Partida Rol por web

El viaje es mucho más cómodo que el que os llevó hasta la India. Se nota que en esta ocasión al gobierno le están entrando las prisas. Tenéis todo el avión para vosotros, el piloto, un copiloto y un mecánico. Tenéis hasta la posibilidad de dormir, que tras unas cuantas horas de viaje no desaprovecháis.

El avión hace varias escalas, lo justo para reabastecerse de combustible, y el mantenimiento. No tenéis que bajar del mismo. Y de esta forma por la península arábiga, y luego norte de áfrica. Para a continuación subir por Francia hasta Gran Bretaña. En Escocia un oficial americano, que en privado os dice que es miembro de la inteligencia americana, os da una dirección a las afueras de Tosnberg donde se aloja un miembro de la resistencia noruega. En unas horas sale vuestro vuelo hacia Noruega. 

Tønsberg es la localidad más antigua de Noruega (871 d.C.) y una de las más importantes durante la Edad Media, considerada ciudad en el año 1.191. Hay que entender que en aquella época era muy extraño que se estableciera una ciudad, menos que ostentara una iglesia, cuando los Vikingos adoraban a Odín y otros tantos dioses. La ciudad y sus cercanías están ocupadas por tropas alemanas y la población se ve recluida en sus hogares.

Es el momento de que ideéis un plan para adentraros en territorio enemigo. Los aliados no os pueden ofrecer cobertura, así que la misión es extremadamente complicada. Hay que destacar que Tønsberg acoge el campo de prisioneros de Berg y el contingente de tropas es muy elevado.

Alguien del grupo ha de hacer una tirada de destreza dificultad 15, puede sumar su bono de destreza a la tirada. Si falla, se cae en una zona con soldados alemanes patrullando (Se puede gastar un punto Pulp, para repetir la tirada).

Vuestro turno.

-Eres una mujer fascinante, Faith. El hombre que logre enamorarte deberá ser un "auténtico" hombre. - afirmó con convicción, sonriendo a la guapa joven. Aventurera, valiente, decidida, y una hábil lengua, ahí estaba el cuento sobre Harrer. 

Estrechó con energía la mano de Carter -Confíe en nosotros. Somos un buen equipo, sabemos trabajar juntos. Después de esa excursión en el Himalaya será coser y cantar -aseguró Steve, insistiendo en ofrecer confianza a unos y otros. 

Y así se embarcaron en un nuevo e interminable vuelo donde se pasó la mayor parte del tiempo durmiendo, recuperando y concentrando fuerzas. Estaba alegre y feliz, la acción era lo suyo, se sentía joven y capaz de nuevo.

-Francamente, tengo ganas de saltar ya y romper unos cuantos huesos alemanes - dijo, de buen humor, estirándose igual que un gato. 

Al final nuestro rumbo nos iba a llevar al norte, a tierras noruegas. No dije nada al respecto, pero sí me quejé airadamente por la forma de llegar allí. No iba a saltar en paracaídas, por mucho que me dijeran. Una cosa era subir una montaña y otra matarse estrellado contra el suelo...

-"Si logramos llegar a Tønsberg, lo mejor será hacernos pasar por ciudadanos de la ciudad y esperar al atardecer para ir a la iglesia o cuando vayan los feligreses que no sé a qué hora irán." Comenté a los demás.

Al final me encontraba sentado en el avión, ensimismado en mis pensamientos y ofuscado con todo y todos. Había dado mi brazo a torcer, pero sería la última vez. No iba a poner mi integridad en peligro. En cuanto volviéramos del viaje, si volvíamos, que esa era otra, me despediría y me volvería a mi tranquila y apacible universidad. Un pitido nos indicó que era la hora, así que me preparé, toqueteé mi paracaídas y cuando me indicaron salté al vacío, no sin reticencias. La caída fue desastrosa, haciéndome polvo al tomar tierra. Me dolía todo.

Venga profesor... -le dije, al verle preocupado por el salto-. Seguro que puede decir a sus alumnos en un futuro que saltó sobre las líneas enemigas, cuando todo esto pase...-. Aquello, literalmente, podría ser verdad. Una vez allí, estoy de acuerdo con usted, habremos de estudiar desde la distancia el tránsito religioso.

