Partida Rol por web

Transcurriendo el quinto asalto...

   Con dos de los ogros muy heridos en el suelo, la cosa parece ir bien, pero Ses-I, cosigue golpear confuerza al guerrero de la armadura, pero sigue ahogándose por la magia de Zashi. En cuanto a Heri-Til no acierta, si acierta Me-Nie cuando se acercó para atacar el gran troll con su típico andar encorvado, aupándose unos instanes sobre su otro brazo lanza un mazazo contra su cabeza.

.

Al ver que mis flechas no hacían nada sobre esa criatura, decidí cambiar de objetivo. Viendo que el gran troll tenía algún problemilla con su adversario, decidí probar con aquel a ver si no tenía la piel tan gruesa como su pariente. El disparo no era fácil, ya que no quería golpear al troll, así que esperaba, esperaba, hasta que hallé el hueco. ¡Pero fallé! Estaba empezando a desesperarme...

Para algo si había valido aquella elección de arma, al fin y al cabo. El hostiazo que vio venir hacia su misma cara pudo haber sido de campeonato.

Sintió una sensación encontrada: por un lado, un golpe en pleno gepeto siempre duele lo suyo. Y cuando te saltan los dientes el tema de comer, con lo que le gustaba comer, se podía poner difícil. Por otro lado, vaya pena de cicatrices de las que presumir, oh Oscuridad. Qué oportunidad perdida para limpiar su nombre. Al menos un poco.

El caso es que el largo astil del arma le facilitó librar aquella gloriosa herida.

La muchacha se queda impávida sosteniendo su hechizo sobre Ses-I. Debe mantener la concentración y no moverse para poder continuar afectándole. Si sus compañeros pueden aguantar unos turnos más caerá presa de la asfixia. - Solo necesitan resistir un poco más. - Piensa la muchacha y adelanta su mano con firmeza mientras que sus ojos se fijan en el objetivo. 

Parecía que al no atacar al joven ogro, este se había esforzado enserio conmigo y mas de un golpe parecía ser lanzado con ganas y acierto. - Humilde muchacho, mas vale que dejes tu empeño y te retires de este enfrentamiento. Añado mientras alzo el escudo y lanzo un golpe con la maza. 

La mujer ogro que se está enfrentando a Kuzlass está cada vez más débil debido a los golpes del troll. De rodillas en el suelo, falla su ataque de forma patética y Kuzlass replica golpeando de un modo tremendamente duro a su adversaria. 

   Aunque las flechas no aciertan, si aciertan los trolls. Ur da un buen golpe en la pierna que no puede cubrir el ogro, y el guerrero acorazado detiene el golpe del joven ogro y golpea a su vez, pero no consigue dañarle. Mientras Kuzlass aplasta de un mazazo a la malherida Heri-Tik aplastándole el hombro. Mientras, los poderes regenerativos del ogro Me-Nie, parece que están cerrando la herida y deja de sangrar.

Transcurriendo el sexto asalto...

   El combate parece que entra en la recta final, el joven ogro cada vez boquea más víctima de la magia de Zashi y tanto el ogro como el otro que permanece en el suelo no consiguen acertar a sus respectivos oponentes.

   Sin duda, unos oponentes humanos intentarían rendirse, pero no parece que estos piensen siquiera en ello, tal vez huir si pudieran, pero no están en condiciones.

Ur se las prometía muy felices. Dice el proverbio que cuando tengas al caos en el suelo y entre las cuerdas, simplemente machácalo con lo que tengas a mano. Es una enseñanza muy sabia, porque cualquier bicho inmundo puede llegar a rehacerse si paras a jactarte. Y es bien sabido que a los dioses les encantan estas cosas, y te dan en el hocico en cuanto haces como hizo en esta ocasión Ur.

Se levantó y se permitió una sonrisilla burlona. Levantó su lanza y atacó...

El golpe que dejó tirada en el suelo y muerta a la mujer ogro vino acompañada de un rugido de triunfo del troll negro. Kuzlass tuvo la tentación de morder el cuello de la mujer y probar su carne, pero la batalla aún no había terminado. Aun quedaban enemigos en pie y Kuzlass se movió para ayudar a sus compañeros de batalla.

Ur-El-Que-Se-Comió-Un-Escarabajo estaba tratando de empalar a un joven ogro tirado en el suelo. Kuzlass se acercó con la intención de aplastarlo con un golpe de su maza. Si conseguían acabar con él, solo quedaría el monstruo que se enfrentaba al hombre de la armadura negra.

Con su espada en una mano y con la otra presionando el aire en torno al ogro la muchacha se mantiene impávida ante el peligro. Sabe que sosteniendo su magia un poco más el ogro no tardará mucho en caer inconsciente. 

La victoria está cerca, pero no hay que festejar todavía, puesto que todo es esperable en una situación como esta por ello la muchacha respira calmadamente concentrándose en su conjuro.

