La llegada

Nada más poner un pie en el campamento ya sientes cómo el aire limpio te despeja. Renovador y bienvenido. Es tan diferente al ritmo que llevas normalmente que dan ganas de sonreír.

Y es que sólo el hecho de haber sido seleccionado para estar aquí durante estas cortas vacaciones pagadas ya es en sí mismo un gran premio del que podrás presumir en las reuniones de trabajo durante años.

La carta oficial de invitación hablaba de una dinámica para acercar a algunos de los personajes más relevantes de la empresa para una dinámica de equipo. Juegos de sociedad que dominas a la perfección.

Y por si fuera poco, está el aliciente de ese rumor. El gran Jefe lleva un tiempo dejando caer entre sus círculos que necesita un asesor, pero que necesita comprobar antes que sea un verdadero creyente en los objetivos de la empresa, y para eso necesita VER cómo trabaja. Eso, mas las cámaras de seguridad que se han instalado en las áreas comunes... Si, es un secreto a voces. De aquí saldrá uno de los puestos más cotizados de la década. Ese puesto tiene que ser tuyo.

A lo largo de la mañana, diferentes transportes comienzan a llegar. Algunos en taxi, otros con coches alquilados y los más osados usando transporte público y caminando un rato los invitados hacen aparición.

Hasta el mediodía, donde tendrá lugar el cocktel de bienvenida oficial, los ilustres invitados podrán hacer footing, visitar la piscina, las salas de usos múltiples, el salón de actos o sencillamente relajarse en el balneario.

Eran las 10:00 de la mañana, hacia un espléndido y soleado día. El taxi se acercaba al campamento en el cual pasaría los próximos días en una dinámica de grupo laboral. Pero eso no era lo importante, de aquí saldría la mano derecha del jefe. Un puesto que todos queríamos alcanzar. Mayores logros y poder adquisitivo. El taxi llegó hasta la entrada, le pagué y entre observando los diferentes lugares. Parecía que no había mucha gente por allí aún. Quizás fuese el primero en llegar. Pague mi taxi y avance a preguntar cuál sería mi habitación. Dejaría allí mis cosas y posteriormente saldría a ver todos los lugares para saber qué poder hacer durante los próximos días. Las "vacaciones" empezaban, o mejor dicho, esta especie de competición comenzaría en breve.

Era tarde, más tarde de lo que le hubiese gustado. Un desayuno apresurado y un coche a la máxima velocidad permitida... mientras trataba de adecentarse lo máximo posible. Una parada momentánea para el Red Bull de turno y... llega después de un taxi. Con una rápida mirada, antes de bajar, puede ver que aún falta bastante gente, lo que le hace suspirar aliviado. Enarbola una sonrisa afable y desciende del vehículo que su jefe le había encargado, despidiéndose del chófer tras recoger una maleta de tamaño medio y un maletín.

Enfundado en uno de esos trajes de pijo y con algunas ojeras se acerca al chico extraño de gafas al cual no conoce en persona, aunque probablemente hubiese leído algún informe suyo y, extendiendo la mano, se presenta.

Viktor Ciara. Perdona el retraso, la subida a PROD de ayer del Proyecto NAS-019 dio algunos problemas y terminé tarde... oh, espera ¿qué hago hablando de trabajo? -se corrige enseguida- ¿somos los primeros?

¿En serio?

No podía tener mas mala suerte. Hoy, definitivamente, el día, no estaba saliendo como yo lo había planeado. Mi agenda electrónica pitaba de cuando en cuando, como si se tratase de pequeños avisos, recordando citas, reuniones y papeleos, que, evidentemente, se estaban cancelando por si solos pese llevar planeados hace semanas. Tendría que redirigir parte de su trabajo y hacerlo en otro momento. Y eso no iba conmigo.

