no pasa nada, no quiero alertar sin motivo a mis hombres. Por mi parte hablaré con Verithiel, a ver que tiene tiene que decir al respecto.

Con eso, se levanta, y se dirige pasillo adelante, hacia la puerta, aunque se gira diciendo:

- Por las barbas del Leviathan, que verborrea tenéis los Caballeros, nunca dejo de sorprenderme. Jajaja!!!, aún con cierta sonrisa, quizá presa de la adrenalina que corre por sus venas debido a la tormenta. Mientras, procurad no caeros por la borda, y no estéis por el medio, molestando!!, dice, abriendo la puerta, reventada en su cerradura (cortesía de Zoak, el día anterior), dando paso a la cacofonia del viento y el mar embravecida.

Tras eso, salís a cubierta, y el Capitán, en dos saltos, se sube a la de Popa, y despachando al tal Cleigg, se pone de nuevo al timón.

- No sabía si estabas loco, o tenías unas pelotas como cocos de mar, carajo!!, te dice el capataz con una risotada. Te quiero aquí en 3 minutos. Aún queda mucho por hacer!!, tras lo que se gira, dirigiendo su atención a otro de los marineros.

Bajas a la carrera al camarote, donde te abre Asthor, al cuidado de vuestras pertenencias, por orden de Sir Leviathan. Te quitas la armadura, y con una somera despedida, vuelves a cubierta, dispuesto a dar rienda suelta a la adrenalina que dispara la tormenta...

Marcho abajo con cuidado de no caerme.

 Preocupado, seguí a Tarben, tomando las medidas oportunas para no irme de bruces. Desde luego, el barco no termina de ser mi medio de transporte favorito...

De camino a "abajo" veo al Minotauro y....creo que hay que ser cuidadosos.

- Hay que avisar a Leviathan, y no me fio de dejar a Zoak solo con el Kostras ese... Que prefieres hacer?

Parpadeo un par de segundos sorprendido ante, uno, que sea un actor increíble o , dos, que sea más tonto que un besugo, de cualquier de la dos maneras me hace reir con ganas, a veces me preocupo demasiado.

-Jajajaja- le golpeo en el hombro- de verdad que eres el mejor Tinker- me despido con la mano y voy a cubierta a ver que es en lo que puedo ayudar. Mas tarde me reuniré con Espíritu libre, se me ha metido en la cabeza poder aprender a hacer los nudos que hacen ellos.

Doy un par de palmas fuertes para calentar mis largos brazos y salgo a ver como va la cosa ahí fuera...

Una sonrisa tonta, de suficiencia, aflora a los labios del marinero ante tus palabras, ajeno al matiz sarcastico de las mismas: - Desde luego, si está actuando, es un auténtico genio!!, te viene a la cabeza, mientras contesta:

- Gracias, jefe!! Jejejeje!!!, se ríe, sin saber bien porqué, mientras vuelve a sus nudos, y a sus paquetes, que amenazan con caer. Con cierta pericia, asegura unas cajas grandes, con una doble vuelta de la maroma, y se dirige a Espíritu Libre, diciendo: - Jefe, esto ya está!! Vuelvo a cubierta, que ya me estarán echando de menos!!, dice, adoptando una pose que intenta pasar por imponente, aunque el intento de sacar pecho se queda en eso... intento, dada su complexión extremadamente delgada.

Con el asentimiento del salvaje, que susurra a los caballos, se gira hacia tí, y te dice: - Gigante, vas pa'rriba?? Si no te importa, subo contigo..., te dice, señalando hacia arriba con el pulgar.

Con Tinker, el esmirriado marinero, afanándose por seguir el ritmo del alto solámnico, ambos suben las escaleras desde la bodega inferior, hasta la antesala del Camarote Comun donde, a esas horas, aun deben estar durmiendo alguno de los marineros de noche. Justo cuando asoman a dicha antesala, dispuestos a seguir la escalera que sube a la Cubierta, ven que, por esas escaleras, bajan Sir Tarben y Anubis, con las ropas mojadas, y el rostro congestionado, prueba inequívoca, de que la tormenta tiene que estar pegando fuerte en la cubierta...