Partida Rol por web

Jane se había quedado dentro de la habitación, su esposo le había dicho que esperara y no viera... Y así lo hizo. Sabía bien que aquellos gritos de horror no significarían jamás nada bueno. La verdad es que ella tampoco querría ver a otra alma desdichada sufrir el mismo destino que el señor Flynn.

Luego de un tiempo prudencial la mujer se levantó y se acomodó lo mejor que pudo dadas las condiciones, saliendo lentamente y llegando al lado de su esposo, apenas susurrando un corto -descanse en paz- al ver la trompeta destruida... Era lamentable, un buen músico, por lo que había oído de él durante la fiesta.

La señora Cox detuvo un momento sus pensamientos para oír lo que decían... Ajusticiar gente, esa era la idea para evitar las muertes... Algo peligroso, porque ni siquiera tenían una pista de quién habría cometido semejantes crímenes. Pero en aquella situación ¿Cómo dictar lo correcto e incorrecto? Si ajusticiaban a uno de los asesinos, se detendría la pesadilla... Pero ¿cuantos inocentes pagarían el precio?

- La policía no va a venir a ayudarnos. No puede entrar. El asunto está entre ellos... O nosotros. Yo elijo nosotros. Y estoy dispuesta a mancharme las manos por mis clientes. Sólo denme un nombre. Cuánto más tarden, más de nosotros apareceremos muertos y con la cara desprovista de carne -dijo, de nuevo en el micrófono, apretando la pistola de Robert entre sus manos- Si no hacemos nada, moriremos todos.- suspiró, y descendió con paso apesadumbrado aunque no carente de elegancia del escenario. Se acercó a su familia, y buscó la comprensión en sus ojos. Esperaba que comprendiesen por qué había decidido aquello. 

Miró a Nathan, y a sus hermanas, temerosa. Podía soportar la opinión de los demás, pero no quería que su círculo más cercano se negase a darle su apoyo. No en aquel momento. 

Golpeó la cajetilla de cigarros con un dedo para sacar uno, se sentía intranquilo después de lo sucedido pero estaba alegre que su hermana estuviera bien. Aquel sitio desde luego no era bueno, el trompetista había muerto y todo anuncio de música venidera había acabado silenciado, de recuerdo solo quedará su instrumento brillante pero nadie más cuidará de que el metal no se oxide, de que luzca brillante ante el público...

Lleva el cigarro a su labios y se pone al lado de Kana, para darle la seguridad que ni el momento ni el lugar le ofrecen, luego mira a su alrededor en silencio, no tiene nada que decir, pues el resto lo han dicho todo. Y él no es de los que hablan mucho, no, sino tiene nada importante que decir.

Aguarda y espera la decisión del resto, pues parece que piden un nombre... no conoce a nadie aqui tanto como a Kana, asi que no  tiene ningún nombre que decir, sabe que no es ella, se niega... calla y espera.

Lo primero que hizo Stephen tras despertarse y peinarse, fue encender su magnetofon, que se mantenía oculto en su mayor parte en su gabardina. Mientras tuviera cinta seguiría grabando las conversaciones, empezó en la noche anterior tras las revelaciones del echo de que la banda sin rostro este presente entre ellos. Tiene tantas preguntas para ellos, pero prefería seguir callado a morir degollado.

Todo esto podía ser la noticia de su vida, no solo por lo que dijo el detective la pasada noche, sino por el echo de que esa banda estaba asesinando a los presentes. Y parece que iban a por los Flynn, pero entonces porque atacar a el músico. ¿Tendría alguna relación? Si no fuera porque el estaba en medio de todo estaría encantado de investigar todo este asunto hasta el final. Pero ahora mismo temía mas por su vida que por ser famoso, raro en él.

Tras las relevantes palabras de la señora Flynn, dejo de grabar un momento para mirar estupefacto a los presentes, trago saliva y volvió a encenderlo. Se acerco al detective y empezó a preguntar.
-Edward, ¿Esta de acuerdo con lo que ha dicho la Señora Flynn? ¿No es usted la máxima autoridad ahora mismo aquí? ¿Y siendo usted un fanático de esta banda, perdón, estar al cargo de encontrar a los criminales de la banda, que pueden tener en contra de los Flynn? Y si son ellos su objetivo, ¿Entonces porque matar al músico?-Su mano temblaba mientras sostenía el micro, era evidente que intentaba ocultar su nerviosismo tras su trabajo.

Cuando oí una voz hablando por el micrófono me solté de Tania, dejándole el hombro del vestido húmedo de lágrimas. No conseguí prestar demasiada atención, todavía intentando asumir lo que le habían hecho a Dean, pero llegué a entender que íbamos a tomarnos la justicia por nuestra mano. 

