Partida Rol por web

Observa la herida. Asiente a las palabras de Ifianasa. La única forma de sanar esa herida es cerrarla con un acero al rojo vivo. Dolerá y el hombre seguramente acabará desmayado, pero si no lo hacen, cualquier intento de moverlo solo servirá para abrir las heridas.

-Necesitamos un hierro caliente, que esté al rojo vivo. Sino, este hombre no podrá moverse sin perder más sangre.

Mira a Talios.

-Aun no puede comer ni beber. Primero debemos curarle y cuando despierte podrá hacerlo. Es más importante que busques algo que pueda servirnos para ponerlo al rojo vivo y quemar la carne desgarrada. Y algo con lo que podamos vendar la herida para que no se gangrene.

El gigante entiende las palabras de Hypatia, por lo que empieza a buscar un acero que no haya probado la sangre de aquellas bestias demoniacas....Sin embargo, mientras buscaba escuchó las palabras del general y sin dudarlo dijo:

Mí señor, yo he salido ileso del combate, he podido acabar con una de esas criaturas sin un solo rasguño; actualmente estoy ayudando a cerrar por completo la herida de aquel hombre, si poneis a otro en mí lugar podré ir en búsqueda del monstruo.

Talios sabía que debía ayudar al hombre, pero sabía que si él no iba a enfrentar al monstruo podría poner en riesgo la vida de sus compañeros.

Veo a la joven Hypatia pedirle a mi hermano una hoja de acero para poner al rojo y tratar las heridas del hombre. Me acerco, saco una pequeña daga que llevo en el cinto y se lo entrego por el mango:-Se que es pequeño pero te ayudará.-le digo a Hypatia. Me doy la vuelta en cuanto oigo la orden del general Spyridon de dar caza a la última de las bestias. 

-General, permitid que os acompañe a cazar a ese engendro del Hades, debo rezarcirme por lo mal que lo he hecho antes al defender el carro.-le pido al General Theron. Al ver que mi hermano quiere apuntarse a la caza no puedo negarme.

Al escuchar las palabras de su hermano Talios se alegra de poder enfrentar juntos a los abismales monstruos; será  como en los viejos tiempos pensó. Sin embargo la alegría poco le duró al escuchar que no había hecho un buen papel en su escena.

Preocupado que aquello afecte la moral de su hermano se acercó a él, y en voz baja le dijo:

Hermano, qué ha pasado? No os preocupeis! Yo doy fé de vuestras habilidades! En nuestra sangre está la guerra y siempre habrá momentos de gloria y otros no tanto.

Talios regresa a un estado tranquilo, sus palabras resonaron sobre su propia cabeza, no había nada de qué preocuparse, seguro fue una mala pasada.

La calma reino por unos momentos cuando los sobrevivientes de la aldea se reunieron, o al menos lo que parecía ser el resto de campesinos. En esos momentos, mientras las mujeres intentaban ayudar al hombre moribundo que encontrara Talios y que había perdido una pierna, otros intentaban apagar el fuego de aquella cabaña y los mas heridos intentaban sanar sus heridas con un breve descanso. Ebalo por su parte, común a su característica ya notoria en su personalidad, sin esperarlo fue al centro de la aldea y a voz fuerte llamó a los residentes para que salieran de sus hogares pues el peligro había pasado, o al menos en la opinión del espartano. No obstante nadie le respondió, aun cuando se hizo un breve silencio con la esperanza de alguien pudiese escucharlo.

Fue el joven que se había torcido al caer tras Ischyros y que respondía al nombre de Adelphos, quien explico un poco la situación. -Todos han corrido apenas a iniciado todo. Las bestias se metieron a las casas y atacaron a muchos, pero la mayoría logro escapar, o al menos hasta donde alcance a ver mientras intentaba refugiarme aquí. Somos 26 en nuestra aldea incluyendo niños y ancianos. Espero que hayamos sobrevivido la mayoría. Hay un muerto en el interior de la cabaña donde me encontraron, lo atraparon aquellas bestias mientras intentábamos escapar. Se que la familia de Sofronio huyó al sur, y otros huyeron al norte siendo perseguidos y otros mas al oeste- declaró el joven.

