Partida Rol por web

-Habla tú con Misrak. Él dispondrá lo que necesites, yo no tengo tiempo ni intención de resolver esas cosas. Te concedo el uso de Misrak durante este primer siglo para lograr el control de la capital de Egipto, pero no te acostumbres, debes valerte por ti mismo. Ahora vete -dice con su voz grave sin apenas dedicarte una segunda mirada.

Gracias, maestro. - replico con respeto. Aliviado, por haber complacido a Nigus. No muestra nunca alegría, pero el hecho de que me permita seguir caminando es una buena señal.

Salgo de la sala contento. Voy a volver a la ciudad de la que provengo, y además ahora soy mucho más poderoso, y estaré en igualdad de condiciones con el enemigo. De momento en numero me superan. Sin embargo, pronto será relativo. Su número empezará a menguar cuando comience la caza.

Camino buscando a Misrak, cuando le encuentre le expondré el plan. Quizás, incluso le premie como se merece, si comienza a envejecer prematuramente, una vez lleguemos a Egipto.

Encuentras en seguida a Misrak, es un ghoul eficiente, tal vez por eso ha sobrevivido tanto. Cuando le comentas el plan, se muestra contento de poder abandonar Kerma de nuevo y se dispone a prepararlo todo. Sólo te comenta que sería preferible que si debes llevar contigo un ghoul que no sea él, que no sea uno de Nigus. Los ghouls de Nigus son viejos e imprevisibles.

- Muy bien, Misrak. Entonces tu te ocuparas de coordinar la expedición. Sabes que tienes toda mi confianza, y que te considero más un hermano que un ghoul. Por eso quiero que me digas... ...¿conoces alguna mujer competente y bien capacitada para ejercer cometidos peligrosos? Considero una ventaja tener ghouls de distintos sexos. Es posible que tengamos que utilizar sus armas para conseguir cierta información. Si conoces a alguien asi y crees que se lo merece esta misma noche la convertiré en mi ghoul. (Siempre que Nigus no se ofenda por ello) Recuerda que debe ser bella. Lo suficiente como para convertirse en una concubina en palacio o una esclava en el templo. Además es posible que necesite otros contactos una vez que lleguemos a Egipto. De momento, vamos bien de tiempo, pero debemos partir cuanto antes. Seguro que lo estas deseando. Consigueme, además otro hombre fuerte e inteligente. Preferiría que fuera algun descendiente tuyo, o algun otro familiar al que quieras dar la sangre maldita. Además, Misrak, quiero que tu seas mi lugarteniente de ahora en adelante, pero no te vincularé a no ser que tu lo decidas. Y una vez que empecemos a tener resultados, no tendré ningún inconveniente en regalarte la vida eterna si así lo deseas. - digo a Misrak, mientras le pongo mis manos en sus hombros.

- Ahora, si tienes algo más que decirme, dimelo. Si no pongamonos manos a la obra. Estoy impaciente por volver a establecerme en Menfis, y cuando reclamemos dominio, seremos una poderosa facción dentro de un poderoso imperio.

Misrak, al oir tus palabras abre los ojos como platos, anonadado, especialmente cuando sugieres lo de vincularse a ti y la recompensa de la vida eterna. Consigue, eso sí, reaccionar cuando reclamas acción por su parte. No tiene nada que añadir. Parece acostumbrado a una vida (o más) de servidumbre ciega y parece tener problema para asimilar lo que le has dicho. Desaparece entre palacio dispuesto a cumplir tus indicaciones.

Por un rato te asaltan dudas sobre él, Nigus y las posibles consecuencias de lo que le has dicho al ghoul al que consideras "tu hermano", pero te tranquilizas al verle aparecer con un hombre fornido, de los guardias de palacio, y a una bella muchacha de anchas caderas y muslos generosos.

La mujer es una prostituta al servicio de palacio, muy discreta y bastante inteligente, aunque no muy experimentada, mientras que el hombre es un huérfano adoptado también por el palacio, con los sentidos lo suficientemente agudos para haberse dado cuenta de que lo que reina en Kush no son mortales y lo suficientemente inteligente para no haberlo comentado nunca. Ambos merecen, desde su punto de vista, la recompensa de la vitae y servirte a ti y no a otros.

- Gracias, Misrak. Como siempre, tu eficiencia sólo es superada por tu rapidez. Bienvenidos. -digo a nuestros "invitados". Su cara de sorpresa es evidente. Qué divertido. - Soy Aen-Ka-Beles. Y de ahora en adelante trabajáis para mí. Vuestra vida acaba de cambiar. Seréis mis ojos, mis oidos y mi puño en Menfis. A cambio os ofrezco poder y el elixir de la eterna juventud. No es que tengais muchas más opciones, pero estoy seguro de que mucha gente mataría por la oportunidad de tener lo que os estoy ofreciendo.

