Partida Rol por web

Acompaño desilusionado a mis compañeros hasta que llegamos a la ciudad. Mi expectacion por entrar en batalla resulta tardía al no poder dar ni siquiera un espadazo a un simple mago. La falta de entrenamiento se notaba en mi cuerpo, tumido de tanto andar, y el calor que afectaba a mis reflejos. No dije nada, ni siquiera me preocupaba de hallar peligro. La confianza, aunque desconicos era grata al ver tan valerosos guerreros pelear. Sin duda andaba cabizbajo y sin alegría alguna.

Un heroe así, es una deshonra para su pueblo. Mereceré volver a ser ese gran héroe que fui tiempo atrás? Podré mirarle la cara al rey? Por el camino me iba haciendo preguntas sobre mi papel en esta misión sobre lo sucedido en la batalla anterior.

-"¡Btooom! ¡Ja, ja! Esos bastardos no tuvieron oportunidad" - pienso, recordando la genial explosión que provoqué anteriormente. Ambos farsantes habían volado por los aires, quedando prácticamente irreconocibles. Y aunque la explosión estuvo a punto de alcanzar a Stinger que se encontraba algo más cerca de éstos, no parecía tener ni un rasguño.

Ensimismado en mis pensamientos estaba cuando llegamos por fin a la ciudad. - "¡Ah, así que aquí nos dirigíamos!" - pensé, recordendo repentinamente nuestro destino. No me hacía mucha gracia la idea, sin embargo.

- Bah. Orcos, bandidos y ahora una capital llena de humanos. ¿Cuándo volveré a ver las piernas de una chica enana? - refunfuñaba para mis adentros. Entonces alcancé al resto del grupo, mientras se despedían lacrimógenamente de nuestro ex-guía.

-A ver, chicos. ¿Y ahora qué? -pregunté rascándome la cabeza. - ¿Cuál es el siguiente paso?

Ve a sus compañeros, todos ansiosos ya de una buena misión. Lo mejor será ver la manera de entrar sin problemas y buscar al afamado rey, yo no me considero el mejor para sacar información, soy más del estilo que no pregunta,  el paladín se ve el mas simpático, creo que deberías preguntar por ahí,  aparte a alguien como tu le harán menos preguntas en la entrada. Te seguimos Stinger. Quiza ayude para quitarle lo cabizbajo también.

Al escuchar mi nombre por parte de Tibasfor, los ánimos se me levantan de golpe.

Ahora sin duda podré ser útil. Mi orgullo se levanta. Me decía a mi mismo. Creo que para hablar con la nobleza soy el mas eficiente. Yo formo parte de ella, y como héroe de mi reino Assyntum, proclamado hijo selecto por mi rey. En mis palabras se denotaba una seguridad. Mis animos cambiaron tras la nefasta actuacion en la batalla anterior. Con paso firme, cabeza alta  y decisión empecé a encaminarme hacia la ciudad.

Un guardia en la puerta de la muralla exterior con una lista de nombres se dirige a vosotros.- ¿Quiénes sois? ¿A qué venís?.- Detrás tiene a dos guardias.- Necesitamos estos datos antes de dejaros entrar.- Os dice amablemente el guardián "jefe" que se ha dirigido hacia vosotros. Os fijáis en uno de los guardias, lleva su equipo reglamentario: Espada y lanza. 

Cuando llegamos hasta la muralla un guardia nos detiene: Necesitamos hablar con el rey. Tenemos una misión Le hablo con tono serio y sin titubear.

Qué bien que Stinger ha decidido tomar el liderazgo en entrar aquí, definitivamente es el que levanta menos sospechas y esta acostumbrado a este ambiente. Toma nota de los guardias, de todas maneras, podríamos entrar matando a éstos o en la noche sin que nos vean, esto le causa gracia y deja escapar una sonrisa burlona, no tenía realmente la intención de hacer eso, pero a veces su mente divagaba con esos pensamientos. Creo que lo primero que haré después de llegar con el Rey y saber la misión sera dormir, acompañado de algunas mujeres estaría mejor. ¿Todo bien? El rey nos espera. Añade finalmente con intención de apurar a los guardias.

-Saludos guardia, mi nombre es Sköll, como bien han dicho Tibasfor y Stinger, tenemos audiencia con el rey- Digo al guardia haciendo notar que mis compañeros han olvidado mencionar sus nombres. Saludo marcialmente, confiando en que perciba que mi saludo es como mandan los cánones militares.