Durante el viaje había estado charlando con mis compañeros, escuchando los ronquidos de Steve que emitía de vez en cuando, pensando en todo el tramo del viaje que llevábamos (y que aún nos esperaba). Noruega: el frío tras el frío, pero ahora cuajado de nazis. Sólo esperaba que aquella antigua iglesia tuviera una buena pista para llegar al Árbol de la Vida, fuera aquello lo que fuera.

Una vez allí, convendría buscar rápidamente la iglesia y tratar de acudir a su interior. No obstante, si está demasiado vigilado creo que la única opción, como dijo el capitán Carter, sería adentrarse en las alcantarillas de la ciudad, pues ningún aliado estará allí disponible. ¿Alguien sabe donde podríamos hacernos con algún mapa del subsuelo? -lo cierto es que no sé si aquella ciudad contaba con alguna empresa particular de limpieza de tuberías o si era el propio ayuntamiento quien se encargaba de aquellas tareas, el cual estaría bajo el control nazi, seguramente...

Pete estaba nervioso en el avión. Un mal salto podría acabar en un mal aterrizaje… y esas heridas podían ser mortales para el mecenas.

Poco a poco vio como todos iban saltando. Pete se concentró mucho en dar un buen salto… o por lo menos eso pretendía.

Al final se decidió, miró al vacío y se dispuso a saltar. El viento azotaba su cara, hasta el punto que parecía que le cortaba. Logró tirar de la anilla, y una vez se hubo desplegado el paracaídas, Pete se preocupó de preparar sus pieras para un correcto aterrizaje.

Ya a algo menos de 100 pies se acordó. “Me habían encargado buscar una zona de aterrizaje”. Intentó buscar rápidamente la mejor zona para aterrizar, pero ya era tarde… por lo menos para sus habilidades como paracaidista. Tiró fuerte de la guía de la derecha y se le desestabilizó el descenso. Comenzó a dar bamboleos en el aire, pero consiguió estabilizarlo. Para cuando se hizo con ello ya era tarde. Habían tomado tierra en zona errónea, y lo peor… era posible que alguno de sus compañeros tuvieran problemas en el aterrizaje.

Una vez aterrizaron, Upham se acercó a Faith y Moore… se estaba haciendo responsable de aquella mala situación.

Tras unas horas de vuelo, en mitad de la noche llegáis a las costas de Noruega. La noche parece bastante tranquila, aunque la presencia de algunas nubes que amenazan con una posible nevada, de momento os favorecen, al hacer que vuestro avión sea más difícil de detectar.

En mitad de la noche, con un frio espantoso y en un terreno que no conocéis, es Pete quien toma la decisión de cual puede ser el mejor momento para saltar. Pero la tensión y novedad de la situación, hace que el lugar elegido, si bien esta a un par de kilómetros de la ciudad, como queríais, esta demasiado cerca del campo de prisioneros que hay a las afueras.

Steve, Piero y Pete, logran tomar tierra sin mayores dificultades, y comienzan a recoger rápidamente sus paracaídas, mientras que el profesor Marcus y Faith, no logran controlar bien la velocidad de descenso y salen magullados rodando por el suelo. La oscuridad y la tensión, no les ha ayudado a que sea un buen final de salto. Están aturdidos y magullados, por lo que de momento ellos no recogen sus paracaídas, y comienzan a ser arrastrados por el viento. Pero Steve y Piero les ayudan a recogerlos. 

A lo lejos hay una carretera que une el campo de prisioneros con la ciudad, por ella podéis ver como avanzan unas luces, podría tratarse de algún vehículo. Hay poco tiempo antes que lleguen a un lugar desde el que os podrían descubrir.

Estáis a unos 200 metros de un bosque, y a unos 500 de la carretera, os encontráis en medio de un campo nevado. A unos 2km de Tønsberg, de la que tan solo podéis ver como algunas lejanas luces iluminan la fría noche. Hay una colina y un bosque entre vosotros y la periferia de la ciudad. Tenéis un plano con la ubicación de un contacto de la resistencia, una casa apartada a las afueras de la ciudad.