Lentamente, me di la vuelta para recoger del suelo la trompeta oxidada y comprobar si era realmente la de Dean, envolviéndola con mis brazos después, como si así pudiera abrazar y proteger a mi hermano. Despacio, con expresión ausente y sin detenerme para hablar con nadie, me dirigí al piano y me senté en el taburete, con un enorme nudo en el pecho.

Finalmente empecé a acariciar sus teclas despacio, dejándome llevar por la tristeza al desgranar lentamente cada nota, tocando suavemente sólo para mí y para Dean, sin preocuparme del resto de personas del local o de lo que pudieran pensar. Conocía a mi hermano y esta era la mejor despedida que podía  hacerle. Sólo esperaba que si finalmente el cielo existía como creía nuestra madre, él pudiera oírme tocar desde allí.

Cuando veo llegar a Natasha prácticamente recompuesta la miro con confianza. La veo subir al escenario, segura, y una mezcla de emociones se produce en mí cuando dice lo que piensa hacer. Sin embargo, no puedo estar más de acuerdo.

Al acercarse a nosotros, dejo algo de espacio para que pueda estar con sus hijos. Sin embargo su mirada a mí y a mis hermanas me hace entender que no desea que nos vayamos.

- Estoy contigo, Natasha, creo que todos lo estamos. - le digo - Han matado ya a dos personas delante de nuestras narices. Si no hacemos algo podrían ser muchas más. Podríamos ser nosotros. Tú lo has dicho: es entre nosotros o ellos. - dicho esto paso un brazo por los hombros de Sharon, tratando de ofrecerle algo de protección.

Edward miró al periodista. Sin duda él quería hacer su trabajo. Es decir, preguntar, preguntar y preguntar pero... no aportaba nada a la conversación. Sólo poner más nerviosas a la gente del lugar.....

Mire Señor Richard, puede que esté o no de acuerdo con la Señora Flynn e, incluso, puedo pensar que es una medida de lo más drástica pero.. contestesé a una pregunta Señor Richard... ¿Le quitaría usted el arma a una mujer que acaba de quedarse viuda hace 24 horas? Porque si usted tiene tantas agallas de hacerlo, le animo a que lo intente.

De no ser así, por favor, apague esa estúpida maquinita y concéntrese en aportar algo útil al grupo. No me cabe duda de que, como buen periodista, sus dotes de investigación podrán sernos útiles a todos....

Se acercó al hombro del periodista y casi en un susurro, Edward le advirtió.

Por cierto amigo, si veo que esa mierda de máquina vuelve a estar encendida, lo próximo que coma usted no será tarta. ¿Me he explicado bien?

Nada más ver lo que le habían hecho aquellos desalmados a mi mejor amigo se me cae el alma a los pies, habíamos sido amigos desde la infancia y prácticamente lo consideraba como un hermano para mí. Mis piernas no me respondían por el shock y me desplomo de rodillas delante de la cama de Dean. Las palabras se me atascan sin poder mencionar nada, el nudo en la garganta casi no me dejaba respirar. De mis ojos no paraban de brotar lágrimas de dolor, que era imposible de reprimir u ocultar. Tenía la cabeza apoyada en su cama, con miedo de tocar a mi amigo y confirmar así que estaba muerto.

Cuando se llevan a mi amigo yo no me puedo levantar, ni tan si quiera me puedo apartar. Con la cama vacía todo el dolor y la pena se empiezan a mezclar con rencor y desprecia hacia esos sanguinarios que actuaban con total impunidad. De la impotencia que sentía propino un par de puñetazo en el suelo y farfullo maldiciones e improperios aun con la cabeza gacha y con los ojos llorosos. De refilón consigo escuchar lo que propone la señora Flynn y en aquel estado alterado puede ver lógica en ello, y que de estar sosegado me parecería una idea descabellado.

Colette reaccionó ante las palabras de la señora Flynn. Miró a Antonella y le apretó con fuerza las manos, antes de adelantarse un par de pasos para poder hablar a todos los presentes y que estos la vieran y oyeran sin problemas.

Estoy de acuerdo con las palabras de la señora Flynn. Está claro que estamos encerrados con estos asesinos, y si no podemos salir de aquí, tendremos que hacer lo que esté en nuestra mano para detenerlos y hacer justicia. Dicho esto... - Colette se quedó callada un instante mirando a Natasha, quería decir algo pero no querían que la malinterpretaran, así que decidió enfocarlo de una forma distinta - ¿Quien se encargará de hacer tales ajusticiamentos? Por que necesitamos alguien a quien no le tiemble el pulso ante nadie de los presentes... incluido entregar el arma a otra persona capacitada, si los presentes hubiéramos decidido votar a dicha persona. Entiendo que sería nuestro detective aquí presente, pero una confirmación estoy seguro que relajaría un poco el ambiente y haría más favorables a todos nosotros tomar tan dura como necesaria decisión. - La mirada se había trasladado en el señor Olson, esperando una confirmación. No quería poner a Natasha en un compromiso, pero era mejor que no fuera ella ni nadie de su familia. Podría despertar recelos hacia ellos, especialmente con la señora Flynn, como más presentes estuvieran al tanto de lo que se rumoreaba en los mentideros sobre su relación con Nathan.

