Partida Rol por web

Miraba el cadáver de la esclava mientras escuchaba las palabras de Anum... boquiabierto reflexionaba todo lo que acaba de suceder y comenzaba a ser consciente de su acto. Asustado suelta el cadaver de golpe contra el suelo del templo, miró preocupado a Anum... ¿Qué es lo que soy hermano? ¿Sigo vivo? ¿Es otra bendición de Set? consiguió susurrarle con una voz apagada. En ese momento era consciente de que acababa de asesinar a una esclava bajo los ojos del todopoderoso Set. Se arrodilló ante él, en señal de clemencia, la estatua inmóvil llena de simbolismo merecía ahora más respeto si fuera posible

- Él estaría satisfecho con tu fidelidad, Joseth, pero debes tener cuidado con el cadáver, luego hay que limpiar la estancia para dejarla debidamente consagrada. Los ritos son importantes. Esta noche, Joseth, te ha sido concedido uno de los más altos honores que se pueden conceder a un fiel a Set: la inmortalidad. Mucho tenemos que hablar ahora que soy tu sire y tú mi chiquillo...

Permanecía arrodillado ante Set. Las palabras de Anum se cruzaban por su mente como dagas arrojadas... Cadáver... Inmortalidad... Sire... Chiquillo... que querría decir todo aquello. Estuvo pensando durante un rato como debía respondera a tal situación, seguía sin encontrar respuesta a en qué se había convertido, pero estaba acostumbrado a no recibir respuestas... debo dejar de comportarme como un humano... Ese pensamiento llegó a su mente sin darse cuenta que algo en su interior dejaba de considerarlo... humano. QUÉ SOY!!! Aún tenía la oportunidad de salir corriendo, pero de qué serviría, debía de aceptarlo, es todo un honor. Se levantó serio aunque sus manos mostraran inquietud. Si esa es la voluntad de Set, alabado sea en su gloria. Se arrodilló ante Anum y prosiguió. Estoy a vuestro servicio mi Sire. No sabía de dónde venían esos sentimientos, a pesar de que él le ofreció la daga, a pesar de tan macabra escena, ¿le había salvado la vida?... era incapaz de encontrar odio en su interior hacia Anum, en su interior sólo existía la preocupación de no defraudarle, de hacerle feliz... ¿por qué?