Tras el saludo me giro y dejo camino libre para que el enano se presente.

-Supongo que a los enanos les gustaría presentarse a sí mismos, son tozudos y serios, no quiero que se tome como una falta de respeto el no dejarle presentarse a sí mismo como es debido-

El guardia se pone nervioso y en seguida le dice a uno de los de la puerta.- Tú, acompaña a estos viajeros a palacio, el rey les espera desde hace un rato.- Acto seguido les dice.- Sean bienvenidos.- El guardia de la derecha se pone en marcha a paso ligero, de hecho es difícil seguirle. Parece que el rey está impaciente. Las calles son bastante frecuentadas, hay muchos mercadillos y se ven tanto gente rica como pobre. Veis a un mendigo siendo apaleado por dos guardias. Es lo normal en estas zonas. Os coláis entre las personas, algunos murmullan.- Son ellos.- Al cabo de unos diez minutos aproximadamente el guardia entra con vosotros en el palacio. Es magnífico, iluminado por antorchas. Os encontráis un par de guardias cada diez pasos. Está muy bien guardado.

Finalmente llegáis a la sala de trono, donde el rey os espera sentado.- Sed bienvenidos. ¿Qué quieren tomar?.- Dice algo impacientado.

Acostumbrado a visitar otros países, lo visto por la ciudad no me asombró sin ninguna duda. Aunque no soportaba la injusticia, los pobres seguían siendo marginados por los de poder. Tampoco la magnificicencia de palacio, aunque era mucho mas imponente del cual provenía. Los nervios del guardia se notaban a cada paso, y con ciertas dificultades costaba seguirlo.

Al llegar a la sala del trono, hago una reverencia al rey: Buenas tardes, su majestad. Hemos llegado como nos citó.

Si nos esperaba, por que se encontraba tan nervioso? Sería tan importante la misión?

Tras escuchar las palabras del rey, lo miré con una sonrisa.

-¡Me alegro que pregunteis! - contesté, con una corta reverencia. - ¡Llevamos siglos caminando por el desierto! Una jarra de hidromiel sería muy de agradecer.

Primero, un refrigerio. Ya tendríamos tiempo de discutir los detalles de la misión más tarde.

Mientras camina por la ciudad se impresiona del maltrato al indigente, pero al todos ignorarlo decide hacerlo también. Cuando llegan al castillo se impresiona, hay demasiados guardias, ¿qué tan difícil sería matar al rey? continua observando el entorno hasta llegar al rey, se ve impaciente, algo lo tiene muy nervioso sin duda. Tras copiar a sus compañeros y hacer una reverencia contesta con un poco de agua estaría satisfecho y me gustaría saber qué se requiere de nosotros.

El rey da dos palmas y unas sirvientas muy sexy salen corriendo a por vuestras bebidas. Están semidesnudas. A cada uno le da lo que ha pedido. Acto seguido el rey toma aire y comienza a hablar:

- Hace mucho tiempo que busco un cofre que me fue arrebatado. En ése cofre hay un objeto maldito para algunos, aunque bendito para otros. Ése cofre es importante para el reino. Un explorador me mandó un mensajero para que me dijera el lugar exacto donde estaba el cofre.- El rey da una palmada y una joven bastante atractiva aparece detrás de él. Tiene pinta de guerrera. Ésta le da un mapa a Roy.- Ésta es la ubicación exacta de la mazmorra donde fue enterrado el cofre. El que lo robó al parecer sabía dónde esconderlo, pues nadie ha podido salir sin vida de allí salvo el mensajero, sin el cofre, claro está.- Acto seguido mira a los presentes.- Quiero que me traigáis de nuevo el cofre y yo os bañaré de oro, mujeres y placeres.- A continuación carraspea.- Sobre todo, es muy muy importante que no abráis el cofre, ya que el gran poder que encierra y que os puede dar el objeto podría cegaros. ¿Alguna pregunta?.- El rey parece enfatizar mucho en el hecho de que no se abriera el cofre.  

