Partida Rol por web

Tus largas estancias en los desiertos que rodean las ciudades del Nilo son fructíferas, comercial y culturalmente hablando. Aquellos líderes tribales que se avienen a hablar contigo, son en general pozos de sabiduría en los que parece que nunca se toca fondo, siempre hay un poquito más que encontrar bajo la arena. Las historias sobre demonios, espíritus, dioses y pastores inteligentes que les superan con su astucia o que sucumben por su falta de virtud o piedad (entendida como el debido respeto a los dioses y sus ritos) varían sutilmente de una a otra tribu y siempre parecen implicar a algún familiar o ancestro más o menos remoto de la tribu del que esté hablando. Pero esos conocimientos nunca son "tangibles", por así decirlo. Se les escapa la verdad entre los dedos o bien hablan de criaturas que no sabes si existen. No conocen de los vampiros.

Pero lo que más te preocupa está en Menfis. Sabes, por supuesto, de la actividad setita en la ciudad, pero parece ser que ésta ha sido reducida considerablemente estos últimos años, gracias a disposiciones de Aha, lo que no deja de resultar irónico. Destruye la ciudad de tu sire, pero debilita a sus enemigos principales. Buscas en ella, también, aquello que pueda conducirte de nuevo a la Orden de Isis, pero no resulta sencillo. La anciana con la que hablaste hace ya tanto tiempo, desapareció, al igual que aquellos que la protegían. Nada queda, salvo el templo de Osiris, resurgido de sus cenizas. No obstante, un intento de entrada por sus puertas a punto estuvo de costarte la no-vida, pues sus puertas están defendidas por un poderoso conjuro que afecta a los no-muertos. Dado que era de noche y no parecen tener vigilancia, pudiste escapar, todavía afectado por la magia, sin que hicieran nada más. Es fácil comprender que la Orden de Isis considere a todos los vástagos como enemigos, pues su enemigo principal es el culto de Set en el que se refugian. Es posible que no hagan distinciones. Has pensado mucho sobre ello estos últimos años. A pesar de todo, decidiste apoyar el culto de Osiris con dádivas esporádicas, lo que te grangea su amistad. Finalmente un sacerdote del culto de Osiris, por fin, acude a verte en tu casa, por la noche. Su nombre es Fenuku y no es un sacerdote cualquiera.

Al fin es el momento de mostrarme ante la sociedad de Menfis, y hacerlo como merezco. Largos años, oscuros como el corazón de Nigus, han pasado desde que la sombra de la muerte se abatió sobre mí. El templo, y su poder me dan miedo, pero nunca tendré que temerles si esta noche todo sale bien. Yeshiemebet preparará la casa, y la engalanará como un gran sacerdote merece, con la ayuda del resto de mis hombres. Melke buscará una concubina del gusto del sacerdote, que quizá quiera pasar la noche con nosotros si la cena se alarga. (1) Misrak estará presente durante la cena, no participará en ella, pero su presencia se agradecerá, su diligencia y su educación son quizá mayores que los mios. Todo estará debidamente preparado para Fenuku. Y las conversaciones serán muy intrascendentales hasta bien entrada la cena. Cuando intentaré sacarle toda la información que posea sobre Set y sus endiablados seguidores. Si bien no podré probar los manjares que serviremos a la mesa, mi vaso rebosará de sangre; debidamente teñida y perfumada, que Misrak irá sirviendo poco a poco en mi copa, mientras Melke servirá la mejor cerveza de que dispongamos en la copa del sacerdote.

Gastaremos un dinero importante en la cena, pero no será en vano. Debemos demostrar al templo de Osiris, que los Setitas tienen en mi a un poderoso enemigo, que buscará alianzas, favores y poder para destruirlos en su raiz: El templo de Set.