Esta nueva información podría cambiar un poco las cosas. Hasta ahora las órdenes eran bastas y no había grupos definidos. Ebalo, Anatolius y Akintos tenían la tarea un tanto imposible de apagar aquel fuego, pero justo para la imposibilidad de siquiera saber como empezar es que no se habían puesto manos a la obra. El general Spyridon, quien estaba al mando, había dejado en claro que había que matar a la posible ultima criatura sobreviviente, aunque había dado mas órdenes al respecto. En ese sentido, el general Theron sugería armar grupos para buscar y acabarla, lo cual no acaba por ser confirmado. Restaba también el asunto de la casa donde todo empezó y que también ardía en llamas; para esta ultima tarea se habían ofrecido hasta ahora Anatolius y de cierta manera también Ischyros, aunque si había alguna criatura allí, dos únicos combatientes implicaría un riesgo, y si había aun mas, muy poco podrían hacer.

La madrugada ya había caído sobre de ellos en aquello que parecía un mal presagio tras apenas llevar unas pocas horas desde que partieran de Micenas. El camino aun era largo y muchas cosas mas habrían de esperarles si tenían que enfrentarse a ese tipo de problemas cada cierto tramo de viaje.

El grupo se volvía dividir para cumplir la órdenes del general Spyridon. Menos mal, que Spyridon no ha hecho caso de las palabras de mi tío. Buscar a la familia en medio de la noche con la posibilidad de que haya mas criaturas entre las malezas, no haría mas que producir bajas entre nosotros. Parece como si se hubiera olvidado de nuestra misión, cada día de retraso será un día mas en el que mi padre pase encarcelado y el asesino de mi adorada madre disfrute de la vida. El semblante del primogénito se torcía, incluso alguien cercano con buen oído podría escuchar el rechinar de sus dientes, cada vez que éste se acordaba del vil sicario.

Darerios, escúchame. Debemos cumplir las órdenes de los generales que están al cargo de esta empresa. Pero nunca te hagas el héroe, por nadie que no sea de nuestra familia. Tenemos que descubrir que le pasó a madre, encontrar a ese malnacido y mandarlo al averno en trocitos, donde su carne y su alma arderán en el interior del volcán por toda la eternidad.

Y ahora, mantengámonos atentos. Sobretodo tu, eres el mas preparado para este menester.

Lykaios abre bien los ojos y oídos a la noche, y ante el temor de que un monstruo se abalance sobre el agarra firme su dori de forma instintiva, como si se abrazase así mismo, para aplacar su miedo. Pues en su fuero interno sabe, que poco podría hacer ante tal bestia.

Para calmar sus miedos y evitar así ser presa del pánico, como sucedió cuando vio a esas criaturas por primera vez. Comenzó a hacer memoria de todas las extrañas criaturas que alguna vez le contó su mentor, cuando estudiaban sobre las leyendas de los grandes héroes y de los antiguos dioses.  

Mis pasos me acercan a la casa donde se supone que aparecieron aquellos monstruos infernales. Cuando llego frente a la puerta, la pateo en el caso de que aún se oponga a mi avance mientras desenfundo mi espada y mi daga en un veloz y fluido movimiento.

Miro al interior del lugar en busca de peligro y/o sobrevivientes. Si hay una de esas bestias aquí, la atacaré para enviarla de vuelta al Hades. Si hay alguien que necesite ayuda, no dudaré en dársela.

"Eso es lo que me nace, eso es lo que soy. No puedo permitir que el indefenso sea atacado impunemente y mucho menos que quien tiene armas y entrenamiento no las use para hacer la diferencia. No es justo que aquello ocurra y no consentiré esa conducta."

Me preparo para lo que sea que encuentre, identificando cualquier cosa que me de una pista acerca del por qué de la presencia de estas criaturas en un pequeño poblado como este pues aquello tiene poco o ningún sentido.

Spyridon observó que Theron ya tenía a dos voluntarios para perseguir a la criatura que había escapado.

- Si os encontráis bien podéis ir Theron, Talios y Anatoluis a buscar la criatura. El resto debe curarse y proteger al carro y la aldea.

Spyridon con la ayuda de Akintos cerraba sus heridas como solo un soldado sabía hacerlo.

Hubiera preferido que el general Spyridon también me seleccionase para ir en busca de la criatura que aún seguía viva, junto a mi tío, pues la preocupación por la familia extraviada era grande en mi interior. Aún así, bajé la cabeza y me retiré en silencio, acatando la voluntad del general y consolándome en que tendría razones para ello, y yo,al fin y al cabo, no era nadie para que las compartiera conmigo.

Me senté junto al carro, descansando al fin después del combate y la tensión, en aquélla laguna de calma que se nos había presentado, y comencé a ocuparme de mis propias heridas.

Las habilidades curativas de la sacerdotisa no eran precisamente las mejores. Ella sabía que su amiga era mejor que ella por eso trató de buscar con la mirada lo que su amiga pedía. Un hierro al rojo vivo. Los hombres parecían muy ocupados buscando a la bestia restante y ella no quería tener que dar el beneplácito para matar a otro inocente.