Vuestro turno

Me dolían hasta las uñas de los pies del tortazo que me había dado al aterrizar. Odiaba las montañas, la nieve, el frío, a los nazis, al ejército, a los aviones, los paracaídas... ¡Empezaba a odiar muchas cosas! Pero ahora debía centrarme e intentar recuperarme, si no sería una carga para el resto del equipo. Logré quitarme el paracaídas, con ayuda de mis compañeros, y al ver que se aproximaban unas luces, miré alrededor. A unos quinientos metros había un bosquecillo donde podríamos ocultarnos y esconder los equipos de salto. Luego pensaríamos qué hacer para llegar al punto de encuentro con el de la resistencia.

-"¡Aunchh! Me duele todo, maldita sea. Vayamos a ocultarnos a ese bosque y escondamos los paracaídas, rápido, antes de que nos vean." Les dije a los demás.

Seguí mis palabras, pasando a la acción. Cogí mi mochila y las cosas y caminé todo lo rápido que pude hacia allí.

-¡Vamos, vamos! -susurró, acelerado - Deprisa.

Steve recogió el paracaídas a toda velocidad y estaba con el de Faith cuando vio aquellas luces. El salto les había dejado cerca del campo de prisioneros, y a la vez cerca de la ciudad, aunque por el lado equivocado.

El vehículo podía representar una oportunidad de transporte. ¿Soldados? ¿Un coche solitario con algún mandamás que regresaba a Tonsberg? El hombre de acción no se lo pensó.

-Piero, conmigo, quizá podamos hacernos con ese vehículo. Al menos ver de qué se trata. Los demás, corred al bosque con los paracaídas.

Pete recogió el paracaídas como pudo, y cuando se quiso dar cuenta ya estaban Steve y Piero ayudando al resto a recoger los suyos.

El aterrizaje, aunque forzoso y de mala gana, solo se había saldado con dos magullados, cosa que le relajó a Pete en parte. No podría haber vivido con la culpa de que al intentar hacer algo que no sabe hubiese perjudicado gravemente a un compañero.

Nada más que ocultaron los paracaídas se juntaron de nuevo, y mientras estaban debatiendo sobre lo que hacer, el joven Upham estaba buscando algo en la mochila. Cuando lo halló lo sacó rápidamente.

- Toma Steve. Guárdatelo. - Pete ofreció uno de los walkies - Si nos separamos podremos comunicarnos. No te preocupes, ya están en el canal. Procura no tocar aquí, ni aquí, ni allí. Se podría desconfigurar. Para hablar pulsas este botón, esperas unos segundos y hablas. Cuando acabes di cambio, así sabré que puedo contestar. ¡Ah! y lo más importante, esa ruleta es el volumen. Mantenlo bajo por si acaso.

Pete explicó rápidamente el funcionamiento del walkie. No sabía porqué lo había hecho. Estaba claro que Steve había tenido alguno más en la mano con anterioridad, pero en la situación creyó que la aclaración era necesaria.

- Está claro que podemos parar a ese coche. Id vosotros delante y si tenéis alguna complicación me avisas. - dijo mientras agitaba el otro walkie. - Yo me parapeto ahí - señaló a una zona un poco elevada y desde la que parecía que se tenía mejor visibilidad. - Si tenéis problemas, os daré fuego de cobertura con el rifle.

Gracias, chicos... -tras el salto, agradecí a Steve y a Piero aquel rescate, aunque aquellas alabanzas habían sido someras y leves, pues enseguida estábamos en un campo nevado, con un bosque y una carretera como contraste del paisaje-. Tonsberg estaba cerca, pero sólo a golpe de vehículo, y bajo la fría nieve andar era un mundo. Al ver enseguida las luces me agaché, instintivamente, y tras recoger el paracaídas lo más rápido que pude (estando junto a Steve), traté de ocultarme en el bosquecillo.

Por lo visto Steve estaba a punto de hacer algún tipo de artimaña con Piero...