Tampoco iba conmigo llegar tarde a los sitios y menos cuando había salido con más de media hora de antelación de mi ático para que me llevara el táxi, que había pedido, dos veces (solo para estar segura) como una hora antes. Pero un pinchazo inesperado hizo que tuviera que hacer autoestop para llegar a tiempo. La voz de mi institutriz  inglesa regañándome por no ser mas precavida me hicieron resoplar. También por resoplar, claro. 

Dos horas metida en un sucia furgoneta familiar, con cuatro críos cantando "Shannon se ha hecho pis en el saco de dormir", hicieron pensar seriamente si en futuro quería tener hijos: No. Definitivamente mi sistema hormonal sufriría una autodestrucción expontánea si en algún momento decidía cambiar de idea. Afortunadamente la pequeña Mary, de 4 años, solo se dedicaba a hacerme peinados chulos y molones. A lo mejor no era tan seria como yo me creía, pues mirarme en su espejito hizo que me riera de mi misma y decidiera demostrarle a la pequeña cómo se debía hacer un verdadero peinado. Hay cosas que no tienen precio, y puede que al despedirme de la familia, y ver a la pequeña orgullosa de su moño Ingles, fuera una de ellas.

Tras la nube de polvo me giré sobre mis talones y alisé mi vestido, tosiendo un par de veces por el polvo. Admiré la casa y casi me regañe a mi misma al pensar que aquello podría ser lo que necesitaba: Unas vacaciones. Una voz me llamó la atención. Al parecer dos "compañeros" ya estaban por allí. Me quede mirándoles intentando evaluarles, dependiendo de su conversación. No quise interrumpir. Tampoco se me daba tan bien sociabilizar como para acercarme directamente sin ser invitada.

 -Atchis!- Estornudé nuevamente. Al parecer iba a tardar en quitarme el polvo de encima mas de lo que creía.

Jorge llega al lugar del retiro montado en un coche de alquiler, un utilitario de alta gama con el que le gusta picar a los radares. Aparca en la gravilla junto a un taxi que ya emprende la salida dando marcha atrás y tras bajar, pequeña maleta en mano, repara en un pequeño grupo de tres "compañeros".  Un tio con pinta de friki, uno más aceptable de traje y corbata y una morena a la que no puede evitar dar un breve repaso.

Con su mejor sonrisa y extendiendo la mano se acerca hacia el grupito. ¡Bueno días equipo! ¿Que tal va todo? Soy Jorge por cierto creo que no habíamos tenido aún el placer de conocernos.

Finalmente veo que empiezan a ir llegando compañeros. El primero es un tipo en traje que se acerca a mi y se presenta. Le estrecho la mano, Jhon McWright, y si somos los primeros en llegar al campamento. Espero que los demás no tarden demasiado y empecemos cuanto antes.
Mientras conversamos la siguiente en llegar es una compañera, muy linda por cierto. Sale y nos mira desde la distancia, no se acerca ni nos saluda.
Por último llega un tipo que dice llamarse Jorge. Nos saluda y se presenta. Soy Jhon, y el es Víctor. Y todo bien, esperando que lleguen los demás para comenzar con las actividades.

Agazapado detrás de un árbol, al final, Jesús Yrion entra en escena; había llegado hacía unos cuantos minutos y porque no había visto a nadie, decidió ocultarse y ver si era el lugar correcto, y ya de paso, tratar de captar alguna información relevante acerca de los otros invitados a este evento.

Tras ajustarse la corbata, comenzó a caminar hacia aquel pequeño grupo que se había formado ante él, y con la mejor de las sonrisas y los brazos extendidos decide darles la bienvenida, no porque fuera algo suyo, sino porque así era él.

-Bienvenidos, Hijos Míos. Espero que los lazos que Jesús(cristo) ha formado aquí en la tierra entre hermanos no se vean manchados por la vil competitividad que el Diablo ha plantado en los corazones de los débiles, pues la Discordia es un mal que se ha de retirar de raíz.

