Partida Rol por web

-Podemos continuar. Respondió Udokal mientras sacaba el cuchillo y dejaba el hacha en el suelo. Pero necesitamos la piel de estos lobos para Keloa. A no ser que queráis comerlos también. Yo puedo cargar con uno.

Esas pieles serían muy útiles pero tardarían unos minutos en despellejar a los lobos. Tampoco sabía como andaban de comida, hasta ahora el grupo no había mostrado ningún problema en compartir la suya con ellos pero era una situación incómoda para Udokal. La carne de lobo no era muy sabrosa, pero era mejor que nada. Esperó la respuesta de Aeryn, no sabía con que prisa querían irse de allí, aunque parecía que el peligro había pasado, al menos de momento.

Keloa se acerca corriendo hacia el guerrero O'Shar, recogiendo por el camino las jabalinas que había lanzado. En cuanto llega al lado del pelirrojo, lo observa sin agacharse, desde su altura, y tras asegurarse de que está bien, saca su cuchillo Kryll y se dirije a uno de los lobos.

Si tanta prisa tenían, que se fueran, aunque no lograba entender qué más les daba ir más rápido o más lento, si los enemigos en el camino iban a ser los mismos. Que ella supiera, nadie los seguía... Precisamente porque se acercaban cada vez más a sus enemigos. Lo que sí sabía era que necesitaba aquellas pieles y cualquier arma que pudieran llevar encima los pieles verdes... Aunque no recordaba haber visto ninguna que le sirviese.

No entendía ni pretendía entender la conversación que tenían los demás del grupo, pero parecía que siempre estaban discutiendo. No llegarían muy lejos si no se entendían... Ella, que había luchado toda su vida en un grupo de lanceras tan homogéneo, no entendía porqué no podían llevarse bien si viajaban juntos.

Sin embargo, en sus facciones no se muestra ni un ápice de sus pensamientos. Su rostro se mantiene inexpresivo mientras arranca la piel al lobo.

Udokal desvió la vista hacia Keloa que se había puesto a su lado con el cuchillo en la mano.

-Tienes unas magníficas jabalinas. Dijo sonriendo, aunque sabía que todo el mérito de los aciertos de Keloa se debía a su pericia y no a los palos que le había tallado. Estoy por hacerte una lanza también si el resultado es igual, no habrá bicho que se te ponga por delante.

Mientras sostenía su cuchillo en la mano se dispuso a despellejar a uno de los lobos para conseguir su piel, pero antes de comenzar volvió a dirigirse a su compañera.

-¿Prefieres que nos los llevemos? Cuando paremos a comer los despellejaremos tranquilamente y además nos servirán de alimento. No debemos abusar de su hospitalidad. Señaló al resto del grupo tras su último comentario.

La carne de lobo no era ni mucho menos un manjar pero era comestible y Udokal era consciente que el consumo de comida del grupo se había disparado con la llegada de los O'Shar. Si podía quería evitar que siguieran gastando sus provisiones en ellos, aunque eso supusiera comer algo peor. Esperó la respuesta de Keloa, al fin y al cabo era ella la que estaba pasando frío e incomodidad.

Espera, Voki. Parece que los Oshar tienen otros planes.

Phey tiró suavemente de las riendas hacia la izquierda para poder ver el origen del retraso sin tener que torcer el pescuezo. Con él, el guía también pasaba a orientarse en el mismo sentido, al ir en la grupa del mismo animal.

¿Qué es lo que dicen, Aeryn? Les veo junto a los lobos en vez de seguirnos. Si lo que quieren son las pieles... tal vez Voki pueda ayudarles a desollar el cuero. Si es que esa se encuentra entre una de tus habilidades, guía.

Phey era un chico de ciudad. No tenía ni idea de cuánto les podría retrasar que ahora Udokal y Keloa se pusiesen con semejante tarea. Tal vez la experiencia de Voki como montaraz podría reducir ese tiempo.

Alegre observó la labor de los bárbaros con un gesto de impaciencia.

