Partida Rol por web

Skold horrorizado observa como su compañero actúa de una forma que a su modo de ver está carente de toda sensibilidad para con los miembros de la FDP - Esa conducta podría ser propia de nuestro amigo "el León", no de un Ultramarine que se precie... claro que, los Ultramarines siempre han presatado más atención a su metalizado culo que a sus hermanos Astartes, y no hablemos ya de los humanos... - Hermano Lucian, eso ha sido precipitado. Los secretos de los Astartes deben ser guardados con el mismo celo que los secretos de los capítulos. Nunca cuestionaría a mi líder, pero esta actitud me ha desagradado profundamente - Lo que parece claro es que todos mis esfuerzos por el control de las tropas de la FDP han sido en vano... Claro que es posible que el nuevo regimiento estuviese infectado, en ese caso eso que nos hemos ahorrado, pero no lo creo...

Avanzando con pasos lentos hacía el sargento, Skold vocifera por encima de los murmullos - ¡Sargento Black! Admito que mi compañero no ha actuado con la delicadeza requerida, y que sus hombres han visto muchos horrores... Pero nada le autoriza a volverse contra un superior, de forma que le exijo ordene a sus hombres que bajen las armas y formen firmes. ¡En caso contrario el hermano Elyas se verá obligado a juzgarle por sedición! - Estos hombres no volverán a confiar en ninguno de nosotros, solo lo harán en su sargento, a quién seguirán hasta el final -Dejando al lado esté desgraciado incidente. Sargento, ahora que el teniente Haiden no puede oírnos, ¿sería tan amable de caminar a mi lado y explicarme sus temores?

El sargento parece querer ceder durante un instante, pero su cara sigue expresando duda y preocupación por sus hombres:

- Señor, yo... -pasan unos segundos. Titubea. Piensa que decir. No encuentra nada adecuado-. Yo he jurado proteger a la Humanidad de sus enemigos, de los enemigos del Imperio... ¿Y qué enemigo hay más evidente que aquel que se come a sus congéneres? Las bestias hacen eso. Las bestias saben eso. Yo... no sé qué pensar...

Ignoro completamente las acciones de los humanos a mi alrededor cuando comienzo a sentir las sensaciones que mi sagrado órgano me transmite. De pronto siento todo lo que ha visto y sentido el Teniente, siento el instinto y la conexión con la mente de la colmena:

"Instinto, furia y miedo... una bestia en la piel de un humano. Mis sospechas eran ciertas, es un infectado."

Escupo los restos de carne y hueso de mi boca antes de decir en voz alta la sensación que me queda en la mente:

- "Sabe a tiránido, sin duda."

Levanto su cara con mi mano y examino sus ojos, no hay duda, es un tiránido. Miro a mi alrededor y hablo en alto para que todos sean capaces de escucharme, incluso quienes huyen:

- ¡Todos firmes! ¡Somos Astartes miembros de la Deathwatch, nuestros actos no se ponen en duda y jamás se desconfía de nuestra palabras, somos los Ángeles del Emperador y luchamos en su nombre! Sargento Black, usted ha sido reasignado a nuestro mando directo, motivo por el que su traición se vuelve aun más grave. Confié en usted, esperaba lo mismo como mínimo. Ordene a sus hombres que bajen sus armas y formen filas o todos serán ejecutados por traición y sedición en nombre del Dios-Emperador."

Luego miro a Sepheran, que está sujetando al Teniente y le muestro las pupilas del hombre, para que las vea y le indico:

- "Es un tiránido, no hay duda alguna. Lo interesante es que pienso que ni él lo sabe a ciencia cierta."

Luego de eso me giro hacía el Sargento Black, a quien miro de frente sin mi casco, completamente firme y seguro, esperando su decisión antes de sacar mi arma y matarle por su amotinamiento.

El sargento Black agita la cabeza y baja su arma. A continuación, hace un gesto para que sus compañeros hagan lo mismo.