Jesús ya había oído los rumores, y sabía que aquellos hombres y mujeres también los habían oído, a fin de cuentas, era algo que estaba en boca de todos, al menos por la parte que él vio. Y como él era así, todo lo que ve existe y es norma en todo lo que él no ve. A parte de Dios, claro está.

Me volví a mirar al espejo antes de salir. Traje nuevo sin la menor arruga, corbata nueva a juego con el traje, barba bien afeitada y pelos (aunque pocos) bien peinados. Mi aspecto era impecable, y así era como debía ser. La primera impresión era la más importante de todas.

Me había levantado con tiempo, por lo que no tenía ningún tipo de prisa. Salí tranquilamente a la calle y pedí un taxi, que tardó sorprendentemente poco en llegar. Esto es sin duda buena señal.

Durante el trayecto, volví a repasar mentalmente todos los datos del retiro. Nunca había estado en este tipo de eventos de “dinámicas de grupo”, pero se me daba bien tratar con la gente, así que estaba tranquilo. Durante el trayecto, me entretuve pensando qué tipos de personas acudirían, y la mejor manera de aproximarme a ellos. Aunque era imposible conocer a todos los integrantes de una empresa tan grande, me había esforzado en recordar las caras de todo con el que alguna vez me había cruzado, de forma que esperaba que al menos alguno de ellos me sonara de vista. Eso de alguna manera me daba confianza. Además, hacía un día espléndido y eso alegraba el ánimo de cualquiera. Cuando el taxi llegó, ya había gente allí. Mejor, odiaba tener que esperar solo en los sitios.

-Bueno días a todos –dije acercándome al grupo-. Mi nombre es Erik Akter, encantando de conocerlos.

Con la mejor de las sonrisas, le fui estrechando la mano uno a uno, esforzándome por recordar los nombres de todos.

El petardeo sordo de un tubo de escape que desahoga un motor de esos que no tenía claro si alcanzaría a tener más centímetros cúbicos de cilindrada que dólares costaba (aunque lo intentaba con tesón) llenó el ambiente casi impidiendo escuchar claramente las últimas palabras de Erik.

Pese a todo, no era un molesto ruido ensordecedor, era más bien el sonido poderoso que, sin llegar a ser armónico, resultaba agradable al oído.

Y ese sonido fue tan solo el anuncio de lo que instantes después llegaba al lugar: una Harley Davidson Fat Boy Special edición limitada pilotada por una amazona en falda por encima de la rodilla y cazadora de cuero negro con bandas laterales rosas.

La moto entró en el terreno con movimientos suaves hasta que la amazona llegó a la altura del grupo y, desencajándose el casco de visera negra, dejo visible una sonrisa radiante y una melena rubia que pertenecían ambas a Nadine J. Welch, la directora de Imagen y Marca de la firma.

¡Buenos días chicos! - Saludó con alegría, cordialidad e impetu contagiosos. - Veo que ya somos unos cuantos. ¿No habré llegado la última verdad?

Dicho lo cual se bajó de la Harley y se desabrochó la cazadora de cuero quitándosela para doblarla y guardarla junto con el casco debajo del sillín de la moto y extrayendo del mismo compartimento un bolso a juego con el vestido gris que llevaba.

Del bolso extrajo una pequeño espejo cokn tapa que abrió para comprobar que su maquillaje y peinado estaban impecables, cosa que ambos estaban, y después lo volvió a guardar.

¿No estáis ilusionados con todo esto? Yo estoy emocionadísima. Nadine J. Welch, por cierto, pero podéis llamarme Nadine. - dijo dirigiendo su sonrisa y sus palabras al grupo al completo.

En ese momento, mientras hablan, escucha un estornudo y, casi como un resorte, se gira para ofrecer un pañuelo a la joven más alejada. Una sonrisa cálida, pero no le dice nada salvo la silenciosa oferta. No tarda demasiado en llegar aún más gente, de modo que tanto si coge como si no el pañuelo, se centra en el resto de recién llegados.

