Partida Rol por web

Keloa no vuelve a pronunciar ni una sola palabra más. Mientras que con un brazo coge a un minero y lo lanza hacia atrás, consiguiéndo quitárselo de encima a Udokal, con su brazo derecho hace lo mismo con el minero que había al lado del primero, haciéndose así un sitio junto al guerrero O'Shar y dispuesta a soltarle un puñetazo o patada al primero que se acerque por su lado.

Además, se mantiene atenta en busca de armas en las manos de sus contrincantes... De ser así, cambiaría de estrategia.

Veis como Keloa coge a uno de los mineros y sin ninguna delicadeza lo lanza un par de metros hacia atras, para sobre la mesa de hasta el momento unos tranquilos clientes.
Intenta hacer lo mismo con un segundo minero, pero este pone mas resistencia y se quedan forcejeando.

En cuanto a vuestro Barbaro amigo, este rugiendo le asesta una terrible patada a otro minero, lanzandolo contra varios de sus amigos y rompiendole de paso varias costillas, el minero se queda inconsciente en el suelo.

Cuatro mineros intentan arremeter ahora contra los O´shar, 3 contra Udokal y el minero que forcejea con Keloa, contra esta última.

Los rivales de Udokal no lo hacen nada mal, uno de ellos le da una fuerte patada en la rodilla y el otro consigue impactar con su puño en el abdomen de este

Keloa... sin armadura ni escudo la verdad tu defensa es realmente baja (la ropa de Aeryn no esta diseñada para parar golpes) Defensa 13

En el forcejeo con el minero, este intenta golpear con su puño el hermoso aunque duro rostro de esta, en el ultimo momento Keloa se gira y esquiva el golpe, pero por poco.

Una vez que había empezado Udokal ya no pararía hasta que aquellos mineros se quitaran de en medio. Si no lo hacían él mismo les ayudaría.
Al siguiente minero que se le puso por delante le propinó una tremenda patada en las costillas que lo lanzó hacia atrás llevándose por delante a varios de sus compañeros también. Udokal pensó que no se levantaría en una buena temporada y que sus amigos al menos no molestarían en un rato. Lo suficiente para verse algo liberado de todos los que lo rodeaban, aunque aún quedaban muchos compañeros que parecían dispuestos a unirse a sus amigos. Por el rabillo del ojo vio a Keloa forcejeando con uno de los mineros, gracias a ella había podido atacar con mas libertad. Parecía que el minero le aguantaba el tipo a Keloa, pero Udokal sabía que no lo haría por mucho tiempo, era una fiera guerrera y si no estaba él para protegerla.

Fastidiada por el intento de ataque del minero, cuando ella sólo quería salvarles la vida apartándolos de Udokal, la pelirroja termina por intentar pegarle un puñetazo a su atacante para quitárselo de encima cuanto antes e intentar quitar de encima a alguno más...

¿No ven que los va a destrozar?

Piensa para sí. Ya había visto luchar a Udokal... Y también lo había visto en ese estado, al igual que a muchos de sus hermanos... En ese estado en el que incluso ellos mismos debían tener cuidado.

- ¡APARTÁOS! -Vuelve a gritar, furiosa, con toda la fuerza que su garganta le permite, consciente de que ninguno de ellos la entendería.

Aunque el golpe que sufrio el minero fue duro, dejandole de paso sin un par de dientes, no fue lo suficiente como para dejarlo inconsciente. Otra cosa seria si el minero tenia ganas de continuar luchando

Pazzo miró con ojos lloros a Phey y asintió al oír sus palabras. Bajó su mirada hacia las bolsas. Guardó una en el bolsillo y se dispuso a abrir la otra para seguir con el plan. De vez en cuando sollozaba y se secaba los ojos con las mangas de su blusa. Miró el interior de la bolsa, malditas monedas, y se preparaba a meter su mano temblorosa dentro, para agarrar todas las monedas que pueda.

De repente el barullo de su alrededor empezó a ser más fuerte. Udokal hizo volar a uno de los mineros. Keloa reacciona y les grita, pero su grito no es nada al lado del rugido de su hermano. Pazzo se asustó y por el miedo soltó la bolsa al suelo. Solo quiso esconderse y desaparecer de aquel lugar.

Se agarró al guerrero sagrado y escondió su cara en su pecho. A sus espaldas solo oía gritos y ruidos de golpes. Su temblor se intensificó y clavó sus pequeños y delgados dedos en las ropas del moreno.

Aunque su cara estaba completamente tapada empezó a gritar con todas sus fuerzas. Un grito chillón tan fuerte y agudo que la estaba dejando sorda hasta a ella.

¿Eh? ¿Qué haces?

