Partida Rol por web

Tesalia, capital de Atica, es una ciudad de filosofos, hechiceros y guerreros. El rey Hipostratos, tu tio, es el simbolo viviente de semajante ideal, un gobernante y filosofo sabio, un clérigo poderoso y un guerrero legendario. Tu y tu familia vivis en en Palacio Real y contandote a ti sois doce miembros, los únicos gigantes de las tormentas de todo Ática. Es un lugar muy prospero, gracias a los esfuerzos de tu familia Atica es el lugar mas seguro del contiente, o al menos, eso era antes de la llegada de los Dragones del Ojo, momento a partir del cual dejarón de existir los lugares seguros.

Vosotros los gigantes de la tormenta sois una estirpe orgullosa, sabeis que sois los mortales mas cercanos a los legendarios titanes. Pocas criaturas pueden rivalizar con vosotros en fuerza, magia o cultura.

Hoy tu padre te ha convocado a una reunion con él y tu tio, diciendote que es algo importante. Te esperan en la sala del trono.

El joven Gymlar se encontraba en las montañas. Llevaba varios días tras el rastro de un asentamiento ogro. Eran sólo media docena, ocho a lo sumo, pero habían tenido la osadía de entrar en su terreno de juego. Se movían mucho, como si huyesen de algo, ¿de él? Gymlar no lo creía, nunca había estado lo suficientemente cerca como para que le detectaran. 

Nunca hasta ahora. Una pequeña columna de humo a pocas millas de distancia señalaba a su presa. Gymlar sonrió y comenzó a llamar a la tormenta, sería su única aliada.

Fue entonces cuando algo le perturbó. Una sensación de llamada. Alguien le reclamaba. Una voz inconfundible en su cabeza pidiendo su comparecencia. Era su tío, el Rey.

Maldita sea, ahora no.- pensó mientras echaba una última mirada a sus presas.

Pero una llamada de su tío, el Rey, no podía ser desoída. Sólo una vez había sido llamado a su presencia y fue por una gran razón... los dragones.

Ahora Gymlar se encontraba intrigado por la llamada, ¿qué habría pasado? Sus potentes piernas aceleraron, dando zancadas largas y precisas. Moviéndose ágil entre árboles y rocas, esquivando unos y saltando otras.

Recorrió aquella gran distancia en poco tiempo, aunque sabía que no lo suficiente para evitar el reproche de su padre. 

Fue directo a la sala del trono, estaba sucio y sudoroso, pero pensó que sería más importante lo que tenían que decirle que su propio aseo personal. Cuando entró vio que el Rey y su padre ya estaban allí.

Hincó una rodilla... Majestad.... padre. Y aguardó a que le dieran permiso para incorporarse.

El rey hace seña para que te levantes.

- Hace años que estamos preocupados por el asunto de los dragones. Como sabras hara unos meses que nos unimos al llamado Concilio Rojo. Pronto se llevara a cabo la primera reuncion del Concilio como tal, tu padre y yo hemos pensado que tu deberias venir con nosotros, eres casi un adulto y será una experiencia enriquecedora para ti, además de dotar al mundo de un excelente guerrero para combatir contra Los Cuatro.

El joven Gymlar obedeció y se levantó con el pecho hinchado por el orgullo. 

Un cúmulo de emociones le embargaba. Por fin había llegado la hora en que tendría que demostrar su valía. Después de varios años de duro trabajo era el momento de ver si estaba preparado o no. Pero nada como la satisfacción de ver el orgullo reflejado en los ojos de su padre.

No os defraudaré.

Era un honor ir con el Rey y su padre al Concilio. Había tratado con gente de otras razas, desde luego, pero no a la escala de lo que se trataba aquel Concilio.

A veces Gymlar pensaba que ellos, los gigantes, deberían mandar sobre el resto del mundo y unirlos para combatir contra los dragones. Su padre no tardaba en apagar su fuego interno explicándole que no debían someter, sino unirse. Intentaría recordar las palabras de su padre durante el Concilio.