Partida Rol por web

Spyridon espera hasta que el joven salta sobre los sacos que Ischyros había dejado caer mientras éste saca al hombre herido fuera del peligro del fuego. Una vez el joven ha saltado salen juntos de la casa que amenaza con caer.

A la salida no se sabe muy bien quien lleva a quien. El joven sostiene a un Spyridon cubierto de sangre, mucha de la cual es suya propia, con heridas que aun no se han cerrado. Spyridon ha cumplido eliminando bestias y ayudando a los supervivientes, pero solo su fuerza de voluntad es la que le permite continuar.

Ver como Akintos se acerca a la casa es como un soplo de aire fresco que infunde nueva energía al general. Estira su figura intentando mantener un porte digno mientras deja de apoyarse sobre el joven. Intenta parecer como si no hubiera pasado nada, pero las heridas son claramente visibles.

- ¡¡ Akintos !! - Spyridon muestra una franca sonrisa a su escudero - ¿Habeis podido llegar sin problemas? ¿Estáis todos bien?

Un vistazo es suficiente para confirmar que el carro ha llegado al grupo de casas y al parecer están todos.

- ¡ Mantened el carro lejos del fuego ! - grita Spyridon antes de toser y escupir un poco de sangre.

Talios se encontraba preocupado por la estabilidad de aquel hombre, y al saber que Ifianasa había atendido supo que un rayo de esperanza iluminaba el destino de aquel hombre

Gracias por venir sacerdotisa! Este hombre ha perdido la pierda, he logrado contener la pérdida de sangre pero pareciese que no conserva sus ganas de combatir por la vida; además que el dolor le consume! Confío que vuestras palabras le han de dar esperanza y renueve la fuerza de su alma.

Los restos del combate se aprecian en cada rincón. También hay unas cuantas criaturas muertas en el camino y, por suerte, no parece haber ningún muerto. Hay gente que ha conseguido resistir al ataque y al fuego. Puede ver en el centro del pueblo a su hermano. Un poco del miedo que carga, se desvanece. Se acerca corriendo a Atreo.

-¡Atreo! ¡Hermano! - le da un abrazo - ¡Estás bien! Temía por tu vida. ¿Ischyros está bien también? 

Ahora que se da cuenta, su hermano está lleno de heridas. Su vida no corre peligro, pero deben ser atendidas cuanto antes. Pero en ese momento, Talios pide ayuda con un herido. Parece más urgente.

-Atreo, luego atenderé tus heridas.

Sigue a Ifianasa hasta la zona donde se encuentra el herido. La pierna parece en muy mal estado.

Una voz familiar me hizo volverme de nuevo, alentado.

- Hermana, gracias al Olimpo... Estás bien - se fundió con ella en un abrazo fraternal, que le reconfortó - Nuestro hermano Ischyros también está bien.

Asiento cuando ella me habla de mis heridas para marcharse junto a Talios y la sacerdotisa.

- Desde luego. Adelántate, iré en breve.

Me giro hacia el hombre que se había atrincherado en la casa para intentar acabar de convencerle, ahora que tenía la presencia de mi tío Theron tan cerca.

- Puedes confiar en nosotros - le digo, apoyando una mano en su hombro - Tu familia estará más segura rodeada de los nuestros. Creo que ya pasó todo, pero no podemos estar seguros de si hay alguna de esas criaturas aún rondando por los alrededores.

Las llamas consumían el pueblo y nuestra ayuda se basaba en ayudar a los supervivientes del ataque....o el accidente. Tras responder al abrazo de mi sobrino, atiendo a la información que ha conseguido. Según había podido averiguar mi sobrino Atreo la casa de donde todo parecía haberse originado estaba a unos cuarenta metros del centro de la aldea, pero si había pruebas de algo no las encontraríamos ya que esta también estaba envuelta en llamas. Algo mas bajo para no asustar al pueblerino, relato lo que nos ha ocurrido.

-  Había algunas criaturas en el exterior del pueblo, hemos acabado con ellas. Pero puede haber mas, seguid atentos.

