Partida Rol por web

El terror tenía paralizada a la aprendiz. No había nada que pudieran hacer. Vio entonces como Valerius comenzaba a invocar una magia desconocida, la magia que formaba parte de él. No sabía que era, pero podía sentir la fuerza de aquel poder llenar el aire. A pesar del grito del moreno, la semielfa no podia moverse. Aquella última mirada le hizo entender que no pensaba sobrevivir a aquello. Y entendió que ella tampoco sobreviviría sin él.

-No huiré está vez- Dijo, poniéndose a su lado, y concentrando el poder del viento, como un torbellino concentrado, donde esperaba que la punta taladrar la esfera en manos de Valerius. -Juntos hasta el final...-

Las almas de aquellos que murieron a manos de la criatura se arremolinan en torno a él. Son meras sombras de ojos blanquecinos y rostros desencajados que aúllan llenos de rabia. Atraviesan su cuerpo como entes sin vida que son, causando más dolor del que sufrieron al morir.

Mientras las monedas flotan y brillan, hasta que son reducidas a cenizas arrastradas por el viento, la criatura hinca una rodilla en tierra y se sujeta las sienes con ambas manos, mientras su piel se reseca y se despega de su cuerpo.

En un último intento por sobrevivir, la criatura concentra el poder de la esfera al mismo tiempo que Valerius la usa para invocar al maestro Marcus. la energía mística fluye sin control de uno a otro.

Un destello que precede a una explosión os ciega a todos.

Caéis al suelo, aturdidos y ensordecidos, con la piel ardiendo. Estáis heridos, pero no lo suficiente como para estar inconscientes o para que os ronde la muerte.

Sentís la lluvia sobre vosotros, os reconforta. La tormenta deja de ser un fenómeno cargado de poder místico para convertirse en algo más común.

La explosión lo hizo volar por los aires. Se había alegrado sobremanera cuando May había decidido quedarse junto con él, aunque también tristeza, porque quería que sobreviviera. Sin embargo, no podía hacer nada más que concentrarse, en exigirse a si mismo lo suficiente como para dar todo de sí, para frenar a la criatura, para que no se cebara con más vidas.

Entonces exploto, todo exploto y en sus oídos solo pudo escuchar el sonido ahogado del silencio, que saturaba sus sentidos. Se relajo, y se hundió en la amable inconsciencia. Solo que esta no llego. La lluvia le mojaba agradablemente el rostro, y el aire regreso a sus pulmones. ¡Estaba vivo! No sabía como lo había logrado, pero había sobrevivido. ¡May!
Se sentó, ignorando el profundo dolor que sentía y busco a la morena medio-elfa, buscando que estuviera bien. La encontró y corrió hacia atrás la capucha, acariciándole los cabellos.
- ¡Estas bien! – Se apoyo contra el pecho de ella, agradeciendo ininteligiblemente, y luego la beso dulcemente.

May había intentado ignorar las imágenes de todos aquellos a los que no habían podido salvar, concentrándose tan sólo en estar allí para apoyar al joven aprendiz que estaba dispuesto a un sacrificio final. Gritó de dolor al sentir en su piel los efectos de estallido mágico, la esfera destruyéndose en manos de Valerius, la criatura pereciendo n ese momento.

Tenía los ojos cerrados, tan empapada de la tormenta que no era consciente de las gotas de lluvia tan distintas ahora. Fue la voz del moreno quien la trajo de nuevo a la realidad, abriendo sus ojos para verlo reclinado sobre ella. -Val... Llegó a murmurar, antes de sentir sus labios en los suyos. Puso su mano en su mejilla, mirándolo cuando se separó. -¿Todo ha acabado? Intentó incorporarse, mirando alrededor. -¿Sólo sobrevivimos nosotros tres?- Preguntó, con la voz entrecortada. Si, estaban vivos, ¿pero cuántos habían caído esa noche? Conteniendo un sollozo, se abrazó al cuello de Valerius.

Podéis oír un quejido a unos metros de vosotros.

- ¿Alguien puede... ayudarme?