Negué con la cabeza ante todo lo ocurrido. Matar gente al azar... Era absurdo. Soy el maximo representante de la justicia, al menos entre los presentes, permitir esto está simplemente mal. Y sin embargo si daba voz a mis pensamientos me convertiría en el objetivo de toda esta gente. Agarré la mano de mi esposa con fuerza y deposité un beso en ella.

-Tranquila... Esto se va a arreglar.- Mire a Cassandra.- La veo muy segura de poder matar señora y eso me intranquiliza enormemente. Sin embargo dadas las circunstancias, comprendo que no queda otra opción, mas que esta atrocidad.

Miro a los presentes lentamente. 

-Yo no abogo a favor del señor detective. No dudo de sus capacidades o su juicio. Dudo de sus métodos. Además una vez oi decir a alguien que para estar seguro de aplicar la sentencia deberías verte capaz de hacerlo tu mismo. Se que es terrible hacer campaña por uno mismo, pero yo ya e sido elegido como representante de la justicia por el pueblo de norteamérica y creo ser el indicado para esta ingrata tarea.- Dije firmemente.- Además mi esposa estará muy pendiente de mi como para permitirme hacer cualquier atrocidad e invito a quien quiera a guardar el arma ejecutora antes del momento clave. Por si alguien desconfía de mi criterio o juicio.

Asiento a mi madre, porque el nudo de la garganta no me deja articular palabra. La medida que ha tomado ha sido dura, como ella, pero era necesaria. ¿Cómo vamos a acabar con ellos sino? Las opiniones parecen estar claras, a pocos les gusta la idea, pero es necesaria por nuestra propia supervivencia. Escucho a todos hablar sobre quien debería portar el arma y niego con la cabeza ante las palabras del ministro.

-El encargado de llevar a cabo la ejecución no debe seguir su propio criterio, debe seguir la opinión de la mayoría. Él no debe elegir a quien matar, debemos buscar a los "sin rostro" entre todos. Lo único que debe de hacer el que dispare es apretar el gatillo, por mucho que piense que esa persona a la que dispara es inocente.-Si el arma cae en manos de los asesinos y se les permite elegir libremente a quien matar estaremos perdidos.-Yo me niego a hacerlo. Si fallamos no me gustaría tener en mi conciencia la vida de un inocente.

No soy tan fuerte como mi madre, eso está claro. Por mucho que ellos hayan matado a mi padre no sé quienes son y la duda me perseguirá allá donde vaya. Si la mayoría opta por matar a un inocente y yo aprieto el gatillo me colocaría al nivel de esas ratas asesinas y no lo haré.

Asiento ante las palabras de Dylan. Sin embargo, estaba claro que alguien tendría que hacerlo.

- Propongo que lo sorteemos cada vez, y que siempre sea un desconocido del elegido. - digo - No me responsabilizo de lo que pudiera hacer yo mismo si tuviera que apretar el gatillo contra alguien cercano.

- Que horroroso, elegir a alguien para que muera, yo realmente no se si sere capaz de acusar a nadie. Hay muchas personas a las que no conozco y juzgar así tan fácilmente me resulta algo atroz. No puedo decidir por mi cuenta.

Había conseguido un vaso de Whisky el cual bebí con premura logrando calmarme un poco aunque ese licor no era mi favorito. Miré alrededor buscando a alguien que pudiese ser culpable pero no se me ocurría nadie.

- Piensan realizar las ejecuciones aquí en frente de todos?- mi rostro palideció al recordar la muerte del señor Flynn, ni siquiera me gustaban las armas.- que horror.

Antonella siguió a su amiga curiosa de lo que pensaba hacer, luego que le apretara la mano. Al terminarla de escuchar no pudo estar mas que de acuerdo y se lo hizo ver cuando le asintio segura. Voltio a mirar al detective y tomo la mano de Collete.

Se sintio mejor al verla en estado mas fuerte y capaz de dar un buen argumento para ayudar a la situación. Lo mejor no era quedarse llorando si deseaban resolver esto, era un hecho que entendio por si sola su amiga.

Miro a Ministro molesta por no estar de acuerdo con el plan sensato de su amiga, pero lo dejo hablar para saber de su argumento en contra. Cuando termino preparo su voz para que el resto la escuchara a ella.

