Raziel se balancea de mano en mano utilizando los restos del la destruida pared a modo de escalera, llegando al otro extremo sin problema alguno.

Por su parte, Megumi hace lo propio, pero cuando está a punto de llegar, una mano se le resbala y cae contra la pared recibiendo un fuerte golpe, tras lo cual se incorpora ya a salvo.

Avanzáis durante un breve trayecto, tras el cual desembocáis en la sala de máquinas principal. En su interior, dos hombres se afanan en mover palancas y ruedas, da la sensación de que no saben demasiado bien lo que están haciendo. Al percatarse de vuestra presencia se quedan parados, mirándoos sin saber muy bien que hacer.

Una voz a vuestras espaldas rompe el tenso silencio roto sólo por el ruido de válvulas y engranajes.

-¡¡¡NO TOQUÉIS ESA PALANCA!!!

No os hace falta giraros, reconocéis la voz de Megumi, que señala la mano de uno de los dos hombres, que sujeta una palanca.

-Esa palanca lleva el sello de excisus. No la muevas o tendremos un serio problema.

Los hombres permanecen quietos, sin soltar la palanca.

Soltad esas palancas ahora en nombre del Emperador.- Dice Dargus con voz firme y tajante mientras saca su pistola bolter y apunta a la cabeza del operario que tiene la palanca que señala Megumi.- Si no obedecen disparad.

Si alguno hace algun gesto que no sea retirarse abro fuego.

La escalada había sido complicada. Aun con nuestra magnifica fuerza y las armaduras habíamos recibido muchas heridas.

Me ocupare de eso en cuanto tengamos un minuto.

El asunto de la palanca era peliagudo. ¿Podrían mis compañeros disparar antes de que la activasen? ¿Son saboteadores o solo unos ciudadanos intentando arreglar una máquina que no conocen? Pronto lo sabremos…

Apunto a uno de los tipos de las palancas. Atento a la orden o al movimiento de activacion, habria que impedir el accionamiento a base de disparos en la cabeza.

-Se perfectamente lo que hace esta palanca. -El hombre mantiene en vilo el brazo y por unos segundos os dais cuenta de la situación. Dispararle a él no es una opción, sólo por su propio peso, al caer, activaría la palanca. Dispararle al brazo probablemente tampoco, del retroceso del impacto, es probable que se activara, o del simple peso de un brazo amputado. Dispararle a la cabeza tampoco parece buena idea, ya que accidentalmente podría activarse. Y en cualquier caso, una bala perdida o que atravesara el cuerpo del hombre podría ocasionar daños irreparables, y consecuencias funestas.

-Trabajo aquí, limpiando, ¿sabéis? y algo he aprendido sólo viendo como trabajan los adeptos mientras limpio. ¿Sabéis que hace una rata cuando cae en un cepo? -Por un instante os preguntáis a si el hombre no estará delirando- Se arranca la pata a mordiscos para escapar. -El hombre toma aire y os mira tratando de adivinar debajo de vuestro rostro vuestra expresión- Esta palanca funciona del mismo modo. Si la ciudad colmena está muy dañada, la separa en cuatro trozos, de modo que los más intactos puedan permanecer en la superficie, mientras los otros se hunden. -El hombre os mira nervioso, casi sin parpadear.- Supongo que con el destrozo del pasillo de ahí enfrente, esta zona no sería capaz de mantenerse a flote.

Los dedos del hombre se crispan y se aferran a la palanca con fuerza, atentos a cualquier gesto que os pueda delatar. -Cuando llegasteis y empezasteis a disparar sobre la población nos refugiamos aquí, luego vimos como el Tiamat se tragaba el pasillo, y notamos que la ciudad empezaba a hundirse. Pensamos que si podíamos aguantar lo suficiente, daríais la ciudad por perdida y os marcharíais, y entonces nosotros podríamos reflotar la ciudad.

Un silencio abrumador llena la sala antes de que el hombre prosiga, casi pareciera que las máquinas se han parado presintiendo lo que va a pasar a continuación.

-Jamás pensé que vería a los Marines del Emperador aliados con las oscuras fuerzas del Caos... ¡Marchaos ahora! Avisad por radio a vuestros putos hermanos y largaos. Abandonad esta Colmena u os juro por el Emperador que la mandaré al fondo del océano con todos vosotros dentro. Así al menos nuestro sacrificio no habrá sido en vano...

A traves del intercomunicador.- Azariah, si tienes algo con lo que puedas inmobilizar a ese humano seria de gran ayuda.

Dargus baja el arma y despacio quita los sellos del casco. Un pequeño silbido causado por la despresurizacion irrumpe en la escena mientras un pequeño halo de vapor sale por la gorgera. Con un ligero giro desprende el casco y deja su cabeza al descubierto mientras deja el casco en una de las sujeciones de la armadura.- Mirame ciudadano, mirame a los ojos. Somos la Guardia de la Muerte, somos la ultima esperanza de esta ciudad, de este planeta. Lo que tratas de hacer es admirable, digno de un heroe, pero tambien es increiblemente estupido... reconsidera tu postura o morira mucha mas gente. No podemos permitir que muera mas gente.

Me quito el casco y con voz tranquila hablo al ciudadano.

