Partida Rol por web

Keloa no se inmuta cuando el brazo del minero empieza a ceder. No aparta la mirada de la de él, sin mirar siquiera los brazos. Enarca una ceja cuando ve que el hombre recupera la posición, pero el único cambio en ella es el de ver aumentar la tensión de los músculos de su brazo. Frunce el ceño para acabar de una vez con aquel absurdo juego. No había sido tan divertido, después de todo...

Cuando el brazo de Keloa acaba por vencer toda resistencia de el del minero, y estrella este contra la mesa, se hace un largo silencio en la sala. El minero que reto a Keloa, con los ojos abiertos de incredulidad no puede si no observar su brazo derrotado.

Entonces, otro de los mineros grita: !MI BOLSA! al tiempo que echa su zarpa sobre el pequeño brazo de Pazzo... otros mineros, automaticamente echan sus manos hacia sus propias bolsas, solo para comprobar y mas voces se suman a la primera...

¿Bolsa?

El cruzado va constriñendo su ceño según va entendiendo la situación. Imitando al minero que tomó del brazo a Pazzo, hace lo mismo con la muñeca opuesta.

La has armado bien, pequeña Naiss. Ni pienses en manipular a los Oshar para que te defiendan por la fuerza: no pelearán contra mí.

Phey estaba muy seguro de lo que decía. Se agarraba a la deuda de sangre de los Oshar como única esperanza de que Udokal no le partiese la nariz de un puñetazo. Solo tenía que mostrarles a los gigantes que Pazzo y él estaban en dos bandos distintos, y evitaría que esto terminase en una pelea de taberna. Al menos, eso esperaba.

La situación se va caldeando por segundos en el taberna... cada vez hay mas voces que gritan sobre matar a la joven Pazzo. Si eso le sumanos el alcohol que llevan encima...

Sin poder conciliar el sueño, comienzas a escuchar voces aun mucho mas altas que hace unos instantes, coreadas por mas de un minero que dicen algo como "Matar a la maldita ladrona..."

Keloa ya se preparó, se puso en posición de competir y empezó. Se pudo ver desde un principio que el minero no tenia ninguna oportunidad, con la mirada fría y la fuerza al máximo, la pelirroja no le dejó respirar. Acabó ganando al minero y el silencio se apoderó del sitio.

Maldito silencio, Pazzo necesitaba el ruido, el barullo, eso es lo que cubría su inmoralidad. Llego demasiado rápido, no le dio tempo de acabar su ultimo robo y el dueño legal de la bolsa reaccionó como una mujer histérica. Si uno grita todos reaccionan, no solo se dio cuenta éste de su penuria, los otros se enteraron también.

¡¡¡La cagaste, otra vez la cagaste!!! Pazzo no dejó de repetirse eso una vez tras otra. El corazón se le iba a salir del pecho por la fuerza de sus latidos. No es la primera vez que la han pillado, pero esta vez ya acumuló un buen botín hasta descubrirla. No se iba a librar, de esta no. La otra vez solo la dejaron inconsciente por la paliza que le dieron.

El minero no tarda en reaccionar y la agarra del brazo, Phey lo imita enseguida y la sujeta del otro. ¡Maldito! ¿por qué habrá bajado? No importa, uno de más o de menos para acusarme no cambiara mucho la situación.

La sorprendió la acusación de este. Era una ladrona, pero no iba a usar a otros para librarse de su fallo. Alguien ya pagó por sus errores hace mucho, mucho tiempo. Tenía que haberlo dejado entonces, pero en vez de eso fue a más, cada vez más atrevida. Ya nada le quedaba por perder.

¡Estás muy equivocado, mi guerrero sagrado! Era claro que el no la iba a ayudar en nada, no tenia porque darle explicaciones o pedirle nada. Luego, entre el vocerío y el alboroto mira hacia los dos pelirrojos y les grita para que la entiendan.
-¡Adiós, O'shars! Esto... yo... Las lágrimas invadieron sus ojos y el miedo cortó su voz. Ya era tarde para decirles nada. Su suerte estaba echada, solo esperaba que la muerte llegara rápido.

