Partida Rol por web

Pazzo aprovechó el barullo formado y metió la mano en el bolsillo. Cogió la ultima bolsa de dinero que le quedaba y la dejó  caer al suelo. Al moverse entre el moreno y la rubia, les dio una patada lo más fuerte que la situación le permitía. Así se libró de cualquier otra prueba. Bastante tenían con haberla pillado al coger a la tercera.

Udokal siguió golpeando con fuerza a todos los mineros que se encontraba en su camino con una furia que iba en aumento por momentos hasta que no pudo soportar más el estridente chillido que le martilleaba en la cabeza una y otra vez. Se volvió y al comprobar que era Pazzo la causante de semejante sonido cogió a la pequeña chillona y la lanzó contra una de las ventanas haciéndola salir fuera de la taberna. Por un momento todo se mantuvo en calma y en silencio.
Mientras tanto Voki descansaba tranquilo en su celda y algo aterrizó bruscamente sobre el, era también pequeño y con ropas verdes como él pero no paraba de gritar.
El O'Shar se agarró de los brazos de Keloa y Aeryn y se dirigió a la parte de arriba. Al pasar junto a Phey le guiñó un ojo y le susurró cariñosamente:

-Tu y yo mañana, "culito bonito".

El escandalo de la pelea se iba extendiendo cada vez mas por la colonia. Por la puesta entraron 4 guardias con caras de pocos amigos, justo en el momento en el que Udokal se preparaba para romperle algún hueso a algún infortunado minero y su compañera se preparaba para hacer practicas de lanzamiento con otro.

A medida que los mineros y clientes iban reparando en los recién llegados, el silencio se iba apoderando del lugar. Estaba claro que no era la primera vez que los mineros se encontraban en una situación parecida. Unos inconscientes, otros magullados y otros aun con parte de mobiliario en sus manos (sillas principalmente) fueron apartándose timidamente de los bárbaros al tiempo que se deshacían de sus improvisadas.

El posadero, mas aliviado corrió hasta los guardias, sin duda alguna para relatar lo ocurrido.

Los guardias, al contrario que los mineros, van armados hasta los dientes, ballestas, espadas, hachas y cuchillos, sin aparente uniformidad entre ellos.

Lanzó un suspiro de alivio. Ahora que había llegado la guardia, las cosas volverían a la calma.

Aeryn, sería bueno que le explicases a Keloa y Udokal la situación. No podemos tener a las dos únicas traductoras del local abrazándose al pie de las escaleras todo el tiempo. ¿Tienen alguna palabra para autoridad? Si no la tienen, cuéntales que estos señores son los encargados de hacer cumplir las leyes. Estoy seguro que hasta un grupo tribal como el de nuestros compañeros tiene sus propias normas, y saben de la importancia de obedecer a la autoridad.

Tras acercarse a la Alhyon, permaneció de pie, junto a las escaleras, para colaborar con la justicia por si acaso le requerían para tomar declaración.

Udokal estaba a punto de asestar otro golpe a uno de los mineros que tenía enfrente cuando vio que todos se apartaban y alejaban de Keloa y de él y cesaban en su actitud violenta. Los que tenían en sus manos sillas o palos los soltaron. Udokal sonrió satisfecho de que se hubieran dado por vencidos y admitido que no podían con ellos, cuando vio que los causantes de todo aquello eran cuatro tipos bien armados como los que los habían recibido a las puertas y que debían ser los guerreros personales del jefe de la colonia. Con la situación aparentemente controlada Udokal se paró a descansar y a recuperar las energías que había perdido durante el combate. Ahora la pequeña Pazzo ya estaba segura y fuera de peligro pues aquellos hombres no dejarían que los mineros se salieran con la suya.

La situación se descontrolaba por momentos y Aeryn sólo podía esperar a que la guardia llegara de una vez por todas. Viendo el comportamiento de los O'shar, le parecía un auténtico suicidio intentar razonar con ellos y mucho menos meterse en mitad de aquella pelea, cosa que ni por un segundo había pensado hacer.