La puerta de la alta sociedad es ésta, y aunque no confíe en que son mejores que un puñado de esclavos, son los que tienen el poder. Y al fin y al cabo estamos aquí por ello. Porque le prometí a Nigus que establecería el dominio de la Sangre de Lasombra en Menfis. Y dominio, dinero y poder, son de momento la misma cosa. Estos juegos son divertidos, sobre todo cuando tienes una eternidad para jugarlos, pero no negaré que echo de menos la tensión del combate. Sólo recordar la noche en la que Misrak y yo escapamos Nilo arriba... Se me llena el corazón de alegría y nostalgia de unos latidos que ya no existen. Y de una vida más sencilla, sin tantas responsabilidades, sin... tanto poder.

Quizá el sacerdote conozca a algun inmortal más. En ese caso sería conveniente que no me reconociera como tal. Me excusaré con alguna enfermedad, debida, sin lugar a dudas, a la "incompetencia" de alguno de mis oscuros compañeros. Debemos centrarnos en obtener información, ofrecer nuestra ayuda contra Set, ganar posición social, buscar un acercamiento al resto de poderes de la ciudad; incluido el ejercito de Ahá, y lo más importante y de lo que depende todo lo demas: Hacer sentir al invitado que ésta es su casa. Que en ella sólo encontrará amistad.

- Misrak, ¿dices que Fenuku ya ha llegado? Dime que impresión te ha dado, en un par de palabras y yo mismo iré a recibirle. No debemos hacer esperar a un enviado de Osiris, ¿verdad?

-Parece alguien demasiado sencillo. Oculta algo, yo no me fiaría demasiado -dice el desconfiado ghoul, serio, como siempre.

Y en cierta manera Fenuku resulta ser como Misrak ha sabido ver: a pesar de su aspecto sencillo, apenas reconocible como sacerdote, parece un hombre de aguda inteligencia. Tras una breve introducción que le identifica como sacerdote del templo de Osiris, comenzáis una extraña cena.

-Preferiría que no hiciérais eso, pues sé qué líquido es el que bebéis y me llena de desagrado -dice refiriéndose a tu copa de sangre aguada- Sabemos quién y qué sois, motivo por el cual no se os ha permitido participar en los secretos de la Orden de Isis en el pasado. Las cosas hubieran sido muy diferentes si hubiérais continuado genuinamente vivo. Por desgracia estos son tiempos agitados en los que hace falta tomar decisiones arriesgadas. El faraón ha sido corrompido por las artes oscuras de los seguidores de Set, pero sospecho que necesitan estar cerca de él para continuar con su manipulación. Quiero que encuentres al setita responsable y te encargues de que no pueda volver a acercarse al faraón, aunque sea durante un tiempo. Me da igual cómo. Aunque sólo consiguieras información, ya nos sería de ayuda. Si participáis en esto, os abriré las puertas de la Orden...

- Amigo Fenuku, mi humilde morada está abierta para vos, sin embargo os incomoda mi "nueva vida", y lo que ello conlleva. Es una contradicción bastante interesante, puesto que tuve que convertirme en lo que soy por ayudar a la Orden en el pasado, cuando era una mera sombra (1) de lo que es hoy en día. Seguro que recordáis a la sabia Theoris. Me gustaría saber que fue de ella. Sus inteligentes palabras aun resuenan en mi mente. Y el compromiso que adquirí con ella sigue vivo en mi quieto corazón. Cumpliré con mi palabra, pues sigo siendo un guerrero, y sigo conservando mi honor intacto. Aunque ello suponga ponerme en peligro. Sin embargo, los hombres que veis a mi alrededor no son esclavos. Son mis compañeros. Hombres libres que, aunque no pudieron elegir acompañarme, ahora nunca me abandonarán. Ellos no se verán afectados en ésta venganza particular. Y la orden los aceptará como siervos o aprendices del templo en caso de que a mi me pasara algo.

Desde luego este Fenuku es un hueso duro. No esperaba que fuese tan directo, pero eso me da pie a serlo también yo.

