Partida Rol por web

Todo está rojo, mi espada bañada con la sangre de mis enemigos caidos, mi ropa empapada de mi propia sangre producto del profundo corte que me hizo el primero de los trasgos.
Poco a poco las fuerzas me fallan, dejo caer mi fiel espada en el pedregoso suelo y me siento en los restos de un tronco para ver la situación que me rodea.
Además de mis heridas, varios de mis compañeros y el desconocido están heridos, parece que Lanetar es que peor ha salido del combate, el dolor se le refleja en el rostro.
Intento olvidarme de la batalla y poner en orden mis pensamientos, intento recordar aquella receta a base de hierbas silvestres que aprendí en mi niñez, esa receta que ayudaba a cerrar heridas y detener hemorragias.

El combate acaba de manera sangrienta y rápida  ; el elfo herido , yo mismo  tengo una herida en el costado  y el hombre acosado por los orcos  tampoco presenta buen aspecto .Sin embargo parece que el elfo  es quien esta a punto de irse al otro lado  y así me lo hace saber a gritos Taurir .Me acerco renqueante  al compañero  e invoco el saber de los hombres de bosque  para intentar mantenerlo con nosotros .Resiste camarada  , intentare limpiar esa herida .

Cuando voy recuperando un poco el aliento y empiezo a ser consciente de que la herida que he recibido no me va llevar a la tumba a pesar del dolor tan atroz que emana de ella, intento ayudar a mis compañeros.
Veo que Ardan está tratando a Lanetar y entonces me fijo en el desconocido que hemos ayudado, le examino las heridas y ,además de los daños sufridos por las armas de los trasgos, parece que está envenenado.
Moviendome despacio para que mis heridas no se vuelvan a abrir intento buscar las hierbas que me permitan terminar con el envenenamiento de este pobre hombre.
Busco por los alrededores de este lugar agreste hasta tener todos los ingredientes necesarios y procedo a realizar la receta. Una vez terminada, le levanto la cabeza y le doy a beber la infusión.

Lanetar se pone a salvo. Fortinbras, con esfuerzo y dolor, logra preparar un bálsamo que alivia al pobre hombre. Su herida no es profunda, pero despide un olor terrible. Con suerte, el bálsamo será suficiente para evitarle males mayores. Las estrellas y la luna empiezan a ser ocultadas por nubes negras.

Con el resto de la hojarasca, Taurir logra hacer una hoguera*. Os colocáis alrededor del fuego. El pobre hombre gime en sueños, y de vez en cuando convulsiona.

Taurir calienta sus pies cerca del fuego. Está ceñudo, como de costumbre, pero esta vez una sombra de preocupación ensombrece sus rasgos.

- Este fuego alertará a cualquier que nos busque en diez millas a la redonda.- Dice.- Pero no creo que esta noche nos convenga dormir sin luz. Descansemos aquí. Yo tomaré la primera guardia.

La hoguera que había preparado Taurir era fantástica, puede que fuese justo lo que necesitábamos para descansar un poco. – He de admitirr que tus movimientos son bastante mejorres de lo que esperraba amigo Forrtinbarrras - consideraba amigo a todo aquel que hubiese luchado por su vida junto a mi - deja que le eche un pequeño vistazo a tu herrida. No soy muy bueno trratando a los demás, perro si que es verrdad que más de una vez he tenido que trratarr las mías prropias jo jo jo jo - dije mientras le enseñaba alguna de las cicatrices que tenía y luego inspeccionaba la herida de el Hobbit. - Hmm crreo que puedo hacerr algo con esto.

Ocupado como estaba con Lanetar no  me he dado cuenta de que había mas gente herida y solo cuando Bearum se ofrece a curar al hobbit caigo .Como ya poco puedo hacer por el aparte de estorbar  me ocupo de mis propias heridas  antes de echar un vistazo a mi paisano .¿Como estas ?Pregunto mas por  calmarle que esperando una respuesta .Ya estas entre amigos  y no hay nada que temer , curaremos tus heridas y pronto podrás contarnos que ha pasado.En pocos días estarás de pie para poder vengarte

Una inspección más cercana revela algunos detalles interesantes acerca del hombre herido. Primero, está lleno de magulladuras y raspones por todas partes, y tiene grandes ojeras, como si no hubiera tenido una buena noche de descanso en muchas lunas. Segundo: la herida de su vientre no es profunda, pero Fortinbras ha hecho bien seleccionando un bálsamo: tal vez no es el que tú hubieras elegido, pero tras un tiempo de sueño (tal vez baste con esta noche) el organismo del hombre pueda expulsar el veneno de los orcos. Tercero: de entre sus heridas superficiales, hay unas que llaman tu atención. En el dorso de su mano izquierda hay unos surcos como de arañazos, como si unas finas garras afiladas le hubieran cortado. El qué es, no crees saberlo (nunca has visto unos orcos que hagan ese tipo de marcas), pero te inquieta.

Despúes de tratar al desconocido y ver que la infusión que he realizado a base de hierbas silvestres hace su cometido y estabiliza al herido, me siento de nuevo debilitado por la herida. En breves momentos se hacerca mi compañero beornida a tratarme la herida, mientras la examina van contando chistes que hace que por un momento mi dolor se mitigue y después procede a su curado con gran pericia, es una suerte tenerlo en el grupo.
-Muy aagradecido maese Bearum, has hecho un gran trabajo, parece que esta noche no me desangraré.Y suelto una risotada de alivio viendo que después de todo no hemos salido tan mal parados, en una batalla así bien podríamos haber muerto todos sin embargo veremos un nuevo amanecer.