Se quedó sorprendida y sin saber qué hacer cuando la causante de todo aquel desastre se abalanzó sobre ella llorando a moco tendido. Ni un gesto ni una palabra de ánimo salieron de Aeryn, incapaz de entender tal comportamiento en público, considerándolo una muestra de total y absoluta debilidad.

Respiró tranquila al comprobar la llegada de la guardia y el efecto causante en los mineros, apartó con un ligero empujón a Pazzo mostrando cierto desagrado en su rostro y, haciendo caso al sacerdote, se acercó a los bárbaros para intentar razonar con ellos. La situación había cambiado y esperaba total colaboración por su parte, aunque en el fondo sabía que aquello iba a ser más fácil desearlo que conseguirlo.

- Udokal, Keloa... Estos hombre son la guardia del lugar, gente que cuida porque las normas de convivencia se cumplan y de esa forma poder evitar altercados como estos. ¿Me entendéis?

Tras recuperar energías durante un instante Udokal sacudió su cabeza con rabia a la vez que gritaba de rabia. Se impulsó hacia delante con dos poderosas zancadas y saltó por los aires sobre el grupo de mineros que tenía delante con intención de derribarlos a todos.

-¡UUUUUAAAAAAAHHHHHHHH!

Después de haber puesto en peligro a Pazzo y a Keloa no iba a permitir que aquellas bestias salvajes incivilizadas se salieran de rositas.
Ni siquiera vio o escuchó a la pobre Aeryn intentando hacerle entrar en razón pues en aquellos momentos estaba fuera de todo razonamiento.

Pazzo lloraba desconsoladamente con la cara oculta en la ropa de la rubia. De poco sé enteŕo cuando los guardias entraron en el local. Escuchó a sus espaldas a alguien hablar pero no le prestó mucha atención, parecía ser el moreno. Por lo menos dejó de gritar como loca y eso ya era todo un logro. Solo suspiraba y lloraba.

Sintió como la rubia le dio un pequeño empujón y se sorprendió en gran manera. ¿Qué pasa con esta gente? ¡No tienen corazón! Miró a la chica en los ojos, pero la vio alejarse. Al verse rechazada por la única que podría ser algo comprensible a su sufrimiento y angustia se empezó a secar las lágrimas con las mangas de su blusa.

Empezó a mirar a su alrededor mientras seguía sollozando y se dio cuenta de los 4 guardias. La respiración se le paró y estaba segura de que hasta el corazón le dejó de latir. El momento no debe de haber sido más de unos segundos, pero a ella se le hizo eterno. Ver a los guardias con caras de enfado la paralizó por completo. Las manos empezaron a sudar y el rechazo natural que sentía hacia la autoridad la hizo reaccionar como un gato ante el agua.

Volvió a reaccionar cuando escuchó a la rubia intentando hablar con los O'Shar. Asintió ante sus palabras ya que sabía de sobra de son encargados. Dudó mucho de la efectividad de sus palabras y la prueba no tardo en llegar. Udokal, que parecía haberse calmado, empezó a andar hacia los mineros y al final se abalanzó hacia ellos. Pazzo cerró los ojos y se tapó los oídos con las manos.

Mientras Aeryn se intentaba hacer entender con los Oshar, Udokal era totalmente ciego y sordo a su presencia. Aun dominado por la furia salto sobre los mineros que retrocedían en aquel momento, llevándose con su cuerpo al suelo a tres de estos.

Los guardias, no tardaron en pasar a la acción, y estos no estaban ni borrachos ni eran inexpertos luchadores como los mineros. En segundos cuatro de ellos se abalanzaron sobre el gigantesco Oshar golpeándolo con saña, patadas, puñetazos e incluso con palos.

Para asombro de Phey, la cosa fue a peor. Udokal siguió pegando a los lugareños, obligando a la intervención de la autoridad, más que justificada.