- Fenuku, -digo mirandole fijamente a los ojos, en un tono amistoso pero interrogatorio.- ¿Con cuantos inmortales creeis que tengo que lidiar en la misión que me encomendais? ¿Cuantos de ellos NO son seguidores de Set? ¿cuantos están en Menfis? (2) Sabeis de sobra que no poseo tanta información como vos, pero no pondré en peligro mi casa y mis amigos sin un buen motivo. Quiero vuestra palabra de sacerdote, por vuestro honor y vuestra vida ultraterrena, de que si mi misión finaliza con éxito, Aen-Ka-Beles será el nuevo miembro de la Orden de Isis. El ÚNICO (2) inmortal. El que os llevará a la victoria sobre el pérfido Set.

No me fio de él. Debí aprender a mirar en la sangre de los demás como hacía Nigus. Estoy convencido de que es un ghoul. Y de que, por supuesto, hay algún vástago más en la Orden.

-Tenéis mi palabra de que si algo os pasara el templo de Osiris acogería en su seno a vuestros protegidos. En cuanto a Theoris, lamento deciros que no hace tantos años que estoy en Menfis, de manera que sólo me han llegado las noticias sobre sus hazañas, pero jamás la conocí en persona -dice en tono respetuoso pero carente de verdadera emoción- Respecto a los inmortales en la ciudad... por parte de los setitas creemos que continúan en un número relativamente reducido, gracias a las restricciones que en su día puso Aha. No más de 3 ó 4, si no se las han ingeniado para burlar la vigilancia de palacio y la nuestra propia. Su líder, Anum, es alguien de gran estatus entre los suyos, o al menos así lo era hasta el comienzo de este reinado. Debe ser tratado como lo que es: sumamente peligroso. Luego hay, por lo menos, dos sacerdotes no-muertos vinculados al templo de Set. No sabemos de otros vástagos en la ciudad a parte de usted y otro más, pero de nuestro lado. Y sí, si la misión finaliza con éxito, os doy mi palabra de que seréis aceptado en la Orden de Isis, pero no seríais el único inmortal. Los hijos de Osiris son sus más fieles miembros y todos ellos lo son -finaliza el sacerdote.

- Pero, mi querido Fenuku, no puedo ignorar que habiendo otros inmortales en el seno de la Orden, no puedan actuar abiertamente contra los Setitas, puesto que de lo contrario no me hubierais pedido ayuda. ¿Es posible, entonces, que los Hijos de Osiris no puedan acercarse al Faraón o actuar en su presencia sin revelarse como tales? Cuéntame, amigo, ¿son solamente sospechas lo que albergais en vuestro corazón acerca de las nuevas compañias del Rey? ¿O hay algo más? Si sabéis el nombre de mi objetivo seré mucho más eficiente. Tened en cuenta que, por el momento, exigís mucho de nuestro acuerdo, pero ofrecéis a cambio poco más que vuestra protección a alguien que ya os juró lealtad. Sed compasivos, - digo mostrando una amplia sonrisa y dando un trago de mi vaso- y ayudadme a ayudaros. Decidme por donde empezar, decidme que podré asesinar a quién exija el éxito de la misión, decidme que podré ocultarme con vos de la ira del templo de Set una vez que ocurra, y sobretodo, decidme que toda la conversación que hemos tenido ésta noche, incluida mi identidad y la vuestra son un secreto que os llevaréis a la tumba y no revelaréis a nadie de fuera de la Orden. Mi casa, mi identidad, mi condición, mis negocios y mis amigos quedarán al margen de esto. Y nadie fuera de la Orden debe conocer mi relación con la misma. ¿Aceptáis?

Así que Fenuku es inmortal, no puede ser de otra manera. Ha resistido la dominación como si fueran sugerencias. Pues vaya. ¿No está cenando? Me vendría bien poder ingerir comida como él. Lo que no entiendo es porqué le desagrada verme hacer lo que hacemos. No puede ser un ghoul, al menos no uno cualquiera, si resiste la dominación tiene que llevar años ingiriendo una sangre muy poderosa. Quizá los mismos rituales que me impedian el acceso al templo, protegen a Fenuku de la influencia mental de los vástagos. Casi está claro. No tengo opción. Eliminaré al setita en cuanto le tenga localizado. Y si la órden me traiciona venderé todos sus secretos a Set. Si cumplen con su parte del trato, me encantará conocer la fuente de su resistencia. Y sobretodo, aquellos vástagos que se hacen llamar los Hijos de Osiris. Será interesante mantener una conversación con otros inmortales.
Al fin y al cabo nuestro objetivo es mantener dominio, más alla del civil. Es la sociedad de los vástagos la que debe ser dominada por el chiquillo de Nigus.