Sonrío sin ganas al pueblerino para rebajar la tensión de lo que esta ocurriendo y ayudar a mi sobrino a tranquilizarle. - Ayudaremos en lo que podamos, no se preocupe. Si me disculpáis, he de hablar con el general. Me dirijo hacia donde Spyridon se encuentra.

- Bien hallado General. Tiendo el brazo para saludarlo. - Parece que vosotros también habéis tenido visita de esos engendros. Digo mientras señalo a las criaturas abatidas. - Nos encontramos con tres de ellas y nos causaron algún que otro problema.....hemos perdido a un campesino y siento decirlo pero la familia que dejó a mi cuidado se internaron corriendo como posesos al bosque. Miro hacia las llamas que devoran una de las casas antes de continuar. - Tendría que haber corrido tras ellos pero no quería fracasar en la misión principal y decidí venir hasta aquí sin preocuparme de ellos.

Spyridon saluda a Theron y asiente con la cabeza.

- Hicisteis bien. La tablilla es nuestra prioridad. Aun no tengo muy claro si los hijos de Ptolomeo son conscientes que en esa tablilla llevan la vida de su padre y no pueden jugársela por unos extraños.

Miró a su alrededor a las casas.

- Hemos de terminar esto. Hay que ver que se saca en claro de la casa que originó el ataque, curar nuestras heridas y reponernos del ataque, enterrar a los muertos y continuar nuestro camino cuanto antes.

La sacerdotisa acarició la tablilla entre sus manos cuando escuchó que la mencionaban y pronto volvió a sus tareas. Observó a Hypatia y luego observó la pierna. Sólo había una solución en la mente de la sacerdotisa. Miró alrededor buscando fuego para cauterizar la herida pero no dijo nada en voz alta pues Hypatia era la que más conocimientos tenía sobre el tema. Se apartó un poco del herido y susurró a su amiga algo al oído. Creo que necesitaremos un hierro al rojo... - le dijo en un susurro. No quería asustar más al herido. 

- Habéis hecho bien taponando la herida Talios, los dioses nos guiarán no me queda duda.- dijo ya en voz alta al guerrero. 

Dareios iba a avanzar lleno de alegría cuando vio a lo lejos a su hermano Atreo, al verlo que estaba vivo su corazón sintió un gran alivio, pero su tío le había encomendado una tarea importante, así que junto a su hermano mayor tomo un buen puesto de observación.

Cuando escuchó más cerca a Atreo pensó en acercarse a él para ver cómo estaba, pero entonces escuchó a quién y como dirigía sus palabras, así que permaneció de espaldas a él.

-Hermano- dijo a Lykaios- cuidemos de que no nos sorprendan otra vez-había furia en sus palabras, ero intentó calmarse ya que comprendía que tal vez estuviera siendo egoísta por su enfado. 

El joven en la casa en llamas se lanzó descolgándose tal como Ischyros le había sugerido, no obstante tubo mala suerte y su pie izquierdo fue a dar entre los bordes de los sacos. Se lo había torcido, pero era un mal menos si se le compara con la muerte por fuego y que incluso habría de pasar pronto.

Ayudado parcialmente por Spyridon, quien también estaba herido, salieron del lugar que milagrosamente aun aguantaba. Tras ellos salio Ischyros cargando al hombre que estaba herido, siendo auxiliado por Akintos quien ya se encontraba en la entrada.

En la casa mas al norte, el hombre cuya familia se había refugiado en su casa cuando se suscitó el ataque de las bestias parecía haber confiado en Atreo, pero no obstante indico a su esposa que permaneciera dentro de su hogar junto a su hija mientras salia a ver a los guerreros quienes les habían salvado.

-Les estoy muy agradecido por salvarnos, y se que no deberían exigirles nada, por ello les suplico se queden aquí esta noche, ustedes mismos afirman no saber si hay mas criaturas en los alrededores, podrían ser muchas y tenemos como defendernos, ni siquiera tenemos hogar para refugiarnos- suplicó señalando los alrededores consumidos por las llamas.