Udokal sintió la seguridad en la mirada de Keloa y estuvo tranquilo, aún cuando el hombre pareció aguantarle durante un rato y hacerla retroceder, pero la fuerza y la tenacidad de su compañera hicieron mella en su contrincante que acabó rindiendo su brazo.
Udokal no pudo más que reírse al contemplar como el minero miraba incrédulo hacia su brazo con cara de sorpresa. Palmeó el hombro de Keloa a modo de felicitación.

-Bien hecho, eso le enseñará a no meterse con una lancera O'Shar.

Se dispuso a seguir la celebración pero entonces un coro de gritos sonó a su alrededor, mientras uno de los mineros agarraba del brazo a la pequeña Pazzo. Mientras los ánimos se caldeaban cada vez más Udokal fue consciente de lo que pasaba allí.

Malditos tramposos, no saben perder y ahora quieren pagarlas con la pequeña Pazzo. ¡Serán cobardes!

No pensaba permitirles echarle las manos encima a la mujer que tanto les había ayudado desde su llegada. No le pasó por alto el gesto de Phey tirando de la otra muñeca de Pazzo, seguramente intentando separarla del minero bruto, aunque no era suficiente.

-¡Dejazla en paz cobardes! ¡Como le toquéis un solo pelo os lo haré pagar!

Sabía que no entenderían sus palabras, pero al menos su voz fuerte y su tono les dejaría clara la intención de las mismas. Además y sin pensárselo agarró la mano del minero para liberar a Pazzo mientras se colocaba entre la muchacha y el resto de exaltados. Con Phey cubriéndoles las espaldas nadie podría acercarse. Esperaba que el mero gesto hiciera a los mineros retroceder. Si tenían tan mal perder o no querían verse humillados por Keloa, la próxima vez que no jugaran. Udokal permaneció atento y en tensión dispuesto a darle un puñetazo al primer minero que intentara acercarse a Pazzo.

-No te preocupes pequeña, nadie te hará daño. Le dijo a Pazzo cuando les habló con lágrimas en sus ojos.

Con todo aquel jaleo era incapaz de dormir, los gritos cada vez eran más altos y lo único que estaba haciendo allí echada era dar vueltas en la cama intentando taparse la cabeza con la almohada para que las voces no llegaran a ella. Sumamente molesta y muy enfadada se levantó y empezó a vestirse dispuesta a decirle cuatro cosas al posadero, era increíble que permitiera esos jaleos a esas horas mientras la gente intentaba dormir.

Una vez que terminó de ponerse la horrorosa ropa de hombre que le habían dejado salió de la habitación dispuesta a saber qué estaba pasando.

Keloa no tuvo tiempo de disfrutar de la victoria... Victoria que no sabía tan dulce después de todo, en comparación al sabor de la muerte de un piel verde. Pero victoria al fin y al cabo.

Tras un corto silencio, los hombres de aquel clan empiezan a gritar uno a uno, hasta que uno de ellos coge a la pequeña guía de los pelirrojos por el brazo.

¿Qué está pasando?

Ve como el guerrero moreno aparece de la parte superior del edificio, confirmando que había algo allí arriba, tal y como Pazzo les había comentado. Él le dirije a la morena unas palabras después de tomarla por la otra muñeca, lo cual confunde todavía más a la lancera. Al menos hasta que escucha a su hermano.

Aaaaaaaaaaaaaaah...

Entiende lo que él dice y se pone en pie con brusquedad, tirando la silla al levantarse y plantarse junto a Udokal, esperando a ver si éste necesita ayuda.

Su expresión, si bien antes era fría y distante, ahora se antoja malhumorada, con el ceño fruncido. Y por su postura y la posición de sus brazos, está claro que si hay que pelear, no dudará en hacerlo.

- Dejadla en paz.

Ordena sin reparos, clavando su mirada gris en la del minero al que acababa de derrotar en aquel absurdo reto.

Cuando llegas abajo Aeryn ves que entre los mineros y los Oshar, con la pequeña Naiss por el medio están a punto de empezar una batalla campal.
Debe de ser la primera vez que estas delante de humanos Osth y estos no reparan en tu presencia, claro que tu atuendo tampoco ayuda.

El guerrero sagrado también esta allí... cogiendo a la Naiss por un brazo, mientras que el otro.. estaba siendo agarrado por un minero bastante grande y robusto, al menos para ser un Humano Osth... como siguieran así daba la impresión de que iban a partir en dos a la chiquilla.