Donde debería estar la criatura se encuentra el maestro Marcus. Está malherido, mueve un brazo con lo que parecen sus últimas fuerzas. Al no encontrar nada a lo que agarrarse, deja caer su mano rindiéndose al hecho evidente de que su muerte está cerca.

La semielfa se dió la vuelta sin soltarse de Valerius, mirando sorprendida y suspicaz en la dirección que había escuchado la voz. Había llegado a sentir gran odio en su interior hacia aquel hombre ahora moribundo, al sentirse defraudada por quién había confiado y se habìa convertido en el culpable de tantas muertes. Ya no sentía nada más que tristeza.

Miró un momento al moreno, y poniéndose en pie caminó hasta donde estaba lo que quedaba de Marcus. Se sentó junto a él, mirándolo, preguntándose qué decir o hacer por él. -Casey, ¿Puedes ayudarlo?- Recordaba que el elfo había mencionado que tenía algunas habilidades curativas.

Creo que todo habia terminado, y estaba agradecido, se encontraba ahí con May, pero un quejido lo hizo darse cuenta de que no estaban solos. Se puso de pie al unisono, mientras todo su cuerpo parecía aullar de dolor por lo que habia hecho antes, y tomo la mano de marcus, para hacerle saber que no estaba solo. El lo comprendía un poco mejor que May, el porque habia tomado las decisiones que habia tomado, quizás el las habría tomado tambien.
Estamos aquí maestro.. murmuro palabras que traian tranquilidad, y suave curación, haciendo que la sangre circule y el tono mejore, pero no era muy apto en eso, algo podría ayudar.

El maestro os sonríe. Sus fuerzas están al límite y respira con dificultad.

- Os he causado muchos problemas.

Durante unos instantes se queda quieto, al borde de la inconsciencia. Recobra el aliento y continua hablando, aunque en un tono más bajo.

- El poder de la esfera me corrompió y enfermé. La única manera de no morir era asesinando a otros magos y bebiendo su esencia. Eso os iba a pasar vosotros. Lo siento...
>> Aún podéis ayudarme... acabad con mi vida, antes que este mal surja de nuevo... y esto vuelva a empezar...

La semielfa observó a Valerius inclinarse junto al mago. Se puso al lado del moreno y apoyó su mano en su espalda, su mejilla rozando su hombro. Las palabras de Marcus, aunque pocas, explicaban lo que ella había visto en el momento que había tocado la esfera.

A la petición del mago, no supo que decir. Miró a Valerius. Ella nunca había matado a nadie, y aunque hacía unos minutos se había sentido capaz de matar al mago, en ese momento sentía su mano temblar. -¿Cómo lo hacemos? ¿Habrá alguna poción que podamos darle, algún veneno indoloro? No sé... Pudiera... Intentar detener el paso de aire a su cuerpo...- Era una idea terrible, pero no sabía cuanto tiempo tendrían antes que Marcus perdiera fuerza.

Valerius escucho las palabras del Mago, entendiendo lo que ocurría. Escucho las sugerencias de May, y asintió.
- Porque no te fijas si quedo alguna de las pociones, eso hara todo más calmo para el Maestro. Creo que vi una que tenia una etiqueta de sueño o similar –

Y una vez que May se hubo alejado, continuo para evitarle el feo momento, decidido a hacer lo que debia hacerse, acaricio la frente perlada de sudor del maestro, A diferencia de ella, el si que había lastimado en las calles para defenderse, para sobrevivir. Había dado muerte animales para alimentarse y había lastimado humanos que habían querido atacarlo. Había vivido en como ladrón y habia estudiado en libros donde los puntos eran vitales.
Y entendió que estaban ahí como alimento, que Marcus no era en realidad una buena persona, le había dado todas las oportunidades y había fallado en todas y cada una de ellas. Era una verdadera mala persona y todos a su alrededor tenían razón, empezando por la loca mirtha.
Y sin embargo, comprendía, comprendía que la magia tenia un precio, y solo por ello, decidió ser compasivo. Primero recito palabras para cambiar su vista, a ver si el matarlo hacia que se pasara alguna clase de maldición o era alguna forma que la criatura tenia para sobrevivir, en caso de no encontrarlo, observo que may estuviera lejos, y saco una de sus afiladas dagas.
- Adios Maestro, que encuentre finalmente la paz. Intentare perpetuar su legado como debió haber sido.
Y hundió la daga, detrás de su oído, llegando directo al cerebro, brindándole paz.
Luego, invoco palabras para quemar el cuerpo, y que este se fuera consumiendo, y fue a buscar a May, tenian mucho trabajo que hacer.