Lentamente me acerco hasta el fuego que he encendido el elfo, el calorcito que emana hace que me sienta mucho mejor, varios de mis compañeros también están sentados alrededor de la hoguera. -Amigos míos, está es la mayor aventura en la que he estado envuelto en mi vida, me alegro que haya sido en vuestra compañía. Cuando regrese a la Comarca haré una canción el la que se cante vuestras hazañas, mis valerosos compañeros.
Luego comienzo a cantar alguna canción que nos ayude a olvidarnos de nuestros problemas por una noche, alguna canción dedicada a la comida y a la bebida, que sea alegre y que nos recuerde que somos afortunados por estar vivos.

Las heridas y el cansacio hacen que mi voz salga sin fuerza de mi cuerpo y una bonita canción queda arruinada por mi interpretación.

Con las notas de la canción rota del hobbit, os dormís en un sueño intranquilo. El calor de la hoguera evita que el viento frío os acuchille. Vais saliendo de uno en uno a hacer la guardia, hasta que rompe el amanecer. Ardan se cubre levemente los ojos, y procede a despertaros.

Apenas habéis salido del estupor del sueño, cuando un grito ahogado os sorprende. ¡El hombre herido se ha despertado!

Su aspecto es deplorable a la pálida luz del amanecer. Está sucio y herido, y lleva la ropa hecha jirones. No obstante, Ardan, Bearum y Taurir distinguen claramente que su destrozada armadura de cuero es de la manufactura de los Hombres del Bosque. Tiene cortes y magulladuras a medio sanar por todas partes, especialmente manos y rodillas. Su pelo es largo, y en otro momento de más higiene debió ser rubio, pero ahora está tan sucio que darle un color es difícil. Sus ojos están desencajados de horror. Os mira, pero apenas os reconoce.

Sin embargo, vosotros sí le reconocéis. El pelo dorado, un hombre de los Salones del Bosque, y en el campo de batalla faltaba un muerto: es uno de los guardias de Jorbert, y os aventuráis a decir que debe ser Otto el Rubio.

- No...- Murmura. Pasa la mirada de Taurir a Fortinbras, de Ardan a la hoguera.- No... La lámpara... Plumas en la oscuridad... ¡No me debían ver! Estaba tan cansado... ¡Atrás!- Grita de pronto, intentando retroceder. Está demasiado débil y herido como para levantarse, ni siquiera para arrastrarse. Con una mano intenta empujarse infructuosamente; la otra se agarra la herida del vientre.- No...

Intentamos dormir al lado de la hoguera para descansar de las penalidades sufridas anteriormente, cuando subitamente escuchamos un grito que proviene del hombre herido.
Despierto empieza a gritar frases sin sentido como si estuviera en medio de una pesadilla o de un delirio.
Me acerco despacio hacia él e intento calmarle. -Mi nombre es Fortinbras y junto con mis amigos, hemos venido a ayudarte, nos envia Rickard y ahora estás a salvo. Por favor sientate con nosotros al lado del fuego y cuentanos que te ha pasado. Le digo con la mejor de mis sonrisas, después cojo mi cantimplora y se la ofrezco. -Bebe un poco, te sentará bien y después podemos compartir contigo nuestras provisiones de viaje.

 Apenas  hemos conseguido echarnos  y reposar un poco cuando el herido nos despierta en mitad de la noche dando gritos  y mostrándose de lo mas agitado .Ya que ha recuperado la consciencia seria un buen momento para que nos constara que paso .Digo reprimiendo un bostezo  de cansancio antes de comentar  bajando el tono .Fijaos en el dorso de su mano izquierda hay unos surcos como de arañazos, como si unas finas garras afiladas le hubieran cortado y eso no lo ha hecho un orco..quizás se refiera a eso con lo de plumas en la oscuridad. 

Las palabras de Fortinbras apenas tienen efecto en el hombre. Aparta la mano que le ofrece el hobbit e intenta alejarse un poco más. Busca a tientas con las manos su espada rota, pero no la tiene a mano así que se cubre. Ahora que Ardan lo ha dicho, todos podéis ver las heridas de su mano.

- No... No. Ellos son... Tenía que acercarme al lago... La lámpara... Ellos la dejaron, lo dejaron todo... Me vieron llegar. Me vieron salir. ¡No!

Le echas una mirada de arriba a abajo. Otto es mucho más joven de lo que aparenta, lo puedes ver: no debe llegar a veinte primaveras (y eso es poco hasta para la Gente Grande). En otro momento tuvo que ser un hombre alto y gallardo, pero ahora mismo el pánico y el cansancio lo han retorcido. Imaginas que con suficiente descanso podrá sanar su cuerpo, pero su corazón... Aún no es demasiado tarde, te dices a ti mismo mientras él gime.

Las palabras de Ardan causan en ti una conexión repentina. Plumas en la oscuridad, heridas de garras (ahora las ves tú también), y no había pájaros alrededor del Dagagrís. ¿Puede ser que los orcos usen a las aves como espías? Pero esas heridas, si bien finas, son demasiado largas para ser producidas por un grajo común, el más normal de los pájaros de la zona. Y los orcos no se llevan demasiado bien con ninguna otra criatura, mucho menos los pájaros.

Como veo que el pequeño Hobbit no consigue que Otto se tranquilice intento echarle una mano, aunque tomando una perspectiva distinta a la hora de hablar con el.

- Trranquilo camarrada, ahorra estas a salvo, no hay ningun pajarraco porr aquí, y a los orrcos ya les dimos su merrecido la noche anterrior JA JA JA JA - intenté parecer lo más seguro posible de mi mismo, quería que pudiese confiar en mi - Nos han enviado a porr ti y a porr la lamparra, crrees que mandarrian a unos cualquierra? JA JA JA