Entre las voces se escuchaba la palabra ladrona... matarla.. cortarle las manos.. y un sin fin de ideas a la cual mas emocionante para la Naiss.

Esta, esta practicamente llorando y con la mirada puesta en el suelo.

El enorme Udokal cogió el brazo del minero y consiguió romper el agarre que tenia este sobre la Naiss... claro que con el consiguiente daño para la chiquilla (quítate 2 puntos de vida Pazzo)

Asi.. ahora el centro de las iras de los mineros comenzaban a desplazarse desde la Naiss a los Oshar.

Una vez en la taberna, Aeryn quedó mirando asombrada lo que estaba sucediendo allí. Acabamos de llegar y ya están metidos en problemas. Abriéndose paso se acercó a los hombres que sujetaban a la joven que habían visto al llegar.

- ¿Se puede saber qué está sucediendo aquí? -Su voz sonó autoritaria y su gran altura parecía remarcar esa impresión.

- ¿Acaso estas son formas de tratar a su clientela? -En esta ocasión sus palabras iban dirigidas al posadero y se notaba que la joven cada vez estaba más enfadada.- He pagado para poder descansar tranquilamente y no para que unos vociferantes energúmenos estén dando voces y amenacen a mis compañeros.

Se quedó allí plantada, impertérrita, esperando que alguien le diera una explicación y una disculpa.

- Mire señorita - Te dice el Posadero gritando para dejarse oir - Ahora mismo tengo problemas mas importantes de que ocuparme que usted no puede dormir por el ruido. - Si no esta contenta, puede marcharse cuando guste - Y tras decir esto, se volvio de nuevo hacia los mineros, preocupado por que le pudiesen destrozar el local.

Como un ángel bendito, Aeryn bajaba en el momento más oportuno. Phey recurrió a ella para que intermediara con los Oshar.

¡Aeryn! ¡Llévate a los dos Oshar arriba! ¡Están a punto de iniciar una pelea!

Phey se acercó a la barra tirando del brazo de Pazzo. Era comprensible que el tabernero temiese por el bienestar de sus propiedades, pero ahora mismo era más importante traer a las autoridades. Seguro que Pazzo lo pasa mejor en una celda que en medio de una turba.

Posadero, envíe a alguien a buscar a los guardias. ¡Rápido!

En cuanto tiras del brazo de la ladronzuela, (ahora libre del brazo del minero tras la accion de Udokal) para llevartela hasta la barra, 4 mineros muy poco amistosos te salen al paso, bloqueandote el paso. (ellos estan ahora entre tu y la barra y Aeryn.

- Esta no se va a ninguna parte!!! - Te dice uno de ellos. Su aliento apesta a alcohol.

La situación se ha vuelto muy tensa. Por alguna extraña razón Udokal se ha puesto del lado de Pazzo. Puede que él no se dio cuenta de que la acusan de ladrona. Su hermana siguió su ejemplo.

La pequeña traductora esta llorando y empezó a sentirse muy agobiada. El pelirrojo forcejea con el minero para liberar la mano de la pequeña, lo consigue sin mucho esfuerzo, pero el daño que ésta sufrió fue notable.

Con cada latido de su corazón, cada momento se vuelve confuso y tenso. La rubia que acompañaba a todos volvió a bajar. Lo sorprendente es que no le importa en absoluto la horrible escena que sucede a su alrededor, lo único que le importa es dormir. Pazzo intenta hablar pero sus palabras quedan ahogadas por las lágrimas y el miedo.

Otro tirón la saca de su estado de shock y la hace reaccionar porque el moreno la arrastra hacia la barra donde se encontraba la rubia. Al oír las palabras de él, por fin pone en orden sus ideas. Puede pedir ayuda a los O'Shars, llevan tiempo diciéndole que le deben un favor, por su ayuda; pero ahora que la pelirroja a ganado su dinero, ya no tienen que pedir a nadie favores. Pazzo no se aprovecha de la gente buena y aunque los grandullones pueden ser su única vía de escape, con un tremendo esfuerzo y una voz desesperada, les habló.

-¡NO, Udokal no! He hecho algo malo y merezco que me traten así. Lleva a tu hermana de aquí y deja que esto lo arregle yo. Tragó saliva y sollozando habló. Tu y tu hermana estáis libres de cualquier deuda que teníais conmigo.