El puñal hace su trabajo y roba la vida del maestro, antes de que el mal que habita en su interior tome de nuevo el control.
Un grito lejano de agonía y muerte os deja más que claro que el extraño ha muerto al fallecer su alter ego: el maestro Marcus.

Una oscuridad de origen sobrenatural se cierne sobre vosotros, dejándoos atrapados bajo un manto de negrura perpetua.

Tras varios segundos sintiendo la sensación de estar perdidos en una dimensión desconocida, podéis ver una pequeña luz que flota lejos de vosotros.
De pronto se acerca a gran velocidad y su brillo aumenta hasta estallar en llamas.
En su interior podéis ver una persona, que parece un hombre.

No se había alejado mucho del lugar, de camino a lo que quedara de la torre del mago, cuando la oscuridad comenzó a cernirse sobre ellos. -¡Oh no! ¡Valerius! ¡Casey!- Comenzó a correr de nuevo hacia donde había dejado a sus compañeros, aunque la oscuridad le impedía guiarse.

Pudo ver la silueta del moreno cuando se acercaba, pero algo más parecīa venir a toda velocidad en su dirección. May se detuvo, y con los brazos extendidos frente a ella, intentó invocar una cúpula de viento, como una campana de protección alrededor de ellos, para protegerlos de lo que venía...

Cuando Val creyo que todo habia terminado, se dio cuenta de que no era asi, y de la peor forma posible al estar ahora en un limbo oscuro.
- Oh,¡ mierda! – indico, preocupado. Busco entrelazar la mano con la de May, y se sentía muy cansado, la chispa de la magia ya agotada en el, necesitaría descansar para recuperar su poder de nombrador.

Os encontráis rodeados por un círculo de llamas tan alto que casi se cierra como una cúpula.
La figura de la que surge el fuego flota delante de vosotros. Os mira con curiosidad.
Por un instante parece que va a hablar, pero de su boca surge una bocanada de vapor.

May se encontraba entre el hombre en llamas y los dos aprendices; tenía una mano en alto, manteniendo la precaria barrera alrededor de ellos, temiendo que el fuego alrededor de aquel ser los traspasara y consumiera. Su otra mano aferraba la de Valerius, era su turno de protegerlo a él.

Sin embargo, la figura no parecía querer herirlos, o tal vez estaba sorprendido por la barrera de viento. La semielfa, insegura, se dirigió a él.-¿Qui-quién eres?-

Valerius estaba cansado, y miraba todo como entrecerrado, el calor lo estaba afectando, pero l a barrera de May le permitió respirar con mayor normalidad. Como la muerte parecía enseñada con ellos, apretó la mano que tenia unida a ella, siendo ella su sosten luego del increíble cansancio que tenia el aprendiz.
- Intenta traducir lo que intenta decirnos? Despues de todo, es viento…-

-Puedo intentarlo...- Murmuró la semielfa. No quería soltar la barrera; con un último apretón a la mano del moreno, intentó atrapar el vaho que había escapado de la boca del ser y traerlo hasta ellos, tratando de reconocer palabras en ello.

Eres incapaz de entender sus palabras. El muro de aire que os protege se calienta tanto que el oxígeno que hay atrapado en su interior se inflama.
El círculo de cierra un poco más y apenas podéis respirar.
El sudor empaña vuestra visión, pero por un momento creéis ver una silueta más pequeña que jueguetea, bajo el hombre ardiente, persiguiendo llamas como si fuesen pájaros.

May jadeó al sentir la barrera perder potencia, y el terror de morir afixiados la invadió. Desesperada, sus ojos se posaron en la figura que se movia entre las llamas. -¿Ra? ¡Ra!- Llamó la semielfa, esperando estar en lo correcto.