-Eran al menos unas siete, esas alcancé a contar cuando se abalanzaron sobre la aldea viniendo desde el este. Alguien ha gritado que venían de la casa de Sofronio, y justo a su mujer e hijos era a quienes perseguían cuando todo empezó-. Exclamó el joven que había sido ayudado por Ischyros y Spyridon mientras se sentaba en el suelo aun algo cerca de la casa en llamas. -De casualidad no tendrán a algún sanador, este hombre estar muy lastimado- les solicitó refiriéndose al hombre de edad mayor quienes tenía feas heridas en la espalda y una pierna, como si inmensas garras hubieran desgarrado su carne y músculos.

-Ustedes también están heridos, y deberían descansar, no tenemos mucho que ofrecerles, pero al menos podemos ayudar a vigilar, proporcionarles un techo y algo de comida- las palabras del esposo de aquella mujer e hijas que dejara en su hogar eran correctas, los héroes necesitaban un descanso tras aquella batalla, y viajar de noche y heridos podría ser peor que el tiempo perdido, no obstante era claro que lo decía mas que nada por su necesidad de protección.

Algo retirados de todo aquello se encontraban Talios, la sacerdotisa y la hija menor de Ptolomeo. Estos atendían al hombre que había perdido una pierna, probablemente devorada por alguna de aquellas bestias, y cuya hemorragia había detenido el gigante mercenario ateniense. Junto a ellos había el cadáver de otro campesino muerto.

Con ello, los héroes podían dar cuenta de que había al menos cuatro campesinos en buen estado y otro mal herido, a la par de cuatro desaparecidos y unos tres muertos. Y eso solo entre lo que ellos habían visto.

Dejo al hombre herido a buen resguardo para que sea mejor atendido. Hemos escapado del fuego, es momento de atender las heridas. Veo al joven que se torció el pie y le sonrío mientras les hablo a ambos:

 - "Mi alma se alegra de que pudiésemos salir de ahí con vida. El gran Zeus está con nosotros y mantuvo el fuego a raya con su omnipotente hálito."

Me giro hacia el resto del grupo pues he oído las palabras de todos quienes están ahí cerca. Me acerco al General Spyridon y pongo una mano sobre su hombro y la otra sobre el hombro de mi tío antes de hablar:

 - "Es usted quien no entiende, General. Mi padre hoy ha renacido y vive en cada uno de los sobrevivientes que acá quedan. Ninguna vida puede ser plena y feliz erigiéndose sobre egoísmo e indiferencia. Eso no es justo y el Olimpo no es indiferente a eso. Los Dioses han presenciado nuestro valor y nos recompensarán por ello ayudándonos en nuestra empresa. Recuerde que el Rey es poderoso pero son los Dioses quienes dictaminarán nuestro éxito o fracaso y ellos están por encima de cualquiera."

Sonrío con un amplio gesto que refleja mi felicidad, un sentimiento sincero al saber que he hecho lo que es correcto, lo que es justo. Luego le exclamo:

 - "¡Sonría, General! ¡Estamos haciendo las cosas bien!"

Le doy un abrazo a él y a mi tío antes de terminar de hablar:

 - "Debe usted tratar sus heridas. Yo iré con algunos a investigar la casa donde todo inició, si es que está de acuerdo."

Espero su respuesta mientras la efusividad propia de la juventud se escapa de mi cuerpo pues no puedo evitar estar muy contento. El dolor de la caída ya ha cesado y siento que no ha causado daño alguno en mi cuerpo, por lo que estoy más que listo para investigar el origen de toda esta destrucción junto con quienes quieran acompañarme.

Apesar de la sangre derramada y el estado del hombre, Talios se encontraba más relajado, ya habían llegado todos y se veía que habían sobrevivido más aldeanos, por lo que procedió a preguntarle al herido:

Buen hombre, recuperad la llama de la vida, más aldeanos han logrado sobrevivir! Podría decirme su nombre para que les informe a sus compañeros.

Al decir eso, levantó la voz para pedir comida y bebida, la sangre que había perdido debía recuperarse con una buena comida.
 

El Espartano se adelanta siguiendo las órdenes de socorrer supervivientes y controlar incendios. Con una última mirada preocupada a las sacerdotisa, la deja junto a su deber de protegerla a ella y a la tablilla, pero está en el centro de todo, así que vuelvo la vista a la villa. Parece una zona de guerra, más criaturas caídas, parece que estoy rodeado de grandes guerreros, justo donde debía estar.

