Partida Rol por web

Un tremendo dolor le despertó de repente. Estaba todo oscuro a su alrededor y se encontró desorientado durante unos instantes. Al intentar moverse el dolor se hizo presente de nuevo, le dolía todo el cuerpo pero sobre todo la espalda.

-Oooouuuuu. Udokal emitió un sonido casi imperceptible de queja al incorporarse para mirar a su alrededor.

Recordaba la pelea en la taberna con los mineros y la llegada de aquellos otros hombres, también el haberse abalanzado sobre varios mineros. Después no recordaba nada pero debían de haberle golpeado mientras estaba sobre ellos, en la espalda y la cabeza.
Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz distinguió una figura que ya le resultaba inconfundible.

Keloa.

Le sonrió. Si ella estaba allí es que todo había salido bien. Echó un vistazo a la angosta estancia en la que se encontraban, la verdad es que se esperaba otra cosa.

-¿Ganamos la pelea no? Lamento haberte dejado sola contra ellos, pero seguro que nos llevamos unos cuantos por delante. Dijo orgulloso. Pensé que las habitaciones serían más grandes, claro no pensaban en los O'Shar cuando las hicieron. Ni siquiera hay un poco de paja para dormir encima, tan solo esta manta.

Quizá los trataran como bárbaros, pero sus tiendas eran mucho más amplias y con más comodidades que aquello. Udokal se dio cuenta que Keloa estaba sobre el suelo de piedra y comprendió que aquella manta le pertenecía. Se sintió mal por haberle fallado de nuevo dejándola sola contra los mineros y además estaba claro que se había tenido que hacer cargo de él. Como siempre Keloa era quien lo sacaba de los apuros.

-Gracias por la manta. Con algo de esfuerzo cogió la manta que le cubría y se la acercó a Keloa. Después como pudo se sacó la otra manta de debajo y se la pasó también. Esas ropas no te abrigan nada en comparación con las de nuestra tribu, necesitarás las dos, además yo ya estoy perfectamente, podríamos ir a buscar al resto de los mineros si te parece. ¿Tu estás bien?

Por supuesto en aquellos momentos no podía casi ni levantarse pero no quería mostrar debilidad ante su compañera, bastante vergüenza tenía ya encima, de todas las formas que había imaginado para pasar la noche aquella no era nada agradable, ahora estaba machacado, aunque al menos esperaba que Keloa estuviera bien y que la pequeña Pazzo también lo estuviera.

Hacía tanto tiempo que Aeryn no dormía entre sábanas tan caliente y a gusto, que cuando se despertó con los rayos del sol aún se mantuvo durante un tiempo en la mullida cama sin muchas ganas de querer levantarse. Se notaba que aún era temprano ya que no se escuchaban apenas ruidos procedentes del piso inferior. Se estiró perezosa mientras bostezaba sonoramente y se decidió a levantarse cuando oyó las voces de una chica hablando de comer. Mmmm... tengo hambre, será mejor que me vista y baje a desayunar ahora que apenas debe haber gente. Abrió la puerta al oír ruidos del otro lado y vio como la chica que la había ayudado el día anterior en el baño le dejaba la ropa limpia.

- Muchas gracias. Cuando me vista bajaré a comer algo. - Le dijo cuando ya se alejaba.

Se lavó en la jofaina con el agua helada que le sirvió para despejar completamente. Se vistió con sus ropas habituales y dejó allí las que le habían prestado. Cuando consideró que ya estaba lista se dispuso a ir al piso de abajo.

- Oh Phey, buenos días. Veo que tú también te has levantado ya. -Se dirigió hacia el guerrero sagrado que ya se encontraba en la cantina.- Tengo hambre... espero que nos den algo de desayunar.

- Aquí los desayunos son bastante fuertes, - Os explica la joven chica, no sin poder evitar lanzar alguna que otra mirada celosa a la imponente figura de la Alhyon - Normalmente servimos caldo de pollo y ajo de primero mas algo de carne con patatas de segundo, os explica, claro que si queréis algo mas especial también lo podemos servir - Os explica, intentando sonreír, aunque esta bien claro que le cuesta en especial cuando menciona la ultima parte.

En ese momento entrar 4 guardias, con aire somnoliento, posiblemente recién salidos de su turno por sus pintas. Hasta ese momento eráis los únicos clientes. Van directamente hasta la barra y allí esperan a que les sirvan unas cervezas.

Alegre escuchó la perorata de la muchacha con los ojos cerrados, recostado boca arriba sobre la mesa que le servía de cama. Cuando esta hubo terminado, suspiró y dijo.