Pero... ¿Qué le dijiste, Aeryn? ¿Traduciste bien? No entiendo porqué Udokal se sigue comportando así.

El bárbaro le estaba decepcionando completamente. La excusa del engaño de Pazzo no podía valerle para siempre, ahora que Aeryn intervino aclarando las cosas. El Oshar es un perro rabioso. En su entorno eso puede estar bien, le ayuda a sobrevivir ante las bestias salvajes, pero aquí ese comportamiento no tiene lugar.

Keloa no se relaja cuando ve aparecer a aquellos hombres con extrañas ropas como las de los guerreros que se habían encontrado en el bosque... Puede que los mineros hubieran retrocedido, pero... Sabía que Udokal no lo haría. Apenas tiene tiempo de escuchar las palabras de Aeryn cuando su compañero se lanza contra los mineros y es placado por los que la mujer de cabellos de Sol había llamado "la guardia".

- ¡BASTA! -Grita frunciendo el ceño y acercándose a Udokal con un par de zancadas- ¡No puede controlarse! ¡No reconoce a nadie! ¡Lo están empeorando!

Grita de nuevo, intentando dar una explicación a las únicas que podían entenderla aún sin mirarlas y llegando hasta los miembros de la guardia para intentar quitárselos de encima al pelirrojo. Si querían que se detuviera, debían dejarlo inconsciente... ¡O dejarlo tranquilo! Pero no darle más motivos para pelear...

En su cabeza sabía que no debía meterse, y que la mejor opción era apartarse para poder ayudar a su hermano más adelante... Pero no podía hacer eso. No podía ver como lo apalizaban sin meterse en medio. Si alguien tenía que dejarlo inconsciente, sería ella misma.

Agarrando a uno de aquellos hombres con las manos, tira de él hacia atrás para darle espacio a Udokal e intentar detenerlo ella misma.

Los palos comienzan a caerle a Udokal por todas partes, y a pesar de su tremenda constitución, esos golpes sumados a los recibidos de los mineros es demasiado para el y cae inconsciente.
Si bien los guardias aun le propinan un par de golpes mas, a pesar de que su cuerpo se ha dejado de mover segundos atrás.

Bajo los 150 kg de peso del bárbaro, aun se encuentran atrapados dos mineros.
Por su parte, uno de los guardias es sorprendido por la lancera, que lo coge por los hombros y lo lanza hacia atrás, intentando liberar a su compañero.

Los guardias no tardan en encontrar un nuevo objetivo, mientras dos de ellos avanzan con caras de muy pocos amigos hacia Keloa, el otro guardia que había lanzado esta hacia atrás, viene por su espalda y la golpea con un palo fuertemente en la espalda, haciendo que se tambalee y de un par de pasos en dirección a los otros guardias, los cuales, con sus amenazadores palos (imaginaros una estaca de 80 cm de largo y unos 3 cm de diámetro)

- Un paso mas y acabarás como tu compañero! - Te grita uno de los guardias (si bien claro esta, tu no entiendes sus palabras). Luego se vuelve hacia el cuarto guardia. - Quiero que detengas a esos, y a esa y a esa otra y a la bestia esta de aquí - Dice señalando a 5 mineros heridos, Pazzo, Keloa y Udokal

Phey intervino.

Ella no le hará caso, guardia. No entiende el idioma de las tierras civilizadas. Todo este tiempo ha estado lanzando esos sonidos guturales de la lengua de los salvajes. La pelea tiene parte de malentendido...

No podía explicarse más extensamente sin que los golpes se volviesen a desatar. Señaló a Pazzo.

La chica de la capucha verde puede traducir. Será mucho menos trabajoso si mantiene a sus hombres al margen y deja que ella la convenza de que se rinda sin oponer resistencia.

No se sintió con derecho de involucrar a Aeryn. Ella misma podría dar un paso al frente como mediadora. A Pazzo, sin embargo, había que darle la oportunidad de redimirse. Y este era un momento más que adecuado.