Partida Rol por web

- Seguro, chico, seguro!! Y espero que me cuentes tus proezas en el campo de la Magia!! Las necesitaré para patrocinarte ante el consejo de "culos-estrechos" con los que me toque reunirme, cuando estés preparado para La Prueba!!, te dice el anciano Mago con otro manotazo en la espalda, a modo de despedida.

Cuando sales de la torre, tu Apalossa, pasta tranquilamente en el prado, mientras, aunque no ves, si puedes oir al can, que de nuevo vuelve a estar invisible, atosigando a una oca, que, ni corta ni perezosa, se enfrenta a él, como si le viera, aunque, ahora que lo piensas, el conjuro de Invisibilidad normal, no afecta a los animales... Montas a Rayo, que, sin ser un entendido en como cabalgar, sí te da la sensacion de ser un animal tranquilo, como te dijo el mozo de cuadras, y enfilas el camino, eligiendo el que va rodeando la ciudad desde media legua, y dirigiendote al punto de encuentro, a una milla al sureste de Thelgaard, por el que viniste hace poco menos de 24 horas antes...

Cuando te vas acercando, puedes ver a dos tremendos caballos, a cual mas grande, y un tercero, mayor que el tuyo, pero no tanto como los otros dos, pastar apaciblemente, en un prado de amapolas  y hierba, algo seca, por la estacion del año, mientras, un poco mas separados del camino, y a la sombra de uno de los primeros abedules del bosquecillo que allí crece, ves a Sir Leviathan, Zoak, el Minotauro, y Sir Tarben, conversando. Parece ser que solo falta el criado del Duque que os traiga la carreta.

Durante mas de 20 minutos podeis conversar tranquilamente, pues ni siquiera nadie utilizando el camino os perturba, hasta que escuchais el golpear de los cascos de un caballo contra la tierra seca, viniendo de la Villa de Thelgaard, tras lo que veis a Sir Tarben, montando un pura sangre blanco de Khur, acercarse al bosquecillo. Cuando faltan 20 minutos para la hora convenida, el que aparece es el mago humano, Anubis, montado en un caballo ligero blanco con motas negras^* que se acerca a la zona en la que habeis dejado vosotros los caballos, bajandose con los detalles de alguien que no es excesivamente ducho en la monta...

Tras asentir a todo, me marcho pensando en mis cosas, había mucho que hacer. 

Antes de salir digo:

- Zoak, no te preocupes, ya tengo casi todo preparado, aguardaré con vos al resto, pero tengo que finiquitar un pequeño asunto.

Y sin más se fue.

Vuelvo a la biblioteca y escribo una carta:

Querida Madre

Debido a una misión, me ausentaré de la ciudad y tendré que marchar hacia el área de Solace. Intentaré escribirte cuando pueda. Puede que esta misión sea mi oportunidad para realizar mis sueños.

Te quiere Tarbern.

Tras escribirla y dejarlo para que sea enviada, vuelvo a la mansión en busca de Zoak y los caballos. No sin antes intentar enterarme del nombre de la sirvienta que nos atendió. 

La paz de la Biblioteca te permite escribir la carta de manera fluida, poniendo trascendencia en el hecho de que tu mision puede catapultar tu posicion, la posicion de tu familia, despues de tanto tiempo!!

Despues, no te resulta tan sencillo preguntar por la sirvienta, pues parece ser que el personal del castillo es amplio. Paras a preguntar a un joven que repara un marco de una ventana, y te dice:

- Decis una chica joven del servicio, de pelo rubio y liso y recogido en un moño, que tapa con una cofia??, dice, quiza mas alto de lo que deberia. Y antes de que puedas decir nada, mira a tu espalda, y suelta: Ser Patek, el Caballero pregunta por alguien del servicio, quiza podais ayudarle vos mejor!!, tras lo que te mira como aquel que piensa que ha resuelto de la mejor manera una situacion.

El Mayordomo de su Señoria, que aparece por el recodo del pasillo, con varios libros agarrados con sus fuertes brazos, que lleva remangados hasta el codo, frena en su veloz devenir por el pasillo, y cuando el joven vuelve a sus quehaceres con el marco, te dice:

Y bien, Sir Tarben, en que puedo servirle?? A quien de nuestro servicio anda buscando?? Algo por debajo de sus expectativas, de lo que deba enterarme??, te mira con cara analitica el alopecico enano.

Tarben se gira sorprendido, pero rápidamente recupera el talante y asiente a Ser Patek.

- Así es, Ser, preguntaba por la doncella que nos ha atendido esta mañana. No es por algo por debajo de mis expectativas, si no por todo lo contrario. 