Phey no estaba acostumbrado a consolar a jovencitas. Realmente no tenía tiempo para ello. Esos pobres mineros... Los brazos del muchacho se empiezan a cerrar sobre los hombros de Pazzo sin llegar a cerrarse. En ese momento, el minero que arrojó Keloa sobrevuela la mesa frente a las narices del hombre santo y le recuerda que los huesos de los lugareños están en peligro.

Los brazos arqueados cambian de postura, se pliegan y las manos se cierran sobre los hombros de la Naiss... La aparta de su pecho dejando los ojos llorosos a su vista.

Esto no me está ayudando...

Intenta superar su compasión por la doncella en apuros. Se dice a sí mismo que los que necesitan ayuda son otros.

Erhm... Quizás no es buen momento para esto... No deberías...

Pero bueno... ¡acaso esta gente no sabe hacer otra cosa que matarse a golpes? Aeryn observó cómo las palabras y las amenazas de llamar a la guardia no habían servido de nada y miraba la trifulca con el ceño fruncido. ¿Qué se puede esperar de unos bárbaros como estos?

Se apartó un poco para no verse envuelta en medio de aquella trifulca, pero aún seguía junto al sacerdote y a la mocosa aquella con la que se habían encontrado. Aeryn la miró de arriba abajo sin inmutarse ni apiadarse de las lágrimas que derramaba, abrazada a Phey.

- Tú... -Se dirigió a Pazzo con un tono de voz que sonó demasiado duro incluso para ella.- Si tú eres la culpable de haber metido a los Oshar en esta pelea ya puedes ir buscando la manera de sacarlos de ella. ¿Me has entendido?

Gritos ahora llegados desde fuera de la Posada parecian indicar que la pelea comenzaba a hacerse popular, o al menos habia transpasado las paredes de los Posada.
Si bien, los individuos enfrascados en la pelea, eran ajenos a todo esto, en especial Udokal en su estado de rabia.

Otro nuevo puñetazo del enorme barbaro con el resultado de minero volando por la posada con la mandibula medio rota e inconsciente.
La verdad es que el impetu inicial de los mineros estaba cediendo un poco, tras ver como varios de sus compañeros quedaban fuera de combate y el O´shar seguia encajando golpes como si no los notase.

Udokal gruñó furioso y lanzó un nuevo puñetazo antes que los mineros volvieran a echársele encima. Gracias a la ayuda de Keloa ya se encontraba más libre de movimientos y el número de atacantes iba disminuyendo considerablemente, aunque aquel no era el momento de pensar en números, tan solo de ir acabando uno a uno con todos los que se pusieran por delante hasta que Pazzo ya no estuviera en peligro de aquellos mineros borrachos.
Le pareció escuchar una especie de chillido agudo a sus espaldas, pero no podía preocuparse de eso ahora, sus compañeros seguramente estarían encargándose de todo ahí atrás, eran buenos guerreros como para mantener a raya a los pocos mineros que habían ido a esa zona.

Keloa sigue intentando ayudar a Udokal, deshaciéndose de los mineros que lo estén atacando a base de puñetazos ahora ya... Había perdido la paciencia para intentar quitárselos de encima sin hacerles tanto daño. Al fin y al cabo... Era mejor que les pegara ella a que les pegara Udokal...

En un momento dado se giró hacia Pazzo y la mujer de cabellos de Sol.

- ¡Decidles que se aparten! ¡O acabarán malheridos! -Grita justo antes de volver a la pelea.

Aunque los golpes de la lancera O´shar no son tan definitivos como los de su enorme compañero, sus victimas no dejaran de despertarse mañana con una desagradable sorpresa, en especial por la falta de dientes.

Cada vez son menos los que se enfrentan a los dos O´shar. Keloa consigue esquivar un golpe de un minero mas que borracho, Udokal, en su trance salvaje, no esta para esquivar golpes y recibe otros dos fuertes golpes.

Es el cuarto round (podeis actuar el resto que no esta luchando)

Pazzo lloraba como loca, el miedo y la angustia la hacían perder la razón. Dejó de gritar en cuanto el moreno la aparto de él. Lo miró con los ojos llenos de lágrimas pero apenas lo vio, ya que tenía la vista nublosa. Negó con la cabeza e intento hablar, pero no podía.

Entre el ruido y la desesperación no entendió nada de lo que este le dijo. Solo se sintió empujada y rechazada y ella solo quería llorar.

En ese instante escuchó hablando a la rubia y, a sus espaldas, otros golpes y gruñidos fuertes. Empezó a gritar, de nuevo, como desquiciada y se abalanzó en un fuerte abrazo, esta vez hacia la rubia. Cerro sus ojos y enfundó su cabeza en las ropas de esta abrazándola con fuerza.