Buenos días, Jorge, Jhon.

Estrecha la mano a ambos... pero entonces es un hombre desconocido que menta a dios y parece que se le llena la boca con ello. Viktor levanta una ceja y, dada su falta de tacto y de protocolos sociales, inspira profundamente y lleva una mano a su pecho, en un evidente esfuerzo de control.

No me gusta culpar al Diablo de mis errores, ni agradecer al Dios la obra del hombre.

Había algo más, todos podían notarlo, pero había conseguido ahogarlo en lo más hondo de su garganta. Un tal Erik es su salvación al ofrecerle un cambio directo de tema. Se gira como un naúfrago que ve una tabla y le ofrece la mano.

Viktor Ciara, encanta...

No termina la frase, pues el cuero negro acompañado del rugido de una montura metálica hacen que, cuanto menos, voltee la cabeza. Vale, debía reconocer que eso no se lo esperaba, y menos en una reunión de aquel calibre.

Viktor Ciara -repite, dando un paso para saludar con un riguroso beso en la mejilla- encantado. ¿Alguien sabe si faltan más por llegar?

Pregunta, en general. Con tanta gente estaba comenzando a sentirse incómodo.

¿De verdad creyeron que iba a venir en un transporte público?

Como reina de la Mercadotecnia en Transporte Automotriz, por supuesto que iba a rentar un auto. Llegué en una Ford Lobo, color Vino Vulcano, EcoBoost, de 375 caballos de fuerza. 2018, por supuesto. En doble cabina.

No me molestaba invertir un poco más, con tal de impresionar.

El único inconveniente era que había deseado ser de las primeras en llegar, y pese a todas las precauciones tomando rutas alternas y preparando renta y equipaje con anticipación, apenas comenzar a adentrarme supe que era de las últimas.  Tuve que reprimir una maldición al ver esto.

Llevaba conmigo a un compañero de trabajo, Manuel Olvera, el Jefe del Centro de Atención a Usuarios. Hubiera deseado traer también a alguien más. Soy buena organizando todo, incluso con poco tiempo de anticipación. Pero esta mañana debía dar mi mejor impresión, no iba a permitir que nada lo estropeara.

Al llegar con un botón desactivé los seguros y bajé, con el estilo que me legaron mis años de modelo.

Manuel estuvo nervioso durante todo el viaje.

 - Está buena... - se dijo a sí mismo, pensando en la mujer que, a su izquierda, manejaba con soltura aquel monstruo sobre ruedas, con una seguridad en sí misma que, unida a su físico rotundo, resultaba francamente intimidante.

 - Pero buenísima... - se repitió. Realmente, aquella mujer tan decidida era de las que quitaban el hipo.

A Manuel Olvera no se le daban muy bien las mujeres (en general, no se le daban muy bien los seres humanos, pero con las mujeres era peor, y aún peor si eran atractivas), y no solía compartir tanto tiempo en tan poco espacio con criaturas como aquella. Pese a todo, Manuel conservó el tipo, procurando fijarse más en el paisaje que en la conductora, y mantener una conversación tan agradable como pudiera sin llegar a meter la pata. Sobre todo, evitó su habitual sarcasmo: sabía por experiencia que no todo el mundo lo toleraba igual, y no quería parecer un desagradecido; si no hubiera sido por ella, habría tenido que coger un taxi, y a Manuel no le gustaban los taxistas: siempre se empeñaban en darle conversación.

Cuando llegaron, Manuel se entretuvo colocando bien el cinturón, y, cuando se dio cuenta de que Ximena ya había salido, se apresuró a bajarse tan rápido como pudo.

 - Hola a todos - dijo, todavía con cierto nerviosismo, mientras se acomodaba las gafas sobre el puente de la nariz y se colocaba a la altura de la Jefa de Mercadotecnia Automotriz.

