Partida Rol por web

En cualquier caso, si no tenemos comida, siempre podemos darnos a la bebida. - dice Morbo mientras le guiña el ojo a Dorwas mientras va a por un pellejo de licor...

La alegría de los mercenarios contrasta con la cara de decepción de Diegen. Sus esperanzas de acabar con el pájaro demonio han ---ehem--- volado. 

- Tal vez deberíamos hacer una incursión por el pueblo aprovechando la caída del sol? Sabemos la ruta que siguen sus patrullas, sabemos dónde están sus vigías para poder ocultarnos con los edificios... mientras Sarenrae nos cubre la espalda desde el oeste y los vigías tienen peor visibilidad, quizás podamos rebajar un poco sus defensas antes de mañana?

- Menos, palabrería, ataquemos con Sarenrae a nuestras espaldas y acabemos con los gnolls. 

- Aprovechemos ahora que los mercenarios tienen moral. ¡Vamos! Exterminemos a los guardias y mañana demos el golpe de gracia.

La mujer no usaba bien las palabras, tratando de animar a los mercenarios y convencer a sus amigos, pero sus ganas de atacar si eran evidentes.

- Tras encender la hoguera hemos puesto de manifiesto nuestras intenciones y probablemente haya subido su nivel de alerta. Que volverá a estar al máximo mañana, en espera de nuestra ofensiva frontal. Si vamos a hacer una incursión deberíamos hacerla a última hora de la noche, cuando ya no se la esperen. Eso sí, nos deja sin mucho descanso así que debe ser breve y cuidadosa.

- Sea - dice Almah lanzando la antorcha en la hoguera que rápidamente prende iluminando con fuerza el anochecer, con calma, mientras el fuego resalta su belleza mira uno a uno a cada uno de los hombres y mujeres que la mira esperanzados y temerosos. Finalmente empieza a hablar:

- ¡Habéis venido a luchar como hombres libres! ¡Y hombres libres sois! ¿Qué haríais sin libertad? Luchad, y puede que muráis. Huíd, y viviréis. Un tiempo, al menos. Y, al morir en vuestro lecho, dentro de muchos años, ¿no estaríais dispuestos a cambiar todos los días desde hoy hasta entonces, por una oportunidad, sólo una oportunidad de volver aquí y matar a vuestros enemigos? Puede que nos quiten la vida, ¡pero jamás nos quitarán Kelmarane! - al acabar los mercenarios se miran sin entender muy bien lo que ha dicho, pero la guardia de kelmarane grita sin dudarlo:

- Katapesh, Katapesh!!!, Viva la princesa!! Vivan los señores del Pacto!!, Viva la ley y el comercio!!, Viva la libertad!! Gloria a Hayek!! - dicen más como un acto reflejo que con convencimiento.

Rápidamente, los mercenarios en un ataque de sensatez se unen a los víctores.

Cita:

Si. A ti. Al eunuco. Al imbecil del guardia. Al... - el pensamiento de Jaali se pierde entre los vitores

Jonova había permanecido callada. No era de las que se contagiaban del entusiasmo de las multidudes. Luego, se acercaron al amparo de las sombras que ya caían en el desierto.

Con la capucha echada para protegerse de los últimos rayos de sol avanzaba junto a Jarael. Caminando entre las dunas, comenzaron a intuir siluetas de gnolls. Se giró hacia sus compañeros. Habló con voz grave y terrorífica:

- Matadles. A todos.

Luego se retiró la capucha y fue como si el sol volviera a salir.

Los preparativos para el ataque han llevado mucho más tiempo del previsto. Los planes para una pequeña incursión han tenido que ser retrasados primero y cancelados después. Cuando todo está listo, Diegen sale al exterior del templo una vez más para tomar aire fresco. El sol está ya cerca del horizonte. La brisa del desierto se lleva el sudor de su torso desnudo y trae frescura y claridad a su mente.

A medida que el sol desciende por el oeste, el semielfo piensa en sus padres. Por primera vez en su vida es conciente de que éste puede ser su último atardecer.

