Partida Rol por web

Esa noche, la pequeña princesa me había mandado a llamar. Supuse que tenía ganas de escuchar una historia antes de dormir, así que preparé mi mejor material y me dirigí a sus aposentos. Al llegar toqué la puerta y al escuchar su voz diciéndome que entre, abrí y di un paso al frente.

-Buenas noches, su alteza! -Dije con mucha alegría- Con que desea deleitarse hoy antes de ir al país de los sueños?

-Porque no lo dejamos al azar? Quiero sorprenderme!

-Oh, buena idea su alteza!

Saqué mi mazo de naipes con ilustraciones de mis historias, lo mezclé y se lo ofrecí para que escogiera una carta. La niña tomó la primer carta del mazo y me la mostró.

-Oh, que suerte tiene usted esta noche. Le ha tocado duelo en Damefoncée!

-Esa historia no la conozco. Es buena?

-Claro que sí! Sólo escuche con paciencia y lo verá.

Tomé mi laúd, comencé a interpretar los acordes de una tonada típica de aquella región y empecé a recitar mientras la princesa se acomodaba en su amplia cama

El jefe los había mandado llamar urgentemente. No quiso dar muchos detalles, así que todos estaban intrigados. Para guardar tanto secreto, debe ser importante, pensaban. Así que se dirigieron a su casa. Una sirvienta los recibió y les indicó que esperaran mientras notificaba al jefe de su llegada.

Y allí estaban todos ellos. El grupo era de lo más variado.

Por un lado estaba Elohnar. Ya desde sus años de seminarista comenzó a mostrar un gran poder místico. Podría haberse convertido en el líder espiritual de su comunidad, pero la fatalidad cambió su destino para siempre. Un día un guardia de la inquisición descubrió a su prima Romina usando magia para curar a un hombre que de otra manera habría muerto irremediablemente. Inmediatamente arrestó a la mujer. Romina fue y llevada a un juicio, que fué más una parodia de justicia que un verdadero proceso legal. Por supuesto, fue encontrada culpable y ejecutada. Elohnar nunca supo el nombre del guardia que la arrestó, pero jamás olvidaría su rostro. Intentó buscarlo, pero lo último que supo fue que el guardia había sido ascendido y reasignado, por lo que nunca más supo de él. Sinembargo, su búsqueda no fué del todo infructuosa, ya que lo llevó a las puertas de la resistencia. Allí, abrazó la causa y juró vengar a su prima y proteger a todo inocente de la rígida y dogmática visión de la inquisición.

Luego estaba Garret, quien habría crecido para ser un simple ladrón en alguna gran ciudad, si no fuera porque un día un anciano misterioso le recomendó que viniera a este pueblo y se uniera a la resistencia, ya que según sus palabras, aquí encontraría su camino. Nunca se supo quién era ese hombre ni cuál era ese destino que había predicho, pero Garret era joven y su carrera en la resistencia apenas estaba comenzando.

También estaba Junix. Él nunca creyó en dios, ya que su vida había sido muy dura. Siempre le molestó que la gente fuera obligada a basar cada decisión de su vida en algo que para él no existía. Siempre quiso ser militar, pero sus intentos por ingresar al ejército fracasaron. Cuando tomó contacto con la resistencia pensó que allí podría matar dos pájaros de un tiro.

La historia de Lavanda era similar a la de Elohnar. Su amiga Magnolia usaba su magia para hacer crecer las plantas, cosa que todos en el pueblo agradecían, ya que vivían de lo que podían cosechar en sus huertas. Pero la inquisición no vio esto con los mismos ojos. Magnolia fue arrestada y todos los intentos de sus vecinos por apelar su caso fracasaron. Lavanda supo entonces que no lograrían liberarla por ellos mismos. Necesitaban a la resistencia. Así fue como luego de buscar y preguntar en los barrios bajos, Lavanda logró unirse a la resistencia. Algún día, con ayuda de sus camaradas, lograría salvar a su amiga.

Lo mismo pasó con Shaonn. Su padre fué llamado a declarar por la inquisición por su relación con el elfo Shi’amar y nunca regresó. Así que Shaonn se puso en contacto con ese tal Shi’amar quien la adoptó como su hija ya que se había quedado sola, aunque nunca quiso hablarle de su relación con su padre. Pero a Shaonn no le importaba. La inquisición era la única culpable de su desgracia y se lo haría pagar.