-Anum, el sumo-sacerdote de Set, de bien seguro está implicado en todo ello, pero desconocemos de sus movimientos, más allá de lo que revela la corrupción a su paso. Por eso pensamos que ha sido él y no otro el que ha manipulado la voluntad del faraón. Sus dos chiquillos, Ashai, un sacerdote apocado y trabajador y Joseth, tal vez el más peligroso. Sabemos que tiene actividades "clandestinas" en una cervecería-prostíbulo del barrio bajo, pero hay demasiada gente en ella como para saber qué es lo que planean desde allí -revela en voz baja el sacerdote, demostrando una gravedad que parece desentonar con su presencia.

-Por otro lado está el tema de los Hijos de Osiris, claro. Yo mismo lo soy y hay otros dos en la ciudad. Pero somos cabezas demasiado visibles como para que no nos sigan y tengan controlados. Esta misma visita es arriesgada, pero entenderéis que la situación lo exigía. Si actuáis como se espera, tú y los tuyos tendréis protección en el Templo de Osiris hasta que todo se calme -añade, primero siguiendo con el tono bajo y luego creciendo para convertirse en una promesa firme.

Bien, creo entonces que vuestra situación es desesperada, y veo que por fin hablais con prudencia. Eso me alegra, pero no veo que, en concreto esperáis que haga. ¿De verdad esperáis que me encargue de él? ¿Acaso creeis que me gustaría ganarme un enemigo tan poderoso? Quizá necesite algo que me ayude en mi cometido, porque ya sabeis, que nadie puede escapar de las sombras, especialmente por las noches.

Bueno, (1) ya está claro. Investigaré y tantearé el terreno. Supongo que un inmortal sabrá esperar a que los planes que encarga a los demás tengan éxito. Tardaré, no se cuando pero tardaré. No pienso suicidarme. Si estáis conforme, que como mente razonable que sois, estaréis; tengo una última pregunta para vos.

¿Porqué os repugnaba mi bebida, si compartis mi condición?

-Porque hace más de doscientos años que no pruebo sangre humana, pero puedo distinguirla perfectamente con sólo olerla. Y Anum, ese con el que os enemistaréis, ya debería ser enemigo vuestro si sois, como decís, afín a la Orden de Isis. Él es la personificación de todo mal, fiel servidor de las tinieblas entre las que se esconde el corruptor halo de su maligno señor Set. Debe ser eliminado, pero ese no es vuestro cometido. Vuestro cometido no es suicidaros, es alejarlo del faraón. Del resto nos encargaremos nosotros -sentencia el sencillo sacerdote.

Muy bien, Fenuku. Me pides que aleje del Faraón a un ser cuyo poder podría rivalizar con el de mi sire. Pero sólo encuentro una manera. Quizá podría intentar interesarlo en otros menesteres, pero ya soy públicamente un ferviente servidor del templo de Osiris, por lo que me será dificil contactar con el de un modo seguro. Puedo intentar atraer su atención sobre el mundo de los negocios, puedo hacerme pasar por un aliado de Set recien llegado de sus viajes, puedo intentar hacerle ver que la oscuridad tiene diversos metodos...

Pero si esperáis que actue sobre el Faraón, lo que sería mucho mas rapido, necesitaré una vía de entrada a Palacio. Vía que, por mi origen humilde, no poseo, y ni tan siquiera vislumbro. Yeshiemebet, uno de mis servidores puede entrar en palacio como esclavo y espiar para nosotros, pero un servicio de la magnitud del que me pedís debo realizarlo en persona.