En su mente no paraba de pensar en las criaturas que les habían atacado...  y en lo que había sucedido en los minutos previos. Para ella estaba claro que los dioses, o al menos un dios, no aprobaba su viaje y trataba de sabotearlo. Aquellos engendros que parecían partes de animal cosidas... como artificiales... aquello no podía ser bueno. Pero no quería volver a vivir lo que había vivido con Lykaios y decidió observar, curar y callar... al menos de momento.

- Tal vez.. tal vez podamos salvar a estos .- dijo mirando a Hypatia y asintió con la mirada.

Tras recibir las órdenes de Spyridon, doy un golpe en el pecho, inclinando la cabeza:-Así se hará General.-le digo.

Mientras espero a que Theron se postule, reviso el carcaj y cuento el número de flechas que me quedaban:-43 flechas, he gastado demasiadas en la pelea de antes. Esto no es propio de mi.-pienso para mis adentros mientras reviso que las flechas restantes estaban en buen estado. Desenfundo la Parazonio y la reviso. Una vez he terminado vuelvo a guardar las flechas en el carcaj y enfundo la Parazonio. Cojo el arco y lo tenso y destenso varias veces, para comprobar que todo está correcto.

Una vez he terminado espero.

Dareios se sintió mejor cuando Atreo finalmente también se acercó a él y le devolvió el abrazo con ese sentimiento de alegría por que él estuviera vivo.

-Yo también me alegro de ver que estás vivo hermano, pero debes hacerte mirar esas heridas, no te preocupes que nosotros cuidamos de que nada nos sorprenda.

No comprendía que tratara también a Ischyros como hermano pero eso no hacía que sintiera rechazo hacia él.

Cuando Atreo se separó de ellos, escuchó atentamente las palabras de Lykaios y asintió con la cabeza.

-Temo que esta empresa nos lleve demasiado tiempo y eso haga que los hilos a seguir para descubrir al culpable desaparezcan, pero debemos salvar a padre, pues tal vez él sepa algo que el rey no nos permite escuchar por su cólera.

Se sintió también avergonzado nuevamente por su interés de entrar en combate, por haber avanzado tanto hacia el poblado y haber perdido el objetivo de todo esto de vista. 

El espartano se retira poco a poco del centro de la ciudad de vuelta al carro, parece ser que una criatura sigue viva y en paradero desconocido, así que nos reunimos en torno al carro los que están más heridos y cansados, de los segundos me encuentro yo mismo. Lo primero que hago es buscar con la mirada dos cosas, la sacerdotisa y la tablilla, que ambas estén a salvo y controladas, mientras me apoyo en el carro y me limpio la sangre de las manos con algún trapo que esté por ahí con tranquilidad, y recupero el resuello del combate, poco a poco mi cuerpo reacciona al severo entrenamiento espartano, estando casi preparado para otro combate.

A su lado el General y Atreo también cogen un poco de aire, con cortes aquí y allá, sangran como hacen los verdaderos héroes.

- Menos mal que estabamos por aquí cerca- dice el siempre optimista Ébalo- no habría quedado en pie ni una puerta.

No comparte la teoría que las bestias fueran tras ellos, siempre ha sido muy reacio a creer en conspiraciones, y prefiere apostar por el lado bueno de las cosas. Han salvado a muchos inocentes, eso es un hecho que no puede discutirse.

-Ifianasa, Anatolius me ha dejado su daga. Podemos cerrar la herida con ella si la calentamos en el fuego.

Mira hacia sus compañeros de viaje y hacia los aldeanos que aun quedan. Muchos de sus compañeros tienen heridas que deben de ser tratadas con prontitud o no podrán recuperarse si se da otro ataque.

-Quizá una debería cerrar la herida y la otra debería atender a otro de los heridos. Si nos repartimos el trabajo, pronto podremos curar a todo el mundo. O, al menos, ayudarlos a sanar un poco sus heridas.

Le da la daga de Anatolius, recordando que ella ya tiene otra en su poder*.

-¿Prefieres atender tú a este aldeano o quieres atender a otro herido?

Según nos contaron las bestias habían entrado en las casas cazando a las familias de aldeanos una a una. Aunque esperáramos que la mayoría hubiera conseguido huir hasta que el fuego no fuera apagado no sabríamos la magnitud de la tragedia....veintiséis  personas si los dioses han sido piadosos igual han sobrevivido veinte..... no tenía sentido desanimar al muchacho que había salvado mi sobrino y que nos daba esta información, había algo mas importante que hacer. Spyridon había dado orden de encontrar a la bestia y aunque no estaba totalmente recuperado, tampoco era de los que se encontraban mas malheridos del grupo. Yo y los dos hermanos tendríamos la misión de encontrar y terminar con la bestia, antes de que ella sembrara mas el caos.