Una joven de paso elástico y expresión enérgica se acerca al grupo que se estaba reuniendo cerca del aparcamiento. Algunos ya habían encontrado el camino a sus habitaciones con la ayuda del personal del campamento, pero algo hacía pensar que la muchacha estaba más acostumbrada a tratar con niños que con ejecutivos, por lo que sus ojos aún delatan un ápice de nerviosismo.

- ¡Bienvenidos! Ustedes deben ser el grupo de Hidra ¿cierto?

Nos encanta que hayan escogido nuestras instalaciones para su dinámica y estaremos encantados de poder ayudarles en todo lo que esté en nuestra mano a lo largo de su estancia. Los que no se hayan acomodado aún en sus cabañas individuales acompáñenme, por favor. En Información les facilitaremos su llave. ¿Alguno quiere que le ayude con su equipaje?

Y tras el saludo un poco más protocolario, se atreve a confesar.

- Es la primera vez que nos reservan una parcela del campamento tan grande para tan poca gente ¡Así que de veras, estaremos a su disposición para cualquier cosa que necesiten! Huy, creo que eso ya lo he dicho ¿verdad? - ríe un poco, sintiéndose torpe - Por favor, por aquí. Estarán agotados después del viaje.

El trámite del ingreso se resuelve rápido y pronto pueden visitar el entorno en el que vivirán los días próximos. El interior de las cabañas es cálido y confortable.

*

La primera parada obligatoria para algunos es comprobar la espléndida cama o la limpieza y desinfección de los aseos. Para otros, comprobar y configurar el Wifi en media docena de dispositivos.

- Una vez estén todos alojados, por favor, acérquense en el comedor.

Se trata de un edificio grande que comunica con el patio central. No tiene pérdida.

Gerald llegaba tarde, o esa era la sensación que tenia, mientras caminaba apresuradamente. Aquel maldito autobús le había dejado a mas de dos manzanas de distancia y caminar aprisa con una maleta y su corpulencia no era tarea fácil si quería llegar a tiempo.

La noche anterior la había pasado buscando información sobre el evento al que participaría, así como a los participantes. Debía conocer antes que nadie a aquellos con los que compartiría estancia por un corto periodo de tiempo, si los conocía y sabia de sus dotes, seria mas sencillo organizarse y no perder el tiempo intentando adivinar quien es quien en un juego que nunca se le dio bien. Pero tristemente la información era muy pobre y solo tenia los nombres de unos pocos. Eso tendría que valerle por el momento.

Como si de un adivino se tratara, acertó al pensar que llevaba tarde cuando asomo el morro por el lugar, ya no había nadie o mas bien solo espaldas. Una docena de ellas que seguían como corderos a otra mujer que por su carácter de liderazgo debía de ser la dueña o supervisora de aquel lugar. Gerald bufo, se peino con la mano e intento alcanzarlos.

-Perdón, perdón. Llego tarde. Soy el Señor Casas. Encantado. -Resoplaba su nombre mientras miraba a cada uno de ellos con interés.

Viktor Ciara.

Repite para los recién llegados, pero antes de poder sonreír de más a alguien o dejarse llevar por alguna mirada, es una monitora que, bastante nerviosa, llega para guiarles hacia sus diferentes destinos. Tuvo que contener una pequeña risita, pues la situación de la chica se le antojaba divertida. Le hubiese gustado decir alguna palabra para reconfortarla, no obstante, estaba más centrado en llegar y soltar su maleta y su maletín.

Conociendo al usuario medio, a veces repetir las cosas dos veces es insuficiente.