Buscó con la mirada a la mas guapa del aquel lugar, su apariencia impresionaba incluso en estos momentos.

-Por favor, veo que no te importa ninguno de los que estamos aquí, pero lleva a estos de aquí, se giró y señaló a los O'Shars, mientras siguió hablando a la chica alta en el mismo idioma que usaba con los pelirrojos. Ellos han ganado dinero en un concurso de pulso, pueden pagarte, pero llévatelos. No entienden que se están metiendo en un buen lío.

Necesitaba despejar esa zona y lo mejor era sacar cuanto antes a los inocentes. Se volvió hacia el posadero, si quieres no perder hoy tu negocio ... o tu vida, deberías de poner un poco de orden, tranquilizar a esta gente, yo... yo no pienso irme a ningún lado.

Con su brazo libre y con un tremendo dolor, se secó las lágrimas. Puede que esté roto, el dolor que tengo es tremendo.

-¡Déjeme! Le gritó al guerrero sagrado, mientras intento liberar su mano. Deberías marcharte, esto no es asunto tuyo.

A su alrededor ya se reunieron 20 mineros. Apestaban a alcohol y estaban muy, muy enfadados. Sus caras hizo a Pazzo imaginarse todo tipo de cosas espantosas y desagradables. En realidad necesitaba la ayuda de todos para que no la maten ahí mismo.

Udokal permaneció tenso ante el grupo de mineros que poco a poco se abalanzaba sobre ellos, esperando recibir un ataque en cualquier momento. Devolvería cada golpe con intereses y aunque la diferencia en número era mucha sabía que con Keloa y con Phey y Aeryn de su parte que eran también grandes guerreros, la balanza podría equilibrarse. Tan solo se volvió cuando escuchó a Pazzo gritar de nuevo. Al girarse vio que otros cuatro mineros estaban cortando el paso de Pazzo y Phey hacia la barra y Aeryn. Ahora mismo estaban rodeados. La pequeña Pazzo no paraba de sollozar y les decía que ella era la culpable y que la dejaran, que su deuda con ella estaba ya saldada. Udokal se quedó un tanto desorientado por sus palabras, pero pensó que la chica tan solo trataba de no meter en un lío a los O'Shar. Por supuesto no podía permitirlo, no dejaría que le hicieran daño y menos por aquella bolsa de ridículos círculos metálicos que había ganado Keloa y que parecía ser el origen de todo el problema.

-Keloa, dales la bolsa. No necesitamos esos estúpidos círculos metálicos. Que se la queden y nos dejen en paz.

A Udokal le bastaba con la satisfacción de ver a Keloa ganando al minero que parecía más fuerte y la cara que se le había quedado a él y al resto de sus compañeros. No quería que por eso la pobre Pazzo se metiera en problemas y ellos tenían todo lo que necesitaban pues el jefe de la colonia se había encargado de proporcionárselo. Además tampoco quería ofender la hospitalidad del jefe peleándose con su gente por algo tan estúpido. Udokal esperó a ver que hacía su compañera sin perder de vista a los mineros, al primero que se acercara mas de la cuenta lo estamparía contra la pared más cercana.

Sin dejar de mirar a los ojos al minero que ya había derrotado, clavándole una gélida mirada por la que más de uno ya habría salido corriendo, Keloa asiente a las palabras de Udokal.

Alarga el brazo hacia la bolsa que había conseguido por su victoria, la alcanza y se la lanza al minero con fuerza sobre el pecho. Entre el sonido metálico de los círculos metálicos al chocar, se alza la voz de la lancera.

- Diles que se queden eso y nos dejen en paz. No lo queremos. Y tampoco queremos problemas.

Ni los sollozos ni las lágrimas de la pequeña humana rompen el inquebrantable muro de frialdad alrededor de la O'Shar. Su mirada sigue clavada en aquel hombre, con la barbilla alzada y desde la superioridad de su estatura, pero todos los allí presentes saben a quién le habla... A quien les había servido como traductora hasta ahora. Y también saben que, aunque su voz es femenina y suave, la pelirroja podría dar muchas complicaciones en una pelea. Todos los allí presentes lo habían visto.