- Le pido disculpas señor... uno ya no sabe que creer. Quizá para usted sea sencillo, es un superhombre, un ángel encarnado... pero no lo es para nosotros. Si quiere ejecúteme, me hago cargo, pero le ruego que me comprenda. Sin embargo, creo que puedo serles útil. Esperen al menos a que cumpla mi servicio y luego dispongan de mi vida y la de mis hombres como es menester -mira a Skold.

A su señal, la mayoría de los hombres del regimiento de Black bajan las armas. Alguno aún titubea un instante, pero acaba haciendo lo mismo al verse en minoria.

Parece que todo ha acabado... cuando el teniente Haiden acaba de recuperar la consciencia.

- ¿Q-qué pasa...? ¿Qué ocurre?

Elyas se acercó a Hayden y se colocó detrás de él, para cortarle cualquier intento de escapar

- Me temo que ha sido declarado culpable de xenoherejía, Teniente

El teniente parece despertarse de golpe. Una bofetada no lo habría hecho más rápido... Y no es para menos.

- ¿Yo...? ¿D-De qué se me... acusa? Yo nunca he tenido contacto con los Xenos, señor. No he tratado con ellos. No he comerciado... s-s-so -le cuesta arrancar- solo les disparamos señor. A esas cosas... antes.

La situación es grave, y toda la tropa guarda un silencio casi solemne. Hasta los que huían han dejado de hacerlo. Solo se escuchan sonidos lejanos. Disparos. Crujidos. Es casi innatural.

Elyas sacó su pistola bolter y apuntó al teniente a la cabeza. Al menos le daría una muerte digna.

- Lo siento Teniente, en realidad no es culpa suya. Pero hay que hacer lo que se debe hacer.

Miró al hermano Lucian, esperando su permiso para ejecutar la sentencia

Miro al Sargento Black con un poco de reprobación en mi mirada, pero también con un claro reconocimiento de que ha actuado correctamente al ceder y reconocer con valor sus faltas. Le contesto de manera solemne:

- "Ha hecho bien en desconfiar de todo y en volver al camino al ver su error. Su vida solo le pertenece al Emperador, Sargento y somos nosotros quienes actuamos en su nombre. La usaremos como mejor dispongamos y solo su devoción y confianza hacía ÉL y sus ángeles dictaminará su destino una vez terminada la misión."

Luego me giro hacía el Teniente, a quien miro con desprecio pero con un ápice de piedad. No es su culpa el ser un híbrido, pero la voluntad del Emperador es acabar con los xenos y proteger a la humanidad por sobre todas las otras cosas. No hay lugar para xenos y no hay lugar para híbridos heréticos por naturaleza:

- "Será condenado a inmediata ejecución por xenoherejía. Sería más fácil acabar con usted si se declarase como tal, pero la carencia de dichas palabras no cambiarán la condena. ¿Tiene unas últimas palabras que decir?"

Luego miro al Hermano Elyas, quien está listo para acabarlo en cumplimiento del deber. Guardo mi cuchillo y levanto la mano para detener a mi hermano de batalla mientras le hablo:

- "Te agradezco mucho tu entrega, Hermano Elyas, pero un Ultramarine nunca da un veredicto que no esté dispuesto a cumplir él mismo. Yo condeno al Teniente Hayden a muerte... yo mismo lo ejecutaré."

Le indico a mi hermano para que lo lleve hasta un escombro de concreto en el que apoyar su cabeza mientras desenfundo mi espada de sierra para acabarle por decapitación, como es digno de las ejecuciones de traidores, tal como el código lo indica.

Hay valientes a los que les abandona el valor cuando le ven los dientes babeantes a la muerte. Parece justo entonces que haya cobardes que encuentren precisamente ese valor cuando viven sus últimos instantes. El teniente alza la cabeza, orgulloso, como si del último hombre de su casta se tratase, mira a su alrededor como si quisiera hacer que todos le viesen y dice:

- El Emperador protege: si ese es su veredicto no seré yo quien lo ponga en duda -mira fijamente a Lucian, y sentencia-. Haga lo que tenga que hacer.