—Muchacha, si así hablas cuando no quieres hablar, avísame cuando sí tengas ganas, para no estar cerca. Sí, Aeryn es “la niñata pija de papá” —hizo una pausa y soltó una risilla—. Eres buena para describir a las personas. El sacerdote o guerrero sagrado o lo que demonios sea, que te a puesto cachonda, es Phey. Yo llegué aquí como guía de la “niñata pija”, ese Phey es el custodio de una sacerdotisa curandera que ha venido a reemplazar al viejo que curaba a la gente en este lugar. A ellos y a los O’Shar los recogimos por el camino. El par de gigantes querían ir hacia el sur, pero alguien tuvo la brillante idea de obligarlos a que nos acompañaran al norte. Cuando llegamos aquí, intenté sobornar a un guardia para que nos dejaran entrar y, según parece, se lo tomaron a mal. En cuanto a lo que dijiste antes… sí, soy del tipo abrazador. Es como si me conocieras de toda la vida.

-Ehh chist, de eso nada, a mí, PHEY no me da más eh, no sé de donde sacaste eso. Yo solo... umm, ya sabes, te lo describía, nada más. El frío la hizo taparse más con las mantas e ignorar el mal olor. El pueblo entero de los O'shar fue destruido, supongo que han venido con vosotros para arreglarse las ropas y conseguir armas. El gua... digo el guerrero sagrado ha venido con la curandera y tú eres guía. Sabes, no me cuadra lo de la rubia. ¿Qué hace una mujer sola aquí, qué busca tan lejos de la civilización y porque ahora que empieza el frío? ¿Por qué habrá venido? Ufff, que dolor de muñeca, espero encontrarme con esa curandera. ¿Sabes cuál es el castigo por robar? Solo lo pregunto por curiosidad, solo eso eh, nada más. Bueno, pues cuento con tu abrazo para la próxima, si seguimos vivos, claro. No sé, pero me imagino que eres alto y fuerte, ¿tengo razón?

—¿Qué hace una mujer sola aquí, qué busca tan lejos de la civilización y porque ahora que empieza el frío? —se preguntó Pazzo—. ¿Por qué habrá venido? Ufff, que dolor de muñeca, espero encontrarme con esa curandera. ¿Sabes cuál es el castigo por robar? Solo lo pregunto por curiosidad, solo eso eh, nada más.

Alegre se encogió de hombros.

—Aquí te encierran cuando tratas de darles dinero, así que supongo que no te tratarán demasiado bien cuando se los robas. No tengo idea de qué está buscando la Alhyon. No ha querido decírmelo, pero quiere viajar más hacia el norte. Yo le he dicho que ha perdido el seso, en varias oportunidades, pero no parece que vaya a entrar en razón.

Al menos no estaba tan loca como para intentar continuar hacia el norte durante el invierno. Si conseguía salir de allí antes, todavía podría intentar detenerla. Claro que esa muchacha era la persona más obstinada que hubiera conocido, así que no debía albergar muchas esperanzas de convencerla. El recuerdo de Aeryn le trajo un molesto desasosiego. Había estado tranquilo, estas últimas semanas, sin pensar en ella. Hasta se había convencido de que estar alejado de ella le había permitido librarse de su tonta obsesión de una vez por todas, pero ahora se daba cuenta de que todavía le dolía pensar en lo que pudiese pasarle a aquella tonta niñata malcriada.

—Bueno, pues cuento con tu abrazo para la próxima, si seguimos vivos, claro —dijo Pazzo—. No sé, pero me imagino que eres alto y fuerte, ¿tengo razón?

—Con decirte que me han confundido con el hermano gemelo de Phey —respondió Alegre—. Mira, muchacha, me han dicho que me liberarán en las próximas horas, así que buscaré al guerrero sagrado y veremos qué se puede hacer por los dos gigantes y por ti, pero no prometo nada.

¿Y a ti qué te pasa? Se preguntó Alegre. ¿Desde cuándo te ofreces a ayudar a desconocidos? o a conocidos, ya que estamos. Supuso que se estaba ablandando con la edad. Y, después de todo, no es que tuviera mucho que hacer en ese lugar, hasta que terminase el invierno.

Pazzo se imaginó a Phey llegando a su rescate. Empezó a sonreír como boba, pero un ligero tiritar la despertó a la realidad.

-¿Más hacía el norte?... Esa chica esconde algo... Amigo Alegre, no tengo ninguna esperanza en Phey, ya veremos como acaba todo este asunto, o no, si deciden castigarme sacándome los ojos. Disfruta de tú libertad y aléjate de esa mujer. ¡Buenas noches!