Comenta, un poco al aire, con una media sonrisilla. Esperaba que alguien comprendiese aquellas palabras, probablemente alguno de sus camaradas acostumbrado a trabajar para los usuarios de los sistemas de la empresa. Y... al contrario que, probablemente, esos mismos compañeros y de lo que se espararía del Vice CIO, él se lanzaría de golpe contra la cama, ignorando la configuración del wifi y de los distintos gadchets. Sencillamente cierra los ojos y se deja llevar unos segundos por la sensación de tranquilidad mientras la tensión comienza a desaparecer de sus músculos.

Aaaaahhhh...

Un gemido que, de haber sido escuchado, podría dar lugar a varias malas interpretaciones, pero era como haberse quitado varias cuerdas de pinchos y pinzas de la espalda.

Jorge va saludando al resto de llegadas, tratando de memorizar sus nombres, mientras todos juntos siguen a la joven monitora hacia la zona de cabañas en las que se hospedarán. Tras dejar ahí su bolsa y comprobar que las cortinas cierran para darle suficiente intimidad se dispone a volver a salir y seguir interactuando con sus adversarios compañeros.

Una vez terminan todos de instalarse e intercambiar las primeras presentaciones, poco a poco acaban acudiendo a la sala común que hace las veces de comedor y, en este caso, sala de bienvenida. En un entorno rústico no se puede pedir la sofisticación de las cuotas más elevadas de la empresa, pero al menos es de agradecer que esté limpio.

Varios monitores están de acá para allá, murmurando entre ellos mientras lo preparan todo. En la mesa central se acaba desplegando un gran surtido de desayuno entre tostadas, croasanes, mermeladas, aceite y mantequilla, quesos, cafés, infusiones... todo correctamente etiquetado para al menos 7 de las 10 alergias alimenticias más comunes.

Mientras los primeros en llegar disfrutan del "coktel" rustico, que no es otra cosa que un desayuno tardío (almuerzo según a quien preguntes), traen hasta la sala una pizarra electrónica blanca.

Cuando ya están todos en la sala es la misma monitora nerviosa es la que se adelanta, portando una libreta donde tiene varias cosas apuntadas contra el pecho como si fuese un escudo.

- Hola y bienvenidos de nuevo.

El campamento y todo el equipo directivo y de monitores se siente muy honrado de tenerles entre nosotros como invitados. Deseamos que la estancia sea de su competo agrado, y que el espíritu de equipo pueda salir reforzado gracias a las sinergias que nos han hecho llegar desde la dirección de su empresa.

Por ahora pueden tomárselo con calma. Las actividades serias empezarán mañana, por lo que esperamos que puedan aprovechar el día de hoy para conocerse mejor y dejar atrás el estres de la ciudad, los plazos y las especificaciones ambiguas de sus clientes o encargados - Sonríe un poco tensa. Es evidente que había ensayado ese chiste varias veces.

Señala la pantalla. - Este monitor ha sido cortesía de Hidra S.A., e irá mostrando a lo largo de estos días los resultados de un juego. Aunque parezca una competición, les rogamos que no se lo tomen como tal ¡Lo importante es la motivación y el afán de superación! Los datos los irán actualizando desde la central de su empresa para... mejorar futuros procesos. Los detalles de la confidencialidad de los datos y el uso de los mismos estaban en el boletín que su empresa les hizo llegar en el momento en el que se inscribieron en la dinámica, por lo que no hay ningún misterio oculto.

Cada día por la mañana, el equipo de monitores les presentaremos un reto. ¡Esperamos que los disfruten!

*Lo primero que deberán hacer es resolver el puzzle o enfrentarse a él de la mejor forma que les sea posible. No se preocupen porque uno solo de ellos no se les dé especialmente bien, puesto que las capacidades que se valoran irán variando.