—No voy a hacerlo mucho mejor que los O’Shar —le respondió a Phey—. Ellos viven en las zonas más heladas del norte. Si no supieran hacerse de pieles ya estarían todos muertos —se inclinó en la montura y escupió a la nieve—. Viviendo donde viven, están acostumbrados a no desaprovechar ninguna oportunidad de conseguir alimentos y abrigo. —miró a Aeryn—. Sólo diles que se apresuren.

Echó un vistazo alrededor, para asegurarse de que no había ningún otro de esos bichos en las cercanías.

- De acuerdo, pero intentar hacerlo lo más rápido que podáis, no sabemos si esas dos... cosas -les dijo a los dos Oshar señalando, con un mohín de repulsión, a los Graunts- estaban acompañados. Deberemos ponernos en camino ya.

Dio media vuelta a la yegua dándole la espalda a la pareja y situándose a la par que la sacerdotisa.

- ¿Estás bien? No te preocupes que llegaremos pronto a las minas. -Le aseguró con total confianza a Hanne.

- Oh si... estoy bien - Responde la sacerdotisa acompañando sus palabras con una ligera sonrisa. - Nadie ha salido herido, bueno, al menos no demasiado herido y los dos O´Shar nos han ayudado mucho - Ves que intenta evitar mirar a los O´Shar mientras estos despellejan a los lobos.

Udokal despellejó con cuidado a su lobo intentando aprovechar al máximo cada trozo de piel útil. El trabajo aunque casi mecánico para él no estaba exento de dificultad. Consiguió sacar la piel entera y perfecta, lista para ser adaptada al mejor uso que se le pudiera dar.

-Con esto estarás mejor abrigada, es buena piel. Dijo a Keloa señalando la piel del lobo.

Satisfecho dejó la piel a un lado y combinando su destreza con el cuchillo o bien algún golpe de su hacha troceó al lobo separando todas las partes que pudieran resultar comestibles. Cuando terminó recogió los trozos de carne resultantes entre sus brazos y se acercó al pequeño Voki, que parecía estar al cargo de los víveres de grupo o al menos de su preparación y le ofreció la carne.

Ante la idea de Udokal de llevarse los lobos como alimento, Keloa enarca una de sus cejas pelirrojas.

- Creo que podré cazar algo mejor que esto con mis estupendas jabalinas... -Explica volviendo a mirar al lobo que está despellejando y sin cambiar su rostro ni un ápice.

- Intentaré hacerme unas botas y una capa para cubrirme del frio una vez acampemos.

Explica de nuevo a modo informativo hacia Udokal, ya que los demás no podrían entenderla y se había acostumbrado a casi ignorarlos. Excepto a la mujer del cabello de Sol. Aunque estaba ocupada con los demás, así que tampoco se dirigía a ella. En cuanto acaba de quitarle la piel al lobo, limpia su puñal Kryll en la nieve y lo coloca en su cinturón. Arrastraría las pieles hasta el campamento y una vez allí se haría unas botas. Lo haría ahora mismo y así avanzaría más rápido, pero los demás parecían tener tanta prisa por meterse en las fauces del lobo que no quería entretenerlos más.

"El ultimo tramo de vuestro viaje transcurre con tranquilidad, al cuarto día desde el encuentro con los Graunts, observáis en el cielo el humo producido por centenares de chimeneas trabajando a pleno rendimiento, pero no es hasta esa misma tarde que divisáis las imponentes murallas de la colonia minera.

La Colonia Minera de Zhurant se levanta al pie de la ladera sur de una colosal montaña. La muralla, de enormes bloques de piedra gris se eleva a casi 20 metros de altura, mas que la mayoría de murallas que habíais visto hasta entonces. Esta, durante un tramo de alrededor de 1200 metros va paralela a la ladera, hasta que quiebra casi en perpendicular para estrellarse contra la montaña.

La parte inferior de la montaña ha sido cortada a modo de gigantescos escalones o niveles, estos escalones llegan hasta una altura de unos 100 metros.

Un caudaloso rio, el Narakal surge por debajo de las murallas pasando a unos 200 metros por vuestra izquierda

En torno a la muralla todos los arboles a menos de 1 kilometro, han sido talados, de eso son testigos los miles de tocones que asoman entre la nieva.

Sobre la muralla ondean al frío viento estandartes purpuras en el que aparece el grabado de una enorme gema azul rodeada de una muralla gris.