Conseguidme un acceso al templo, presentadme al faraón y yo le convenceré de la conveniencia del establecimiento de rutas comerciales. Al fin y al cabo todos sabemos que el Rey es mortal, aunque no debamos decirlo, y a nadie más que a ellos les gusta el Oro. Sobretodo si tienen prisa.- Rio descaradamente.

Conseguire desviar la atención de Ahá. No volverá a atender los ruegos de Set. Cumpliré mi cometido y Osiris se beneficiará de ello. Convertiremos a nuestro amado Egipto en un importante país de comerciantes. Prosperidad, rutas y progreso. Una mejor vida para todos y una mejor no-vida para disfrutar. Pero Set intentará vengarse, y no dudo que Anum urdirá una venganza, por ello tambien os pido que el Templo de Osiris vigile las actividades de sus chiquillos. Y me informe personalmente o mediante mis ghouls. ¿Aceptais entonces las condiciones que os propongo, o debemos esperar al amanecer para sellar nuestro pacto y ponernos a trabajar?

Me muestro impaciente. La vida del comerciante oxida mis capacidades, que son las que precisamente me granjearon la atención de Nigus y su regalo de inmortalidad. Lasombra y su sangre bailarán una vez más a la vista de los demás inmortales de Menfis. Aun sigo pensando que necesitaré mirar en la sangre de los demás como hacía Nigus. No puedo volver a entrevistarme con nadie sin saber delante de quién estoy.

-No puedo conseguiros entrevista alguna con el faraón y no puedo granjearos el paso a palacio. Todo eso lo deberéis conseguir vos si quisiérais y estoy seguro de que lo podéis hacer. Sí puedo describiros al sumo-sacerdote de Set e informaros de lo que nos enteremos sobre sus movimientos...(1) No os dije que fuera a ser sencillo ni que os fuera a poder ayudar demasiado. Pero podéis creerme que la Orden no se quedará quieta ante tal atropello. Cueste lo que cueste, los sacrificios de sangre cesarán -sentencia con una gran dosis de convicción.

¿Sacrificios de sangre? ¿A eso se dedica ahora el emperador? La corrupción ha tocado techo en estas tierras. Los Setitas deben ser detenidos. Supongo que a cualquier precio. Fenuku, tienes mi palabra, cumplire lo que me encarga la orden. Podéis marchar tranquilo. Contactaré con el Faraón y atraeré la atención de Anum sobre mí, despues de todo es mucho más util el oro que la Sangre. Al menos para un Mortal. Podeis marchar tranquilo, aunque si lo preferís, y puesto que el amanecer estará cercano; podeis quedaros en mi casa, vuestra presencia en ella la ennoblece.

Sacrificios de sangre. Esas tres palabras resuenan en mi mente. Qué Dios podría quererlos sino Set. Parece que nuestro querido Ahá ya no existe como tal. Supongo que Set ha poseido su alma y la ha corrompido. ¿Oí a Nigus hablar de poderes parecidos? ¿La dominación puede llegar al nivel de anular un alma libre y suplantarlo por otra? No debo preocuparme. En cualquier caso estos malditos setitas simplemente adoran a las tinieblas. Mi sire, y el sire de mi sire, eran la propia oscuridad. Quizá deba acercarme con Yeshiemebet y Melke a la taberna-burdel de los barrios bajos. Tantear el terreno es simepre importante. Y quizá obtenga más imformación. El vástago que trabaja para la orden sin duda debe estar por allí. Contactar con el debería ser prioritario.

Dicho y hecho, te acercas hacia el sórdido lugar. Viendo el aspecto que presenta, prefieres tomar la precaución de entrar primero y, si no pasa nada, que entren al cabo de unos minutos, para que no sea tan fácil relacionaros.

Un poco de reposo, algo de organización, muchos planes mentales. Eso es el resumen de tu estado mental tras los incidentes de la cervecería, huyendo de las armas y, sobre todo, del fuego, junto con tus fieles ghouls. Nada parece estar saliendo demasiado bien, excepto tal vez tu encuentro con el vástago de la piel de ébano.

Cita :
 

Piensas ya en el futuro cercano de la incursión a palacio, pensando en qué llevar exactamente, en las formas más bien desconocidas de sus estructuras, en todo ello en conjunto, cuando te avisan de que un hombre de una importante familia desea verte.