El equipo de expertos al otro lado de las cámaras valorará el esfuerzo, y dará un valor numérico al resultado. **

Si alguno de ustedes no participase a lo largo de la mañana, por ejemplo, el equipo de expertos lo podría interpretar como una baja implicación para con los objetivos de la empresa ¡Pero hay más! Como entendemos que los primeros en pasarla lo tendrán más complicado por no tener ningún referente, unos pocos recibirán un pequeño premio en el baremo.***

Durante todo el tiempo que quieran, desde el momento en el que empezamos hasta que sea hora de descansar para que le puedan dedicar tiempo a atender sus negocios en la distancia, podrán hablar entre todos para valorar qué destacarían especialmente positivo del desempeño de sus compañeros y qué creen que se podría mejorar, metafóricamente hablando, para contribuir con los intereses comunes de la empresa.

No es obligatorio de inmediato, pero nos gustaría que esas reflexiones las materializaran con un Voto****. Recuerden que es algo simbólico, y las críticas constructivas son las que ayudan a seguir mejorando día tras día. Aunque claro... según nos han comunicado, si se pasan dos días seguidos sin votar, el equipo interno lo entenderá como... una baja implicación.

Un directivo tiene que saber animar a su equipo, pero también tiene que ser capaz de señalar y hacer ver lo que no funciona, y gestionar cada movimiento en su justa medida.

Revisa rápidamente sus apuntes.

- ¡Ah, y casi se me olvida! Deben saber que los resultados de sus equipos de trabajo en su ausencia también serán valorados. 

Un directivo no puede estar en todas partes al mismo tiempo, y su legado muchas veces se puede valorar mejor por el desempeño de su gente, cuando no están presente, que cuando están. Bueno... espero haberme explicado bien. Lo importante es que de alguna manera lo que pasa fuera del campamento también será tenido en cuenta. Por eso tendrán unas horas al final del día para atender emails, hacer llamadas y seguir más o menos al tanto de los pequeños problemas de sus equipos de trabajo.*****

Mira alternativamente a unos y a otros.

- Hasta aquí es bastante información ¿Tienen alguna pregunta?

Nadine escucha con una sonrisa de alegría que luce bien sincera toda la explicación mientras con pequeños asentimientos y chispas afectuosas en los ojos anima a la pobre chica que le ha tocado hacer de monitora.

En algún momento de la explicación alguien más avispado que pudiera esta observándola detenidamente podría llegado a tener la impresión fugaz de haber detectado un brillo acerado en la mirada de Nadine, pero en caso de haber existido fue tan breve que probablemente lo hubiese achacado a la propia imaginación.

¡Bueno! Pues todo esta clarísimo, ¿verdad, compañeros? Esto va a ser muy divertido... y también muy instructivo. ¡Ya veréis! Vamos a salir de aquí con un sentimiento de equipo por las nubes y con la seguridad de estar trabajando para un proyecto empresarial cargado de talento.

En cualquier otro las palabras habrían sonado huecas, pero Nadine parecía tener el don de transmitir convicción y positividad a todas sus aportaciones. Una positividad tan contagiosa como su alegría.

Vaya! Y yo que pensaba que pasaría desapercibida.

El estornudo me delató, haciendo que un chico greñudo, pese su buen gusto por la vestimenta, me ofreciera un pañuelo. Ni el dijo nada ni yo tampoco, pero una pequeña sonrisa y un gesto con al cabeza le dieron las gracias. ¿ Debería acercarme y presentarme? Mejor no...

Y menos mal! Que susto!

Un tío loco, un telepredicador, salió de entre los arboles ofreciendo la palabra de Dios como caramelos en un cumpleaños de un niño. ¿En serio? Tenemos de eso en la empresa o simplemente era una broma pesada. ¿Cuando necesite salvar me alma tengo que acudir  a este tio? ¿Y por que necesito salvar mi alma? Afortunadamente el señor Ciara dejó clara su postura y yo no podía estar mas en acuerdo con él. One point, señor Ciara.

