Partida Rol por web

No hizo ningún comentario a los intentos desesperados por reanimarlo: en su mundo, las repetidas heridas por arma blanca no tenían mucha posibilidad de ser restaurados con primeros auxilios. Ensañamiento, quizás, o alguien desesperado que veía que estaba siendo mucho menos rápido de lo que esperaba. Si ese fuera el caso, el maletín podría ser la clave, aunque no podía estar seguro... de todas formas, no era asunto suyo, ni de demasiada importancia. Mejor lavarse las manos.

"..."

Lo vio de reojo, y entonces sus ideas cambiaron rápidamente cuando salieron las armas y lo estrépitos. Eso no era un arma para defenderse de nadie, eso era un elemento de asesinato para no dejar testigos con una masacre.

Hammer estaba agachado, viendo como se escapaba la vida del anciano tendido en el suelo, con curiosidad por el maletín que todavía sujetaba en una de sus manos inertes. La lluvia golpeaba sobre el suelo, formando charcos que reflejaban la tenue luz de las linternas de Sharn. Hasta que una sombra se reflejó en el suelo y Hammer se ladeo instintivamente. Un hacha pasó rozando su hombro para asombro del Forjado. Un golpe furioso que pretendía dañarle. ¿Son fantasmas del pasado?Se preguntó Hammer. ¿Vieron mis pecados y pretenden atormentarme?.Entonces vió de nuevo el cadáver del anciano y volvió a la realidad. Sin duda estaba relacionado con él.

Hammer retrocedió unos pasos y sacó la ballesta que colgaba de su hombro. Siempre la llevaba amartillada y con un dardo lista para ser disparada. En otras circunstancias hubiera preguntado primero y disparado después. Pero en el pasado, eso llevó a la muerte a su maestro. Sin persárselo dos veces, apretó el gatillo mientras apuntaba al atacante.

No es que tuviese ninguna intención en especial a favor del forjado que recibe el ataque o en contra del que lo causa, pero sin embargo un intento de asesinato tan claro no me parece que sea la mejor opción de permitir. Por desgracia, pienso mientras me llevo la mano al paquete de la espalda que se desenvuelve en un rápido movimiento revelando un palo alargado con remaches metálicos, múltiples piezas poco habituales, una pequeña desviación y, en un lugar muy claro un gatillo, no tengo una buena vista con el forjado al que pretendo ayudar delante. -¡Aparta! -Le grito, mientras espero un instante más, dejándole actuar.

Y entonces, cuando se ha apartado del todo por fin, encañono al otro forjado con el arma y aprieto el gatillo, rezando porque no se encasquille mi arma en el primer disparo. -¡Procurad tumbarlo! Quizá pueda decirnos algo. -Hablo en general, para los otros aventureros que tengo al costado izquierdo. Y entonces mi arma se encasquilla. -¡Maldita sea, ahora no! -El grito se hace sentir, cuando en vez de un balazo el arma ruge, y la parte de arriba se encasquilla de una manera muy fea.

Después de que la saeta de Hammer volase en la oscuridad sin hacerle daño alguno al enemigo y que Daneel maldijera por la desgracia de su mosquete, el forjado encapuchado se dio la vuelta mostrando el resplandor de la cabeza de su hacha de combate.

-¡Traidor, amante de la carne! -gritó con estruendo metálico en dirección al artífice-. ¿Empuñas tus armas contra una hermana forjada? ¡Muere!

Como una exhalación, el forjado (que al parecer se identificaba como una fémina) acortó la distancia que los separaba bajando el hacha que sostenía sobre su cabeza. El filo se incrustó en el hombro de Hammer, resbalando sobre la armadura y yendo a clavarse en la articulación del cuello. Un destello mágico y el chirrido del metal contra el metal fue todo lo que necesitó la cabeza para separarse del cuerpo. El forjado artífice se desplomó sobre el empedrado empapado y su asesina desclavó el arma mirando al resto.

-Y vosotros, trozos de carne y sangre, moriréis igual de fácil que él. ¡Tal es la gloria del Señor de los Filos!

El asaltante apareció entre las sombras, le pedí rendirse pero no escucho y lo peor mato a un hermano suyo. Porque la maldad me rodea constantemente, será alguna maldición impuesta en mi... no lo se. Me hubiera gustado conocer a un forjado por primera vez y aprender lo que sienten; pero supongo que fue un sueño estúpido de mi parte. Cuando veo desplomarse la cabeza de Hammer un poder emana de mi, como aquella vez en la ventisca. Que los Dioses se apiaden de tu alma forjado, porque yo no lo haré. Decido colocarme al lado del cuerpo del fallecido y con un movimiento torpe de esgrima golpeo el torso del forjado. La Llama hará arder el mal en tu interior y purificara tu cuerpo podrido.

Un forjado demente.

Justo lo que necesitaban a aquellas alturas del partido. Y hablando de partido, casi le convenía más a meterse de jugador que seguir por las calles... cuando esta clase de cosas pasan, la gente de "nos quitan el trabajo" decide salir con palos en vez de carteles, y los primeros sospechosos y víctimas son los que andan por la calle pareciendo raro. Como miembro del grupo anterior, podía ver cómo aquello podía torcérsele mal.