- Debo suponer que quereis felicitar su labor, entonces??, inquiere el enano, enarcando una ceja, tras lo que una sonrisa aflora a su rostro. Alysa es su nombre, y debo añadir que su carrera promete bastante!! De hecho, me alegra escuchar que su trabajo esta mañana ha sido de su agrado, Sir Tarben. Le transmitiré sus felicitaciones antes de que acabe su jornada.

Si no me requiere para nada mas..., te dice, señalando con los libros el pasillo por el que iba vertiginosamente.

- Muchas gracias. Me ha tranquilizado usted.

Realmente, la chavala no lo hizo tan bien, pero por suerte pudo dejar que él entendiese eso sin mentir. Se dirigió al pueblo corriendo, su intención era ir hasta el sastre.

Le encomendó que hiciera un pañuelo de lino blanco, bordado con un filo azul. En una esquina debería ir también bordado en hilo azul las letras "T.C" y debería ser entregado a Alysa en casa del Duque. Después dejo una Pieza entera de Acero para pagar el recado y el envio.

Luego espero volver con Zoak antes que nadie y con los deberes hechos.

Zoak estaba satisfecho con su montura. Trueno, su nombre era de lo más apropiado. La mano de Zoak notó la fuerte musculatura del animal cuando acarició su cuerpo. Palmeó su hocico de forma cariñosa, aquel animal y él tenían muchas cosas en común.

Trueno había conseguido distraerle un poco de sus pensamientos hacia su hermana pero su misión estaba clara y estar esperando a los demás le crispaba sobremanera.

Al rato apareció en lontananza Leviathan. Bien, por lo menos iban ya llegando.

Lo saludó con la cabeza mientras asía las riendas del bocado de Trueno. Escuchó sus enigmáticas palabras y se sentó junto a él para escuchar lo que le tenía que decir.

La gestión del pañuelo no te toma más que 20 minutos, pues el sastre, un tipo mayor, pero con un pulso a prueba del peor de los sustos, enseguida entiende el mensaje sin tener que dar excesivas explicaciones. Al principio parece algo reacio al tema del envío, pero cuando plantas una moneda de acero sobre la mesa castigada por los años, todo son facilidades.

Una vez realizadas todas las gestiones, aún queda casi una hora para la convenida, así que diriges a tu montura, un pura sangre de las llanuras de Khur, blanco de pelaje, aunque aquí y allá aparecen motas grises, salvo en crines y cola, que, cepilladas como están, son de un blanco inmaculado, hacia la zona de reunión, un bosquecillo de abedules a una milla de la ciudad, dirección sureste. Dejando que el animal vaya al paso, te arrepientes de no haber preguntado su nombre:  Bueno, así se lo pondré yo..., piensas, extrañamente tranquilo, teniendo en cuenta la enormidad de la empresa que tenéis por delante.

Al acercarte al recodo del camino donde habéis quedado, ves que dos enormes caballos castrados pastan en un campo de hierba y amapolas algo seco por la estación, y más allá, bajo el primer abedul, Sir Leviathan y Zoak, conversan.

Estoy unos segundos calmado intentando ordenar mis ideas y dejo que la tranquilidad del entorno nos envuelva. Con el levantar de una suave brisa me dispongo a hablar. Lo más serio que nunca he hablado con mi amigo, compañero de pulsos y ocasional borrachera, yo bebía para divertirme, pero él para olvidar...

-Zoac, desde que te han dado la noticia de tu hermana estás muy turbado, y me gustaría hablar sobre las visiones- hago una pequeña pausa después de este prólogo- los dioses que eligen a, en este caso, caballeros, nunca dan visiones para turbar o torturar a sus recipientes. Quiero que imagines lo siguiente, una persona tiene una visión de su pueblo en llamas. ¿Crees que se le enseña para que sufra viendo a su familia morir quemada, su casa reducida a cenizas y su futuro condenado?- digo que no con la cabeza- se le ha dado una visión de lo que podría ser, para que esa persona esté preparada, se fortalezca para llegado el momento poder actuar, quizás creando salidas para la ocasión, construyendo defensas o túneles...- dejo que la analogía entre en su dura cabeza. Y trago saliva no queriendo herirlo.

-Tienes que prepararte amigo, para cuando llegue la ocasión aprovechar este tiempo que tenemos, ahora mismo, ella puede estar tranquilamente en cualquier otro sitio,riendo y disfrutando de un desayuno, que corramos como locos hacia los bosques de la visión, no implica que esté allí- me golpeo un puño cerrado con la palma de la otra- ahora, NO está ahí. En un futuro cuando se crucen vuestros caminos, deberas estar preparado, ¿puedes enfrentarte a cinco veteranos armados si fuera necesario?. Aun no, pero podrás. ¿Sabes seguir rastros?, ¿sabes lo que duele una espada atravesándote hasta dejarte a un latir de morir?. Aun no, pero lo sabrás. La visión te dice que te prepares para cuando llegue el momento, NADA pueda detenerte.