- Se hará como ordena general. Creo que entre Talios, Anatolius y yo seremos capaces de encontrar y terminar con la bestia. El ser podría estar esperando en el interior del pueblo esperando a que hubiera alguien se quedara solo para saltar sobre el o en el exterior esperando a cazar a algún rezagado que volviera al pueblo. - Anatolius, Talios vamos, propongo empezar de dentro a fuera. Creo que lo mejor será dar una batida por el interior y luego salir a los alrededores del pueblo....tenemos que cazar a ese inmundo ser.

Al escuchar las órdenes del general Talios se acercó a Therion; el cuál no dudó en comandar la búsqueda, aquella seguridad y certeza le dieron confianza al gigante de que estaría bajo las órdenes de alguien de confiar. Sabía que la imprudencia de muchos jóvenes era peligrosa, y por ello se alegró de que la misión más dificil se les encargase a gente que no olvidaría el verdadero objetivo de la misión.

Therion, a sus órdenes, empecemos a buscar. Creo que lo más prudente será no alejarnos mucho, propondría una formación en línea, vos y yo en los extremos y mí hermano al centro para dar asistencia con el arco.

Parecía que el grupo de rastreo estaba organizado. Quedaba una labor no menos importante para aquellos que nos quedaríamos alrededor del carro, aunque ya se estaba realizando por iniciativa propia.

Aunque no plenamente repuesto, el hecho de cerrar sus heridas le había proporcionado a Spyridon energía suficiente como para sacar de nuevo su espada.

- El resto tenemos que asegurar el perímetro alrededor del carro. Que todo el que no lo haya hecho dedique un tiempo a curar y cerrar sus heridas en la medida de lo posible y los que ya lo hayamos hecho reunamos a la gente en un punto y comprobemos el resto de las casas.

- Solo cuando hayamos descansado, nos hayamos repuesto lo suficiente y esta gente quede asegurada podemos continuar nuestro camino. El tiempo es otro enemigo con el que luchamos.

Ischyros ya había tomado la iniciativa de acercarse a la única casa que aún no habíamos comprobado. Le hago una señal a Atreo y Akintos para que me sigan tras Ischyros.

Al ver el gesto del general, me incorporo rápidamente y asiento de forma enérgica y decidida. Aprovecho la ocasión y, antes de seguir los pasos de Spyridon, cambio las flechas que portaba en el carcaj. Había estado reservando las flechas de punta forjada por si se presentaba la ocasión de presentar batalla, usando las de madera para cazar las bestias que pudiéramos encontrarnos por el camino. Ni en la peor de mis pesadillas pudiera haberme imaginado lo que finalmente nos había aguardado en aquélla aldea.

Con eso en mente, había decidido no volver a confiarme y llenar parte del carcaj con las flechas más mortíferas de las que disponía. Dándome cuenta de la poca munición que me restaba, y pensando que había usado más, quizá, de lo que en un primer momento había pensado, miré alrededor, sobretodo a los cadáveres cercanos de las criaturas, con la esperanza de encontrar alguna de mis flechas lo suficientemente intacta como para recuperarla.

Una vez hecho eso, me lo pongo al hombro, cojo mi arco y sigo al general Spyridon, dispuesto a seguir sus órdenes

La relajación en el grupo era notoria, pero no por hecho caía en descuido, Dareios y Lykaios seguían vigilando en el carro muy cerca de donde estaban Spyridon y otros. Ifianasa e Hypatia atendían al hombre que había perdido una pierna, y aun restaba el hombre de las heridas en pierna y espalda. Ya de entrada era claro que necesitarían una fogata, salvo si querían correr el riesgo de calentar la daga que les diera Anatolius en la casa que se estaba incendiando. Además la hoguera podría servirles para calentar agua para los heridos.

Por su parte, el general Spyridon, quien se tomaba un respiro tras atender sus heridas, dio la autorización a Talios, Anatolius y el general Theron para que iniciasen la búsqueda de la ultima de las bestias que presumiblemente seguía viva y en algún lugar cercano. Ischyros por su parte, fiel a sus ideas, había avanzado relativamente hacia la casa lejana donde les habían dicho que creían que todo había empezado, y ahora se encontraba a algo mas de veinte metros de los demás.