El íbero, curiosamente, habla un idioma común con los sirvientes negros, pero egipcio con los sirvientes egipcios. Parece que esté organizando algo, haciendo llamar a gente para hablar con ellos o para que le traigan noticias... Los sirvientes en sí no llaman tanto la atención, a parte del hecho de ser negros, lo que ya no es tan peculiar, dado el expolio que ha hecho el faraón hacia las tierras meridionales. Tampoco tienen símbolos o ropajes especiales, todos parecen haberse adaptado sin muchas dificultades a la cultura egipcia. En todo caso, la mujer negra, de gran belleza, tiene unas marcas en la muñeca, en la propia carne(1)...

El mobiliario de la casa es de buena calidad. De hecho, para comenzar, existe. Tiene cosas hechas en madera, más de lo que puede decir la mayoría de la población de la ciudad. Tiene, además, unas alfombrillas de cañizo suave y cojines rellenos de plantas frescas. No obstante no llega a grandes demostraciones de riqueza. La tiene, pero no se preocupa en hacerla ostentosa.

Finalmente, ya con el aspecto de uno de los hermanos de un importante cabeza de familia de la ciudad (uno de aquellos fáciles de reconocer, cuya nariz peculiar es un rasgo compartido con el hermano que te has decidido a "encarnar"), te acercas a conversar con el vástago, que es avisado por sus sirvientes de tu presencia.

El extraño se acerca al señor de la casa con paso seguro.
Se trata de un egipcio de ropas* elegantes y aspecto de ser alguien de cierta importancia.

-Señor Aen-ka-beles, hermano de la noche.

Un destello parece brillar en fondo de sus ojos al tiempo que una velada sonrisa permite discretamente al ibero vislumbrar uno de los colmillos del recién llegado. Tras ello mira a su alrededor, midiendo la situación, observando a los sirvientes de la casa.

-Podríamos quizás hablar un momento en privado?

Una vez que se ha asegurado de que su conversación transcurre, o bien en privado o bien en presencia de aquellos que cuentan con el beneplácito de su anfitrión, el vástago continúa.

-Aen-ka-beles. Hermano de la noche. Disculpad mi intromisión, pero creo que hay graves asuntos que nos interesa tratar con la mayor brevedad posible. Pero pasemos primero algunos preliminares. La verdad es que mi nombre es lo de menos, pero suele ser cortesía. Podéis llamarme Nosfer pues así es como se me conoce. Vos preferís el nombre de Aen-ka-beles o quizás preferís usar otro?

Mira durante un momento a su igual antes de seguir.

-Hechas las presentaciones permitidme que sea directo. Soy uno de los vástagos que habita la ciudad, como vos. Aunque mi origen es local y el vuestro, obviamente, no. No me entendáis mal, eso no os desmerece ni pretende ser un insulto. Simplemente implica que quizás, solo quizás, este yo mas implicado en el devenir de esta ciudad y sus asuntos que vos.

Mientras habla, Nosfer parece prestar atención a su alrededor. Sus ojos no paran de desviarse hacia cualquier lado, vigilantes, atentos. Se mueve con paso lento alrededor de la estancia en un lento ir y venir constante. No llega nunca a girar tras su interlocutor, pero casi.

-Y este es un momento oscuro para esta ciudad y su futuro. Pero vos eso ya los sabéis. Se incluso que compartís parte de la visión que tengo respecto a la situación actual.

-El problema en concreto que nos atañe es Anum.

Tras pronunciar ese nombre los ojos de Nosfer se clavan en los del ibero.

-Se que queréis, vos y vuestra orden, acabar con el, con su poder y su oscuridad. Con el mal que insufla su deplorable culto sobre esta ciudad y el país de Kemet.

-Ese punto en común, ese deseo de librar a esta ciudad, a este país, de semejante lacra, es lo que me a traído hasta aquí.

-Y bien? Creéis que podemos, en cierta manera, colaborar, en este asunto?