Algo muy parecido había pasado con Nube. Su casa fué incendiada y su padre, que era su única familia le dijo antes de morir que habían sido humanos. Ella volvió a las ruinas de su casa en busca de alguna pista. Lo único que encontró fué un trozo de un documento de la inquisición detallando la “sentencia”. Nube no sabía quiénes eran los integrantes de esa “ïnquisición”, pero de algo estaba segura. La inquisición merecía morir por lo que le habían hecho.

Luego estaba Loïc. Alguna vez fue un guardia de la inquisición. No es que creyera en su causa, pero pagaban bien y necesitaba el dinero. Sinembargo, su costumbre de coquetear con mujeres casadas y terminar huyendo por los tejados un día lo llevó a una revelación aterradora. Allí estaba él corriendo por los tejados en mitad de la noche cuando una teja floja se desplomó bajo su peso y lo hizo caer hacia el interior del edificio. Afortunadamente cayó sobre un colchón, pero encontrar la salida de aquel lugar no sería fácil. Deambulando por aquella estancia encontró un laboratorio repleto de abominaciones. En el lugar había también documentos y símbolos religiosos que vinculaban al dueño con la inquisición. Esto ya de por sí le resultó bastante turbio, pero lo peor estaba por venir. Al adentrarse en el laboratorio reconoció a uno de los sujetos de los experimentos. Era su amigo de la infancia. Intentó liberarlo, pero el trauma de la experiencia había sumido a su amigo en un estado de locura que no le permitía reconocerlo. La criatura lo golpeó tan fuerte que salió volando varios metros. No se hizo mucho daño pero le tomó algo de tiempo levantarse, suficiente para que la criatura escapase. Fué así como decidió unirse a la resistencia para impedir que cosas como esta siguieran pasando.

Algo muy parecido pasó con Halsten. En una expedición de caza en la que participaban sus hermanos, encontraron a una de estas aberraciones. Mientras sus hermanos luchaban contra la criatura, aparecieron unos hombres que dispararon a los hermanos de Halsten, hiriendolos de muerte. Halsten los persiguió y aunque nunca dio demasiados detalles sobre cómo terminó el asunto, sí dejó muy claro que aquellos hombres eran de la inquisición, habían matado a sus hermanos para evitar que contaran lo que habían visto y que ya no serían un problema para nadie. Pero para evitar que injusticias como esta siguieran cometiendose, Halsten se había unido a la resistencia.

Nube se encontraba en espera de la reunión con su jefe, miraba a sus camaradas - muy variados, muy extraños - pensaba. 

Un largo bostezo salió de su boca, estiró sus brazos hacia el cielo, juntando sus manos y quitándose la pereza de encima, separó sus brazos y los llevo a los lados para luego, cruzarlos entre si, y luego, se apoyó en la pared con su arco colgado a un lado y su carcaj con flechas cruzado de derecha a izquierda cargado hasta no poder mas de puras flechas; al otro lado, la espera no le agradaba, pero siempre fue bastante paciente, gracias a su padre, aprendió muchas técnicas y capacidades que brindaban facilidad al momento de realizar sus tareas o esperar a su presa.

Su padre, no le agradaba el tener tiempo para pensar, ya que aquella escena volvía una y otra vez a su mente, el odio volvía a recorrer su cuerpo una vez más, destruiría a cada uno de los idiotas que se atrevieron a hacer aquello, los aniquilaría. Un aura un poco macabra comenzaba a rodearla y su siempre tranquilo semblante cambiaba a uno de odio y enojo, haciendo notar que su mente fue llevada por algún mal recuerdo, la espera no le estaba siendo muy amena y un profundo suspiro salió de sus labios, no podía dejar que aquello se apoderase de su mente, no lo haría no era típico de ella hacer esas cosas, aunque costara y realmente le generaba esas reacciones y esas miradas cargadas de odio a la misma nada.

Garret se encontraba esperando, el jefe los había llamado y no entendía para que. Para su desgracia todos parecían estar igual de desconcertados que él, pero no había mucho que hacer, quizás si esperaban allí un tiempo se enterarían. Dio una vueltas por aquel salón, inquieto y molesto.

-Rayos! esto es eterno.. Para que nos llaman?? tengo cosas más importantes que hacer que esperar a algún pomposo en esta habitación- se quejaba. Lo cierto es que no tenía nada que hacer, se estaba aburriendo. Pero entre aburrirse fuera y aburrirse dentro de esta habitación, pues... Prefería aburrirse fuera, donde tenía más espacio y menos ojos observándole.