Una vez entre los árboles de aquel paraje, me desligué de los arneses y nudos del paracaídas, lo arrugué para que su volumen fuera el menor posible y luego lo oculté bajo la nieve, entre los árboles. Después traté de no quitar la vista a los dos compañeros quedados atrás. me llevé la mano a la espalda, tratando de tocar mi revólver, para cualquier circunstancia que hubiera que desempeñar...

Tras la dura toma de tierra por parte de algunos de los miembros del equipo, los que han aterrizado mejor, ayudan al resto a recoger los paracaídas y a llegar hasta el cercano bosque. Aunque solo son unos cien metros, hacerlos de noche, sobre un suelo nevado y con dos personas aturdidas no resulta tan sencillo como podría parecer. Faith vigila el bosque por si allí hubiese alguna amenaza, pero no parece nada transitado, excepto por las huellas de algún zorro.

Steve quiere ir hasta la carretera a detener al coche, pero esta esta a medio kilómetro, y tras ayudar a sus compañeros a guarecerse en el bosque, tan solo avanza unos metros antes de poder ver como el coche se detiene, y baja primero un soldado con una potente linterna que comienza a iluminar el campo en el que habéis caído y los alrededores. Pronto a el se une un segundo soldado, a pesar de la distancia se pueden escuchar algunas voces en alemán, muy debilitadas y distorsionadas por el viento.

Steve se agacha y trata de pasar disimulado, esta a gran distancia de los soldados y de la carretera. Es posible que alguien que estuviese de guardia en el campamento de prisioneros, haya visto algo, o incluso haya escuchado el avión que os ha traído.

Al poco rato se ven más luces que se acercan, parece que vienen más vehículos hacia donde os encontráis.

Vuestro turno

Espero que Steve venga cuanto antes... ¡mirad! -apunté con el dedo hacia la carretera, viendo que se aproximaban más luces y vehículos-. Si le ven no tardarán en darle caza... Y nosotros, compañeros, creo que no debemos quedarnos en este bosque. Cuando Steve venga, propongo salir pintando de aquí: esos nazis no tardarán en peinar los alrededores... Tal vez hayan sabido lo del salto... de algún modo -arqueé una ceja, maldiciendo el hecho de que pareciera que siempre estaban por delante de nuestros pasos-.

Pete se movió a una posición más aventajada y con mejor visibilidad, desde la que podía vigilar a Steve y a su vez observar a esos alemanes que parecían amenazar al grupo.

Faith tenía razón, teníamos que esperar a que Steve volviese y quizás fuese lo mejor.

Upham se limitó a observar y esperar.

Una vez en el bosque, excavé un hoyo en la nieve y metí en él el paracaídas. Lo tapé con nieve y hojarasca y me quedé observando el coche que había parado. Faith indicó con la mano lo que era evidente: ¡Soldados alemanes! Me agaché y les indiqué a los demás que hicieran lo mismo. Había que salir de allí, ya que parecía que se acercaban más coches.

-"Debemos de irnos de aquí inmediatamente y adentrarnos en el bosque. Avisad a Steve, que se arrastre hasta aquí. Yo iré adelantándome." Les dije a los demás.

Medio agachado, parapetándome entre los árboles, fui metiéndome en lo profundo del bosque, en dirección al pueblo.

Sería una temeridad y no valentía continuar hacia la carretera para conseguir un transporte. La verdad es que Steve quería hacerlo y de paso llevarse por delante las gargantas de unos cuantos alemanes, sin embargo era imprescindible para la misión secreta que no los viesen ni tuvieran idea de que alguien había saltado en paracaídas.

Así que, a regañadientes, se agacho y fue zigzagueando de aquí para allá, deprisa, aprovechando los accidentes del terreno para ocultarse, hasta que llegó a la seguridad del bosquecillo y se detuvo unos segundos a tomar aire. 

-Malditos bastardos. Joder. ¿Estáis todos bien? -luego se introdujo más en la oscuridad nívea entre los árboles e imitó a Marcus enterrando el paracaídas.

-Pues nada., sigamos adelante con la seguridad del bosque.