- Nuestro plan es el siguiente: La caravana en la que viajaremos hasta Menfis tendrá dos planes fundamentales. El primero será tu presentación en sociedad, preciosa. A partir de hoy eres la sobrina del Sumo Sacerdote del templo de Kerma. Tu alto linaje será evidente y serás un buen enlace en la corte mientras lo necesitemos. Hasta entonces ese será tu papel. Si podemos hacer que el Faraon, o alguno de sus hijos se enamore de tu belleza tendremos un primer enlace en palacio. Ese será tu papel.

- En cuanto a tí, - digo mirando al otro aspirante a ghoul- tu papel será bien distinto. Serás el ejecutor de las ordenes que Misrak te transmita. Serás mi informador discreto en las calles, pero yo mismo te entrenaré en las artes de la guerra, para cuando reclamemos cierto dominio en Menfis. Serás mi puño, y mis sombras en las calles. Durante el viaje, tu serás el encargado de vigilar a los hombres, que escoltarán a nuestra "princesa", y protegerlos desde la retaguardia; donde se encontrará mi sarcofago.

- Misrak. En cuanto a tí. Serás el coordinador de la caravana durante el dia. Y cuando lleguemos a la ciudad quiero que busquéis una casa suficientemente oscura como para situar una primera base. Prefiero que esté en el barrio en el que estaba tu base con Nigus. Una vez encontrado nos instalaremos allí, mientras el resto de la caravana con nuestra noble, y su séquito se anuncia en palacio y ofrece nuestros ricos regalos de Kerma en la corte del Faraón.

- ¿Alguna duda o sugerencia, Misrak?

- Bien, ahora arrodillaos y decidme vuestros nombres. No os arrepentiréis.

Tus nuevos siervos -¿quién te iba a decir que tú conseguirías acabar teniendo siervos?- parecen un tanto desorientados, pero no asustados. Melke, la señorita, es una delicia de piel de ébano bastante atenta y callada, tal vez con una tendencia excesiva al contacto físico. Yeshiemebet, por el contrario, es un hombre distante, observador y dado a hablar, pero nunca de cosas importantes. Ambos resultan una buena elección como ghouls. No protestan ni rechazan beber tu sangre y, como era de esperar, se deleitan y caen en el éxtasis del consumo de tu vitae tras el primer sorbo, hasta que se acaba su recompensa.

Misrak no comenta nada, pero mira todo el proceso con interés. No añade comentario alguno ante los otros dos, ahora, ghouls. Pero en privado sí que te comenta que se dice que el norte está revuelto y que podríais tener problemas por el camino. Las redes de información a las que puede acceder no llegan a poder aclarar nada más que eso, pero esa mera información es mucho más de lo que cualquier ciudadano de a pie puede aspirar a saber.

Pocas noches después ya podéis salir. Sois una caravana notable, con un sarcófago construido expresamente para ti por uno de los artesanos de palacio. Es sencillo, básicamente una caja rectangular, pero recia y sin resquicio alguno por el que pueda pasar la luz. Portadores del sarcófago. Unos guardias extra. Misrak y Yeshiemebet organizándola y Melke dándole color...

Bien, mi querido Misrak... - le comento en privado. - Has hecho bien en decirmelo. Había considerado ya la posibilidad de viajar de noche. Ahora que cuento con esta información, he diseñado un plan. Viajaremos de noche. Descansando al alba y recogiendo el campamento al atardecer. Remontaremos la marcha antes del anochecer. Así descenderemos el Nilo hasta la frontera. Siempre cruzando las cataratas de noche. De esa forma aseguraremos la caravana en los puntos en los que pueda haber bandidos. Que serán seguramente las caravanas. Si como dices, el Norte está revuelto, una vez en Egipto deberíamos avanzar a pie para evitar rutas muy concurridas. ¿Tu que opinas?

Descendéis hasta después de la 3ª catarata y comenzáis el descenso hacia Egipto en una barca grande que os da cabida a todos, incluyendo tu sarcófago, y a los pescadores que hacen falta para guiarla. Las aguas son movidas, según te cuentan por la noche, y antes de que se vaya la luz ya están sacando la embarcación del agua para evitar contratiempos. Te resulta aburrido el descenso, para qué negarlo.