- Sarenrae, no te rezo muy a menudo. No valgo para ello, sabes que soy más hábil con los brazos que con las palabras. Todos, incluso tú, debemos nacer y debemos morir. Una vez muertos nadie recordará si fuimos hombres buenos o malos, por qué luchamos o por qué morimos. Lo único que importa es que, hoy, pocos se enfrentan a muchos. Sarenrae, el valor te agrada. Concédeme pues una petición, concédeme la gloria de la victoria, gloria para tu nombre brille en el cielo y todo el mundo pueda verla, incluso Jaali. Y si no la ve... ¡que se vaya al infierno!

Con la capucha echada para protegerse de los últimos rayos de sol avanzaba junto a Jarael. Caminando entre las dunas, comenzaron a intuir siluetas de gnolls. Se giró hacia sus compañeros. Habló con voz grave y terrorífica:

- Matadles. A todos.

Diegen asintió, respondiendo entre susurros:

- Por fin nos revelaremos a los saqueadores de Kelmarane, por fin podremos vengarnos.

Jaali apunta hacia Kelmarane con el dedo a la pregunta de un mercenario

- Ese es el campo de batalla, soldados. Kelmarane. Es un paramo desolado en medio de la nada sin ningun tipo de interes comercial o estrategico. Alguna pregunta?

- Acaso merece la pena morir por esta ciudad perdida de la mano de Dios ?

- No me preguntes a mi, tu eres el que va a morir alli. - responde Jaali encogiendose de hombros

- Ya... Y por saber, quien es el enemigo?

- Una pregunta valida.- responde el mago - No sabemos nada de su lenguaje, su historia o que pinta tienen. Pero podemos suponer lo siguiente: Representan todo lo que nosotros odiamos. Ademas, me dijeron que erais idiotas.

- Ya veran quien es el idiota! - dice el mercenario enardecido, y listo para la batalla

Morbo sonríe a Dorwas mientras ambos toman la copa de aguardiente enano que el feo estaba guardando para este momento.

No sé de qué rocas haréis este brebaje, pero si sobrevivimos a esto me lo tendrás que enseñar...

Mejor no lo quieras saber. - dijo Dorwas sonriendo y dio una palmada en el hombro a Morbo según se ponía en pie.

Se ausentó y apareció unos instantes después, con un tonelcillo de madera que parecía llevar tiempo en la cocina del convento, y se acercó al grupo de mercenarios.

Mercenarios, preparad vuesta petaca y llenadla bien, ¡porque esta noche beberemos en el infierno! - les animó mientras, de un golpe con la base de la mano, rompía la madera que sellaba el tonel.

Mientras el grupo mira la silueta de la ciudad contra el anochecer, cada uno preguntándose si vera el amanecer y preparándose para la batalla un gnoll irrumpe desde un lateral, saludando, no sabe muy bien con quien hablar por lo que decide hacerlo en voz alta.

- Estamo liztoz - dice con fuerte acento - La pazte al nozte del rio esta libre, hay al menoz cuatro guardiaz en la torre e hienaz a lo lazgo del rio. - recita el mensaje de corrido, como si se lo hubieran hecho aprender de memoria - En cuazto veamoz fuego, atacaremoz.

Se sienta en el suelo, esperando una respuesta.

Mientras el Gnoll se acercaba, la mujer comentó a todo el grupo.

- El plan es el siguiente.

Jonova frunció el ceño, pensando. Nadie decía ningún plan, pero había uno obvio y necesario.

- Vosotros, los mercenarios y guardias, preparad un ataque de diversión por el Oeste, nosotros rodearemos por el Norte y en cuanto hagáis algo de ruido, trataremos de avisar a la arpía al Este, cerca del río y luego de entrar por la puerta del mercado de Batalla para liberar a los prisioneros y atacar desde dentro.

- Usad las ballestas y concentrad ataques. Retiraros si contempláis una oposición muy fuerte. No se que legendaria ciudad no se tomó en una hora y eso.

Luego se apartó llevándose a Jarael, que quería almorzarse al gnoll.