Volví a apuntar al nuevo objetivo, ya que al anterior no le habían hecho daño ninguna de mis flechas. Esperaba que este tuviera la piel más blanda o la armadura más endeble. Saqué un par de flechas y rápidamente se las disparé, acertando con ambos disparos. La primera vi que fue más precisa que la segunda, haciendo un ruido metálico al impactar.

Aunque mi contrincante pareciese un muchacho, estaba claro que no se comportaba como tal y que no se rendiría por mas que lo presionásemos. - Cae ya criatura, no alargues mas un sufrimiento innecesario. Pero a decir verdad, era mis fallos a la hora de atacar, lo que le estaban dando ventaja en este combate. 

   Aunque el combate estaba a punto de finalizar, incomprensiblemente Ur falla y Kuzlass golpea de refilon, apenas dañando al acorazado ogro que falla la detención tirado en el suelo. Eso sí, sigue aporreando su pierna derecha.

   En eso están los dos trolls mirando al ogro en el suelo, cuando por fin consigue encajar Aeril un buen disparo. la Flecha atraviesa la cota de malla del ogro en su pierna izquierda. Es más, también atraviesa la pierna y lo clava a la roca, salpicando de sangre a los trolls. El ogro muere, sin que su poder de regenaración pueda impedirlo.

   El caballero golpea con un impresionante mazazo al ogro en la cabeza, pero este permanece sin haber sufrido daño.

.

   El ogro sigue sin sangrar, pero necesita respirar, como todas las criaturas vivas, aún las caóticas. A pesar de no tener heridas físicas, el combate termina. El humo mágico que daña sus pulmones, aunque es invisible para vosotros, ha provocado ya un daño irreparable, cae agonizando y poco después, muere.

   El combate ha terminado, estos ogros están bien armados, fuertemente blindados, con cotas de anillos los dos más jóvenes y con coraza con cota de malla en las extremidades el resto. Es posible que nadie se atreviera a llevar una armadura portada por seres tan caóticos con trolls en el grupo, pero esto se resuelve rápido cuando queda claro que a nadie les quedaría bien estar armaduras, al necesitar llevarlas a un herrero para ajustarlas. Además, cargáis con una estatua.

   Aparte de las mazas, escudos y espadas, no llevan nada encima. Nada que observéis al menos.

.

Los Aposentos de los Ogros.

   Tras el combate, volvéis a mirar, os encontráis en una estancia cavernosa. La parte más larga, que mide unos diez metros como os pueden decir los trolls cuando tengan tiempo, va de norte a sur. Y la más estrecha, de unos cinco metros de este a oeste. Las paredes el suelo y el techo son de roca de arenisca de color amarillento.

   Hay una pila de esteras de diversas calidades amontonadas en la esquina sureste. También hay algo de comida, harapos, huesos y todo tipo de basura por doquier. Los harapos cubren algunos huesos, parecen restos de ropajes y los huesos parecen huesos de criaturas humanoides, quizás humanos.

   Claro que está todo bastante revuelto tras el combate. Los cadáveres de cinco ogros yacen en la estancia. Claro que si queréis, podéis examinar la estancia. O salir, o hacer cualquier otra cosa.

El caos era caos, pero antes estos monstruos podrían haber robado cosas interesantes a otras gentes que no eran caos y, por tanto, haber ahí cosas no contaminadas por el caos y, definitivamente, buenas como botín. Nada de comer, se recordó. Aunque fuera muy apetitoso no debía comer nada. No fuera a provocar una explosión la sustancia sagrada del escarabajo con la sustancia caótica del caos que pudiera tener cualquier cosa, por muy apetitosa que pareciera. Miró al elfo con suma melancolía y se puso a rebuscar sin tocar con las manos, con la punta de la alabarda.

—Ur-El-Que-Se-Comió-Un-Escarabajo —dijo Kuzlass, acercándose al gran troll—. Has luchado bien y has honrado a la Madre Oscura acabando con el Caos. Acércate.

El troll negro silba un plegaria, invocando a la oscuridad protectora y fría, para que sane las heridas de su compañero troll. Al instante, la herida de la pierna de Ur se cierra por arte de magia.

—Busquemos algo de botín y salgamos de aquí. Este lugar apesta al hediondo tufo del Caos.

Kuzlass se unió al gran troll en la búsqueda, olisqueando y silbando para encontrar posibles escondites. Los ogros podían tener algo de dinero o joyas escondidas por algún lugar, y el troll se concentró en buscar oquedades ocultas entre las paredes de roca.

Aceptó el juicio, por supuesto, dado que quien lo hacía era un hermano negro, pero tomó nota de que todavía le llamaba por su sobrenombre, y le pareció bien. Tras la curación procuró no sentirse demasiado aliviado al librarse del dolor, por respeto a la madre oscura, y se fijó en si Kuz le había dejado una cicatriz que pudiera lucir, quizá entrevista tras un artístico roto en su túnica de fiesta o algo semejante.