Hemos venido a ayudar hermano. Pretendemos reparar el sistema para salvar a todos los que podamos.
Tenemos el mismo objetivo y tu conoces el sistema…

Ayúdanos. Y juro por el emperador que vengaremos la muerte de todos los inocentes que los traidores han causado.

El marine de asalto baja las espadas Sierra en gesto de no amenazar al humano - Hemos sido enviados por el Emperador para auxiliaros, los marines traidor causantes de estos daños serán castigados por su osadía... Dejad esto en nuestras manos

- Como os llamais ciudadano?- Raziel enfunda su arma y desabrocha su casco. Mira directamente al hombre a los ojos, pero no con una mirada desafiante o de reproche, sino con una mirada serena y con un poco de sincera admiracion. - Mi nombre es Raziel y sirvo en la Guardia de la Muerte, permitirme decir que creo que nos confundes ciudadano, nuestras armaduras tambien son negras, pero nada tenemos que ver con esa escoria del caos. Mira nuestras hombreras izquierdas, lo que ves grabado en ellas es el simbolo de la Guardia de la muerte, miembros de la sagrada inquisicion y portadores de la luz del Divino Emperador. Y estamos aqui para ayudaros a salvar vuestra ciudad y eliminar a esa basura traidora. Habeis sido muy valientes y habeis aguantado mucho mas castigo del que os mereceis, pero os ruego que a partir de ahora nos dejeis continuar a nosotros. No dudo de vuestras habilidades, ni de vuestra capacidad para tomar la decision correcta. Tan solo os pedimos que nos permitais compartir vuestra carga, que nos dejeis ayudar a salvar a esta ciudad y a sus habitantes y que nos permitais castigar a los que tanto os han hecho sufrir. Por favor... - Dice Raziel mientras tiende una mano hacia el hombre y da un paso muy despacio hacia adelante.

-Ciudadano. Los marines del caos estan en el planeta, los acabamos de ver, algunos ya han caido a nuestras manos, a las manos de la guardia de la muerte. Hemos venido en nombre del emperador a liberar este planeta de sus enemigos. Eres valiente y leal, pero en tu desesperado intento por servir al emperador y parar a los marines del caos, estas proporcionandoles precisamente a ellos, tiempo para huir de nosotros. Hemos optado por contener la destruccion del planeta en vez de perseguirlos, con gran disgusto para mi persona. Ayudanos, deja que solucionemos la situacion aqui, para que vayamos ahi fuera y destripemos a esos malnacidos traidores. Rapido ciudadano, tu pronta reaccion podria salvar este planeta y condenar a muchos marines del caos.

El rostro del hombre cambia de repente, como si hubiera estado en una habitación a oscuras y alguien hubiera encendido la luz. Al señalar Raziel las hombreras, se da cuenta de su error, y con mucho cuidado se aleja de la palanca, dejando al Tecnomarine hacer su trabajo.

-Lo... lo siento. -El hombre se arrodilla y agacha la cabeza pidiendo perdón. -Esos marines del caos iban acompañados de marines leales. Cuando empezaron a abrir fuego sobre la población pensamos que nos lo merecíamos, pero cuando vimos que se trataba de seguidores de los dioses oscuros nos dimos cuenta de que algo iba mal. No todos los habitantes de la ciudad están del lado de los dioses oscuros, pero ellos han conseguido hacerse con las armas y los demás sólo podíamos escondernos y esperar...

Baldur espera a que el tecnomarine comienze a manipular las malditas palancas. Por favor busquen un sitio donde refugiarse, no tienen que ponerse más en peligro.

El tecnomarine se pone a manipular palancas y notáis como el suelo empieza a enderezarse muy poco a poco, y como el agua en la que chapoteaban vuestros pies se retira. Al mismo tiempo, se oye la voz de Akhutai por los intercomunicadores.

-Hemos descubierto que los marines de los Puños de Hierro aliados con los marines del Caos son en realidad farsantes disfrazados. Y también hemos descubierto un segundo inhibidor, menos potente y hemos podido recuperar las comunicaciones con La Fortaleza y con la órbita, aunque ahora mismo seguimos rodeados y esperando que la batalla que se desarrolla en el espacio sea favorable hacia nosotros. Los marines del Caos han huido en varias thunderhawk que tenían ocultas en el casco de la ciudad colmena. Se dirigen a La Fortaleza y nosotros tras ellos. He dejado a su disposición una Thunderhawk y algunos hombres que están revisando la ciudad colmena antes de marchar.

Gracias comandante, gran trabajo haciendo huir a esos bastardos. Sospechamos hace tiempo que los Puños de Hierro no tenian nada que ver con el Caos y que todo era una treta. Nos dirigimos hacia la thunderhawk. Si los hombres que se han quedado necesitan apoyo vuelvan a ponerse en contacto con nosotros y acudiremos en su ayuda, aunque ahora lo mas importante es apoyar la Fortaleza.

-¡Muerte a los traidores!

El tecnomarine se pone manos a la obra en cuanto el ciudadano se aparta de los controles. Parece completamente ensimismado en su trabajo como si lo que ocurriera alrededor no fuera con él.
Sin embargo, al escuchar la comunicación del Comandante Akhutai, se detiene un momento y una sombra parece recorrer sus pensamientos. Al momento, mueve de un lado a otro la cabeza varias veces con rapidez como queriendo deshacerse de esos mismos pensamientos y se concentra de nuevo en su trabajo.