Luego llega la siguiente cascada. Los pescadores ya conocen el río y sacan la barca antes de llegar, pero no muy lejos. Sigue el farragoso trabajo de transportar la embarcación a mano hasta abajo y volver a colocarla en el río, trabajo en el que no puedes colaborar, dado que se hace de día.

Finalmente despiertas una noche para encontrarte con un campamento agitado y sin fuego de campamento alguno. Misrak aguarda angustiado a que acabes de despertar.

-Señor, ante nosotros hay un ejército, lo ha avistado Yeshiemebet y creemos que no han llegado a vernos, por fortuna fue casi a final del día -dice Misrak en tono preocupado.

Maldición. Contaba con bandidos, puestos fronterizos, tribus hostiles... ¿Pero un ejercito? Es demasiado como para ser casualidad. Llama a Yeshiemebet. Rápido. - Mis sombras bailan furiosas. El viaje está resultando aburrido, y no me gusta que me despierten con prisa. Tengo hambre. Hoy veremos que tal sabe la sangre de soldado.

Yeshiemebet, necesito que busques dos hombres de la comitiva de Melke. No quiero que sean especialmente corpulentos. De hecho quiero que sean muy agiles, rapidos y capaces. Dos muchachos responsables. Diles que se lleven provisiones y que vuelvan lo más rapido posible a Kerma. Deben avisar en la ciudad de que un ejercito se está acercando. Si nos necesitan, nos enteraremos, pero de momento nuestros planes no cambian. Los mensajeros partirán de inmediato hacia el Sur. Despues te quedarás en el campamento con los demás protegiendolos.

La oscuridad crece en mi interior. Un atisbo de sonrisa se dibuja en mi cara. Misrak, creo, lo ha percibido.

Misrak, tu y yo vamos a rodear el campamento enemigo con el mayor sigilo posible. Nos reuniremos a unos trescientos pasos de su lado Norte y allí decidiremos lo que hacemos. Compañeros, esta será una noche larga, pero si hacéis lo que yo os diga, todo saldrá bien. Rodearemos el campamento enemigo sin sufrir bajas. Si podemos, diezmaremos el ejercito enemigo, y si la oscuridad (estallido de sombras a mi espalda) está de nuestro lado, incluso lo descabezaremos. Obligandolo a volver a la asquerosa letrina de la que salió.

¿Dudas? ¡¡¡Pues a trabajar!!!

Yeshiemebet se dirige rápidamente a ordenar la salida de dos hombres mientras Misrak asiente y comienza a alejarse del oscuro campamento hacia el norte, desviándose hacia las dunas. El resto de la comitiva observa nerviosa vuestra partida, ocultándose más aún, si cabe, en las sombra de una voluminosa duna.

Pierdes de vista rápidamente a Misrak, muy hábil en estos menesteres, y tú te deslizas hacia el norte, en dirección al campamento del ejército. Ejército no hace justicia a las fuerzas allí reunidas. Son incontables soldados. El campamento se extiende y se extiende, pudiendo dar cabida a centenares y centenares de personas. Es una pequeña ciudad en movimiento... Tardarás un buen rato en rodearlo.

Con paciencia y cuidado, así lo haces, alejado lo suficiente para poder pasar cual sombra entre las dunas a pesar de las vigilantes miradas de los soldados de guardia apostados en los límites del campamento (de uno en uno y separados unos 50 ó 100 metros los unos de los otros). La luna creciente ha avanzado en el cielo nocturno cuando llegas por fin al otro lado del campamento. Allí te espera Misrak.

Misrak, ¿has visto algún hueco por el que podamos pasar dentro del campamento? No creo que sea buena idea, pero tan cerca de Kerma no podemos ignorarlo. Deberíamos intentar averiguar sus intenciones. - Hablo en voz muy baja. Si nos descubren habrá que matar. No será un problema, pero nos retrasará. Además nuestro número nos entorpecerá la marcha y eliminará nuestro sigilo.

¿Has visto algún blasón que identifique al ejercito? Quizá hayan otros inmortales en el campamento. Es muy grande. En ese caso será peligroso infiltrarnos. - Me quedo pensativo. Seguramente podamos averiguar por las huellas de su marcha de dónde vienen. Aunque lo más probable es que hayan venido desde el Norte marchando de forma paralela al Nilo. Así no se quedarán sin agua ni víveres. Hablando de víveres...