Pues si que es una sorpresa cómo se enfrenta a la muerte el teniente Hayden. Siempre he defendido que los valores humanos gozan de un poder inmenso, pero nunca había comprobado su fuerza de forma tan cercana... resulta incluso triste que un hombre muera tan dignamente, asumiendo que la muerte es un mal menor para su amado imperio  - Skold se arrodilla en el suelo, coloca el casco al frente en el suelo, y con las manos libres realiza la señal del águila bicéfala - Alcemos juntos hermanos una plegaria al Emperador... que nos proteja de la marca del Xenos y nos de fuerzas para, igual que el teniente Hayden, afrontar la muerte con la dignidad del que sabe que el Emperador lo acogerá en su seno - Ciertamente creo que estos momentos son los que definen la vida de un marine, ver morir a un recién conocido de forma tan digna y con los valores tan intactos que incluso un Astarte ha de sentir respeto y admiración.

Ciertamente es un error emplear nuestro recurso omofágeo en la situación en que ha sido empleado, no obstante considero que el hermano Lucian ha sabido reconducir su discurso de forma seria y sensata. De hecho, la digna reacción del teniente Hayden puede incluso llegar a favorecer la visión que los soldados tienen de Lucian, creo que en cierto modo además de temido ahora también es respetado... Es  evidente que es la actitud que cabe esperar en un Deathwacth, pero los humanos son muy impresionables...

- Como deseeis, hermano

Elyas apartó su pistola y dejó que Lucian se llevara al teniente para ejecutarlo. No dijo nada, pero en cierta manera admiró el gesto valiente del teniente en sus últimos momentos. Los Ángeles Oscuros no eran ajenos a la traición, y sabía que el delito del teniente no era tal, ya que la traición implica poder elegir. Aquel pobre diablo no había tenido la oportunidad; había nacido con la traición en sus genes.

El teniente apoyó la cabeza en el escombro indicado casi voluntariamente. Es difícil colaborar en una empresa que significa tu muerte.

Allí, postrado ante la sagrada justicia del Dios Emperador, en el que crueldad y piedad eran irónicamente una misma cosa, sólo susurró una cosa. Una plegaria para si mismo, un arrepentimiento. Un temor:

- Tan solo espero que el Emperador sea clemente conmigo si alguna de mis acciones, sin desearlo, suponen el desastre para aquello que juré defender.

Mientras tanto, el sargento se ha alejado conversando con Skold y Sepheran algo que los demás no alcanzáis a oír. Al parecer, no le entusiasma ver la escena.

El sargento comprueba sutilmente que nadie les observa, después mira a Skold y relata en voz baja:

- No quiero que se me tenga como un traidor, señor, por eso mis subterfugios. Uno no debe traicionar sus votos y juramentos, así que me siento aliviado de que vuesto Hermano me haya liberado de mis deberes. Es un peso que me quito de encima en este momento -verdaderamente Black parece liberado, más tranquilo-. Hay algo de lo que debo advertirles y algo de lo que debo informarles. Por partes: antes o después les tocará lidiar con Thorstolt, de un modo u otro. Soy nativo de este planeta, por lo que le conozco de primera mano. Es rudo y cabezón como un mulo y también maniático. Rayano a la paranoia. Su orgullo es solo comparable a su ingenio. Un ingenio despiadado, eso sí. No les conviene como enemigo a mi entender... y lo digo porque no les será nada sencillo convencerle de que les ceda el mando del planeta. No se ofendan, pero creo que su orgullo natural de Astartes solo les perjudicará. Chocarán contra él y unos u otros se desplomarán.

Lo otro que debo decirles es que hay otra forma de entrar (y salir) del Distrito Magistria. Existe un sistema de alcantarillado y a él están conectados otros pasadizos de acceso. Sabiéndolo, no debería serles difícil de encontrar

Y el sargento calla, esperando una respuesta

El Teniente se ha puesto en posición para ser ejecutado. Lo hace con mucha dignidad y de una manera que causa orgullo y admiración. Me sitúo a su lado con la espada de sierra en la mano, la que pongo sobre su cuello antes de hablar con voz grave y solemne:

- "Teniente Hayden, le condeno a muerte por xenoherejía. Es culpable de llevar en su interior genes alienígenas de la peor índole. Su pena es la muerte."