Pero los sustos no paraban de suceder, cuando una moto tipo...tipo.. -no se, ¿Gosht Rider? No entiendo de motos-... Me llenó de polvo, nuevamente por el camino haciéndome toser de nuevo. Miré a su piloto, malhumorada. ¿ Acaso no sabía lo que contaminaban esas cosas tan innecesarias? Mi cara cambo cuando vi a la piloto. Vaya! Buen culo! Ejem...trasero, perdon... educación inglesa ante todo. Y si no fuera porque había mucha gente y me costaba sociabilizar, en otro ámbito, quizá la hubiera invitado a una copa, un GinTonic, por ejemplo. Una cosa lleva a la otra y... No. Déjalo Shanny.

Un coche potente, al parecer, llegó con dos nuevos ocupantes. Una modelo de lencería y un friki oficinista. No sabía cual tenía mayor complejo de inferioridad que intentaba compensar con el tamaño de la cilindrada del automóvil. Cómo  la conductora era la mujer, me hizo dudar. ¿Esta que creía tener mas grande? ¿Las tetas?

La monitora hizo su aparición y di gracias a... ¿Dios?... por no tener que presentarme en ese momento al resto. Calladita estas mejor. Simplemente observa y... toma notas. Me sorprendió que nadie llevara nuestras cosas, maletas o lo que fueran a nuestras Habitaciones. ¿ Es que vamos a tener que llevarlo todo nosotros? Es un campamento interactivo laboral, no uno para bajar de peso!

Y eso era lo que había. Lo que tenía. Una habitación de madera. ¿¡Cuántos árboles han tenido que cortar para hacer esto?! Será mejor que me relaje. Al fin y al cabo estoy aquí para trabajar, y relajarme un poco, si se puede. No para poner pleitos sobre el impacto medioambiental del campamento sobre la fauna local...

Una vez abajo, en el comedor se nos explicó de lo que trataba todo esto. Me senté cerca de ese tal Ciara. No era un interés tremendo por conocer a nadie. Puede que la motera, con esa explosividad jovial, le causara algo de simpatía. Ladee la cabeza mientras se terminaban las palabras de la monitora.

- Gracias. Por el pañuelo, digo.-  comenté por lo bajo a Victor mientras le tendía el pañuelo que me había prestado. Y me quedé ahí. Mi atención volvió a la monitora y cuando acabó, hacia la motera, nuevamente. Pero la conciencia me recorcomía. Lo primero es lo primero: Los modales, Shanny, los modales.- Emm... Shannon Turner. Diculpeme.- Me presenté al caballero con una media sonrisa, mas fruto de la timidez que de la cortesía.

Las palabras de Nadine eran para mi como puñales de tu cantante favorito. ¿Trabajo en equipo? Si, estaba claro que en eso sacaría un cero, así que con un pequeño suspiro, y una leve caída de ojos, acepté que tendría que hacerlo por las buenas... A lo mejor aprendo algo nuevo... ya me extrañaría.

Aquel hombre sentado en una maleta tan gruesa como él, tomaba notas en una pequeña libreta de lo que la pizarra enseñaba, a veces serio a veces con una sonrisa, no dejaba de garabatear mientras aquella mujer hablaba. -Ya veo... cinco puntos importantes, desglosados, aunque los dos primeros podrían ir juntos y el tercero y cuarto no parecen realmente importantes... Si, creo que esto seria mas fácil de aquella manera... -Gerald divagaba entre sus propios apuntes, intercalando el boli por el dedo indice para levantarse las gafas y poder seguir leyendo y escribiendo.

-Bueno, supongo que todo se vera mas claro cuando se aplique el tema. La teoría no parece difícil, abra que comprobarlo mañana si realmente la ejecución es tan simple como la explicación. ¿Verdad? -Comento con una sonrisa mientras guardaba sus apuntes en el bolsillo de su chaqueta y se levantaba de su improvisada silla.

-Pero si que tengo una pregunta. ¿Este planning es cosa de la empresa o de ustedes los monitores? Quiero decir, tienen libre albedrío o son parte del colectivo. -Pregunto serio e interesado.