Misrak, ya se lo que vamos a hacer. Esperaremos a que una nube cubra la luna. Entonces envueltos en sombras nos acercaremos a dos guardias contiguos y los mataremos. Nadie nos verá porque la oscuridad nos cubrirá con su manto. Si los guardias huyen, dan la alarma o nos descubren de cualquier otra manera abandonaremos nuestro objetivo y volveremos a reunirnos aquí.

Nuestro objetivo, una vez disfrazados de soldados será encontrar las tiendas donde almacenan sus armas, sus víveres, y demás apoyos logísticos. Y despues les pegaremos fuego. Haremos mucho daño y retrasaremos su marcha. Así Nigus tendrá más tiempo para organizar la defensa de la ciudad. Y, compañero, ¿conoces alguna planta venenosa que crezca por aquí, o tienes algun veneno encima? Sería maravilloso envenenarles el agua, o el vino, o la comida. Me encanta el sabotaje.

¿Que opinas?

-No he visto hueco alguno, señor, deberíamos hacer uno si no queremos ser descubiertos y eso mismo nos delataría al poco, pues los guardias de los costados acabarían dándose cuenta de su ausencia. Luego está el moverse entre el campamento. Es demasiado grande. Toparíamos con alguien accidentalmente, ya de guardia o bien que saliera a hacer sus necesidades. Si nos descubren se movilizará el campamento y nos matarán o nos darán caza. Un ejército tan grande tiene que ser del faraón, aunque la enseña de la tienda mayor esté oscurecida por la noche. Es probable que el faraón esté dentro de esa enorme tienda y que a su alrededor haya varios sacerdotes. Los sacerdotes poseen poderes de comunión con sus dioses y son una amenaza que yo ya he podido comprobar. Y no sabemos qué otras sorpresas puede guardar el campamento. Por otra parte, parece que arrastran tras de sí toda una pequeña flota, varada ahora en la orilla(1) y protegida casi en el núcleo del campamento(2). Y no, no llevo encima cantidad suficiente de veneno para envenear a mil personas... -dice en un tono ligeramente manchado de histerismo.

-En cualquier caso, Kerma está condenada, mi señor. Pero no temáis por vuestro sire, ya vivió tiempos parecidos y hará renacer a los kushitas una vez más. Si hay un ejército a las puertas es que lo estaba haciendo bien, tanto que le han considerado una amenaza. Mi humilde opinión es que deberíais plantearos qué váis a hacer, independientemente de lo que haga el ejército, mi señor.

Quizá entonces lo más sensato sea rodearlo esta noche y continuar nuestra marcha durante todo el día para perderlos de vista. Mañana por la noche pararemos a descansar donde queráis y yo protegeré vuestro sueño. Ya hemos avisado a Nigus de que se acerca un ejercito a casa. Espero que esos malditos Setitas estén preparados para enfrentarse a la oscuridad del Abismo. - digo mientras el tono de mi voz pasa por distintos sentimientos. Por un lado la tristeza de no poder ayudar a Nigus, por otro la ira y el deseo de venganza contra los seguidores de Set.

Por nuestra parte, volvamos con los demás. Debemos rodear el campamento enemigo de pocos en pocos. Y en cada grupo ira uno de vosotros (los ghouls) ocultando al resto en las sombras de la noche. Nos reuniremos otra vez al norte del campamento y retomaremos la marcha hacia Menfis. Quizás Nigus nos necesite pronto allí, y quizás no haya tantos soldados como la ultima vez, ¿verdad, Misrak? - Digo esto en un tono muy amistoso. No habia visto a Misrak perder la compostura (1) así.

El plan sale a la perfección. Toda la comitiva pasa disimuladamente rodeando el campamento sin que veáis señal alguna de haber sido descubiertos. Luego viajan todo el día portándote a cuestas para alejarse cuanto antes del peligro y por la noche despiertas para guardarles el sueño. Nada sucede. Sólo algunas señales del paso del ejército, por su gran número, quedan para testificar que lo que vísteis la noche pasada no fue un espejismo.

En unos días, durante el trayecto entre la catarata de Kerma y la siguiente, véis los efectos del paso del ejército: los pueblos-ciudades de Soleb y Semna arrasados y abandonados. Es un espectáculo desolador y nada buen augurio para la ciudad que te admitió como noble.

En cualquier caso seguís avanzando y llegáis hasta una nueva catarata, progresando entre la franja verde del Nilo y las dunas del desierto. En una luna completa lográis llegar hasta la última catarata del Nilo en su descenso hacia el mar. Es la frontera natural, pero Egipto nunca llegó hasta tan lejos. Hasta ahora. El pueblo de la isla de Elefantina luce el estandarte de Egipto.