Levanto mi arma y la sujeto con ambas manos antes de hablar más bajo, solo para los oyentes cercanos. Mis palabras esta vez portan un tono de voz mucho más amable y con un poco de pesar:

- "Ha demostrado ser usted un ser muy valiente y ha conservado su honor. Si las cosas fueran distintas, me habría sentido honrado de tenerlo entre nuestras filas. Espero que el gran Emperador sepa perdonar su contaminación y reciba su alma en su regazo. Lo digo con sinceridad."

Acto seguido y sin mediar más que una mirada firme y decidida, que todos pueden ver pues no llevo mi casco, ya que ejecutar a alguien con una máscara puesta es un acto de cobardía, activo mi espada de sierra y la bajo de golpe, buscando su cuello para cercenar directamente su columna vertebral y su cuello completo para separar su cabeza de su cuerpo, como debe ser, de un solo golpe.

Y la cabeza del teniente rueda por el suelo, apenas dos vueltas, petrificada en un rictus eterno con una sonrisa un tanto enigmática. Ahora, para bien o para mal, ya está más allá del dolor y del sufrimiento, de la duda y de la corrupción. Lejos, allí de donde nadie vuelve.

En cierto modo en vuestros corazones, le envidiáis. Porque para vosotros no hay descanso ni respiro.

Sólo hay guerra...

Elyas murmuró una plegaria entre dientes, para que solo él la oyese. Ejecutar a una persona que presenta un peligro para el Imperio sin saberlo siempre resultaba como mínimo incómodo, pero era algo a lo que los Astartes se habían acostumbrado a lo largo de milenios. Aquel hombre no había tenido la oportunidad de elegir; su elección había sido aceptar la condena en vez de rebelarse contra ella. Desde su punto de vista, no era un traidor; solo otro súbdito imperial que había dado la vida por el Imperio. El mayor honor que podría esperar un soldado.

Le agradezco su sinceridad sargento Black. Le aseguro que trataremos con el respeto que se merece a Lord Thorstolt - Dentro del límite que supone ser un Ángel del Emperador, no lo olvidemos - ¿Sabe usted moverse a través del sistema de alcantarillado? Pues no me gustaría encontrarme en un laberinto bajo tierra...- La perspectiva de verse rodeados por Xenos en un laberinto de túneles no parece muy alagüeña - Puede hablarme también acerca de la casa de los Ecos, ¿qué nos encontraremos allí?

La situación ha cambiado tras el incidente con el teniente Hayden. Los hombres desconfían y dudan, y algunos de ellos podrían estar infectados del mismo modo que el teniente. En la situación actual quizá únicamente supongan un retraso y no una ayuda... Alguno de ellos podría no soportar la presión y organizar un verdadero caos en los túneles. Es más, si Lord Thorstolt solo confía en su propia gente estos hombres supondrán una molestia... - Skold mira a Sepheran, quien no parece tener aprecio alguno por los regimientos de la FDP - Quizá esté empeñándome en cargar con estos hombres de forma innecesaria... desde luego tendrían más posibilidades de sobrevivir por su cuenta, dado que nos dirigimos a la boca del lobo...

- No sabría decirle, señor -responde, azorado-. No he entrado nunca. Pero no creo que sea demasiado difícil orientarse, creo recordar que tiene una estructura relativamente sencilla.

En cuanto a la casa de los Ecos, no hay mucho que pueda decirle de ese lugar. Se nos enseña desde pequeños a temer ese lugar y a los psíquicos que la habitan. Mata al xeno. Mata al psíquico. Mata al mutante. Es el credo imperial, es cuanto sé. Quizá sea mejor decir simplemente que se encuentra cerca del acantilado, al borde de los jardines que rodean el palacio. Como le he dicho, es fácil de identificar: simplemente busquen la torre más alta.