"..."

Cogió el maletín, guardándoselo, y se agazapó tratando de esperar el golpe para evitar ser atacado en la medida de lo posible: no le interesaba medirse con un mastodonte (a) de metal, armado por si fuera poco con una evisceradora enorme. Intentó avisar a Hammer, pero fue demasiado tarde, y el grito de aviso se le murió en los labios mientras el resto de su ánimo iba detrás, ya levantado y viendo cómo el forjado le iba a tener a él el siguiente en la lista, siquiera por proximidad. La cabeza ni siquiera rebotó dramáticamente, cayó apelmazada sobre el empedrado.

-... -tenía que salir corriendo, tenía queGRACIAS JODER GRACIAS.

Aquello era algo que acababa de pasar. Aún tendría que ponerle una vela a la Llama un día de estos.

Marrath caminaba siguiendo los pasos que le marcaba el Viajero. Las señales del camino o el puro azar, ¿acaso necesitaba algo más? Siempre habría de encontrar un horizonte al que llegar, un lugar nuevo que visitar. Y Sharn, la joya de Breland, la desafiante Ciudad de las Torres, era el lugar al que el destino le había llevado.

Aquella noche. Ese momento. Aquel lugar.

Ante sus ojos distinguió cinco figuras en medio de una trifulca en medio de un puente. ¿Qué mejor momento para aparecer que cuando las cosas se hayan equilibradas a la perfección, cuando no hay un bando ganador ni una consecuencia irreversible? Marrath lo contempló con sus ojos adaptados a la penumbra, a la distancia suficiente como para poder intervenir si así lo deseaba. ¿Lo deseaba?

Phillip enarboló el poder de la Llama de Plata y sintió el poder de la propia Tira Miron en la punta de su espada. Su plegaria, sin embargo, fue en vano. Cuando su arma impactó en la forjada, el aura plateada que la rodeaba se deshizo tal y como había venido. El metal se abolló y la madera se cuarteó, sí, pero el poderoso cuerpo magifacturado aguantó el ataque con terquedad.

Visto que mi arma no va a servir para este combate, la guardo en su funda de la espalda, con el gesto torcido por el dolor que me causa perder otra oportunidad de valerme en mi arte solo por culpa de un par de palancas mal colocadas, y avanzando hacia el forjado -o más bien la forjado- desenfundando mi rapier, dispuesto a castigar a quien osa llamarse enemigo de los trozos de carne y sangre.

A lo lejos, otro viandante se acerca, y antes de que pueda confundir la situación, grito hacia él: -¡Ayuda, por favor, este forjado ha asesinado a un anciano y a uno de sus congéneres! -Ver una muerte desde cerca nunca es agradable, pero no será la primera vez en mi oficio, y a veces hay que hacer lo que hay que hacer. Como caminar por encima de un compañero caido.

Marrath observaba la escena curioso. Sus pasos le habían llevado hasta aquel punto concreto en ese instante concreto. Y sin embargo, tenía la sensación de ser un mero observador. ¿Qué destino le tendría deparado aquel que desplaza el tiempo? Le pedian su ayuda, más el elfo no tenía intención de intervenir. No aún, al menos.

Se mesó la barbilla, sin acabar de disfrutar la escena pero si lo bonito del papel divino en todo aquello. Sumido en sus pensamientos, dedicó una rápida oración al Viajero.

La forjada soltó un grito metálico y su cuerpo comenzó a vibrar con fuerza, henchido por un poder invisible. Levantó el hacha y la descargó sobre Phillip tan fuerte como le fue posible. La hoja impactó en su hombro, cerca de las junturas de la armadura. No hubo sangre, pero la articulación se resintió y un fuerte dolor le dejó el brazo insensible durante un buen rato. Un nuevo golpe como ese le quebraría la clavícula y las costillas y lo mataría sin dudar.

-¡TRAIDORES! ¡CARNOSOS! ¡CARNOSOS! ¡MUERTE A LOS CARNOSOS!

De los pisos superiores de la torre empezaron a surgir rumores.

-¡Guardias! ¡Guardias! ¡Que se matan!

-¡Asesinos!

-¡Que alguien llame a la guardia!

Y el silbato de una patrulla, aún lejana, acercándose desde los puentes adyacentes.

Marrath agachó la cabeza y cerró los ojos, encogiendose a la vez de hombros, cuando vió semejante golpe. - Auch - llegó a decir. Sin embargo, de su cara no se borraba la sonrisa bobalicona de aquel que se ha encontrado de pronto con una pelea callejera y a quién la mera curiosidad impide moverse del sitio.

Ya que tenía el maletín y antes de alejarse, decidió dar una oportunidad a los humanos y disparó su ballesta contra la forjada. Erró el tiro por mucho. Hora de pirárselas.

La lluvia hizo que el tiro no saliera muy bien.

"Mierda"

Esperaba que eso no atrajera la atención hacia él. Y esperaba que aquella máquina fuera más pesada y de andar más lento que él, porque si se le acercaba no pensaba plantarle pelea si podía salir corriendo.