Se encontraba sentada en el rincón más lejano de la sala.  En el suelo, apoyado contra la pared, descansaba un arco que justificaba la presencia de un desgastado carcaj en la cadera de la joven. La correa inferior del carcaj, con la que se ajustaba al muslo por encima de la rodilla, estaba desabrochada para evitar que las flechas, de plumas marrones y grises, se derramasen al sentarse. 

Tenía la cabeza inclinada hacia un lado y ligeramente hacia abajo, propiciando así que una cortina de cabello dorado ocultase su rostro mientras que sus dedos jugaban con las cuerdas del laúd arrancando dulces notas aisladas, sin encadenar  en melodía, que le servían de distracción mientras aguardaba.

Loïc estaba de pie, en silencio, apoyando la espalda contra la pared de la sala, junto a los demás. Los brazos cruzados, la cabeza baja y el sombrero tapándole la mirada le aportaba un aire un tanto ausente aunque interesante. Estaba sumido en sus pensamientos. También él desconocía el motivo de esta urgente reunión pero esperaba ansioso que fuera para una misión importante. Hacía poco que había ingresado en La Resistencia y deseaba mostrar su valía para que los demás le vieran como un compañero capaz y leal.

—Bonita melodía— le dijo a Shaonn sin mirarla, manteniendo ese aura de misterio que tantos corazones había ayudado a conquistar. La chica es bonita, sin duda, pensó y una media sonrisa se le dibujó en el rostro.

Lavanda se fijaba en todo. Des del momento de saludar a la sirvienta, observó la decoración y los muebles de la casa, para así hacerse una idea de qué tipo de persona era el anfitrión. Por lo que veía, era un anfitrión con una sirvienta y un bonito salón, que no les ofrecía vino ni pastel durante la espera. Que desconsiderado, pensó. Y por si fuera poco, no le parecía el tipo de lugar en el que sería decente sacar su pipa, pues era la casa de alguien con una sirvienta y un bonito salón, así que mejor no ensuciar por si acaso.

Vaya, qué fastidio, se dijo. Y con una mueca de desagrado, se puso a pensar en qué podía hacer en ese momento. Sonó una curiosa música de laúd que sorprendió a Lavanda, y se fijó en el grupo. Observó a personas con diferentes origenes, razas, vidas. Con solo ver lo que cada uno llevaba encima, la mediana comprendió que para ésta misión habían reunido a más profesionales que los del digno oficio del robo. Se sintió intimidada por la idea de estar compartiendo habitación con alguien peligroso.

Entre tanta diversidad, Lavanda notó que todos los que estaban ahí compartían algo: intriga. Y era una intriga inconveniente, ya que causaba malestar. Algo estaba causando tanto malestar a sus compañeros como a ella la ausencia de vino y pastel. Y en vez de aprovechar para charlar o pasar un buen rato, simplemente estaban nerviosos, aislándose, sin ganas de conocerse, cada uno en su mundo. Si hubiera vino y pastel ésto no pasaría...

Refunfuñó un instante, y repasó el contenido de su mochila mentalmente. Sonrió de alivio al recordar que esa misma mañana había hurtado algo de pan para más tarde.

Lavanda se desperezó bien, se sacudió el polvo, y buscó en su mochila. Sacó la barra de pan que había guardado para más tarde, levantó la vista, y contó cuantas personas había en la sala. Cortó un trozo con la mano para ella, y se lo guardó en uno de sus anchos bolsillos. Tan campechana como siempre, dijo:

Ya que estamos aquí, podríamos picotear algo. Queréis? Cortó otro trozo, y lo ofreció al resto. No es pastel y vino, pero por algo se empieza...

Garret no había comido nada ese día, había hurtado comida, pero cuando estaba caminando unas personas lo señalaron y comenzaron a caminar hacia él. Como mediano, tiene patitas cortas y no puede correr rápido, por lo que escondió la comida que había logrado hurtar con la esperanza de que no lo descubrieran. En cuanto los tuvo cerca les dijo "Hey! no he hecho nada, no tienen pruebas que me incriminen!", pero los hombres respondieron calmados con un tono suave diciendo que "el jefe" lo mandaba a llamar. El pensó que era un error, pero dijeron "tu eres Garret Bajorrama, verdad? entonces no hay error, el jefe de la resistencia te manda a llamar".