Debe disculparnos Ministro pero unos cuantos aca solo hace poco hemos sido parte de los habitantes de Norteamérica y no lo hemos votado. Seguramente hace un gran trabajo de ministro, pero lo que mi amiga sugería era un sujeto que no tuviera ataduras con las demas personas haciéndolo imparcial y que a la vez tenga una buena capacidad para manejar un arma. Le explico al ministro.

Miro a Sharon y alivio su gesto, comprendia sus palabras pero no habia alternativa. Debian salir y los asesinos no los dejaron con ninguna otra alternativa que la propuesta por Natasha.

Ajena a lo que van comentando, sigo aferrada a mi padre.

-Sí... padre... le prometo que voy a ser fuerte... no voy a... no voy a  permitir que esos asesinos le hagan daño... ya tuve suficiente con la pérdida de madre... - Me separo de él con gesto decidido - Se lo aseguro... pero tenemos que ser fuertes, más fuertes de lo que nunca hemos sido.

- ¿Nathan? ¿Dylan? ¿Estáis seguros de que es la mejor forma...? Como dice Sharon, no sé si es buena idea que se sacrifique a alguien delante de todos, al fin y al cabo, creo que ya bastante nerviosos estamos... y además, yo no conozco a muchos de los presentes, ¿cómo puedo elegir a alguien sabiendo que puedo estar acusando a un inocente? Por otra parte, no se les puede dejar campar a sus anchas a esos asesinos... No sé. Es un dilema...- Miro nerviosa a la señora Flynn, a Nathan, a Dylan y, finalmente, a mi hermana. Me dirijo a ella.- Yo también pienso que es horrible, pero si ellos dos están seguros... No sé... Confío en ellos... Aunque tengo miedo.

Me encojo de hombros ante la pregunta de Sharon, para torcer un poco el gesto antes de responder.

- No sé si es la mejor forma, pero parece la única. - respondo - No creo que sea necesario hacerlo frente a todos, desde luego, pero tampoco debemos arriesgarnos a que el ejecutado reduzca al ejecutor dándoles privacidad. En cualquier caso, no os preocupéis. - digo a mis hermanas - No dejaré que os pase nada.

Luego miro alrededor, tratando de ver el ambiente general del local.

- Ahora disculpadme, por favor. - pido a mis acompañantes, antes de ponerme a organizar el asunto de los desayunos y comenzar a preguntar al servicio de qué podremos disponer para comer o cenar, si llegara el caso.

Edward estaba anonadado. ¿Aquellas personas querían que él fuese el brazo ejecutor? ¿Qué sobre su conciencia recayesen las muertes de inocentes?

Señoras y Señores, evidentemente sé manejar un arman pero, entiéndanme, soy un agente de la Ley y lo que me están pidiendo ahora mismo es que me convierta en un asesino ejecutor, que me convierta en lo mismo que llevo años persiguiendo. Obviamente no sería un "sin rostro" pero sí un "con rostro" que jamás podría volver a pasear por la calle sintiéndo millones de agujas en su nuca y miradas inquisitivas de desaprovación.

Creánme, si descubro a un "sin rostro" lo mataré, si debo hacerlo, pero sobre mi conciencia no recaerán las muertes de inocentes.

- Si me permiten dar mi opinión al respecto- escuchando a mis hermanos me tranquilicé un poco, ellos me cuidarían estaba segura y confiaría en su buen juicio para elegir a los posibles culpables.- creo que el señor Cox es la persona más indicada para llevar a cabo las ejecuciones. Ya que a diferencia del señor detective, no se ha negado a cumplir con una tarea que pondrá mucho peso sobre sus hombros.

Entendía la desconfianza de aquellos que no llevaban mucho tiempo en la ciudad, en especial porque la gente suele desconfiar de los extranjeros y ellos querrían resguardarse. Sin embargo no deseaba que la señora Natasha cargara con la responsabilidad y se manchara las manos de sangre, además la perdida de su esposo podía nublar su buen juicio.

- Después de todo el señor Cox es el ministro de justicia, por lo que algo de crédito habremos de darle.

Miró a James subir al escenario con tristeza, y se planteó acompañarlo en aquel improvisado homenaje a su hermano recién fallecido, pero supuso que preferiría estar solo. Caminó entonces hasta donde estaba Nicholas, viéndolo dar golpes contra el suelo, evitando participar en las discusiones sobre el ajusticiamiento. 

- ¿Nick? - Dijo, con la voz temblorosa, mientras se acuclillaba a su lado y posaba una mano cariñosa sobre su hombro. - Lo siento mucho, cariño... Pero no te preocupes... No sé cómo tienen estómago para hablar de matar a gente tan alegremente, pero al menos todos parecen dispuestos a intentar atrapar a los malhechores. Esos malditos pagarán por lo que han hecho a Dean, ¿vale? Los atraparán y pagarán. - Abrazó al contrabajista. - Lo siento, cariño, sé que erais amigos muy cercanos.