Pazzo se metió por completo por debajo de las mantas, se hizo una ovilla y cerró los ojos para dormir.

Buenos días, Aeryn.

Parece de bastante buen humor, teniendo en cuenta el espectáculo que presenciamos anoche...

Entonces yo solamente tomaré un segundo-dijo a la camarera-, carne con patatas. Quiero evitar el ajo en las comidas cuando preceden a una audiencia.

Lo cierto es que un poco de caldo para calentar el estómago le apetecía más, pero con este frío norteño iba a tener tiempo de cansarse de potajes. Phey retomó su conversación con la Alhyon.

Veo que ya te has vestido con tus ropas de siempre. Yo lo haré en cuanto termine de comer. Luego podremos ir a ver a Lord Heinnvart, ¿te parece bien? Mejor ir por la mañana, y si no puede atendernos ya concertamos una cita con él para la tarde.

No os tardan demasiado tiempo en servir. La comida es mas que comestible y tras encender dos de las cuatro chimeneas de la sala, el ambiente es de lo mas agradable, en contraste con lo que os podéis encontrar tras esas puertas.

Los guardias tras unas cervezas abandonan la posada, dejandoos de nuevo a solas con la camarera, la cual os indica al final de vuestra comida que son 45 monedas de bronce.

Un par de horas mas tarde, cuando comienza amanecer (la cuasi-celda de Voki tiene ventana, mas bien una aspillera) el mismo guardia al que intentaste sobornar, abre la puerta de la celda (recuerda que no estaba cerrada con llave)

- Fuera... - Te dice en un tono poco amistoso - y haznos un favor y no nos vuelvas a visitar en una temporada - En su mano lleva las armas y demas equipo confiscado, que te entrega en cuanto sales de la celda.

Alegre se levantó de la mesa parsimoniosamente, sin la menor prisa y caminó hacia la puerta.

—Vais a hacerme pensar que no disfrutáis de mi compañía —le dijo al guardia, mientras pasaba a su lado—. Tengo sentimientos, ¿sabes? En alguna parte —le echó un último vistazo a la habitación, desde el exterior—. Gracias por la estadía. Me habéis ahorrado una buena cantidad en comida y alojamiento. Supongo que las comodidades se han debido a que soy el guía del sacerdote.

Observó al guardia con una mirada analítica, mientras se rascaba el cuello.

—La mayoría de los guardias hubieran tomado el dinero y me hubieran dejado pasar o lo hubieran tomado y me hubieran encerrado de todas maneras. Tú debes ser de esos tíos raros que creen en lo que hacen.

Hizo una mueca de admiración, con los labios curvados hacia abajo, y se dio media vuelta para irse, pero se detuvo a la mitad del movimiento y volvió a mirar al guardia.

—Sólo por curiosidad, ¿de qué acusan a los O’shar y a la pequeñita que vino con ellos?

La propuesta de desayuno le pareció excesiva a Aeryn, así que además del caldo que le sentaría muy bien con el frío que hacía, pidió un poco de queso y pan. Mientras le servían y se ponía a comer, junto a Phey, fue repasando mentalmente todo lo sucedido la noche anterior.

- Me parece bien. Lo más correcto es que nos presentemos ante el jefe o señor o lo que sea de este... asentamiento. -Miró a su alrededor para ver si había alguien que pudiera apreciar el tono de desagrado que había empleado, pero los cuatro soldados que acababan de entrar apenas les prestaron ninguna atención.- Lo dicho, una vez que estemos listos iremos a hablar con el tal Lord Heinnvart, después podemos acercanos hasta el puesto de guardia para saber qué va a pasar con Voki y con el resto.

Los guardias apenas habían permanecido el tiempo justo de beberse una jarra de cerveza. Una vez Aeryn y Phey terminaron de desayunar, pagaron el importe que les indicó la tabernera.

- Me voy a preparar, viendo lo sucedido esta noche no me atrevo a ir sin protección y sin armas por esta ciudad. Sólo espero que no me detengan por ello. -Mi enfado e impaciencia era notable.- Nos volvemos a encontrar aquí dentro de unos instantes ¿te parece bien?

El Oficial de la guardia se limita a apretar los dientes y a mirarte con cara de muy pocos amigos. Posiblemente si las miradas matasen ahora mismo estarias descuartizado.

Si bien, si responde a tu pregunta por los O´shar.

- Se metieron en una pelea con una docena de mineros... el gigante se había vuelto loco y si no intervenimos es posible que hubiese acabado con la vida de varios, aunque al final todo quedo en unos cuantos huesos rotos.