-Rayos!- Pensó -Porqué no hay vino y pastel en este lugar?? Eso sería excelente!- repetía mentalmente mientras su panza hacía ruidos raros. Entonces una de las chicas allí presentes sacó un bollo de pan y les ofreció. Heian no se hizo rogar, pegó un brinco y saltó al pan como si de un lago en un día caluroso se tratase.

-YO!! YO QUIERO!!- miró a todos lados.. había gente.. eso era incómodo... -Que más da! tengo hambre- Decía aceptando el sospechoso bollo de pan de la desconocida. Se sentó a su lado y comenzó a comer, y aún con su boca llena de pan a medio masticar dijo -Garret, Garret Bajorrama, un gusto!- Mientras extendía su mano en señal de saludo

Nube volvió de sus pensamientos al sentir la melodía de la muchacha, realmente era relajante e hipnótica, le traía bueno recuerdos y los malos se apartaban de su mente casi al instante, su cabeza se comenzó a mover al ritmo de esta, cerró los ojos lentamente y elevó un poco el mentón sin separarse de la pared, realmente era cómodo aquello.

Uno de los presentes ofreció comida, levantó un poco una de sus manos y negó con gestos sin pronunciar palabra alguna, no lo encontraba necesario en aquel momento, y tampoco quería interrumpir aquella tranquilizante melodía, aunque uno de los de allí si que la interrumpió de una terrible manera, ante aquello solo dejó salir un largo suspiro mientras volvía a cruzar sus brazos sobre su torso y esta vez apoyó su cabeza del lado donde se encontraba apoyado su cuerpo a la pared esperando señales de vida del jefe.

No sabía por qué el jefe de la rebelión le había citado. Al encontrarse con un grupo tan variado supuso que habían sido llamados para algún tipo de misión. Tal vez les pidieran que se infiltraran en una base de La Inquisición, o tal vez que asesinasen a algún alto mando. Con un poco de suerte les pedirían que tendieran una emboscada a una caravana. Le daba igual cual fuera su misión, pues lo único que deseaba era derramar sangre inquisidora. Observó a cada uno de los presentes. Los recordaba, alguna vez se habían visto, aunque no recordaba haber entablado conversación con ninguno de ellos. De hecho, su naturaleza de enano le impedía establecer grandes vínculos con nadie. 

Cuando uno de los presentes se quejó sobre lo que tardaban en llegar en voz alta, dirigiéndose al jefe como un pomposo se sorprendió. Si tanto le molestaba que le citaran como soldado de la rebelión, tal vez debería abandonarla, o pensárselo mejor antes de unirse. Le tentó responder, pero recordó lo que su experiencia le había enseñado que sucede cuando dos compañeros de un equipo  se llevan mal, no quería ver eso de nuevo.

Ahí estaba, de pie, apoyado en la pared mientras acariciaba el mango de su hacha. Cuando una compañera le ofreció comida la rechazó, aunque intentó ser lo más amable posible. Solo esperaba que llegara ya el jefe, no le molestaba estar ahí, pero todo el tiempo que pasaran aquí sería tiempo que no pasaría cazando inquisidores.

Elonhar había echado una mirada rápida para ver quienes estaban allí. Les conocía de haber entrenado con ellos; pero al igual que muchos, no quiso ser el primero en dar pie para conocerse. Todos estaban ahí por haber perdido algo y no podías perder más amigos si no los tenías, eso era un hecho.

Esperaba sentado paciente mientras frotaba el símbolo de su dios con el pulgar de la mano derecha. Era un gesto automático e inconsciente que le hacía sentirse mejor, coger con esa mano el símbolo y acariciarlo con el pulgar tranquilamente mientras divagaba.

La música llenó la sala, lo que en parte fue algo agradable, y cuando escuchó a la mediana ofrecer pan no pudo contener una sonrisa. Había algunos que parecían estar bien en cualquier sitio, y el otro mediano que parecía no haber dudado en gritar le parecía algo escandaloso; pero siempre había alguien así.