Las heridas de su pecho y brazos apenas sangran, sólo necesita un poco de descanso y se podrá apuntar otro par de gloriosas cicatrices. Se coloca el escudo en la espalda y usando las manos como amplificadores llama a más supervivientes, diciendo que todo ha pasado y que pueden salir de sus escondites. Tenemos que apagar el fuego entre todos.

Me dirigo primero hacia la casa del centro para que me puedan ver bien, ya que sigue consumiéndose por las llamas.

Durante el recorrido hacia la aldea, el silencio reina en el grupo. El primogénito acompañado de su tío cierran la marcha. Theron está deseoso de que su sobrino le exprese sus pensamientos pero Lykaios sopesa si esa es la mejor situación para ello. En el momento en el que iba a romper su silencio, alguien marca el alto. Falsa alarma, pero siempre mejor es ser precavidos.

Pronto vislumbran las llamas que en desgracia, avisan que ya han llegado a su destino. El espectáculo es terrible, casas calcinadas, cuerpos en el suelo, y caras reconocibles que por fin anuncian que los compañeros mas o menos heridos todos se encuentran en la tierra de los vivos.

Ninguna palabra sale de la boca de Lykaios, quien se encuentra absorto en sus premisas de todo lo que concierne a la compañía.

Al primero que divisan es a su hermano Atreo, quien visiblemente ha recibido lesiones en la escaramuza. _ Atreo!! hermano mío, te encuentras bien? ¿Dónde se haya el general Spyridon? Con la preocupación por la salud de su hermano, Lykaios rompe su silencio.

Theron y el resto de los integrantes, también realizan sus preguntas que pronto son aclaradas. Presto, el general reparte nuevas órdenes que los hombres cumplen raudamente.

Lykaios y Dareios se encargarán de vigilar mientras el resto presta ayuda a los aldeanos y guerreros heridos.

Sabio es mi tío, pues aún teniendo una escasa preparación militar, vigilando es donde mayor provecho puede sacar de mi. Nada podría hacer para ayudar a estas gentes y al final, aunque no hemos podido debatir sobre lo ocurrido, siento que es mejor así. Pues creo que la opinión de Spyridon y la sacerdotisa serán importantes para intentar esclarecer todo lo sucedido en los últimos días.

Estrecha con fuerza el dori, mas por darse confianza que por hacer uso de el, su mirada se fija en el exterior del poblado desde el sitio que le dijo su hermano.

Spyridon daba la bienvenida a todos los que venían con el carro y escuchó a los aldeanos que les ofrecían la oportunidad de reponerse antes de continuar.

- Antes de nada hay que asegurar la posición, sobre todo comprobar que no hayan más engendros. Un par de guerreros que no tengan heridas que se acerquen a la casa y comprueben que es segura. - Spyridon señaló a la única casa que aún no habían comprobado. 

Spyridon comprobaba como Ifianasa e Hypatia se estaban ocupando de los heridos más graves. Intentó de un vistazo comprobar cómo se encontraban todos los integrantes de la caravana. Él aún podía tenerse en pie, pero tenía que dedicarse ya a sus heridas. Como hombre de batalla estaba acostumbrado a ser curado por guerreros como él y dudaba en pedir ayuda a las mujeres o a su escudero, pero tenía ya que cerrar las heridas.

- Akintos, necesito tu ayuda - Al final se decidió - Hay que cerrar y limpiar las heridas.

Aun con los crujidos que las lenguas de fuego creaban al devorar las pequeñas casas, Dareios pudo escuchar la conversación del hombre que les contaba que las criaturas habían llegado de una casa en concreto. Tal vez aquello solo había sido una extraña casualidad y ellos le habían dado un significado vital creyendo que son el centro de todo. 

Por otra parte, si se había iniciado en una casa y era u ataque pensado contra ellos, tendrían alguna pista sobre el que lo provocó todo.

-¡General Spiridon!-dijo sobresaltado cuando fue consciente de algo que había dicho el aldeano-¿cuántas criaturas han matado aquí?, porque aparentemente solo hay tres y al carro atacaron otras tres, faltaría una.

Esperaba que la criatura que faltaba estuviera dentro de alguna casa muerta, fuera del alcance de su vista, si no era así la criatura aún estaba rondando.