Le pongo una mano en el hombro, ni yo soy muy de tocar, ni él es muy de que le toquen, pero quiero que sepa que estoy con él y creo firmemente lo que digo.

Zoak miró a su compañero mientras le ponía la mano en el hombro. No hizo ningún gesto para apartarse, pues sabía de sus nobles intenciones.

Con un gesto se apartó la armadura y la ropa que llevaba debajo, enseñando parte de su cuerpo al caballero.

No me hables de sufrimiento, amigo, yo ya he tenido suficiente de eso. He mirado a la cara a la muerte tantas veces que la considero una amiga. He estado en ese borde y he salido de él para cobrarme venganza, y mi golpe será tan fuerte que los mismos dioses temblarán al sentirlo.

La piel del minotauro estaba quemada formando una sola gran cicatriz que parecía recorrer todo su cuerpo. 

Pero entiendo lo que me dices y por eso voy con vosotros y no emprendo mi búsqueda en solitario. 

Tarben llega cabalgando con dificultad al sitio indicado. Está totalmente claro que es un muy buen caballo el que lleva, un elegante ejemplar de pelaje blanco reluciente. El escudero va desentonando en la foto. El exelente ejemplar se deja llevar, pero está claro que la entrepierna del jóven Crownguard no está acostumbrado a estar encima de un jaco.

- Lamento la tardanza, ya estoy listo.

Miro sombriamente la cicatriz, no quería decir que no halla sufrido en su vida, pero creo que él ha entendido el fondo. A su manera bruta de decirlo, creo que seguirá con nosotros hasta el final del camino.

- Y yo te agradezco que vengas, no podría pedir mejor compañía- no hay nada más que decir al respecto, estoy aprendiendo que con el minotauro los rodeos no valen, cuanto más directo mejor.

Le saludo con asintimiento de cabeza, poco a poco se me va formando un nudo en la garganta. Realmente va a pasar. Salimos al mundo. No se que temo más, no estar preparado o que el mundo no esté preparado para nosotros. Sonrío y me acerco a mi caballo ajustando correas aquí y allá mientras hacemos tiempo que llegue el mago y la carreta.

-Tarben, te han dado el más bonito, menuda manga- le bromeo sobre su fantástico corcel.

Cuando faltan 20 minutos para la hora convenida, el que aparece es el mago humano, Anubis, montado en un caballo ligero blanco con motas negras* que se acerca a la zona en la que habeis dejado vosotros los caballos, bajandose con los detalles de alguien que no es excesivamente ducho en la monta...

Cuando está a punto de cumplir la hora convenida, escuchais un traqueteo que viene del camino de Thelgaard, y un breve vistazo levantandoos de la zona en la que que dascansais, bajo el primer abedul del bosquecillo, podeis ver al Iniciado Asthor Ferak, que viene conduciendo la carreta que todos visteis en las Caballerizas del Barón. Viene con la capota sobre la carga, perfectamente ajustada para que, incluso en caso de lluvia, el contenido no sufra.

Asthor maneja la fusta y la brida con la gracia de alguien entrenado para ello, y viste botas y pantalon ancho de cuero, camisa abierta carmesí, y un chaleco largo de color azul oscuro, sin ningun identificador en sus ropas. A su lado, en el pescante, podeis ver una levita de cuero endurecido doblada, y un hatillo del que veis asomar el pomo de una espada, y desencordado, un arco corto, y una aljaba de flechas. Viene silvando una tonada de la Caballeria Solamnica, con un muy buen talante. Al llegar al recodo del camino en el que descansan vuestros caballos, baja de un salto, y guia al macho de tiro al prado de amapolas, dejando el carro al borde del camino, con el seguro para que no pueda ceder a la ligera cuesta que sale de la curva. Se acerca a vosotros, y una vez allí, os dirije un saludo marcial, sin esconder esa mirada de alegria de quien, carente de todo juicio clinico, cede a la alegria de la ensoñacion:

- Señorias, el Iniciado Ferak se presenta dispuesto a seguirles allá donde necesiten. Aquí tienen el despacho de Lord Ferrington, Capitán de mi sección, cediendolo a Sir Leviathan, tras lo que se sienta en una roca cerca de donde se encuentra este, y mirandoos alternativamente de uno en uno: Esperamos a alguien mas??, pregunta con una amplia sonrisa.

 Saludé a los presentes y esperamos un rato en silencio, hasta que llegó el tal Ferak, con un despacho de Lord Ferrington. Le dio el mensaje a Leviathan y esperamos a que nos lo leyera. En respuesta a su pregunta, no dije nada, pues, aunque por mi parte yo no esperaba a nadie más, no sabía si los demás tenían noticia de alguien nuevo que se uniría a nuestro grupo, así que opté por permanecer en completo silencio y esperar...