No tenía nada que decir, ni nada que ofrecer por el momento, así que permanecería callado hasta que tuviera que hacer alguna pregunta, que algo le decía tenía que prepararse para hacer muchas a su jefe.

junix entra por la puerta desesperado hacia la habitacion. -perdon por llegar tarde- dice junix.

junix se para en la pared de lo mas aislado, el no es muy sociable siempre se las arreglaba solo.

el jefe todavia no habia llegado,junix se estaba molestando ya que era un cabeza caliente, no le gustaba esperar.

-joder cuando llega el jefe,hubiera seguido con mis cosas- piensa junix 

junix se acerca a elohnar y le pregunta:joder hombre ¿donde esta el jefe?

La joven rubia ladeó la cabeza y una de las comisuras se estiró suavemente ofreciendo media sonrisa silenciosa a Loïc aunque su atención bailó del inquieto Garret hasta Lavanda y su trozo de pan que Nube rechazaba con un gesto de cabeza para seguir sumida en un melancólico silencio. Quizá el tener ambas la misma pérdida hacía que Shaonn sintiese algo más de empatía por ella, quizá era un vínculo más complejo que estaba relacionado con el sentimiento de deuda que tenía con su tutor o simplemente la aparente fragilidad de la elfa, que no lograba ocultar la fuerza de sus sentimientos, le hacían sentirse un poco más protectora de lo que realmente Nube necesitaba.

-No, gracias-declinó el ofrecimiento y, por un instante, evaluó a la mediana como si esperase encontrar alguna diferencia en ella con respecto a la última vez que coincidieron en el mismo lugar. No parecía más consumida que cuando se conocieron aunque desde luego estaba lejos de parecer una mediana de vida calmada-¿recuperas peso?, se te ve,hm, mejor que la última vez-aunque "mejor" en aquellos tiempos muchas veces sólo era "igual" ya era más que "peor", esa palabra seguía significando lo mismo y traía lo más oscuro sobre ellos.

-Shaonn- dijo a Garret en su presentación, recordándole su nombre, no sería al primer hombre ni al último al que tenía que recordárselo. Espació más las notas que salían al pulsar las cuerdas, apoyando un poco más de tiempo la yema contra la cuerda del laúd, distraída con el movimiento inquieto de los menos pacientes que le llevaba algo de tristeza al pensamiento, quizá tenían prisa por morir, quizá tenían demasiadas cosas que atender.

Ninguna de las dos opciones es buena para este oficio, concluyó para sí e inclinó de nuevo la cabeza hacia el instrumento, retomando la misma cadencia que tenía al principio con un suspiro.

Nadie aceptó el ofrecimiento de pan de la mediana, por lo que Garret estaba contento -mejor, mas pan para mí!- pensaba el mediano. Junix entró a la sala desesperado y ansioso, parecía que se estaba enojando porque el jefe no llegaba -pff, novato! No has esperado ni la mitad que todos nosotros!- reía para sus adentros.

La chica del laúd le habló a la pequeña del pan como si se conocieran, fue extraño. -se conocen??- iba a preguntar, cuando la rubia interrumpió presentándose. -ammm Shaon... Shaon... Mmmm... Me suena de algo... Bonito nombre por cierto! Y tu como te llamas??- preguntó a la mediana que le ofreció pan

Llegó un nuevo asistente, parecía que hasta más alterado que el resto. Lavando pensó que también debería ofrecerle algo de pan, pero que a lo mejor luego, cortó otro trozo y se lo guardó junto con el suyo. No dejaba de sorprenderle la facilidad con la que otras razas rechazaban comida, aunque si nadie más quiere, más pa mi y pa Garret, pensó.

Ahora que estaban todos y Shaonn y Garret se habían presentado, la pequeña ladrona ligaba cabezas, y se había acordado de que toda esa gente le sonaba porque era gente con la que había entrenado. 

Lavanda se sorprendió de que Shaonn recordara que le había comentado lo de recuperar peso. La miró con curiosidad un segundo, y pensó: con todo lo que debe tener esta mujer en la cabeza... así que se sintió muy agradecida. Respondió jugando a ser presumida.

Se enjarronó con los puños de las manos en la cintura, uno de ellos sosteniendo pan, y sus codos movieron toda su silueta hacia los lados. Así me ves, haha. Tú qué tal? Luego se le dibujó una sonrisa infantil, puso las manos en la comida, y cortó por la mitad el pan que quedaba. Miró a Garret y le alargó una de las mitades. Pa ti y pa mi, hahaha. Soy Lavanda.  Y le dio un mordisco todo lo grande que pudo a su mitad.