-Algunos habitantes han huido y estarán perdidos en la oscuridad, tenemos que asegurarnos de que no hay más enemigos.

Puede que aquello no hubiera acabado aún.

- Debe faltar una, ¡ Hay que localizarla y eliminarla !

En cuanto oigo el grito de alarma del general, me acerco raudo a él. Había abrigado la esperanza de poder descansar y ocuparme de mis heridas, pero por lo visto mis más profundos temores se habían confirmado y aún había al menos una de esas bestias rondando por los alrededores.

De camino, me fijo en todos los supervivientes, intentando encontrar a la familia que mandamos hacia el carro, aunque sin éxito.

En cuanto llego a su altura, veo que mi hermano Dareios está junto a él, y eso me alegra el corazón. Le sonrío sinceramente.

- No sabes cuánto alegría ha inundado mi corazón al verte sano y salvo, hermano - le cojo del hombro, alegre, y termino abrazándole.

Me giro hacia el general Spyridon.

- Creo que deberíamos organizar una batida, mi general. A propósito. ¿Dónde está la familia que enviamos al carro? No los veo por ninguna parte... - esto último lo añado mirando tanto al general como a mi hermano, consciente de que éste último puede tener más información al respecto que el primero.

El general había calmado mi nerviosismo ante las decisiones que había tomado esta noche, había realizado las ordenes principales que era lo mas importante, ahora bien no estaba complacido por haber abandonado a una familia a su suerte. Y era algo que tendríamos que subsanar lo antes posible, si antes lo hubiera pensado antes hubiera aparecido la pregunta.

- Sobre el destino de la familia Atreo, el general Spyridon ya ha sido informado. 

No había terminado de decir esto cuando Daerios nos avisó de que una de las bestias podía estar aun con vida y esperando a terminar con algunas vidas mas. La respuesta de Spyridon fue inmediata había que encontrarla y acabar con ella. La bestia, podía estarse dedicando a cazar a la familia que no había sabido proteger....no era adecuado que yo no intentara subsanar mi error.

- General, la culpa de que la familia que dejo a mi cuidado no se encuentre aquí es mía....si me releva de cuidar el carro y me presta dos hombres puedo salir a buscarla. Podemos hacer varios equipos para encargarnos de esto, investigar la casa, cazar a la bestia y cuidar del carro. La elección estaba en Spyridon, yo solo podía aconsejar. - Como dividirnos esta en sus manos o elegimos prioridades, funcionamos como dos grupos y vamos resolviéndolas.

Al ver que el General ignora mis palabras, no puedo evitar torcer el gesto con cierta decepción. Le miro un instante con una expresión de lástima y luego me giro hacia la casa a la que irán a investigar.

Mis pasos avanzan lento pues una cantidad no pequeña de abatimiento:

"Parece no ser el hombre que creí que era. Quizás llegará el momento de averiguarlo y entonces, tendré que ver si soy el hombre que creo ser."

Me encamino cada vez más rápido hacia el supuesto origen de las bestias. Mis manos se apoyan en los pomos de mis armas a medida que recorro la distancia que me separa de ese lugar. Otros están en la misma misión pero ni siquiera les miro pues tengo una molestia en mi interior y deseo terminar con esto luego.

- Theron, no hace falta buscar a la familia que ha huido, si conseguimos matar a la última bestia no les va a pasar nada por una noche a la interperie. Es primordial matar a la bestia suelta.

Spyridon desea ir tras la bestia, pero se halla muy herido. Espera que los que se encuentren mejor se presten voluntarios.

Por otra parte observa a Ischyros, pensando que quizás haya comprendido, aunque puede que no. No, no estamos haciendo las cosas bien mientras mi mejor amigo está en prisión y nosotros nos jugamos su vida por unos desconocidos sin saber si han sido ellos mismos los causantes del ataque.

Spyridon mantiene el semblante serio. Llegará el momento en que tengan que elegir entra la vida de su padre y la de otros, es posible que se equivoque pero la guerra le ha enseñado lo que son objetivos prioritarios y secundarios.

Falta disciplina... no son soldados, piensa mientras contempla los restos de la aldea.