Una muchacha pelirroja con un pechos exhuberantes me trae mi bebida, una simple jarra de cerveza bien fría, pero lo que me ha dejado la boca seca ha sido la muchacha, en cuanto la veo le guiño un ojo y la sonrío, al retirarse me parece ver como se sonríe pero no me devuelve el gesto. -¿Será que no le gusto? ¿O simplemente es que no pueden hacer nada al respecto?-

-Muchas gracias por su hospitalidad, majestad.- Brindo al aire la jarra, mirando al rey. -¿Disponemos de alguna información más sobre la cueva? Es posible que el mensajero haya averiguado algo durante su visita aunque no haya conseguido traer el cofre.- Mientras espero su respuesta, echo un trago de la refrescante cerveza.

Mira a sköl.- Desgraciadamente el mensajero no está en sus plenas facultades... algo debió perturbarle tanto que ha perdido la cabeza.- Dijo asintiendo.

No tenía hambre ni sed por momentos. Solo ganas de descansar. Al ver las exhuberantes mujeres que sirvieron bebida a mis compañeros, desvié la vista por un momento, pero no sentía curiosidad, cuando alguien ya estaba acostumbrado a los placeres de palacio.

Cuando escucho la historia de su majestad y el saber que el explorador está traumatizado, unas energías de gran aventura recorren mis venas.

Me acerco a él y le pongo una mano sobre el hombre. Skoll, querido compañero, eso signfica aventura y grandes peligros. Si alguien capaz de salir de esa cueva, sale traumatizado, bestias enormes y feroces deben de haber. No me importará lideraros en esta aventura y caer bajo la protección del héroe Stinger. Mis palabras me llenaban de orgullo y confianza.

Escucha las palabras detenidamente, se escucha como una aventura interesante y tiene el presentimiento de que hay mucho mas de lo que se esta diciendo. ¿Qué habrá en ese cofre? Entre mas hace énfasis en esconderlo, más le causa curiosidad, si se concreta la misión no creo poder resistirme a ver su contenido piensa sonriendo para sí mismo. ¿Cuándo empezamos? dice finalmente.

-Brindo por ello Stinger, ¡partamos de inmediato!... Y espero que se recupere el explorador, no todos están preparados para los oscuros monstruos que alberga este mundo-

Con aire socarrón me acerco al enano. Que Roy!! Viendo las jamelgas humanas? Buenas figuras verdad? Le digo al notar que estaba callado por el momento. Ser líder o no, lo importante era tener al grupo inificado.

Bebiendo de mi jarra de hidromiel en silencio, escucho las explicaciones del rey, y observo al resto. Las mujeres no me impresionan. Para mí, chicas tan escuchimizadas y faltas de pelo carecen de atractivo, en comparación con las exuberantes bellezas peludas de mi tierra, Gauntlgrym. Se dice que una mujer enana puede cargar con toda su prole a hombros, preparar la cena y atizar al borrego de su marido por emborracharse tras el trabajo en las minas. Yo personalmente no era muy conservador, pero me atraía enormemente la idea de una enana capaz de apalizar al más rudo de los hombres.

No es de extrañar que, cuando ese chico de pelo blanco se dirigiera a mí con sus observaciones, me provocara una risotada. - ¡Ja, ja ,ja! ¡Si señor! ¡Jamelgas es, desde luego, el nombre perfecto para éstas exóticas "bellezas"! - mis palabras destilaban ironía concentrada, aunque en ningún momento pensé estar ofendiendo a mi interlocutor.

De todas formas, la palabras del resto me alertan de una partida inminente. "¡Pero si acabamos de llegar!" -pensaba con tristeza. - "¿Acaso son seres sobrenaturales? ¡Cualquiera estaría cansado tras un viaje tan largo a través de un paraje desértico" - continuaba mi interna perorata mientras masajeaba mis cortos y cansados muslos. Al terminar, me puse en pie, aunque no supusiera mucha diferencia, y me dirigí hacia el rey.

- Mi querido rey. Disculpe a mis compañeros. Como yo, están deseosos de partir cuanto antes y cumplir nuestra misión. Pero creo sinceramente que lo mejor será descansar hoy en la ciudad, y partir mañana al alba. - me apoyé en la mesa, gesticulando suavemente con la jarra. - Así podremos descansar y tener tiempo para prepararnos.

Entonces alcé la jarra y tomé un sorbo. Y de nuevo volví a hablar, ésta vez mirando hacia mis compañeros de reojo. Esperaba haberlos convencido. - Bueno, ¿Qué decís?