- La Naiss es mucho mas grave... la pillaron robando la bolsa a tres de los mineros mientras la salvaje echaba un pulso a uno de los mineros.

Keloa se había sentado en el frío y húmedo suelo, con la espalda apoyada en la pared y el rostro agachado, a escasos metros del O'Shar. Cuando lo esuchó gemir, levantó el rostro y sus ojos azules lo buscaron en la oscuridad. Una leve sonrisa de medio lado acude a sus labios, aunque apenas es perceptible bajo la escasa luz.

- Buenos días -Saluda con aquella dulce voz a la que costaba tanto acostumbrarse... Sobretodo después de verla pelear- Ésta no es la "habitación" que se supone que íbamos a tener. Creo que es... Un sitio donde la "guardia" encierra a los prisioneros.

Utiliza palabras que ha oído de las otras chicas del grupo. Recordando que quizá Udokal no conozca alguna de ellas, tras levantarse, coger una manta y colocarla en el suelo junto al pelirrojo para sentarse encima y negar para que él se quede la otra, vuelve a hablar, en voz más baja ahora que están más cerca.

- La "guardia" son aquellos hombres con ropas tan resistentes que te dejaron inconsciente. Como ves, la puerta -Señala a los barrotes- está cerrada... Con algún tipo de mecanismo mecánico. Sólo ellos pueden abrirla desde fuera. Así que no podemos ir a ningún lado... Ni a buscar a nadie.

Aunque en un primer momento parece tranquila, e incluso algo alibiada por ver a Udokal con vida, poco a poco su voz se va volviendo más fría, delatando su mal humor.

- Tampoco sé si me gustaría volver a ver a los demás. No movieron ni un músculo mientras su "guardia" te golpeaba. Cobardes... Eran cuatro e iban armados... Pero si nos hubiesen ayudado...

Se interrumpe a sí misma. Vale, quizá, si los hubiesen ayudado, ellos habrían acabado siendo víctimas de las manos del Udokal descontrolado que había aparecido en la posada. Pero... de todas formas, seguía molesta.

No... Eso no se hace...

Piensa para sí, sabiendo que de haber estado ella en su situación, habría actuado de otro modo.

- La mujer de cabellos de Sol dijo que ella y el guerrero moreno se encargarían de esto. Pero no he averiguado nada más... Porque no me entienden.

Alegre asintió, se acomodó la espada y guardó el resto de las cosas que le había entregado el guardia. Le dirigió una ligera inclinación de la cabeza y caminó hacia la salida. Lo primero era encontrar la posada. Una vez que se instalara, intentaría dar con Aeryn, que debía estar alojada allí mismo, a no ser que estuviera con la sacerdotisa, que seguro tenía casa propia.

Una vez sales de la Torre que flanquea la entrada a la muralla, la colonia con sus poco mas de 1,5 km2 se extiende ante ti.

La parte mas inferior de la ladera de la montaña, la cual antes habías visto que estaba cortada a modo de grandes escalones, ahora que la tienes algo mas cerca, ves que cada uno de esos escalones representa toda una planta de casas escavadas en la misma roca, y cuyo techo, hace las veces de huerta para los de la planta superior y así sucesivamente.

En las dos plantas escalones mas inferiores, estas casas han sido sustituidas por los túneles de acceso al interior de la montaña, así como forjas, talleres y almacenes.

Una gran escalinata, sube por el centro de la ladera desde la base, hasta donde acaban las plantas escalonadas.

Olvidándonos ya de la ladera, a los pies de esta, se extiende unas cien hectáreas de verde terreno, salpicadas por:

Al este, y entre el río que pasa por el interior de la colonia (es un río que entra por el Este y tras hacer una pronunciada curva (meandro, no tiene aspecto esta curva de ser natural) sale por el Sureste) y la muralla de la colonia ves varias cercas con ganado variado, aunque predominan el de tipo bovino.

Ya al oeste del río, lo que mas abundan son enormes almacenes, posadas y tabernas, así como los recintos dedicados a los guardias, tres edificios de gran tamaño. En todos ellos, el material que predomina es la piedra, aunque al contrario que otros edificios que se pueden ver en innumerables pueblos, los bloques que forman estos están perfectamente tallados.

Esta claro que la colonia tiene espacio para albergar a miles de personas, pero se ve bastante vacía, aun así, cientos de hilos de humo se alzan hacia el cielo, procedente de las innumerables casas excavadas en la cara de la montaña. Probablemente todos se estén preparando para un nuevo día lleno de duro trabajo y frío